Capítulo 9

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     —Jack, verás... me invitaron a una fiesta en la playa. Me preguntaba si podría ir.

—No.

—¿Por? Si puedo saber.

—¿Quién te invitó?

—Unos chicos que conocí hoy.

—¿El grupito de William?

—Si, ¿cómo sabes?

—Porque son unos pesados. Siempre me están cargoseando. —Me miró serio— vale, vete. Porque hiciste un muy buen trabajo y en realidad ya eres mayor para decidir por tí mismo, pero que sepas que no siempre me haré cargo de tu hermana. ¿Entiendes?

—Si, entiendo.

—Ahora sirve ya esa comida que tengo hambre.

Preparé los platos, terminé con la sartén y serví los omelette con queso en cada plato. Me habían salido de rechupete, y se notó por la cara de placer que puso Jack al poner el tenedor en su boca.

—¿Qué tal?

—Hacía mucho no comía omelettes, buen trabajo.

Me sentí orgulloso. Estaba por comer el mío cuando oí ruiditos en la puerta, como si alguien lanzara piedritas. Me acerqué y abrí. La esquivé justo a tiempo y la piedra fue a parar al arbusto.

—¡¿Qué haces?! —William lanzaba piedritas contra la puerta mientras los demás miraban desde más lejos—¿no conoces el término "tocar a la puerta"?

—¡Lo siento! Tenía miedo de que abriera el viejo Jack. ¿Vienes?

—Espera— volví a entrar y Jack ya se estaba comiendo mi omelette —¿Y eso?

—Tú ya te ibas ¿no? —me crucé de brazos, me quedé sin cenar. Le dí un beso a Poppy y salí al encuentro del grupo de William.

—¡Eh, viniste! —me recibieron con un abrazo y por primera vez en mi vida, me sentí parte de algo.

—Yo apostaba que no venías— dijo Jaden— conociendo al viejo Jack.

—Yo siempre supe que vendrías— dijo William rodeandome con el brazo y señaló a las chicas— ellas pensaban como yo.

—Sabía que te las arreglarías— dijo Freya y le sonreí como idiota.

—Ahora— seguimos caminando por la playa—cuéntanos algo de tí, ¿de dónde vienes, qué haces, etc...?

—¡No lo atosigues Will!

—Simple curiosidad...

—Vengo de Nevada.

—Oh, Las Vegas, casinos—dijo la palabra como saboreandola.

—No, no. Henderson.

—Puff, aburrido— todos rieron.

—¡No puedes ser tan superficial, Will! —dijo Jaden.

—¡Lo siento! Está en mi ser, la diversión.

—¿Tienes padres? —preguntó Freya y su pregunta me hundió pero traté que solo se notara un poquito. Levanté la mirada y actué, como en las películas que siempre veía. Un poco para mí y otro para ellos.

—No, murieron en un accidente de auto. —Las caras se pusieron lúgubres.

—Lo siento— dijo ella, y otros bajaron la cabeza— lamento haberte preguntado.

—No me molesta, descuida— seguí actuando.

—Que bueno que lo tomes así, yo creo que estaría caminando por las paredes si algo les pasase a los míos.

—Yo desearía que el mío desapareciera— dijo William.

—¡Will! —gritaron todos al unísono.

—El padre de Will— me explicó Sophie—es un ex-marine. Y ya lo ves a él, un alma libre. Se llevan que tú no ves.

—Nunca seré lo que él espera de mí y él nunca habrá llenado mis expectativas. —Dijo Willian melancólico.

Hablando de llenar expectativas, creí que nunca había tenido ninguna. ¿Cómo era eso posible? Nunca me había detenido a pensar en qué era lo que esperaba, simplemente trataba de sobrevivir un día más, uno a la vez. Pobre Poppy, ¿ella pensaría igual? Esperaba que pudiera darse el cambio, lo deseaba tanto que casi no podía contener la emoción por un nuevo comienzo.

El celular sonó en mi bolsillo.

—¿Novia? —chilló William y todos voltearon a ver.

—No, no— reí nervioso— es una amiga de donde vengo. Solo quiere asegurarse de que esté bien.



S:

¡Chico piercing! ¿Qué tal va todo por ahí? ¿Ya te bronceaste? ¡Cuéntame! ¡Cuéntame!

E:

Hola Sanders, que efusividad jaja y no, no me broncee, sigo siendo transparente. No hay mucho que contar, ahora mismo estoy yendo a una fiesta en la playa con unos amigos.

S:

¿Fiesta en la playa? ¿Con unos amigos? ¿Y no tenías nada que contar? ¿Quién eres y qué hiciste con mi chico piercing?

E:

Jaja no es para tanto, es solo una fiesta tranquila, o eso me dijeron. Las playas aquí son muy bonitas. Si algún día vienes, ya verás lo que te digo.

S:

Me alegra que vayas a una fiesta y que tengas amigos, aunque me causen envidia. Envidia de la buena jaja

E:

Tranquila, con lo que hiciste por nosotros, ya te ganaste un espacio en mi corazón.

S:

Venga que me vas a hacer llorar y ¡yo no lloro! Bueno, a veces con alguna peli cursi, como Titanic por ejemplo.

E:

Jaja ¡Titanic! Admito que es tierna.

S:

¡Algún día la podríamos ver juntos! Es de mis pelis favoritas, no puedes decir que no a eso.

E:

Vale. Sanders, te tengo que dejar, aquí me están molestando con que deje el celular. Recién me lo tiraron al suelo y casi empezaron a leer en voz alta los mensajes. Te dejo por hoy. ¡Hablamos luego! ¡Cuídate!

S:

Vaya amigos, diles ¡hola! De mi parte jaja ¡nos hablamos! ¡Besos!

—¿Solo amiga? —insistía William y entonces cerré la tapa del celular y lo guardé. Los demás reían y daban vueltas a mi alrededor.

—¡Si, es mi amiga!

—¡Una amiga muy atenta! —rió Jaden.

—¡Ya basta! —intercedió Freya—¿qué les importa manga de retrasados?

—Ey, cuanta violencia— dijo Sophie seria.

—Lo digo con cariño— se defendió— ya saben que son un par de retrasados.

William y Jaden se miraron y empezaron a reír fuerte, yo no pude evitar contagiarme. A fin de cuentas parecían unos niños.

—Bueno, no te molestaremos más— dijo William— si nos dices su nombre.

—Vale. Es Sanders, digo, Emma.

—¿Qué? —preguntó Jaden con cara confundida.

—Si, es que la llamo por su apellido. Yo la conocía del instituto de esa manera y así quedó.

—Bonito nombre, Emma— dijo Freya y yo no podía no mirarla, por más que lo quisiera. Llevaba su largo pelo trenzado en la espalda y un vestido floreado de corte en v. Iba descalza, todos estábamos descalzos.

Nos acercamos pronto a una zona con más arbustos donde habían construido una plataforma con pilotes y un techo lleno de luces. Allí estaba la barra y el dj. Estaba todo hermosamente decorado. Un lugar perfecto.

Había mucha gente, demasiada. Empecé a agobiarme, no me gustaba la gente, las multitudes. Solo había ido para hablar, si es que podía, con Freya. Ella me tomó del brazo y me llevó a un costado, junto a Sophie.

—Los chicos nos traerán algo de tomar. —Dijo sonriendo— a ellos les encanta toda esta movida.

—¿Y a tí no?

—Si— lo pensó— pero me gusta más el momento en el que la noche es más profunda y la mayoría ya se ha ido o anda por ahí borracho— compartimos la sonrisa.

—Suena más interesante—dije dándome cuenta de lo poco interesante de mi comentario.

—A mi me encanta el baile— dijo Sophie comenzando a moverse allí mismo al ritmo de la música— para mí es como el ejercicio, o naciste para ello o no.

—Estoy perdida, amiga— se echó a reír Freya y yo la seguí. Jamás había bailado, no sabía si se me daba. A lo mejor salía como el mejor bailarín o puede que fuera una tabla con patas. Fuera lo que fuera, lo intentaría porque quería encajar, no podía echarlo a perder.

Por momentos la música sonaba tan fuerte que apenas podía oír mis propios pensamientos, ¿mis propios qué?

Jaden y William llegaron con unas botellas de cervezas y me dieron una a mi.

—¿Cuánto te debo? —le dije al oído.

—¿Eh? ¡Tú solo disfruta! —sonrió y abrió la cerveza a lo loco, haciendo que saliera el espuma para todos lados. Todos vitorearon y yo me eché una risotada como nunca.

—¡Por nosotros! —Chocamos las botellas y bebí la cerveza. En general no era de beber alcohol, a veces Mike o Jake compraban y me convidaban, pero eso era una vez cada mucho tiempo. Esta vez disfruté de lo que bebí, no fue para ahogar penas, fue para pasar un buen rato y reír. Reír de verdad. Con gente agradable. En un sitio bonito.

—¡Ey Ewan! —me gritó William—¡ven! ¡Tu iniciación!

—¿Qué?

—¡No! —intercedió Freya—¡no es necesario!

—¡Dejenlo ya! —dijo Sophie.

—¡Vamos Ewan! ¡Todos pasamos por lo mismo! ¡Así serás parte de nosotros! —dijo Jaden.

¿De qué me estaba perdiendo? Los miré a ellos, sonreían cómplices. Luego a ellas, suplicando que no. No tenía opción. Quería formar parte, ¿qué tan malo podía ser?

Fui con ellos, me llevaron hasta la barra. La música era ensordecedora. Los miré esperando indicaciones, me imaginé que esperaban que bebiera algo. Y eso ya me estaba poniendo nervioso. No quería beber alcohol. No quería ser ese tipo de persona. Jaden se alejó de nosotros unos minutos y volvió con un vaso alto, bastante grande, de un líquido marrón.

—Es todo tuyo, campeón— me dijo. Lo miré con cara de ¿qué demonios te pasa? Y tuve el impulso de salir huyendo, pero me quedé. Los miraba a ellos, y luego al vaso y a ellos de nuevo.

—No tiene alcohol, tranquilo— dijo William como si hubiera leído mis pensamientos.

—¿Y entonces qué es esto?

—¿Por qué tanta desconfianza? ¡Hasta es rico! Huélelo. No pensamos envenenarte.

Acerqué el vaso con el líquido dudoso y lo olí, olía como a...

—¿Coca-cola?

—¡Bien! —gritaron los dos.

—¿Y por qué quieren que tome un vaso con Coca-cola? —cada vez me intrigaban más.

—No tiene solo Coca-cola—dijo Jaden misterioso—tiene mezclado una Red Bull.

—¡CHAN CHAN! —exclamó William.

—Vale, entendí el juego. Quieren que me ponga como una loca calesita.

—No es para tanto, nosotros también pasamos por eso y apenas si sentimos algo.

—¿Y por qué lo siguen haciendo entonces?

—¿Por qué es divertido? Vamos, prefieres que te demos droga o algo así? Esto es re inocente ¡por Dios!

—Bueno, está bien. Lo tomaré— los dos chocaron las manos y yo acerqué la bebida a mis labios, sin saber que eso sería un antes y un después. No sabía nada mal, era el gusto de la coca-cola con un extra tropical. Bebí y bebí hasta que se acabó el vaso. —¿Felices?

Los dos me dieron palmadas en el hombro y se alejaron. Me quedé unos momentos dónde estaba, pensando qué iba a hacer. Tal vez debería ir con Freya e intentar bailar con ella, ver si se me daba bien. Me decidí por ello.

Me hice paso entre la multitud y la encontré a un lado, sentada en la arena.

—Freya, ¿quieres bailar? —me miró dudosa y luego se puso de pie y me siguió.

—Mira que no soy muy buena en esto.

—Yo menos.

Nos mezclamos entre la multitud, la música sonaba entre nosotros y la vi bailar. Se movió como una danzarina a mi alrededor, fue para un lado y para el otro, sujeté su mano por un segundo, tal vez más. Me enloquecí y empezamos a bailar con total frenesí, reíamos a más no poder. Nunca me había divertido tanto. Y entonces la música se detuvo y sentí que el corazón me latía a mil por hora y estaba todo sudado.

Me excusé con ella y me alejé camino de la playa, me senté en la arena y saqué un cigarrillo. Estaba completamente agitado, no lograba calmarme. ¿Qué me pasaba? Encendí el cigarro con la mano temblorosa y le dí una calada tratando de respirar hondo.

—No sabía que fumabas.

—¿Eh? —me tomó por sorpresa, se sentó a mi lado.

—Que no te imaginaba del tipo de los que fuman.

—¿Y de qué tipo me imaginabas?

—No sé, de los tiernos que no fuman— me hizo reír.

—Bueno, yo soy de los tiernos que sí fuman.

—Ya veo— rió, hizo una pausa larga— lo lamento, lo de esta tarde. No debí preguntar.

—Tranquila, no pasa nada.

—Está bien. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Díme

—¿Quién te hizo todos esos golpes?

Suspiré, aun agitado. Otra vez las preguntas difíciles. Pero era Freya, le quería responder.

—Fue mi padre— ya está, ahí va, la verdad.

—Lo siento, debió ser justo antes del accidente.

—No hubo accidente—la miré de frente, ella no entendía— mi padre mató a mi madre y nosotros nos escapamos. —Ella se quedó perpleja, se cubrió la boca con las manos y no sabía qué decir. —No tienes que decir nada, está todo bien. Sigamos como si esta conversación no hubiera pasado por favor.

—Está bien.

Terminé rápido el cigarro, me puse de pie y me saqué la remera. Ella me miró sin entender.

—¡Vamos a nadar! ¡Vamos! —sentía esa emoción dentro de todo se puede, que necesitaba explotar.

—¡Es de noche, no!

—¡Vamos! —tiré de su brazo para que se pusiera de pie y siguiendome trastabilló y cayó en el agua de frente. —¡Lo siento! —reí como demente— ven que te ayudo— se puso de pie, toda mojada y llena de arena.

—¡Ewan, mira como estoy!

—¡Estás preciosa! ¡Vamos que te atrapo! —empecé a correr tras ella por la orilla del agua y más de una vez caímos tropezando con las olas.

Como venganza, algunas veces me empujó dentro del agua y no me importó, aún sabiendo que esos pantalones que llevaba puestos, eran los únicos que tenía.

Me lo pasé a lo grande, como nunca. Más tarde la tomé en brazos y la lancé yo mismo entre las olas, entre risas...
Visitamos la barra y Freya me invitó a probar unos tragos de diferentes sabores. Eran muy ricos, frutales, probamos varios.
Volvimos a bailar, cantamos a todo pulmón y correteamos otro tanto mas por la orilla del agua.

No recuerdo cómo pasó pero hubo un momento de la madrugada, luego de moverme para un lado y para el otro repetidamente, en que caí rendido en algún lugar de la playa.

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