Capítulo 10

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     Sentía como si me estuvieran pateando. Abrí los ojos y efectivamente me estaban pateando. Jack estaba de pie junto a mí y me empujaba con su pie tratando de despertarme. Me tiraba arena en la cara y me enderecé sacudiéndome cómo un perrito.

—No sé qué hiciste anoche y no me interesa— dice serio— pero tu hermana está sola en la casa, hazte cargo.

Mi hermana. Mi hermana. Mi hermana. ¡Cierto! Mi hermana, tenía que ir por ella. Jack desapareció en la distancia y yo no pude sino pensar en lo feliz que me sentía. Nunca me había sentido así, tenía una quemazón en el pecho, como adrenalina, que parecía querer salirseme por la garganta, implosionar desde dentro. Me puse de pie envalentonado y amagué con ir hasta la casa, cuando vi a Freya que estaba dormida cerca de una roca. No recordaba que se hubiera dormido allí también.

Me acerqué despacio y le toqué el brazo.

—Ey, Freya... ya es de mañana.

Ella se dió vuelta y se desperezó. Tenía el vestido medio levantado, miré para otro lado.

—¿Qué hora es?

—Lo siento, no tengo reloj. Pero mi tío se va al trabajo a las nueve, así que deben de ser las nueve y media, más o menos.

Se sentó en la arena y se agarró la cabeza.

—¡Dioooos! ¡Qué cansancio! Podría quedarme aquí tirada todo el día.

—Vamos, no exageres. ¡Arriba! —me puse de pié y le tendí la mano, me miró dudosa. Realmente estaba cansada. Yo en cambio podría correr una carrera si hubiera alguna donde inscribirse.

—Vale, te sigo— dijo tomando mi mano y la llevé hasta el bungalow donde quiso separarse.

—¡No! No, no. Tú te quedas a desayunar.

—¿Qué? ¿Pero tú estás viendo mis pintas?

—¿Y qué hay de las mías? Vamos, entra.

Enfurruñada entró al living donde Poppy estaba hecha un ovillo sobre el sofá. Al verme corrió hacia mí.

—¿Dónde estabas? Tenía miedo.

—Lo siento, estrellita. No volverá a suceder. —La abracé y la senté en la barra. —¿Comemos tortitas?

—¡Si! —gritó Poppy.

—Me gusta la idea— sonrió Freya. Estaba un poco incómoda y trataba de quitarse la arena del pelo.

—Déjala, te queda cool—¿cool? ¿Desde cuándo hablaba así? Algo en mí estaba alterado, pero me gustaba la sensación. Ella me miró alegre y dejó de luchar con su pelo.

—Vale, lo dejo así. De todas maneras no quiero ensuciar tu alfombra.

—No te preocupes, yo me ocupo de eso— le guiñé un ojo y sonó el celular.


S:

¡Helloo! ¡Chico piercing! ¿Cómo fue la fiesta? ¡Cuéntamelo todo! ¡Quiero hasta los detalles escabrosos!

E:

Te hablo luego, Sanders. Estoy tratando de ligar con una chica.

S:

¿Pero bueno? ¿Qué?


—Disculpa que siempre suena el celular molesto— lo dejé caer en el tarro de llaves.

—No me molesta, si quieres hablar, por mí está bien.

—No quiero hablar, quiero— di vuelta las tortitas— disfrutar el aquí y el ahora. Eso es lo importante ¿verdad? No quedarse en el pasado, vivir siempre el presente, a todo corazón.

Ella se echó a reir y me desconcertó.

—¿Qué dije de gracioso?

—Nada, está muy bien lo que dices y concuerdo. Solo que por unos instantes me recordaste mucho a Will, él siempre anda diciendo esas cosas. Se van a llevar muy bien.

—Eso espero, no he sido de tener amigos, nunca.

—Eres muy simpático, no entiendo cómo.

Yo tampoco lo entendía. No entendía por qué antes me había sentido tan tonto y tan tímido siempre y ahora todo eso se había ido, no entendía cómo había vivido hasta esos instantes sin conocer la felicidad, no sabía que ese estado existía. Nunca lo hubiera creído ni aunque me lo hubieran jurado.

Las tortitas fueron todo un éxito, comieron todas las que les serví y les echamos todo el sirope que había en la botella.

—Tu tío va a enojarse.

—Ah, es mejor pedir perdón que permiso— reí.

—Ya, deberíamos comprar otra. Tú la gastaste.

—Vale, tienes razón, ojitos lindos.

—¿Cómo me dijiste? —me miraba confusa.

—Ojitos lindos, ¿nunca te los viste en el espejo?

—Si, pero...

—Son ojitos... lindos— le dediqué una simpática sonrisa y ella no pudo hacer más que devolverla.

Limpié a las apuradas lo que había ensuciado para el desayuno y me puse cualquier remera que encontré en mi mochila. La mía de la noche anterior, en resumidas palabras "se perdió para siempre".

—Vamos a ir con Poppy al centro a comprar ropa, ¿te vienes?

—No, estoy hecha un desastre, ¡no puedo aparecer por el centro asi! —me fui acercando a ella despacito—¿qué haces? —levanté mis manos como garritas— ¡ni se te ocurra!

—¡Ven con nosotros entonces!

—¡Pero mira como estoy!

—¡Estás perfecta! —a un paso de lanzarme a hacerle unas cosquillas asesinas, cedió.

—¡Vale! ¡Vale! ¡Ya! ¡Voy! —me alejé tranquilamente, vencido.

—Hay un baño por allí atrás, por si quieres asearte un poco.

—Gracias, ya regreso— dijo y se perdió en la oscuridad del pasillo.

Un cuarto de hora más tarde regresó con el pelo suelto y "sacudido", eso dijo ella. El vestido acomodado y el maquillaje removido de las ojeras. Estaba perfecta, antes también lo estaba. Pero ella insistía en negarlo.

—¿Vamos caminando? —preguntó.

—Si, ¿por? ¿Acaso esas piernitas no tienen aguante? —¿Qué acabo de decir? Ella se echó a reír.

—Claro que sí, soquete —me empujó mientras salíamos del bungalow— era solo curiosidad, estoy acostumbrada a ir en auto. Imagina que me secuestren por ir caminando, la última persona con la que me vieron fue contigo. Tendrás a la policía, los detectives y ¡hasta la CIA! Todos vendrán a buscarte y a escarbar en tu sucio pasado. Y al final del día te declararán culpable. Todo eso por hacerme caminar un día que estoy muy cansada.

—Tú ves mucho CSI ¿verdad?

—Me encanta— sonrió con todos los dientes, unos dientes muy blancos y bonitos.

—Ya veo, pero tranquila. Nadie va a secuestrarte. Y no está tan lejos el centro.

Estaba a unos veinte minutos de caminata, no es que fuera mucho y el lugar era agradable.

—Vamos, sonríe que hoy te regalo algo— la empujé y casi se cae. —¡Lo siento! —la sujeté fuerte, ella no podía dejar de reír.

—¿Me quieres sacar rodando o algo así?

—No está en mis planes, pero podría incluirlo si es una loca fantasía tuya. "Salir rodando por la ciudad".

—¿Alguien te dijo alguna vez que estabas loco?

—No— honestamente, no. Me han dicho tantas cosas, pero nunca loco o simpático. Siempre fui el triste y olvidado. —Nunca.

—Pues la gente no te conoce— y me quedé colgado de esa frase, ¿sería así? ¿El nuevo yo sería el yo de siempre? Anestesiado, dormido, oculto bajo la triste vida que me rodeaba. ¿Eso era posible? Y ¿es que acaso importaba? Yo me sentía la mar de bien, espectacular y podía llevarme la vida por delante tranquilamente si quisiera. El pasado ya era historia. Solo me quedaba una dirección para ir, y esa era hacia delante.

Freya llevaba a Poppy de la mano, a unos metros más adelante cuando el celular volvió a sonar.

—¿Me disculpas? No dejará de sonar hasta que responda.

—¡Claro! ¡Tú tranquilo!

S:

A ver, me dejaste colgada esta mañana por la primera chica que se te cruzó. Heriste mis sentimientos,

Chico piercing.

E:

¡Lo siento! Vale, me pase un poquito. Trataré de no actuar así la próxima vez. Es solo que me sorprendiste.

S:

¿La próxima vez? Osea que esto ¿va en serio? ¿Cómo lo haces? Llegaste allí hace como dos días y ya tienes amigos, novia. ¡A esta velocidad, mañana te casas y pasado te jubilas!

E:

Siempre exagerando... y no, Freya no es mi novia, solo es una amiga, o algo así. Ni siquiera sé lo que es ser un amigo.

S:

Yo soy tu amiga.

E:

Vale, pues si, será una amiga.

S:

¿Tengo competencia? ¡NOOOO!

E:

No, es muy diferente. ¡No te vuelvas loca!

S:

Si, lo sé. A ella la quieres para más que amiga(guiño, guiño) jaja cuéntame cómo es.

E:

¡Sanders! jaja ignoraré ese comentario. En fin, ella tiene un pelo casi blanco y unos ojos turquesa impresionantes. Se le colorean las mejillas todo el rato y eso la hace muy tierna.

S:

¿Rubia? Qué básico, esperaba más de tí, amigo mío.

E:

¿Qué? ¿Cuál es el problema con las rubias? ¿Tenía que ser morena o asiática para entrar en tus estándares? Perdón, no sabía que se trataba de etnias.

S:

Tienes razón, lo siento. Solo te imaginaba con alguien diferente, pero no debí juzgar. De verdad lo lamento, no te enfades.

E:

No me enfadé, ya sé que no fué con mala intención. Tienes suerte de pescarme de buen humor :)

S:

¿A qué se debe tu buen humor?

E:

¡Si tan solo lo supiera, lo hubiera tenido desde siempre! Estoy en mi mejor momento. ¡Es más! Voy a empezar a llamarte Loki ¿Qué te parece?

S:

Vamos por partes, me alegra que te sientas tan bien, ojalá me pasara a mi también. ¿Me tiras un poco de tus vibras? Lo segundo... ¿QUÉ? ¿Loki no es el nombre de un personaje de comic? Mi hermano tiene algunos y a veces los miro.

E:

¡AJA! Así que te gustan los comics, muy bien ahí, Loki. Y si, es un personaje de cómic peeeero también es el nombre del perrito del libro que me regalaste.

S:

¿Me quieres llamar por el nombre de un perro?

E:

¿Verdad que es re tierno?

S:

No sé qué decir.

E:

Un "¡Qué lindo gesto, Ewan! ¡Eres lo mejor! Bla bla bla", sería agradable.

S:

Bueno, luego lo pienso. Te dejo con tu rubia despampanante que de seguro te está esperando.

E:

Sí, tienes razón, Loki. Me está esperando. ¡Hablamos luego! ¡Cuidate!

S:

¡Besos!


—¿Vienes?

—¡Si! ¡Disculpa! —Cerré la tapa del celular y lo guardé en el bolsillo. El centro era muy bonito y había bastantes tiendas de ropa. Esa mañana había decidido que compraríamos ropa con el dinero que nos había dado mamá. Había que disfrutarlo, no reprimir nada.

Freya nos llevó hacia una tienda unisex, donde también había ropa para niños. Era perfecta para nosotros.

—Si quieres, tú ve a ver algo para tí y yo me encargo de Poppy— me dijo y yo sin dudarlo me acerqué, agarré su rostro entre mis manos y le di un beso en la mejilla, no un beso exagerado ni largo, sino simple, corto y conciso.

—Gracias— dije alejándome y no miré atrás. ¿Estás tarado? Sentía que algunas neuronas me decían, pero no podía oírlas, la sensación de bienestar era mayor.

Quince minutos más tarde tenía en la cesta unas diez remeras, cuatro pantalones y dos trajes de baño. Unas ojotas y unas zapatillas. No me probé nada, estaba seguro de que todo me iba y me quedaba genial.

Freya aún estaba probando ropa a Poppy.

—¡Ey! —hice mi aparición— no te la compliques, fijate el talle nada más. ¿No esperarás que se pruebe toda esa ropa?

—¿Pero y si no le queda?

—Seguro que si, la clave está en los talles— y recalqué la palabra TALLES.

—Vale, ¿tú llevas todo eso?

—Si— dije muy seguro— algunas cosas las vi en los saldos y otras se las quité a los maniquíes.

—¿Que hiciste qué? —me fulminó con la mirada.

—No es para tanto, es más. Tenme— le dejé la ropa y le quité un vestido azul a un maniquí que estaba cerca nuestro— creo que es de tu talla ¿no?

—¡Hombre! ¡Mira si nos pillan!

—Tú tranquila, solo es ropa. Ahora pruébate el vestido — se lo entregué y sonreí tiernamente.

—No, no puedo aceptarlo.

—¡Claro que puedes! Y lo harás, vamos... insisto. —Me crucé de brazos y ella se puso de pie encontrando resistencia en mi, sonrió y se dirigió al probador. La emoción que sentía en aquel momento me estaba matando. La esperé impaciente junto a Poppy. Las cortinas se abrieron y salió en ese vestido azul que hacía juego con sus ojos. Parecía haber sido confeccionado para ella, gloriosa, hermosa, nunca había visto nada igual. La aplaudí y la empujé a Poppy a hacer lo mismo, Freya rió.

—Haces que me sonroje— se tapó la cara con las manos y yo le puse las manos en los hombros.

—¿Por qué? Te ves preciosa. Ve a cambiarte asi pagamos todo esto— su sonrisa lo dijo todo y entendí en ese momento que me encantaba estar con Freya, era hermosa, divertida, simpática y delicada. Tenía una fuerte convicción a seguir las normas y yo ese día me había levantado queriendo romperlas todas. Adoraba como se reía, como se le acaloraban las mejillas y se le arrugaba la nariz.

En otra vida yo no habría tenido nunca una oportunidad con una chica así, pero hoy el mundo estaba a mis pies y yo creía que a ella la tenía ya en mis manos.

Gasté dinero, bastante. Casi todo lo que tenía, pero no me importó. Estaba feliz y ESTÁBAMOS felices.

Sabía que el dinero no hace a la felicidad pero a mi me encantó usarlo y lo seguiría gastando si tuviera más. Eso me dió una idea. Necesitaba conseguir un empleo, tenía que ser independiente. Eso lo hace a uno más feliz ¿no? Ahora me consideraba un "buscador de la felicidad". Después de haber descubierto hoy lo que siente ser así de feliz, tanto que no puedes dejar de sonreír o decir tonterías que suenan bien, no quería que acabase. Me aterraba la idea de irme a dormir y que mañana todo volviera a ser como antes. Quería que siguiera y no sabía cómo hacerlo.

Acompañamos a Freya a su casa, una bonita por cierto, y luego regresamos al bungalow. Me esperaba la casa por limpiar, pero no me importó, me puse los auriculares al máximo y me entretuve limpiando al ritmo de The black Parade, me encantaba ese álbum así que lo canté a todo pulmón mientras desempolvaba todo, barría y pasaba el trapo.

La tarde se me pasó volando y volando de verdad porque terminé bailando con Poppy. Entre risas la hacía volar por el techo y ella no podía parar de carcajearse.

Cuando dieron las cinco, nos sentamos en el sofá a relajarnos, y entonces alguien llamó a la puerta.

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