Capítulo 5

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Los cinco miembros del grupo aparecieron de repente, sumidos en sus pensamientos mientras observaban el entorno. El suelo era de piedra y no se divisaba rastro alguno de árboles o vegetación; todo era roca. De pronto, el móvil de Dante comenzó a sonar, y él lo tomó rápidamente antes de alejarse del grupo en busca de privacidad para hablar.

—Con que Kwen no te juntes con Gwen, ¿no? —bromeó Edén, riendo mientras miraba a los chicos.

—Cállate —respondió Kain con una leve sonrisa.

—Lástima que no pudiese grabaros, habría sido viral—afirmó de nuevo la rubia.

—Tú ni quiera has hecho algo para ganártelo, deberías haber superado la prueba como todos los demás —dijo Kain, provocándola.

—Yo he seguido mi estrategia; no es mi culpa caerle bien a la gente —respondió la chica encogiéndose de hombros en tono irónico.

Derek parecía más concentrado en la llamada de Dante que en la conversación entre Kain y Edén.

—Oye, pues a mí ha habido un chiste que me ha gustado — comentó Yara—. El de las hienas.

—Ese fue el peor de todos —afirmó Edén entre risas.

—No seas cruel, eran buenos chistes.

Aunque solo fuera por un momento, todos parecían estar divirtiéndose. Dante se reincorporó al grupo y Derek volvió a centrar su atención en la conversación.

—Han dicho que sigamos hacia el norte hasta llegar a un pequeño manantial. Dicen que me contactarán en unos días, el tiempo que supuestamente nos tomará llegar. —afirmó Dante con el móvil aún en la mano.

—¿Y cómo se supone que vamos a saber dónde está el norte, lince? —preguntó Kain.

—Puedo orientarme por las sombras, aunque admito que estoy algo obsoleto —se incorporó Derek.

Edén se palmeó mentalmente ante la respuesta del chico.

—¿Por qué no me dijiste que comprásemos un GPS o una brújula? —preguntó tranquila.

—Me dan las instrucciones gradualmente, ¿qué querías que hiciera? —se justificó Dante.

Edén negó con la cabeza mientras observaba la oscuridad.

—Tendremos que esperar hasta que aclare para seguir adelante —afirmó Derek, mirando las estrellas—. No me puedo orientar bien de noche.

Todos asintieron y buscaron la aprobación de Edén, quien, al sentir todas las miradas, recordó algo importante.

—Creo que tengo una brújula —afirmó mientras se quitaba rápidamente la mochila. Allí, en el bolsillo interior, sacó una brújula algo desgastada—. Que bien viene no hacer limpieza y guardar todo tal cual.

—¿Por qué tienes una brújula? —preguntó Yara.

—Es parte del kit de supervivencia, junto con la tienda de campaña. Supongo que al final resultará útil para algo —dijo Edén mientras sostenía la brújula en horizontal y señalaba el camino.

Edén recogió su mochila del suelo y se la colocó en los hombros. Comenzó a caminar siguiendo la indicación de la brújula.

—Haremos una pausa cuando alguien se sienta cansado —propuso.

Todos parecieron estar de acuerdo, y siguieron sus pasos. Derek se acercó rápidamente a Edén mientras los demás charlaban tranquilamente detrás de ellos.

—Una venganza contra el señor del tiempo no te devolverá a tus padres. —dijo de repente, sin rodeos.

Edén se paró de golpe, pero al observar que todos se habían detenido y la observaban, prosiguió su rumbo.

—No te entiendo, Derek. —dijo, confundida.

Quería que él la apoyase como lo hacían todos, incluso Yara parecía estar más dispuesta a ayudar que él. No entendía cómo había cambiado tanto de la noche a la mañana.

—Yo tampoco lo entiendo —afirmó mientras la miraba. Edén evitaba levantar la vista, concentrada en la brújula—. Estás poniendo en riesgo la vida de todos por una venganza personal.

—Te equivocas, de nuevo —recalcó—. Yo nunca obligué a nadie a venir, ni siquiera a ti. ¿Cuántas veces necesitas que te lo repita? —esta vez levantó ligeramente la mirada para encontrarse con la suya por unos instantes.

Derek guardó silencio, pero la sangre de Edén ya estaba hirviendo.

—Te callas porque no tienes argumentos válidos —replicó de manera cortante—. Me sorprendes, Derek. Eres la última persona de la que esperaba estas objeciones.

—No protesto por protestar, Edén —hizo una pausa para mirarla fijamente—. No quiero que te maten.

—No eres mi protector —Edén siguió concentrada en la brújula, soltando esas palabras con frialdad.

—No estoy aquí por creer en tu lucha; estoy aquí por ti. No lo olvides nunca —Derek movió la cabeza y se alejó de ella. Sabía que, si seguía hablando, solo empeoraría las cosas.

—¿Jugamos a algo? —propuso Yara divertida.

—¿A qué? —respondió rápidamente Kain.

—¿Dos verdades y una mentira? ¿Palabras encadenadas? ¿Veo veo? Bueno, el veo veo probablemente no funcione aquí. Quizás algo como "sinceridad". No sé, es solo una idea —la chica parecía disfrutar de la situación.

—Sinceridad. Empezaré yo —comenzó Kain.

Edén, un poco más adelante, estaba más atenta a la brújula que a su conversación, aunque de todas formas escuchaba lo que decían.

—¿Dónde aprendiste a bailar de esa manera? —preguntó curioso.

—Es innato, soy una superestrella —respondió mientras realizaba un giro con las manos en alto—. Es broma, mi madre me llevó a clases desde muy pequeña.

Todos, excepto Edén, la miraron atentos, observando la gracilidad de la joven.

—Mi turno —afirmó la pelirroja, mirando a Kain—. ¿Por qué estás soltero?

—¿Por qué asumes que estoy soltero? —Kain alzó una ceja.

—Todos lo estáis. Ninguno habríais venido aquí si estuvieseis en una relación. Es lógico —argumentó la pelirroja.

—Te equivocas —todos miraron a Kain, incluso Edén—. No en mi caso, pero sí en tu teoría.

—¿Ah sí? —la chica examinó los rostros de sus acompañantes. Edén aparentemente retomó su camino, fingiendo ignorarlos, pero estaba atenta a cada palabra que decían.

—Derek no está soltero —confirmó a Derek, quien parecía perdido en sus pensamientos.

—Normal, es un chico muy guapo —le miró con dulzura mientras Edén, tras escuchar esas palabras, sintió celos—. ¿Por qué has dejado a tu pareja allí sola? ¿No te importaba lo suficiente? ¿O querías espacio?

Derek la miró fijamente.

—¿Qué te hace pensar que la he dejado allí?

Edén se sintió un poco aliviada después de oír esas palabras, aunque no del todo. En ese momento, estaba más interesada en la conversación que ocurría detrás que en mantener el rumbo correctamente.

—Bueno, pues... ¿Estás con Dante, cierto? —dijo en tono burlón.

El chico negó con una leve sonrisa mientras seguía caminando.

—A ver, recapitulemos... —comenzó a decir Yara—. Kain me acaba de confirmar que está soltero. Yo no soy tu novia, aunque me encantaría —le guiñó un ojo, y Edén sintió una punzada de celos—. Dante no es, porque salí con él y creo que no es gay. Si se hubiese cambiado de acera, lo sabría. —enumeró—. No queda nadie más. —afirmó con determinación.

—Edén —afirmó Kain, y su voz sonó un tanto forzada. Aunque su sonrisa seguía en su lugar y su conversación fluía, dentro de él, las emociones se mezclaban en una tormenta que no podía controlar.

—¿Quién? —preguntó Yara divertida, con una sonrisa juguetona en sus labios.

—Muy graciosa —dijo Edén en tono serio, desvelando a los demás que había estado más atenta a la conversación de lo que ellos creían.

—¿Es en serio? —preguntó Dante en voz alta—. ¿Estáis saliendo?

Edén iba a responder, pero Derek se adelantó.

—Sí —afirmó con seguridad.

—¿Y cuándo pensabas decírmelo, Edén? —preguntó Dante.

La chica se detuvo en seco, sorprendida.

—¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones de con quién salgo o con quién no? —la chica se giró para mirar a todo el grupo, tratando de mantener la compostura.

—Tienes razón, no sé por qué he reaccionado así —el chico se encogió de hombros, intentando ocultar su incomodidad detrás de una actitud despreocupada. Pero dentro de él, el impacto de la revelación seguía resonando, como un eco persistente.

Derek se quedó atónito tras la pregunta inquisitiva de Dante, sintiendo cómo un latido acelerado martilleaba en su pecho. Por un instante, su mente luchó por procesar la situación, pero rápidamente intentó desviar sus pensamientos hacia otro lado. No quería profundizar en ese terreno incómodo.

—Que interesante —volvió a hablar Yara con su tono juguetón ocultando parcialmente sus verdaderas intenciones—. Así que estás soltero —se insinuó mientras se acercaba más a Kain.

No sabía por qué, pero Edén había sentido una tercera punzada de celos tras el comentario de Yara. Se detuvo por un momento, observando el grupo mientras continuaban con sus interacciones. ¿De dónde habían surgido esos celos? Se forzó a sí misma a analizar la situación. Tal vez había algo más profundo detrás de esas reacciones. Era como si la actitud coqueta de Yara hacia Kain hubiera tocado un nervio sensible en su interior.

Mientras Edén intentaba entender por qué se sentía así, una pequeña voz en su cabeza le recordó que, en el fondo, quería proteger su espacio y su conexión con los demás. Era natural sentir una especie de defensa instintiva ante la idea de que alguien más pudiera entrar en su círculo íntimo. Pero ¿por qué exactamente eso le había afectado más cuando se trataba de Kain? Tal vez era simplemente la fatiga del viaje o el instinto natural de proteger sus relaciones cercanas, pero algo en la actitud de Yara hacia Kain había resonado en ella de manera inesperada.

—¿Una nocturna y un diurno? No funcionaría —Kain respondió divertido, intentando desviar la atención hacia algo más ligero, aunque en su interior, la conversación anterior seguía resonando en su cabeza.

—¿Por qué no? Podemos divertirnos juntos. —Yara continuó insistiendo, su coqueteo persistente, alimentado por su deseo de llamar la atención.

Edén observó cómo Kain y Yara se decían algo en voz baja, y aunque no podía oír lo que decían, le pareció que había un cierto coqueteo entre ellos. La sensación de celos se intensificó, pero trató de ignorarla.

—Creo que sobro —afirmó Dante muy serio mientras se acercaba a Edén, la cual quería escuchar todo lo que Kain y Yara se decían, pero Dante la estaba hablando y no podía ignorarle—. ¿Estás bien?

—Sí, ¿por qué no iba a estarlo? —forzó una sonrisa—. Si lo dices por mis padres, no me apetece hablar de ello.

Dante asintió con lentitud mientras miraba como intentaba orientarse con la brújula: Luego, sugirió:

—¿Quieres que guie yo un rato? Y así despejas la vista.

Edén le tendió el aparato y le miró fijamente

—¿Te molesta? —susurró ella.

—¿El qué? —preguntó mientras seguía la flecha.

—Que Yara le hable así. —dijo Edén sintiéndose vulnerable.

—No, ¿por qué iba a importarme? —el muchacho se encogió de hombros.

Edén continuó:

—He visto como la miras, y vamos, lo del portal fue espeluznante, vuestra conexión y compenetración al recitar eso fue...

—Nada —interrumpió el muchacho, tratando de ocultar sus sentimientos.

Edén se dio cuenta de que Dante estaba siendo evasivo, pero decidió no presionarlo.

—Perdón, no quería incomodarte —se disculpó ella.

—No tienes de que disculparte. Entre Yara y yo hubo algo, sí, pero acabó hace mucho y ya no siento nada más por ella. Indiferencia, quizá.

Edén sonrió mientras negaba con la cabeza.

—Es horrible mentirse a uno mismo.

Edén se encogió de hombros. En su interior sabía que la explicación de Dante no era del todo cierta. Desde que habían partido, había notado cómo la observaba con una intensidad que no podía pasar desapercibida. Así que sabía con certeza que lo que menos sentía por la pelirroja era indiferencia.

Por otro lado, Yara y Kain se habían alejado un poco del grupo. Yara estaba coqueteando con Kain, pero él parecía mantener cierta distancia.

—No te hagas el tonto, Kain. Sé que podríamos tener algo.

—No lo niego, Yara, eres muy atractiva. Pero no busco nada serio en este momento. —respondió él, sin dar lugar a malinterpretaciones.

Edén se giró hacia ellos y se encontró con la mirada de Kain. Su corazón latió con fuerza al sentir la intensidad de aquellos ojos azules que parecían escudriñar su alma. Sin embargo, en aquel momento, Kain parecía mirarla de una manera diferente, como si hubiera descubierto algo nuevo en ella. Y aunque Edén no sabía qué significaba aquella mirada, decidió no pensar demasiado en ello y se limitó a sonreírle.

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