22: Pavorosa visión

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Kalen estaba soñando. No. Kalen estaba teniendo una pesadilla.

Se encontraba suspendido en el aire mientras flotaba alrededor de una suave ventisca que no se sentía irresistible, más bien era una sensación acogedora. Podía ver colores brillantes y formas extrañas a su alrededor. Era como si estuviera en otro mundo, en un lugar mágico y lleno de maravillas. Sentía una sensación de asombro y emoción recorriendo todo su cuerpo.

Quiso buscar a su hermana, pero, cuando vio hacia el suelo bajo él, soltó un chillido de horror. Un horrendo y sangriento campo de batalla teñía de rojo la capa de nieve sobre el suelo y decenas de cuerpos permanecían inertes en él.

Su corazón se aceleró y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Era una escena desgarradora, llena de muerte y destrucción. Los gritos desgarradores de los muertos resonaban en el aire, mientras el olor a sangre invadía sus sentidos.

Sus ojos no podían apartarse de la devastación que se extendía ante él. Los cuerpos sin vida yacían esparcidos por todo el terreno, algunos desmembrados, otros irreconocibles por el impacto de la magia oscura.

Dejó de flotar y cayó de golpe sobre sus manos y rodillas cerca de ellos y los reconoció uno a uno. Eran sus camaradas, esos que lo habían cuidado junto a Klena.

El cuerpo tendido de Alkey estaba lleno de magulladuras en el rostro y profundos cortes en el pecho, Meylynn parecía haber sido aplastado con una roca, Pagort tenía clavada una espada sobre el corazón, el de Ulrick había sido drenado de toda sangre y ahora estaba más pálida de lo habitual, Litia yacía con las extremidades dislocadas y, por último y entre los cuerpos de decenas de repugnantes demonios sin rostro, estaba Klena.

Con los ojos abiertos, seguía siendo hermosa aún cuando el manto de la muerte la cubría con totalidad y sus ojos carecían de cualquier tipo de brillo o emoción.

El corazón de Kalen comenzó a latir con fuerza y sintió miles de escalofríos recorrer su cuerpo. La sensación de miedo se apoderó de él, y su mente empezó a correr salvajemente imaginando todo tipo de escenarios horribles. Sus manos comenzaron a temblar y sintió que el sudor frío se deslizaba por su frente.

Sus piernas se volvieron débiles e inestables, su respiración se volvió entrecortada y le costaba atrapar el aire. Su boca se secó y sintió un nudo en la garganta, como si estuviera completamente paralizado. El niño acarició el pálido rostro de su hermana en un gesto de ternura, pero ella seguía sin moverse y no tenía heridas aparentes, solo rastros de sangre seca que no parecía ser de ella.

Pensó entonces en las formas que pudo haber muerto en ese sueño que se sentía tan real, solo concluyó que fue de dolor. En ese sueño, Klena había muerto de sufrimiento tras ver a todos los valientes cruelmente asesinados. Solo logró imaginar eso.

—Hermana, yo no soy un valiente, pero quiero acompañarte a donde vayas —murmuró Kalen y se percató de que la chica sostenía una mano.

Continuó el recorrido con la vista, pero solo era eso, un pequeño brazo. No había cuerpo ligado a él, ni muchos menos el más mínimo rastro de sangre.

A Kalen se le revolvió el estómago cuando comparó ese brazo con el suyo; eran exactamente iguales, incluso poseía la pequeña quemadura que se había hecho a los tres años al tocar un jarrón de agua caliente.

—¡No! —Él cayó sentado en la nieve, enmudecido por el horrendo panorama. ¿Por qué soñaba eso? ¿Qué factores propiciaban ese sueño?

Miró hacia el frente, en dirección al último cadáver y apreció a lo que aparentaba ser una familia reunida. Unidos en un abrazo, se encontraban un alto hombre de larga cabellera blanca, una mujer adulta de cabellos cobrizos y la figura tan conocida de Lou. Se veían burlescamente felices para el lugar tan funesto en el que estaban.

A sus pies, había cuatro cadáveres, uno de ellos lo reconoció como Orion, el demonio que lo atacó y probablemente se llevó a su hermana y a Noba Lotto. Los otros tres eran desconocidos para él, pero los distinguió como un demonio rubio, uno moreno y otra que parecía ser hermana del moreno por su gran parecido físico.

—Al fin estamos unidos —musitó Lou y se volteó a ver el campo de desmembrados y hediondos cuerpos. A Kalen le recorrió un escalofrío en la columna cuando ella conectó miradas con él, pero esa sensación desapareció cuando le pasó por un lado sin tan siquiera inmutarse.

«No puede verme.»

La mujer y el hombre, que se asemejaban a una pareja por la forma en que se miraban, se quedaron quietos en su lugar mientras Lou se dirigía hasta el primer cadáver. Kalen la siguió con la vista y la vio arrodillarse al lado izquierdo del cuerpo de Alkey.

Ella acarició su frente y tomó la mano inerte del chico para colocarla en su mejilla en un gesto que el niño repudió.

—Oh, ladronzuelo —suspiró—. Te dije que gobernaras a mi lado, pero tu maldito instinto humano te hizo esto; llegué a pensar que de verdad me amabas. —Ella carcajeó—. Lou sin duda estaría devastada y llorando, pero yo no. A Teivel no le importan las vidas humanas porque gracias a ustedes ahora soy Reina Demonio y podré tener la familia que siempre merecí. —Miró al cielo, como si buscara sentido para su vida o algún tipo de consuelo—. Nos vemos en otra vida, ocho valientes. Espero que, en la próxima vida, todos nosotros seamos demonios para no tener diferencias.

Dejó la mano de Alkey reposar en su pecho y se levantó, dirigiéndose hacia sus padres y paseando su mirada por todos los cuerpos de los caídos.

—Alkey Lizzo, Meylynn Wal, Pagort Ryu, Ulrick Ashlan, Litia Ragnar, Noba Lotto, Klena Raita, Kalen Raita y Lou Mianna… —Los mencionó a todos, incluyendo a la persona que alguna vez fue—. Descansen en lo más profundo del inframundo y sean culpables de la extinción de la humanidad.

Kalen explotó de ira. ¿Cómo ella era capaz de pasar entre sus camaradas sin vida con semejante discurso como si fuese una broma? Lo más probable era que ella no tuviese esa respuesta.

Solo supo que, de un momento a otro, un agujero negro se abrió bajo sus pies y cayó hasta lo profundo de un infinito vacío.

(...)

El niño abrió de súbito los ojos, golpeándolo una intensa ola de frío. La mujer que lo llevaba cargado se sobresaltó tras sentir la forzosa respiración sobre su hombro y vio que él recién se despertaba.

—Litia, ya despertó. —Le informó Alkey a la princesa, que parecía perdida en sus pensamientos.

—Oh, Kalen. —Caminó hacia Ulrick, la que había detenido su paso y bajado al niño de su espalda.

—¿Qué te ocurre, Kalen? —preguntó el rubio tras ver la expresión facial del niño.

El niño tenía los ojos abiertos como platos tras el sueño que tuvo y hacía caso omiso a las voces de sus salvadores.

—Yo los vi… —murmuraba incongruencias que Litia tuvo que prestar especial atención para escuchar—. Ustedes estaban tendidos en la nieve, muertos. Alkey, tú tenías todo el pecho resquebrajado. Litia, tus brazos y piernas estaban rotos. Ulrick, estabas pálida y con huecos en las mejillas. —Él hablaba tan rápido que varias lágrimas se le precipitaron a través de sus ojos—. Meylynn estaba aplastada, Pagort con una espada directo al lugar donde está el corazón y mi hermana… —Ahogó un chillido estentóreo—. Mi hermana Klena no respiraba.

Los tres héroes se observaron confundidos ante las palabras del niño. Parecía que había tenido una pesadilla y al mismo tiempo no se veía como tal. Parecía más una visión.

—¿Kalen, cómo terminó el sueño? —preguntó Litia.

—¡No fue un sueño! ¡Fue una pesadilla! ¡Yo los vi! ¡Todos muertos! —gritó sin aliento.

—Tranquilo, respira. —Ulrick le agitaba los hombros.

—¡Lo estáis alterando más! —Alkey las apartó y se arrodilló frente al niño, mirándolo o los ojos, y el niño correspondiéndole la mirada inmediatamente para sorpresa de ellas—. ¿Kalen, qué pasó al final?

El recién nombrado se limpió la nariz con el antebrazo y trató de respirar con más pasividad, controlándose a sí mismo gracias a la sedante voz de Alkey.

—Vi… —Inhaló muy fuerte—. Vi a Lou con un hombre peliblanco y una mujer pelirroja. Estaban abrazados, se veían realmente felices. Ella hablaba cosas sin sentido, como que ellos eran sus padres y que con nuestras muertes se convirtió en Reina Demonio. Dijo que nos veríamos en vidas futuras, fue horroroso. Totalmente aterrador.

Ulrick y Litia compartieron una mirada de seguridad y la Sacerdotisa Madre habló.

—¿Cómo transcurrió el final del sueño?

—El final… —Intentaba recordar la traumática experiencia—. Al final caí en un gran vacío oscuro.

Esa fue la descripción faltante para que las dos mujeres supieran lo que había sucedido. Litia fue la encargada de hacérselo saber.

—Como sacerdotisas, somos conocedoras de varios temas espirituales y sabemos por qué soñaste eso.

Ambos chicos se quedaron en silencio, desconocedores del tema por igual.

—Acabas de tener una visión —afirmó Litia—. Se dice que cuando algo muy malo va a pasar y tienes el poder para cambiarlo, se tiene una visión con una pista de lo que podrías hacer para cambiar ese destino.

Interiorizó eso, no tenía la más mínima idea de la pista que tuvo en su visión y eso lo atormentó enormemente.

—¿Cómo dijiste que yo estaba en la visión, Kalen? —preguntó Litia, temerosa.

—Tus extremidades estaban rotas.

La respiración le pesó, pero tenían una mínima esperanza de poder cambiar eso y la clave era Kalen Raita.

—Soy un cobarde —masculló el niño para asombro de Litia—. No he hecho más nada que llorar y no he logrado hacer nada remunerativo ni serles de utilidad a ustedes. Dejé que el demonio se llevara a Klena y a Noba y ahora estoy aquí, muerto de miedo por un sueño como el niño mimado que soy.

Alkey recordó que esas palabras habían salido de su boca y se sintió culpable.

“—Solo eres un niño mimado…”

“—¿Soy un qué?”

En ese entonces, el niño le apuntó con el arco, mas no le hizo nada, recapacitando sobre esas palabras y siguiendo el camino del subterráneo.

—Kalen, tal vez no soy la persona que mejor te cae, pero…

—Y que lo digas —interrumpió.

El ladronzuelo suspiró, era difícil llevar pláticas con niños.

—Eres el más valiente de nosotros porque has sabido sobrellevarnos y sobrevivir después de todo lo que ha pasado. Desde ahora ya no somos ocho valientes, somos nueve.

Esas palabras parecieron conmoverlo de tal forma que estalló en llantos. Era lo mejor, así sacaría todo lo que tenía guardado en su interior.

—Pero te equivocas en algo, Alkey. —Kalen habló con la voz rota entre los sollozos—. Ya Lou no es una valiente, por eso ocuparé su lugar.

Sin poder refutar a esas palabras, asintió en señal de “tienes razón”. Ya soñaba con decirles que Lou solo fingía ser la impostora, que todo era una mentira; pero tras la visión de Kalen, se oscureció esa idea que anhelaba tanto exponer.

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