CAPÍTULO 9.

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—Señor... Hemos perdido a Komodo.— Le comunicó aquél sujeto que no dejaba de temblar.

—¿Lo asesinaron?— Preguntó sin verlo, y se mantuvo en aquella silla de terciopelo púrpura.

—Sí señor.

—¿Se logró salvar el cargamento?

—Sí señor.

—¿y los demás?

—Ellos están afuera señor.

—Que entren.— Después de eso, aquél sujeto camino rápidamente hasta la puerta, la abrió, y dejó entrar a la rubia despampanante, y al hombre de la cicatriz. —¿Alguno de ustedes me puede decir, por que un par de adolecentes y un arquero pudieron acabar con uno de mis mejores hombres?— Cerró con fuerza su puño.

—No... No estábamos preparados señor...— Esbozó el hombre de la cicatriz, Hotaru Natsumi.

—¡No estaban preparados!— Gritó levantándose, se acercó a ellos portando una nueve milímetros.—¡Sin Komodo hemos perdido el contrato con los Chinos!, ¡Debería matarlos ahora!

—No lo harás.— Comentó la rubia encendiendo un cigarrillo.

—¿Y por qué lo dices?— Colocó el arma debajo de su mentón.

—Hotaru es el único que puede conseguir el contrato con los japoneses, y yo con los rusos, si nos asesinas, tendrás una guerra con las dos más grandes mafias en Nueva York.— Escupió el espeso humo gris indiscriminadamente. Y Dagger retiró el arma.

—Tienes una lengua muy ágil Viper.

—¿No es eso lo que te gusta de mi?

—Hotaru, quiero que vigiles y protegas el cargamento. Asegúrate de que esté listo para partir lo antes posible.

Moshi.— Dijo haciendo una reverencia y salió a prisa del lugar.

—Y tú , te tengo un trabajo especial. Logré recuperar algunas partes de la grabación la noche que atacaron el club. Analiza a los niños, encuentra un lugar idóneo en donde se reúnan, y asesinalos.

—Será un placer...

Durante todo el día, Alex mantuvo un rostro de absoluta seriedad. Rob le había dado mucho en que pensar. Sobre todo la actitud que tenía a la hora de hablar de Dagger, y el misterio que ocultaba.

—¿Qué pasa amigo, estás bien?— Preguntó Milton sentándose atrás de él.

—Sí, sólo estoy un poco cansado, no he dormido casi nada.

—¿Ocupado durante las noches?

—¡¿Qué dices?!— Preguntó exaltado.

—Ya sabes, saliendo con Becca.— Alex suspiró en alivio, y se reincorporó.

—Sí, de hecho, no la he visto en todo el día.— El profesor Rob entró al salón sin decir una sola palabra, mirando distante a sus alumnos, como si este día no tuviera ganas de trabajar.

—Chicos, abran su libro en la página 53, y hagan un reporte de tres cuartillas, necesito atender un asunto importante, ese trabajo vale cinco puntos de la calificación final.— Terminó, tomó su portafolio y salió del salón.

Obviamente muy pocos alumnos se quedaron a realmente haciendo el reporte, mientras que otros se fueron o símplemente no hacían el trabajo. Alex y Milton se quedaron sin nada que hacer.

—¿Quieres ir a comer algo?

—Seguro. Pero necesito encontrar a Becca primero.

—Pues vamos a buscarla.— Tomaron sus cosas y salieron del salón.
Había decenas de estudiantes acumulados en los pasillos, pero entre toda esa gente, Alex logró verla.

Ambos se acercaron a ella.—¡Hola!— Dijo ella muy feliz al verlo. Después se besaron.—Hola Milton.

—Hola Becca, ¿qué ocurre, pareciera que todos están pendientes de algo?

—¿No lo han visto?

—¿Qué cosa?— Preguntaron simultáneamente, y después chocaron los puños.
Becca sacó su celular, buscó rápidamente, y les mostró un vídeo.

—¡Increíble!— Exclamó Milton mirando el vídeo. En el cual se veía una intensa persecución, entre unos automóviles que eran seguidos a toda velocidad por una especie de tanque.

—Es el arquero de nuevo, y ahora se dice que tiene a otros dos de su lado. Miren— Esta vez mostró un par de fotos un tanto borrosas, en las que se veía a un par de arqueros, y un joven de ropas azuladas. Los tres corrían a través de un tejado.—¿A caso no es impresionante Alex?

—Seguro, es bastante... Genial.

—¡Yo sabía que ese sujeto no podía estar sólo, mira eso Los Protectores!— Milton era el más impresionado de los tres.

—¿Qué dijiste?— Preguntó Alex. De alguna manera ese nombre lo hacía sentir halagado.

—Así los he bautizado, suena bien, ¿no?

—¡Seguro que sí!— Abrazó a su amigo con un sólo brazo.—¿Quieres ir a comer con nosotros Becca?— Antes de conseguir respuesta, alguien tomó a Alex por el cuello y lo estrelló contra los casilleros.

—¡Aquí estás maldito!— Troy miraba a Alex con una mezcla entre furia y una especie de locura.

—¡Suéltame!— Empujó fuertemente a Troy, y éste mantenía una sonrisa bastante perturbadora.
La gente comenzó a acercarce y a rodear a ambos.

—¡Te descubrí desgraciado, sé quién eres!

—Tú no sabes nada de mí, así que cierra la boca antes de que lo haga yo.— Muchos pensarían que comenzaría una pelea, pero todos parecían ver a Troy como un loco. Todo indicaba que él tenía severos problemas, como un enfermo.
Troy se dio cuenta de eso, todas esas caras que no hacían otra cosa que juzgar.

—Yo acabaré contigo...— Salió del lugar a toda prisa. La gente vio lo que tenía que ver, y se marchó.

—Eso fue intenso, ¿estás bien amigo?

—Sí... lo estoy, ya vámonos, me muero de hambre.

Después de estar casi todo el día en las calles junto a sus amigos. Milton se fue a su casa, dejando a los jóvenes enamorados seguir con su noche. Alex acompañó a Becca a su casa, al igual que otras noches, pero en esta ocasión se sentía algo distinto en el ambiente.

Al acercarce al umbral de la puerta y sacar sus llaves, Becca miró a Alex con una gran sonrisa.
—¿Quieres pasar?— Alex sonrió y ambos entraron. Subieron al cuarto, y se recostaron en la cama de Becca.

—Debo preguntar, y no lo tomes como un insulto pero ¿a caso no tienes padres?— Soltó una leve carcajada.

—Que gracioso. Claro que tengo, pero por lo regular mi mamá trabaja de noche, y mi papá a veces viaja, así que ahí está tu respuesta. Pero no me afecta que no estén, sé cuidarme sola, y a demás, así paso más tiempo contigo.— Ambos se miraron, y lentamente se acercaron juntando sus labios.
Aquél momento se volvió muchísimo más intenso, ambos se quedaron arrodillados frente a frente.

—No hay nada que me haga más feliz que tú.— Acarició su mejilla mientras contemplaba sus grandes y hermosos ojos.

Becca se levantó de la cama sin ver a Alex, por un momento él pensó que su comentario había afectado de alguna manera a Becca. Pero todo eso cambió cuando ella se quitó la camiseta.
El corazón de Alex comenzó a latir con tanta fuerza que parecía que se saldría de su pecho. Becca se acercó a él, y lo tumbó delicadamente en el colchón, ella se colocó encima de él, acelerado su corazón aún más.

—Te adoro en verdad.— Dijo ella al besarlo de una manera diferente, que simplemente hizo a Alex enloquecer.

Pasó sus manos a su delgada cintura, y después de un rato, lograron crear una de las mejores experiencias en su vida.


Después de un rato, el sonido de un celular sonando despertó a Alex. Él yacía a lado de una hermosa  mujer que descansaba con una sonrisa en su rostro.
Alex tomó el celular, y vio que el número que llamaba era desconocido, atendió la llamada.

—¿Hola...?— No hubo nada. Sólo un incómodo silencio de al menos diez segundos, hasta que se escuchó una voz:

—Niño... Prepárate, creo que tengo una pista sobre el cargamento.
















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