3: Una caja de cigarros.

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¡Hay una fiesta!

Una que no quiero ir para mi desdicha.

La casa se encuentra en silencio, pero no uno denso por algunos autos que pasan en la otra avenida de aquí. Suena la bomba de agua que abastece el lugar y es mi señal.

Plomero que dejó ese aparato por accidente y tiene que buscar un repuesto para el día de mañana, muchas gracias.

Bajo sin mis zapatos viendo la puerta y salgo sin hacer ruido. Veo las cámaras de seguridad y al saber sus puntos ciegos voy a cada parte de ellos hasta llegar al árbol donde cubre la esquina del jardín de la entrada. No es que sea extenso el lugar pero al tener algo de miedo y la adrenalina de hacer algo mal hace que todo lo vea mas grande.

Abro la puerta y salgo a la calle como si fuera otra persona merodeando. Espero que esa telenovela de la vecina si sea de su agrado porque no me gustaría que casi me atrape otra vez. Veo el auto pequeño de la castaña y con prisa me subo a él. Ella está arreglada con su peluca pero su mueca es la clara demostración de su disgusto.

—Tus padres no saben.

—No.

—Claro que no —dice con molestia pero también preocupación —. ¿Por qué...?

—Menos charla y más acción —interrumpo y me hace caso.

Si bien no aprueba nada de las cosas a escondidas que estoy haciendo, dejó de intentar convencerme de dejarlo. Supongo que se dio cuenta que entre más me reclamaba ello menos decía a qué lugares iba para esos encuentros. Así que estoy vigilado por sus ojos delineados y su preocupación que me contagia.

Debo hacer un plan de cómo salir de ahí.

No vivimos lejos del lugar donde vive Carol así que llegamos a lo que se diría como la cúspide de la celebración. No se que festejan si la mayoría van a reprobar.

La casa sin ninguna vigilancia adulta, a menos que contemos a los vecinos chismosos, está abarrotada de personas desde la entrada hasta el patio trasero del terreno. Algunos los reconozco por estar en mi clase y uno que otro vecino. Después de eso son perfectos desconocidos.

Varios se acercan a Ximena a saludarla mientras ella está atenta a cualquier esquina oscura del lugar.

—¿De que me perdi? —habla una voz detrás mio.

Ximena gira con rapidez y corre hacia mi lado. La cabellera rubia está oculta en una capucha de sudadera como la mía y su rostro oculto por un barbijo azul. No tengo idea porque Christine se oculta pero sospecho que más por sus padres, quienes son reconocidos como personas de alta sociedad en el mundo de la moda y en concesionaria de autos. O quién sabe porqué.

—¡Viniste!

—A controlar —dice ella libre de los brazos de mi amiga para luego verme —. ¿Y a ti compró con...?

—Con su amistad y una bebida gratis.

Los tres ingresamos a la sala donde varios bailan como poseídos o en la esquina. Ubico a la anfitriona rodeada de varias personas que bailan o entablan una conversación. A varios los tengo marcados en mi lista negra de malas compañías y tengo la firme creencia de que la rubia a mi lado también que apenas les da una mirada.

Hasta donde sé, eran sus amigos antes de que ingresara a nuestra escuela pero algo pasó como para que ella rompiera lazos y algo parecido a la decepción sea lo único que se refleje en sus ojos cuando los escucha. Ambos nos vamos lejos de ahí ya que notamos que le están sacando el cuero a alguien.

Como dije, es un círculo de malas vibras.

—¡Lorenzo!

Aunque claro. Siempre hay un cordero que disocia en qué rebaño está metido.

Una cabellera rojiza aparece en mi campo de visión y aquella persona la ubico como el pariente adoptivo de Carol. No voy a mentir que me puse algo protector cuando el desastre entre cierto chisme y pelea afecto a mi amiga, pero Lorenzo, un chico que ahora está en su año sabático, resultó ser alguien de fiar y una buena amistad.

—¿Cómo estás, Loro?

—Bien, profesor X —corresponde el saludo el chico consiguiendo un golpe en su hombro.

Solo le toma unos segundos a Lorenzo averiguar que la figura encapuchada al lado de nuestra amiga es Wollestone. ¿Mencioné que él le teme por la vez que ella golpeó una máquina de medidor de golpes y superó su marca? Bueno, si no lo hice, es por esa razón que él le sonríe con timidez.

—¿Chris? —saluda dubitativo el chico y ella asiente en saludo.

Vemos que por el frío las personas se refugian en el interior del lugar y como el calor aumenta en la sala. Lorenzo nos alcanza una botella fira de vodka y de gaseosa junto con unos vasos rojos.

—Oigan, disfruten de la bebida si gustan que yo voy a controlar a la chica consentida.

Cuando dice eso y va a ver una disputa de el cambio de música pienso en alguien que me llamo así y recuerdo el mensaje que me enviaron. Pongo una mueca de disgusto mientras veo a Ximena pasar un vaso a Chris.

—No tengo ganas —dice pasando la bebida a mi —. ¿Curtis?

Asiento y veo que ambas están viendo el desmadre de los primos que pelean por el control de la música. Una chica, conocida por ser una buena disc-jockey, pone fin a eso y todos vuelven a bailar. Algunas personas entablan conversación con Ximena mientras Chris y yo tomamos un poco. Tanto ella como yo tenemos curiosidad cuando va a aparecer el chico que tiene algo boba a mi amiga.

Pasa un buen rato en lo que me siento agobiado y fuera del lugar pero debo hacer el papel de el chico que es encantador con varias personas que claramente molestaron a Chris y a mi por andar con Ximena. Que prefirieron creer a pesar de las pruebas por ella que solo fue eso. Un chisme sin estructura ni fundamentos.

Pero como todos prefieren echarle culpa al que tiene mejor papel para ser los malos...

—¿Pasa algo? —pregunta Chris.

Al menos ella no finge que todo va bien y mira con advertencia al grupo que nos mira temerosos. Sabe que cada paso que uno da es juzgado de diferentes formas sin importar que pase a la otra persona.

—No —digo tomando mi vaso —. Salgo afuera un rato. Cualquier cosa me llamas.

Asiente pero su mirada irradia cosas que no veo. Pero se que no reprocha nada. Salgo al patio trasero, sintiendo que mis oídos zumban por el alto volumen de adentro. Me apoyo en la pared y como pasa cada vez que estoy solo pienso sobre mis problemas, las cosas que debo solucionar y las cosas que se están esperando de mí.

Repaso cada uno queriendo buscar un plan para huir de ello y salir ileso. Porque si me metí debo irme como llegue: solo. Suspiro, rogando no meterme en más quilombos, pero se que a pesar de tener una buena vida, salud, estudios, padres amorosos, una buena amistad, hay algo que me falta.

"—Tal vez es la última fase del duelo, aceptación."

Frunzo el ceño tapando mi rostro con mis manos. Esos recuerdos nunca se borrarán jamás, ¿cierto?

El sonido de la puerta hace que levante la vista. La figura esta de negro a excepción de las zapatillas blancas. Posa sus brazos sobre el barandal y levanta la mirada hacía las estrellas. Mi ceño frunce más cuando saca de su bolsillo una caja de cigarrillos y la abre.

—¿Sabes que matan esas cosas verdad?

El chico vuelve a verme y al instante me arrepiento al ver que parece molesto. ¿Qué carajo estoy criticando como uno decide irse a estirar la pata?

Voy a disculparme cuando él sonríe y se acerca a pasos cortos hacia mi. Levanta la caja y me la tiende.

—Jamás alguien se había preocupado tanto por mi —dice llevando una mano a su pecho y su mano tendida a mi —. Saca uno.

—¿Para qué?

Me incentiva y le hago caso. Aunque encuentro otra cosa.

—¿Por qué tienes chicles en vez de cigarrillos?

—Porque matan, ¿sabes?

Le arrojo el paquete y con un buen reflejo lo atrapa ampliando su sonrisa felina mientras giro los ojos.

—¿De quién eres?

—De mi madre —respondo consiguiendo su risa.

—Hablo de si viniste con alguien. Dudo que seas amigo de la chica boca suelta.

Gira a ver adentro en dónde está Carol hablando con su grupo venenoso. Deduzco que por su forma de decirlo no le agrada del todo a la chica pero luego pienso lo que dijo.

—¿Por qué lo dices?

—Eres demasiado intrigante y no pareces superficial.

—¿Y eso? ¿Cómo puedes deducirlo?

—Otra persona me hubiera dejado fumar tranquilo.

Touché.

—Pero estas mascando un chicle.

—Qué decepción, ¿no? Ver al chico misterioso mascar un chicle en vez de fumar y no venir en motocicleta sino en colectivo.

Sin evitarlo yo sonrío ante eso.

La puerta se abre dando paso a Lorenzo quien está todavía sobrio. No se me olvida que con un vaso lleno de alcohol puede terminar más que bebido.

—Ahí están los dos. Veo que ya se conocen —dice pero noto su nerviosismo —. Dan, Chris dice algo de código rojo pero...

No le hago más caso y me dirijo al interior de la casa.

—Gracias Lore, ya me voy. Fue un gusto, ah...

El chico misterioso me sonríe al entender que todavía no conozco su nombre.

—Simón Rivera. Y también fue el mío.

Asiento a su dirección y camino notando que el pelirrojo abre la boca en sorpresa. Le resto importancia viendo que en el interior dos chicas se están dando manotazos y la canción de pelea de la película de Rocky suena.

—¿Te la dejo dos segundos y pasa esto? —regaño a Chris llegando a su lado.

Ella frunce el ceño y apartamos a las personas que están foormando el círculo llegando a ellas.

—En mi defensa, la boca suelta empezó.

—Ayudame a separarlas, par de simios —reclamo a los amigos de Carol.

—Ni loco —dice uno viendo temeroso a las chicas.

—¿Por?

Señala su mano moviendo sus dedos con exageración. Comprendo cuando veo que ambas tienen rasguños y ligeras líneas de heridas.

Esto me va a doler.

Chris empuja a Carol a sus amigos que reciben uno que otro rasguño sujetándola. Atrapo a Ximena que todavía tiene la respiración alterada y veo que se acomoda su blusa un poco.

—¡Carol empezó! —grita una chica acusatoriamente, mientras unos lo afirman para la defensa de mi amiga.

—¡Bruja malparida!

—¡Okey, ya! —le grito a Carol que se calma un poco cuando me ve y volteo hacia a mi amiga—. Las brujas no se pelean con el vómito de satanás, ¿bien?

Ante eso Carol me ve con rabia y tratando de zafarse del agarre de sus amigos.

—Tu... —empieza pero se calla.

Y solo significa una cosa.

—Ayúdenla —digo a los chicos y ambos con unas amigas la llevan al baño.

Notando que están por filmar de nuevo, los tres nos vamos afuera mientras oigo el grito de Lorenzo de eliminar evidencia o serían los que iban a limpiar el desastre. Al notar cuando nos subimos al auto que la música continuaba, doy por hecho que prefirieron lo primero.

Mientras Chris y yo debatimos cómo explicar a los señores Reyes porque su hija única terminó con el labio partido, y la peluca mojada con alcohol, también surge la duda de porque no apareció el chico que esperaba mi amiga.

—Ah, sí lo vi —dice la chica en el asiento de atrás.

Freno el auto en frente de su casa y tanto Chris como yo fruncimos el ceño.

—Linda, ¿no te importaría describirlo? —dice la rubia con molestia.

—Ay, si. No es musculoso, pero si guapo. Inteligente, amable...

—Caracteristicas fisicas Reyes —aclaro ante su desvario.

—Bueno, pelinegro aunque se tiñe las puntas de azul marino. Ojazos verdes como el pasto y algo paliducho.

Chris abre los ojos y yo también. Aunque no se porque la sorpresa de ella pero se que no me equivoco con saber quien es el chico. Más cuando mi amiga lo confirma.

—Rivera. Simon Rivera —dice con una risa emocionada — ¡Y viene mañana con nosotros!

¿Qué?

***


Nota: Khe?

Cosas que pasan a Dan XD

¿Teorías?

Besos.

L. R.

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