Casualidad: Lincoln

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Los verdaderos autores de este fantástico proyectoson:

luiska1210

Gabosalazar15

JuggernauticOps

kamov11

DarkMaskUzumaki

MontanaHatsune92

Wielmerh

Lancerot2000

MightyMitch47

Charly888

Andres888


Y acá su colega Jonás Nagera, presentándoles a continuación una ambiciosa historia cuya única aportación de mi parte es el traerla a esta plataforma desde FanFictionNet a petición del grupo de los ya mencionados autores quienes la están escribiendo de forma conjunta. Espero la disfruten tanto como lo he hecho yo leyéndola también y le den su apoyo al proyecto. Saludos.

* * *

Notas de Luis Carlos

Muy buenas noches de nuevo señoras y señores del Fandom de TLH, ¿Cómo han estado? Espero que sigan tomando las medidas necesarias para evitar ser contagiados por el Conoravirus y no se expongan de forma innecesaria.

Me presento ahora con un nuevo fic, bueno, en realidad con un proyecto que ha sido creado entre los miembros del foro "The Latin House Forum" que se ha estado planeando hacer desde hace mucho y que al fin se puede llevar a cabo.

Siendo que este primer capítulo es de la completa creación del autor Wielmehr. Yo solamente soy el encargado de publicarlo y hacerle una que otra corrección no cambiando o agregando casi nada de lo que escribió, por lo que si les gusta esto denle el crédito a él y a los que están poniendo de su parte para este proyecto que esperamos llegue lejos.

Explicado eso, comencemos. The Loud House es de Nickelodeon y su creador original fue Chris Savino, la posible aparición de personajes de otras series u OC pertenecen a sus respectivos creadores, pero esta historia es creación en conjunto del foro que ya mencione antes; espero que les guste ;D

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CASUALIDAD: LINCOLN

Encerró las fechas en círculos de tinta roja. Dejó el calendario sobre una repisa de su cuarto y se inclinó sobre el resto del material de investigación. Revolvió la pila de fotografías, notas, dibujos y demás cosas que había recopilado desde que tuvo ese sueño. Sostuvo entre sus dedos una fotografía extraída del anuario escolar. Debía ser de... el año pasado, cuando tenía, ¿trece...? No, él tenía ahora dieciséis. Recordaba eso. Sólo le faltaba recordar más años.

A ver, rebobinando. Recuerdo lo que pasó ayer, y la semana pasada y el mes anterior desde que tuve ese sueño. Antes de eso nada, a grandes rasgos. El sueño fue el 15 de octubre. Miro la foto del anuario. Lleva una chaqueta naranja y el cabello lo tiene cortado como un Beatle. No sé por qué llevo ese peinado, ni la chaqueta. Debo tener quince años, ¿O eran catorce?

Dejó la fotografía en la pila nuevamente, mientras miraba las fechas marcadas en el calendario. O mejor dicho, una fecha muy específica. El Bromagedón, el Día del Juicio, el primero de abril, Día de los Inocentes. Había algo en ese día que lo molestaba, y no era precisamente por los hechos de Luan en ese día. Un presentimiento de Deja Vu lo invadía, la nuca le hormigueaba. Ignoró eso. Volvió a tomar dos fotografías del montón. Eran dos retratos familiares al completo, con los trece miembros de la casa Loud en fila. Pensó que él debía tener doce años entonces. Aún llevaba esa camisa naranja de mangas cortas y los dientes frontales le sobresalían como un conejo. Pero eso no era lo más inusual de la imagen.

Analizo las fotos, las volteo. En una nos vemos desde el ángulo derecho de la toma, con el cabello orientado hacia la derecha, los peinados se ven normales. En la otra es igual, extrañamente igual. Todo se ve hacia la izquierda. Es como si el mundo fuera en tres dimensiones... ¿Qué estoy diciendo? El mundo es en tres dimensiones, desde siempre. Pero... hay algo mal entre esas imágenes. Tengo —tenía— un mechón de cabello rebelde, siempre en punta. En la primera foto está en el lado derecho de mi cabeza. Nada raro. En la segunda aún tengo ese mechón, pero en el lado izquierdo de mi cabeza. Por más que reviso las fotos, analizo cada sección de la vista, es así. No comprendo cómo es posible que en una ese mechón difiera de la otra. Si me miro en el espejo, sé que lo tengo en...

Se detuvo, percibiendo los primeros aguijones de la migraña. Estaba así desde aquel sueño o pesadilla; a veces duraba días enteros sin ninguna clase de mal, a veces duraba días enteros con la cabeza en llamas frías, como si le estuvieran apretando la cabeza entre dos pinzas, buscando reventarla. El de hoy era ligero, una leve presión sorda en el cráneo, nada terrible de soportar.

Otra vez, dejó las fotografías en la pila y se recostó en la silla del computador, masajeándose las sienes. Tenía que calmarse, eso no iba a llevarlo a ninguna parte. ¿Qué le importaba a él que en unas fotografías tomadas con pulso tembloroso unos detalles parecieran fuera de lugar, o qué tenía que hacer con el primero de abril? Así era como empezaban las estupideces paranoicas de la conspiración, viendo cosas en fotos, creyéndolas espectros u otra aberración similar. Para eso ya conocía a los Gurdle. No señor, ya basta. No iba a seguir dándole vueltas a un sueño ya borroso de hace unos meses, ni que fuera Lucy.

Me levanto de la silla con los brazos, respirando hondo. El rumor en mi cabeza se está calentando, temo que escale a un infierno de horas como otras veces. Los padezco desde el sueño. Estos meses han oscilado entre días enteros de calma y días enteros de tormenta. Es horrible. Me las arreglo para eludir la intromisión de mis hermanas, pero aún con sólo siete hermanas en la casa es arduo hacerlo. Lucy me ha visitado por las noches preguntándome si estaré siendo víctima de mal de ojo. Lisa se ha empeñado en extraerme sangre. Mi experiencia a veces no me es suficiente para soportarlas. Les he llegado a gritar, y mis padres me han reprendido por eso. Sé que están preocupados, y planean llevarme al consultorio médico para averiguar qué causa el dolor de cabeza. Lisa se les ha adelantado en su diagnóstico: según ella es a causa del estrés, la escuela se ha tornado difícil. Debí tomar consejo de Lori y Luna y aplicarme mucho más en las tareas. También me ha dicho que puede ser psicosomático. Creo que puede tener razón.

Miró la pila de material con semblante adusto, reflexionando si organizar ese montón caótico o si simplemente echarlo todo a la basura. La segunda alternativa era cada vez más atractiva... En un impulso, manipuló las fotos, notas y demás «pruebas» —¿De qué?— las sostuvo como pudo en las manos y las tiró sobre su cama. Pensó que luego pondría algo de esfuerzos en acomodar ese montículo como bien pudiera. Luego, primero tenía que bajar a la cocina para tomar una aspirina. No eran milagrosas, pero le daban una sensación calmante cuando las tragaba o masticaba.

Salgo de mi cuarto, me aseguro de poner el cerrojo. Lola está al acecho. La veo un momento con la cabeza rubia asomada entre la puerta entreabierta de su habitación. Chasquea la lengua y me mira fijamente antes de retirarse, cerrando la puerta casi sin ruido alguno. A su modo, puede ser más sigilosa que Lucy. Camino lentamente por el pasillo. Los movimientos bruscos pueden agravar el dolor naciente. No debí hacer eso, remover la pila y dejarla sobre mis sabanas así de rápido.

Debería haberme tomado un tiempo. Últimamente, pienso mucho en que he de tomarme un tiempo. Mientras bajo las escaleras veo las fotos familiares colgados en línea descendente en la pared. Mis padres, Lori, Leni y Luna, quienes ya no están; Luan y Lynn, hermanas alfa de facto; mi propio rostro, extrañamente redondo y con el cabello blanco, de cuando tenía once años; Lucy, Lola y Lana, mis hermanas más inmediatas y que me provocan más dolores de cabeza; Lisa y Lily, una genio de frialdad nata y con sus taras interpersonales, otra un puro angelito.

A veces, desde que tuve ese sueño, me cuestiono qué flagrante anomalía de probabilidad permitió el ratio de un chico por cada diez chicas. Antes soñaba con tener un hermanito, luego me conformé —sé que suena mal— con Clyde. Mi amigo, debo hablarle sobre los apuntes de geografía; ayer estuve ido durante la clase —¿por qué razón sería?— y el trabajo se me va acumulando.

En realidad, mi obligación en este momento es completar ensayos de literatura inglesa y taxones víricos atrasados. Esa cosa del sueño me está volviendo descuidado, qué ridiculez. De cualquier forma, eso voy a hacer; ni bien ingiera mi aspirina subiré a mi habitación y no saldré hasta completar la cuota fijada por hoy, que mañana me tocarán las inecuaciones en Z y la mierda de trigonometría. Dios, y pensar que esta noche Chandler tiene armada una fiesta por no sé qué asunto de becas. Cualquier excusa es buena para beber y fornicar a esta edad.

Se sacudió las divagaciones de encima cuando abrió la puerta de la nevera, buscando el blíster de pastillas blancas. Lo consiguió. Se puso una en la palma de la mano mientras se las apañaba para servirse un vaso de agua. Metiéndose la píldora en la boca, se extrañó de que Lily no estuviera viendo algún programa infantil o un documental de animales marinos. Le gustaban mucho las criaturas del océano a la pequeña. Se preguntó si a la que venía en camino también tendría gusto por Nickelodeon o los seres acuáticos. Tal vez fuera una entusiasta de las historietas como él, al fin tendría su pequeña Padawan para guiarla en el camino del buen dibujo y buen guion a la par que la apartaba de las desviaciones noventeras.

Je, antes sería una niña amante de la cocina o del periodismo que semejante golpe de suerte. Tragó entre sorbos de agua, sintiendo la ruta vertical del ácido acetilnosequé por su garganta. Se apresuró a finiquitar su vaso de agua y a cerrar la nevera, pero titubeó. Dudó de si hacerlo o no. A la final extrajo otra dosis de aspirina para adultos y la engulló en seco. Un charco amargo en su lengua se extendió. Arrugó la cara, insultándose por aquello. Si seguía así, ya no podría ocultar el alto consumo de aspirinas en la casa, y sería el primero al que pidieran explicaciones. Mierda.

Es asqueroso el sabor a tiza de las aspirinas. Con una habría bastado, ¿Por qué hice eso? Ya qué, tengo una montaña de tarea que hacer. Cierro la nevera, ahora sí, definitivamente. Salgo de la cocina y me encamino escaleras arriba, hacia mi cuarto. Me extraña el grado de silencio que hay en la casa, sólo percibo un rumor de música electrónica venir de arriba. Debe ser Lola, o Lana; a ambas les gusta el house y el trance. Ni siquiera una pequeña explosión del cuarto de Lisa o una risa de Lily. Lynn está afuera, creo que en casa del señor Grouse viendo un partido de fútbol. Lucy... estará con Rocky o con los de su club de góticos, escribiendo versos u organizando sepelios.

Organizar, debo organizarme yo. Llego al pasillo, la musiquilla llega desde el cuarto de las gemelas. Destrabo mi puerta, entro, la cierro detrás de mí. Suspiro, ya parezco Lucy, pero de verdad ya estoy cansado antes de empezar. Observo la pila deforme de «evidencia» desparramada en mi cama. Ah, primero tendré que encargarme de eso.

Se puso a la labor concienzudamente. Separó las fotos de las notas y de los dibujos. Un boceto a tinta le llamó la atención. Era una silueta garabateada, pensó que lo habría hecho con once años. Era él, con la camisa naranja y Jeans azules que usaba... bueno, no recordaba haber usado otra cosa, la verdad. Eso era raro, pero no lo más llamativo.

Estaba desproporcionado de manera bestial, la cabeza tenía una circunferencia ovalada y las orejas eran como dos paréntesis pegados por los costados; los ojos eran directamente más grandes que en un manga y la nariz era un simple trazo curvo sin fosas nasales. El cabello no excedía el perímetro de la cabeza y un mechón de cabello, similar al brote de una planta, le surgía de... cerró los ojos y los volvió a abrir. Ya, el mechón estaba en el lado izquierdo, le había parecido verlo en situación opuesta... otra vez.

Meh, cosas que dibuja un niño de once años. Parece un diseño de algún personaje de alguna serie animada de Nickelodeon o Disney. Pura cabeza y un cuerpo hecho con cuatro garabatos. Sí que andan faltos de imaginación los animadores, yo les bajaba el sueldo por cada cuerpo raquítico que mostraran. Dejo a un lado el boceto, para tirarlo después en la papelera, tengo más basura que ordenar. De hecho, todo mi cuarto está desordenado, incluso Lana lo ha dicho.

Prosigo, emparejando montones de garabatos similares con fotografías obtenidas de muchas partes y notas que escribí en hojas de agenda, a toda velocidad con caligrafía errática. Carajo, ese sueño, pesadilla o lo que fuese me afectó. ¿Por qué?

Terminó de ordenar su desastre, lo puso encima del CPU para cuando tuviera tiempo de devolver esas cosas de donde las había tomado. Ya se pondría a hacer las tareas pendientes, y ya que estaba en eso, despejaría su cabeza de tantos sueños y tantas fotografías de sus once años. Once años, había pasado por muchos embrollos a esa edad, pero era mejor olvidarse de eso. Fue a buscar un lápiz y bolígrafo en el cajón de su mesita de noche, donde guardaba los útiles escolares y demás. Se agachó para jalar del pomo, cuando lo hizo una hoja de papel se deslizó desde abajo, cayendo inerte sobre sus zapatos.

«¿Y esto? ¿Será un boceto que dejé abandonado?». Al sostener ante sus ojos la hoja, sintió que se le helaba la sangre.

Un rostro hecho con manchas de tinta le devolvía una mirada oscura, abismal, que parecía taladrarle las retinas al verlo. Eran ojos de bestia. El cabello era una masa negra que ondulaba y se espigaba en todas direcciones, que enmarcaba un rostro ceñudo, con innumerables líneas en el rostro que transmitían repulsión y enojo. La nariz era finísima, casi una línea irregular de tinta que nacía entre esos orbes tenebrosos y bajaba hasta encima de los labios, curvados en una mueca grotesca que dejaba expuestos unos dientes apretados, que casi emitían un rechinido fuera del papel. La barbilla era puntiaguda y en conjunto todo el rostro parecía ser una mezcla entre demonio y bufón. Pero ver esa faz lo aterraba, pues la había visto en medio de una pesadilla febril un quince de octubre, hace muchas noches. Y sin leerlas, sabía qué estaba escrito al pie de ese retrato.

DEUS EX MACHINA

Y recordó ese sueño tan terrible.

...

Sé que es un sueño. Una parte de mí lo sabe, pero igualmente el flujo frío y vaporoso consigue nublar esa parte, acallar su voz razonable. «Esto no es real», me grita la voz sofocada tras la cortina del sueño, pero se siente tan genuino...

Es mi casa. Sueño con mi casa, tengo once años. Estoy sentado en el sofá repantigado, con un control de consola en mis manos siendo manipulado incesantemente. Pulso los botones, que son de todos los colores y formas, con ansiedad. Veo la pantalla del televisor. Parece que está apagado y me reflejo en la oscura superficie del cristal, pero de algún modo sé que ese es mi juego.

Yo mismo me estoy manejando como si se tratara de un juego. Y una idea extraña, de que también ocurre en sentido contrario empieza a formarse, pero un impulso onírico inexorable hace que me levante con parsimonia del sofá. Dejo el control abandonado, más el otro yo de la pantalla sigue impasible jugando a...

Camino en las escaleras casi sin transición alguna, simplemente estoy allí. Los escalones son infinitos, el umbral del pasillo de las habitaciones no parece acercarse. Es como competir contra una escalera mecánica descendente. Pero de algún modo estoy avanzando. Los retratos familiares desfilan a los costados de mis ojos. Pero son más de trece, mucho más de trece. Veo atónito tres retratos diferentes de Lori, otros cinco de Lynn, nueve de Lily, dos de Lucy... la procesión es interminable, no puedo llevar la cuenta de las facetas diferentes que veo de cada una de mis hermanas y de mis padres.

Sin embargo, hay otro desfile fotográfico vecino. Una pared que sé que no está (fuera del sueño, en el mundo real) aparece a mi izquierda. Hay una hilera de rostros que se pasean con idéntica expresión sonriente, idénticos rasgos de caricatura. Decenas, centenares de Linconl's se cuelan por mis retinas. Justo cuando siento que voy a salir del pasillo, despertar, llego al umbral del pasillo. Pero hay un desnivel. Asomo primero el rostro, el umbral es pequeño. Me siento asfixiado, como un roedor atascado en una tubería maloliente.

Me retuerzo tratando de fugarme de esa escalera larguísima, de ese reducido marco que me aprisiona. Cuando me libero, cruzando al otro lado, me doy cuenta de que, en efecto, el umbral era el marco de un retrato. Un marco de madera, minimalista, sin detalles superfluos. Miro a mi alrededor. Estoy en el pasillo, las puertas de las habitaciones están donde deben estar, esto parece regular, normal. Pero escuchó un ruido metálico, como de botones siendo pulsados, unos botones metálicos. Tractractractractractractractrac...

Viene detrás de la puerta de mi cuarto.

Voy hacia ella, no por estar atrapado en los designios del sueño, sino por mi propia voluntad. Mis pasos son largos, no tardo nada en mirar el pomo de la puerta de mi cuarto de cerca. Extiendo mi mano, acaricio la superficie cromada del pomo. Está caliente, como si el sol lo hubiera golpeado de lleno todo el día. Me irrita los dedos, pero aun así lo sujeto. El ruido se hace más fuerte, es constante como el golpeteo de un martillo neumático. La vibración se siente asquerosa en mis dientes, la mandíbula me castañea. Giro el pomo. La puerta no se abre.

A mi espalda un coro de chirridos se alza repentino. Volteo, las puertas de las habitaciones de mis padres y hermanas están entreabiertas, mostrando velos de negrura insondable. De inmediato sé que algo va a salir de allí, y sé que no quiero verlo.

Me concentro asustado en tratar de ingresar a mi propio cuarto, escucho que a mis espaldas crujen las bisagras del resto de puertas, y con el crujido vienen pasos. Son numerosos y pesados, como si se arrastraran. El pomo ya no gira, inamovible entre mis manos. Tiro y tiro hasta que creo que voy a arrancarlo, pero sigue impasible, destellando en el ambiente de repente oscurecido.

Sólo puedo ver mis manos desesperadas retorciéndose y jalando del pomo. Los pasos avanzan, inexorables, al ritmo de una pesadilla lenta que se hace insoportable y una parte de ti, muy muy en el fondo sabe que nada de lo que pasa es real, pero sus gritos caen en oídos sordos, el miedo irriga todos tus sentidos. El pomo brilla de puro calor, una esfera roja intensa con una mancha blanquecina y cegadora que se extiende. Mis manos se asan sobre el metal, pedazos de piel se quedan pegados en la esfera candente, mis dedos arden, pero sigo tirando, no quiero ver lo que está atrás de mí.

Mis ojos están húmedos, las lágrimas huyen de ellos, algunas caen sobre el pomo incandescente para evaporarse. Ya el vaho de los alientos de las cosas que se arrastran detrás de mí están sobre mi nuca, siento sus presencias como espectros que esperan el momento perfecto para abalanzarse sobre mí y... ¡No, no, no, no, no, no! ¡No! ¡NO! ¡NO...!

Y siento una mano posarse sobre mi hombro. El helor que invade mi sangre causa que mis manos enfríen el pomo ya blanco de puro calor, levantando una nube de vapor y humo que envuelve mi rostro paralizado de terror. Cierro los ojos fuertemente, apretando la mandíbula esperando despertar y estar en mi cuarto, en mi cama, cubierto por mis sábanas cálidas y abrazado a Bun-Bun como cuando tenía once años, un onceavo año largo y maravilloso...

«Míranos, Lincoln», escucho el coro de voces ordenando a una sola voz, una voz que me es muy conocida y que resulta ampliada en un eco sonoro por el pasillo claustrofóbico. Intento no voltear, no quiero voltear... pero nada puedo hacer contra la voluntad del sueño. Mi cuello gira lentamente, temblando. Mis ojos siguen cerrados. La voz no calla.

«Míranos, míranos, míranos, mírate».

Entonces abro los ojos. Me convenzo de que es una pesadilla. La mano que estaba en mi hombro pertenece a una chica, una chica que puede ser mi gemela. Su cabello blanquecino cae hasta su cintura emite un brillo tenue, sus ojos tienen pestañas largas y el busto se eleva tímidamente bajo la blusa naranja que está usando. No puedo creerlo. Y observo que detrás de ella hay muchas más chicas y muchos chicos, muchos Lincoln's.

Uno tiene la cabellera libre en un peinado de galán ochentero y viste como si esa década jamás hubiera muerto. Otro está embutido en un traje de Ace Savvy hecho a medida, con la cabeza cubierta por una capucha que reconozco de diseños más clásicos. Uno lleva un desgastado traje de ardilla y posee una expresión de desesperanza. Un Lincoln resalta por su chaqueta naranja con un número once en caracteres blancos, enseguida noto el trabajo de Leni en esa prenda, pero eso no es lo más curioso: él (yo) tiene el cabello castaño.

Uno es adulto de mirada impasible y gestos alicaídos, otro es un adulto sonriente como un Yates, otro parece ser una clase de soldado con una cicatriz de rasguño de tres garras en la mejilla izquierda sujetando una especie de rifle motosierra, hay otra chica que está totalmente vestida y arreglada al modo ochentero con un brillo blanco como de neón emanando de sus ojos, un yo adulto de cuerpo robusto al que le sobresale unas prótesis metálicas debajo de la pernera de sus pantalones, un Lincoln mutilado sin mandíbula y con un boquete sangrante en el pecho, otro empuña una navaja mariposa que gira entre sus dedos...

Son todos Lincoln y todos me miran. A algunos los reconozco de los retratos infinitos. En sus ojos encuentro alegría, tristeza, cansancio, peligro, muerte, calma y demás cosas que me dejan aterrado y que me inhiben de seguir viéndoles. Me pregunto qué verán ellos en mis ojos.

—¿Quiénes...? —

«Títeres, eso es lo que somos».

—¿Cómo...? —mi garganta está seca y tengo la frente perlada de sudor frío. El mar de voces y caras es apabullante, pero no puedo escapar.

«Los hilos se están cruzando, los titiriteros están moviendo todo, están conjurados persiguiendo un objetivo terrible. Uno de ellos está iniciando el caos, y ya no hay freno.»

—¿Un titiritero?

«Detrás de esa puerta. No quieres entrar ahí.»

De muchas cosas no sabía nada y a otras tantas les temía, pero sé qué deseo ahora mismo.

—Quiero entrar —mi replica cambia el mensaje de los ojos de todos mis yo en un profundo pesar. Enseguida quiero retractarme.

«Entonces entra, pero recuerda que te advertimos». No han terminado de hablar al unísono cuando escucho cómo detrás de mí se desbloqueó el pomo de la puerta con un chasquido. Me giro, contemplando la puerta. Antes de extender mis manos, que ya no están quemadas, miro hacia atrás, buscando a todos esos Lincoln's. El pasillo está desierto y parece como si nunca algo hubiera pasado allí. Perfectamente iluminado, con las puertas cerradas, casi me engaña dándome la seguridad de estar en mi casa. Sin embargo, la ilusión se deshace en cuanto rozo el metal del pomo y su frialdad me recuerda qué iba a hacer.

Aunque tratara de evitarlo, mi voluntad está amarrada al flujo de la pesadilla. Mi mano rodea el pomo, con cautela, lista para desistir a la menor señal de temperaturas elevadas. Pero el pomo está gélido, sin ningún peligro más allá de entumecerme los dedos. Lo hago girar lentamente, sin prisa. En cuando la traba se quita y siento que nada me impide desplazar la puerta, lo hago.

Me mantengo expectante, alerta ante el marco, escrutando el ambiente. Casi nada está fuera de lugar; mi cama perfectamente acomodada, sin ningún doblez en las sábanas de Ace Savvy, mis repisas con los mismos libros y cómics que conservo fuera del sueño, Bun-Bun en un puesto de honor entre el Año Uno de Ace Savvy y La muerte de Jack Un Ojo. Todo está sin marca de extrañeza, todo es tan común que resulta inquietante.

Al principio me quedo de piedra con esa casi perfección. Casi.

Una figura está encorvada sobre una laptop que no reconozco como mía. Teclea ansiosamente todo el alfabeto y comandos del teclado, dejándolos escritos en un documento de Word. Me atrevo a cruzar unos pasos el umbral, intrigado con lo que estará escribiendo con tanto afán esa figura. Me acerco sin que note mi presencia, tan inmerso está en su escritura, con risitas sofocadas y rapidez de taquígrafo. Veo un fragmento de lo que escribe:

"...Y Linkoln penetro a Linn la cual ce puso a chillar cómo la prra que era, sus testículos del tamaño de kokos le chocaban contras sus labiios menores y la deportista Lynnsanity jemia de puro placer. Entonces el albino de cabello blanco como el perico le escupio un gargago en el hueco del culo quedando haci lobricado i entonces le metio de una vez el salchichon por el culo asiendo que jimiera de placer aun más. Y Luzy quien estaba metiendose los dedos en el coño se los saco para saborearlos y luego se asecrco a su hermana nepetrada por atrás y le dio un bezo frances que la dejó sin aliento.

Lucy: -Linn, te gusta esto puta? Cé que tencamta-ledijo sin separar sus labios de los dellas y mientras la seguía dando lengua i yebo la otra mano a las bolas de su hermano maior quien estaba dandolo todo en el culo de su hermana mayor para sobarle las bolas que ekl oeliblanco tenía como dos cocoz.

Linn ya avia llegado al horgazmo varias cveces devido ala terible verga de su su hermano alvino de cabello blanco como la nieve fría. Peor lo mejor para ella aun estaba por llegar. Lynnkoln sujeto a su ermana kon su increíble fuersa recién descubierta tras un duro entrenaimento del que naiden savia nada para bengarse de l trage de ardilla y el asunto de mala suerte que le había su hermana que cogía.

La levantó miemtras seguia metiendols la polla por el kulo lucy también seguiam besando con su hermana hasiendo cachapaa metiendoce una mano entera en el conejo i se kedo pegada a su hermana deportista aun cuando fueron alsadas en el haire por Lincoln quien seguía cogiendose a Lynn. Cin dejar de cojerla la metió en el traje de ardilla que ella havia usado en el tema esce d la mala suerte que hera pasado hace un tiempo.

Lincoln: -Aora te meto aqui por todo lo que me iciste pasar puta zucia con lo demala suerthe maldita muahahahaha -dijo riendoce mientras metis a ka fuerza sin dejar de culiarla ha ella i Lucy seguia oegada a su hermana y se metio tamvien en el traje de ardilla. Lincoln siguio pentetrando a Lynn atraves de un bujero en el traje de ardilla acelerando su penetracción de su guevo 4x4.

Lucy: Ah lIncoln ke riko. Sifue dandole papeh.

Lynn; *chillando de placer* ahi cy pero no oares Ztinkoln...

Lincoln: Ahahhy tomalo todo perra!?..."

—¡¿Qué mierda?!

Mi grito horrorizado y atónito alerta a la figura encorvada. Pero eso no me importa, el auténtico asunto aquí es otro: ¿qué cosa atroz es eso, qué clase de perversión que ni Al Columbia puede ilustrar con el mismo grado de repulsión es esa? Dios, ¿qué está pasando?

Pero aún peor que el opúsculo perverso de la computadora es el rostro de su autor. Un rostro deforme, con rasgos de diablillo. La barbilla alargada y aguda como el extremo de un cincel, la nariz ganchuda que enseguida parece la de un gavilán cerniéndose sobre la carcasa putrefacta de un animal. Los ojos son negros, como dos manchas de tinta con un apagado reflejo de luz cavernosa, las cejas están fruncidas en un ángulo imposible, como si quisieran escapar de ese ceño poblado por colonias de acné purulento. Los dientes sobresalen de la quijada, semejantes a estalagmitas óseas y amarillentas, con restos de alimento triturado entre los resquicios. La lengua es una babosa blanca como el yeso antiguo. El cabello es un mar revuelto de mechones grasientos, pero eso no es nada comparado al resto del cuerpo. Escuálido, con la caja torácica visible aún con la magra iluminación, en calzones tan manchados que no tienen color definible, los pies envueltos en medias sucias y Crocs... en verdad es un ser horrendo.

No quiero seguir viéndolo, pero de nuevo el sueño o pesadilla inhibe mi voluntad. Está sorprendido de verme aquí, lo veo en su cara deforme, de puberto de Pripyat.

—¿Kién eres q haces aki?

—Yo soy... Lincoln Loud. Soy Lincoln Loud y este es mi cuarto. Soy yo quien debería hacer esa pregunta.

Mi respuesta lo impresiona, tanto que ni siquiera repara en mi repulsión. Antes de que pueda preverlo me toma la mano entre las suyas. Siento un escalofrío desde la base de la columna hasta la nuca, puesto que sus manos están cubiertas de algo viscoso.

—Loud! Linkom Loud?! Vaya soy tu mas gran fan! Io me llamó OverratedVillain. Eskrivo historias sobre tí, muuuy vuenas istorias que son mui leidas. Tengo muchos favs y follows y reviús. Quiero aserte una pregunta!?

Estoy confundido como nunca lo he estado en toda mi vida. No sé si buscar sin demora un frasco de alcohol para desinfectarme las manos o salir huyendo de allí. Por otro lado, me quiere preguntar por algo y yo no soy maleducado. No creo que sea algo terrible, más que lo que escribe no.

—Adelante.

—A cual de tus ermanas te cojes? A Linn o a Luzy? Es sierto que Ronnie Anne es estrecha o que Kristina es asi de zorra? Stella tiene buenas tetas o prefieres las de Leni? Kuando matarás al negro pendejo de Clay?!

—Discúlpame, ¿qué mierda te pasa? —Estoy asqueado de semejantes preguntas. ¡¿Que si Ronnie Anne..., que si Cristina..., que si Lynn y Lucy qué...?! ¡¿Qué si mataré a Clyde?!—. Escucha, no sé qué clase de problemas tienes en la cabeza o qué pervertido eres, pero jamás vuelvas ni a tocarme ni a hacerme esas preguntas... Y deja de escribir esa mierda.

Mi enojo lo hace retroceder primero. Luego está furioso, incrédulo.

—No te gusta!? Komo keyo escribo mierdas!? Mierda seraz tú! Marikon s3guro que no tenes ni 15 reviews en tus fics, seguro que solo eskrives pura mierda tú marikon...

No comprendo ni jota de lo que berrea este tipo. Sólo sé que no voy a aguantar más sus ladridos.

—Escucha, puedes hacer algo mejor que esto, pero sal de mi cuarto. No quiero tener nada que ver contigo —le espeto mientras apunto a su laptop—, y, por favor, borra eso o aprende a escribir algo sin faltas de ortografía tan horribles.

—Aha, kritiko mamawevo, envidioso d myerda...

Cierro los ojos un momento, un alfiler se me clava dentro del cráneo con los chillidos de este imbécil. Sigue parloteando cosas sobre popularidad, fan ficción y más porquerías sobre no sé qué. Es horrenda su voz de taladro averiado. Vuelvo abrir los ojos, listo para cerrarle el pico a este energúmeno. No hay nadie.

Me sorprendo de no encontrarme a ningún adolescente amorfo en mi cuarto. Todo está en silencio, un silencio aliviador, pero que me inquieta. Entonces escucho un pitido venir desde la laptop sobre la mesa. Me acerco cauteloso, no deseo toparme con otra cosa por el estilo del tal... ¿UnderratedHero es que se llama? La pantalla ya no muestra el word ni ningún texto con errores ortográficos y gramaticales. En su lugar hay una pestaña abierta del correo electrónico. Un e-mail ha llegado. Es todo tan extraño, es mi correo el que ha recibido un mensaje. Pongo dudoso mi dedo sobre el táctil de la laptop. No sé qué hay en ese correo, pero no creo que sea algo bueno.

Pulso. Es una imagen que se está cargando. Espero a que los píxeles se hagan nítidos. Lo que me muestra es...

Es mi familia, soy yo. Pero estamos retratados como caricaturas, en un estilo cartoon que nos muestra con cuerpos delgados hasta el límite y con cabezas gigantes. Es, es... no comprendo nada, ¿Por qué estoy como un dibujo animado? Y me fijo en un detalle en una esquina superior. Es el perfil de una casa, con letras grandes de caracteres blancos en su interior. Las leo: THE LOUD HOUSE.

La casa Loud, mi casa... Me siento mal, el dolor de cabeza se dispara hasta las nubes, es como tener un hierro caliente bajo el cráneo... no, no alcanzo a leer algo escrito debajo de esa imagen... son letras negras, inmensas y amenazadoras en caracteres de imprenta... un segundo se me aclara un poco la vista y puedo ver lo que está escrito... Todo se desvanece, las paredes se resquebrajan y el piso cruje bajo un inmenso peso invisible... hilillos de luz blanca sobresalen de las grietas... no sé qué... duele... mi cabeza da vueltas, mis pies tiemblan las piernas no me sostienen... mis oídos retumban... todo se disuelve en una bruma blanca...

En la pantalla leo DEUS EX MACHINA.

Entonces caigo al vacío.

...

Era horrible y quería morir, sólo eso llegaba a emerger en la superficie en la tormenta iracunda que hervía, danzaba, bailaba y deshacía en el interior de su cráneo. Un volcán dejaba emanar nubes sulfurosas dentro de su cabeza. El dolor era inaguantable y se dejó resbalar por el piso de su habitación sujetándose la cabeza, apretando sus sienes, sin lanzar gritos, solo gemidos de sufrimiento salían de sus labios.

Jadeaba extenuado, sentía tener el cerebro en ebullición, a punto de derramarse líquido por sus oídos. Se retorcía en el piso, como un ratón emponzoñado por una víbora. Estaba sufriendo, y en el fondo de sí sabía que era por el sueño. Rogaba por desmayarse, para dejar de sentir. Pero la oscuridad no llegó, se conformaba con verlo divertido desde el umbral de su puerta, desde su ventana, desde las alturas donde podía moverlo, maniobrarlo y sacrificarlo como una pieza de ajedrez. Pero eventualmente desde el peón más insignificante hasta la reina más habilidosa tienen que ejecutar una jugada. Tiré de sus hilos, controlé sus cuerdas vocales, para terminar con este fragmento, esta casualidad:

«Por favor, si éstas arriba y me escuchas que pare, si eres amoroso detén mi sufrimiento, no me dejes en este infierno, por favor... Dios...». Rogué desesperado, sintiendo que mi cabeza se iba a quebrar, iba a quebrarse como un huevo, le rogué a quien estuviera en las alturas.

Y entonces llegó una brisa fresca, un viento del norte que apagó las llamas en un parpadeo. Sólo sé que en un segundo estaba deseando morir y al siguiente me podía levantar, aún pesando sobre mí el espectro del dolor recién pasado. No podía creerlo, mi plegaria había funcionado, ¿O no? No, no podía ser, me estaba volviendo loco, cada vez mi pie se acercaba hasta esa delgada línea roja, todo desde esa pesadilla, esa maldita pesadilla de títeres. Pero en esto no tenía que ver ningún espíritu o deidad alguna. No creo que haya un dios jugando a los dados allí arriba.

Mi títere se tira en su cama, dejando que el colchón amortigüe su caída y que la almohada absorba los dolores, el delirio. El estudio y las tareas atrasadas quedan atrás, muy lejos en el plano de prioridades. Y yo me río, preparándome para mover más marionetas y entrecruzar otros hilos de muchos que hay. Él tiene razón, no hay un dios jugando a los dados entre las nubes.

Pero sí hay muchos detrás de una pantalla.

. . .

Capítulo uno publicado originalmente en FanFictionNet el 24/07/2020.

Y así es como termina el primer capítulo de esta historia y no se hayan confundido por las partes en las que se narran en tercera persona con las de en primera persona. Pensaba hacer que todo fuese desde la perspectiva de Lincoln, pero tendría que cambiar muchas de las cosas que Wielmehr escribió así que mejor lo dejo como estaba originalmente.

Ahora que se reveló que hay alguien en las sombras que usa a Lincoln y a sus diferentes versiones de los diversos universos (O fics) de The Loud House a su antojo y sin reparo alguno, ¿Qué más sigue? Pues quédense a descubrir que más revelaciones ocurrirán a lo largo de esta historia.

Por cierto, la portada del fic fue creada por Marcustine (antes conocido como Jugger) espero que les guste su obra porque es un buen dibujante ;D

Luis Carlos

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