Capítulo L

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Cuando abro los ojos, me sigo sintiendo la persona más feliz del mundo. A pesar de que es lunes y me sigue preocupando el tema de mis hermanos. Me levanto con energía y me meto a la ducha. Me pongo música y canto bajo el agua.

Recuerdo la ducha con Derek y me pongo mala, en el buen sentido. Estoy viviendo un montón de cosas nuevas y me gusta. Al final van a tener razón cuando dicen que el último año de instituto es el mejor de todos.

Cuando ya estoy vestida, voy a bajar a desayunar pero me paro al oír unas voces.

— Calla, creo que ya baja — es Tom.

Seguro que está cuchicheando con Sam sobre mi regalo. Lo hacen siempre aunque nunca logro descubrir qué me van a regalar.

— Sh — oigo una risa. Es de una chica. ¿Tom ha traído una chica a casa? Vaya, esto tengo que verlo. — Vale, ya me callo. — Espera... ¿Katy?

Bajo corriendo las escaleras y entro en la cocina, me quedo de piedra al ver a Katy y a mi hermano en la cocina.

— ¿Qué haces aquí, Katy? — Le digo mientras me acerco a darle un abrazo.

— ¡Sorpresa! He venido a recogerte. Tengo un planazo para hoy.

— Hay clase — le digo señalando con la cabeza a mi hermano. Si quiere hacer pellas no es un buen momento para decirlo.

— Para después. ¡Nos vamos de compras! — Dice mientras aplaude emocionada.

— No no, fuimos hace poco. Ya sabes que odio ir de compras.

— Fue hace casi 2 meses. Venga, hay rebajas en el pueblo de al lado, las tiendas te van a encantar ya lo verás — dice mientras hace la señal de súplica con las manos.

— Ve preciosa, no te vendría mal renovar un poco de armario. Además ahora viene el frío y vas a necesitar un abrigo nuevo. Toma, yo invito — dice dándome un fajo de billetes.

— No, no puedo aceptarlo — le digo rechazándolo.

— Cógelo, me haría mucha ilusión.

— De acuerdo — le digo aceptándolo. — Voy a por mis cosas y nos vamos — le digo a Katy.

Estoy terminando de bajar las escaleras y les oigo cuchichear de nuevo. Esto no me huele bien, me asomo un poco y les veo sonriendo, muy juntos y Katy le está acariciando el brazo. ¿Pero qué coño?

— ¿Nos vamos? — Le digo muy borde mientras voy hacia la puerta.

— Adiós Tom.

— Adiós Katy, ten buen día preciosa — grita desde la puerta de entrada.

— Igual — le digo sin girarme.

¿Qué está pasando?

— Es guapo mi hermano, ¿verdad? — Le pregunto cuando estamos en su coche camino del instituto.

— Sí, ambos lo son. ¿No tiene pareja?

— No — respondo muy borde pero no se da por aludida.

— Es una pena, menudo desperdicio, la mujer que logre cazarlo será muy afortunada. ¿Sam tampoco tiene?

— No, ambos están solteros.

— Son los solteros de oro del pueblo — dice riendo. A mi no me hace tanta gracia.

— ¿Hace cuánto no tienen pareja?

— ¿Por qué quieres saberlo? — Le pregunto mirándola directamente a la cara.

— Curiosidad — responde algo cautelosa.

— Katy, ¿te gusta mi hermano?

— ¿Qué? ¡No! ¿De dónde sacas eso? — Dice riendo.

No le veo la gracia y prefiero no seguir con el tema. Soy la menos indicada para molestarse por esto, porque yo estoy saliendo con su hermano. Pero somos de la misma edad y ella insistió durante mucho tiempo en que le diese una oportunidad. Mi hermano es mucho mayor que ella, además, yo siempre fui de frente, le conté todo sobre mis sentimientos hacia Derek, pero ella lo hace a mis espaldas y eso no me gusta.

El día se me pasa muy lento, no paro de darle vueltas a lo que he visto y oído esta mañana. ¿Y si son paranoias mías? No lo sé, sé que si le vuelvo a preguntar se va a enfadar y me lo va a seguir negando. Pero tiene que reconocer, que venir a mi casa sin avisar y encontrarla cuchicheando y tonteando con mi hermano en la cocina es muy raro.

Cuando se acaban las clases, lo último que me apetece es ir de compras. Pero a Katy nadie le dice que no, así que me monto con ella en el coche y voy escuchando su monólogo sobre cuánto quiere a Alan y los planes que quiere hacer cuando terminen el instituto. Quiere irse con él allá donde vaya y alquilar un piso los dos juntos. Él será la estrella del equipo y ella será la envidia de la universidad.

Cuando llegamos al centro comercial del pueblo vecino encontramos sitio enseguida, no hay mucha gente.

Me voy fijando en los escaparates y la verdad es que tienen ropa muy chula y a buen precio.

Entramos en la primera tienda y voy directa a la sección de abrigos. Tom tiene razón, mi abrigo está ya muy desgastado y necesito uno nuevo. Veo uno de color negro, que tiene la capucha llena de pelo, tiene bastantes bolsillos por fuera como a mí me gusta y me llega por debajo del culo. Además, la tela es impermeable así que si se moja, se seca enseguida. Me lo compro.

Pasamos a otra tienda a ver los pantalones vaqueros. Cojo uno negro, otro azul cielo y otro azul oscuro. Me los pruebo y son elásticos en la cintura y push-up en el culo. Además son de tiro alto, me los compro también.

— ¡Mira Luna! — Dice Katy cuando entramos en otra tienda. — Mira qué bonitas son.

Me enseña una camiseta de manga corta con un dibujo de tres gatitos. Me hace gracia, me gustan los gatos y me parece bonita.

— ¿Nos la compramos las dos? Así vamos iguales — dice riendo.

— Vale — le digo riendo yo también. Aún sigo enfadada por lo de esta mañana, pero estoy encontrando ropa que me sienta bien, así que mi humor ha mejorado.

— Mira, entremos a esa tienda — le digo tirando de su mano.

Tiene muchas camisetas de color negro. Hay una que me llama la atención, es negra con letras plateadas, tiene abertura en las mangas, en los laterales y es ancha de escote, por lo que se ven los hombros. Cojo otra negra básica que tiene sólo un tirante y me meto al probador. La de un tirante me gusta, aunque puedo ponérmela sólo con sujetador negro. La otra camiseta me cuesta ponérmela, al principio me la pongo retorcida.

— Necesito una ayudita — digo asomando la cabeza por la cortina del probador.

— Voy — dice Katy riendo. — Estas camisetas son un poco raras, a ver, mete el brazo por aquí, por estas dos mangas, el otro por aquí, ahora la cabeza. Así, ¿ves?

Ya lo entiendo, al tener abertura en los brazos tengo que meterlo por la doble manga, pillado. Ahora sí me queda bien.

— Qué modas más raras.

— Y que lo digas, pero te queda bien, además, con tanta abertura parece que tienes el pecho más grande — dice tocándome los pechos.

— Calla, guarra — le digo riendo. — Me las llevo.

— Toma, te he traído también esta — dice entregándome una camiseta gris. Esta tiene letras de color rosa y también tiene el escote ancho, por lo que enseño los hombros. Es holgadita y me gusta. Me la llevo también.

Seguimos caminando por el centro comercial, me parece raro que Katy se compre solo una camiseta. Estoy apunto de decirla que nos vayamos cuando lo veo en el escaparate. Cojo a Katy de la mano y la llevo corriendo.

— Katy, mira — lo señalo con el dedo.

Es un vestido de tirantes de color rosa palo. Es sencillo pero me parece precioso.

— Quiero probármelo — le digo muy convencida.

Lo busco por la tienda y lo encuentro colgado, sólo queda uno y parece que estaba esperándome ya que es justo mi talla. Lo cojo y justo al lado hay unos zapatos de tacón del mismo color, los cojo y al tacto parecen de terciopelo.

— Perdona — le digo a la dependienta. — ¿Tenéis un 39 de este modelo?

— Un momento que lo busco — dice pasando al almacén. A los pocos minutos vuelve con un par. — Has tenido suerte, quedan muy poquitos.

— Muchas gracias.

Busco a Katy pero no sé dónde se ha metido, así que me voy al probador. Espero que me quede bien. Me lo pruebo y es perfecto. El escote resalta mis pechos, se ajusta perfectamente a mi cintura y la parte de abajo es suelta, lo que me da libertad de movimiento. Además me llega un poco más arriba de las rodillas. Me pongo los zapatos y me sorprendo de lo cómodos que son. Al ser de tacón alto pensé que iban a hacerme daño en los pies.

— ¿Luna? ¿Estás ahí? — Oigo a Katy por el pasillo de los probadores.

— Estoy aquí — digo asomando la cabeza.

Viene y me da un bolso, es del mismo color que el vestido pero tiene detalles en dorado, es precioso. Cuando la miro para darle las gracias veo que tiene la boca abierta.

— Cierra la boca o te entrarán moscas — le digo riendo.

— Luna, por dios, mírate. — Se mete conmigo en el probador y me echa el pelo hacia delante, de forma que cae sobre mi pecho. — Vestido rosa, pelo rubio, ojos grises, pareces una princesa.

— Exagerada — le digo negando con la cabeza.

— Tienes que llevártelo. Úsalo cuando quieras celebrar tu cumpleaños, estás preciosa, de verdad.

— Vale, pues me lo llevo. ¡Qué bien! — digo dando saltitos de alegría.

Cuando salimos del centro comercial estoy de muy buen humor. No esperaba comprarme tantas cosas.

— ¿Por qué no te has comprado nada? — Le pregunto curiosa.

— No encontré nada que me gustara, no era mi estilo. Salvo la camiseta de los gatitos.

— Los gatitos le gustan a todo el mundo — digo riendo.

— Nos vemos mañana — le digo dándola un beso en la mejilla.

Cuando entro en casa, mis hermanos salen a recibirme a la puerta.

— ¡Cuántas bolsas! — Dice Sam. — ¿A ver, qué te has comprado?

Les enseño mis nuevas adquisiciones y cuando les enseño el vestido ambos asienten.

— Es muy bonito — dice Tom.

— Toma, las vueltas — digo sacando el monedero.

— No, para ti. Por si algún día lo necesitas — contesta Tom.

— Vale, muchas gracias — les doy un abrazo a los dos y subo a mi habitación.

Estoy deseando verte con ese vestido puesto.

Me río cuando recibo este mensaje de Derek. Voy a matar a Katy.

¡Chivata!


Nena, hay que darle un poco de emoción.

Responde junto con un montón de emoticonos riéndose. Le envío un mensaje con los mismos emoticonos y respondo a Derek.

Tendrás que esperar a que celebre mi cumpleaños.

¿Cuándo será eso?

Pronto.

Me río ante su respuesta

Eres mala.

Lo sé. Buenas noches pequeño.

Dulces sueños, pequeña.

Le envío un emoticono de un beso y dejo el móvil en la mesilla. Ahora tengo muchas ganas de celebrar mi cumpleaños. Aunque tengo muchas más ganas de ponerme el vestido, seguro que Derek me lo querrá quitar cuando lo vea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro