Capítulo LV

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Mientras pone el anillo en mi dedo lloro de emoción, no puedo evitarlo. Le cojo las manos, hago que se levante y me levanto yo también. Echo mis brazos a su cuello y le beso, le beso profundamente. Ahora soy yo quien invade su boca, mi lengua es la que acaricia la suya y me pego más a él. Su sabor se mezcla con el de mis lágrimas y termino el beso. Le miro y cogiendo mi cara con ambas manos, limpia mis lágrimas.

— Yo también te quiero, Derek Jones — articulo por fin. Me duele tanto el pecho que parece que va a darme un infarto. Pero es un dolor bueno. Amo a este chico.

Sonríe y me mira con amor. Vuelve a besarme, es un beso corto, y después me abraza fuerte. Me besa la cabeza y después los labios otra vez.

— ¿Tarta? — Pregunta para aliviar un poco el ambiente.

— ¿Tarta? — Le respondo. ¡Se me había olvidado! La tarta de Anna, este chico hace que pierda la cabeza, en el buen sentido.

Me siento en la mesa y trae una pequeña tarta de tres chocolates, parte dos trozos y nos los comemos. Está buenísima.

— Ahora sí que voy a reventar — le digo riendo.

— Yo también. Pero la noche aún no ha terminado — me mira con ojos divertidos. — ¿Te apetece probar el jacuzzi?

— ¡Sí! — Le respondo emocionada.

— ¿Y si te doy en el jacuzzi el masaje que te debo? — Dice juguetón.

— ¡Sí! ¡Es decir... Sí! ¡Claro que sí!

Apaga la chimenea y enciende la de nuestra habitación. Es muy grande y como ha cerrado la puerta, la estancia se calienta enseguida, es muy agradable. Abre el grifo y empieza a llenar el jacuzzi, después pone los chorros, las luces de colores y me dice que ya casi está listo.

Coge un bañador de su maleta y empieza a desnudarse. Le miro de arriba a abajo y me muerdo el labio, qué cuerpazo tiene. De repente, me miro yo de arriba a abajo y caigo en la cuenta de que no tengo bañador. Bueno, puedo bañarme en ropa interior, ¿no?

— Tienes un bikini en tu maleta — dice señalándola.

Abro la maleta y veo que hay unas bolsas de plástico dentro, imagino que las habrán guardado para que meta la ropa sucia. Debajo de las bolsas está mi bikini negro. Lo cojo, entro al baño y me lo pongo.

Cuando salgo, Derek ya está metido y con una mano me invita a entrar con él. Al principio me estremezco, el agua está muy caliente, pero enseguida me acostumbro y me siento en la otra punta.

Me estiro y dejo caer la cabeza hacia atrás, apoyándola. Se está de vicio aquí dentro.

Derek coge mis pies, se los pone en su regazo y empieza a masajearlos. Suelto un gemido de placer, normalmente no dejo que nadie me toque los pies, pero a Derek le dejo hacer cualquier cosa, menudas manos tiene.

Después pasa a mis gemelos, mis muslos y vuelve a los pies.

— ¿Te gusta?

— Mmm — digo asintiendo con la cabeza.

— Ven aquí — coge mi mano y me atrae a su regazo.

— No tienes por qué hacerlo — le digo —, no hace falta.

— Perdí la partida pequeña, una apuesta es una apuesta, además, quiero hacerlo — dice mientras empieza a masajearme el cuello y yo pierdo el habla al momento.

Del cuello pasa a mis hombros, mis brazos, la espalda y cuando llega a las lumbares suelto otro gemido de placer.

— Qué manos tienes — digo en un susurro.

Se ríe y me tumba sobre su pecho. — Recuéstate más.

Hago caso y apoyo la cabeza en la curvatura de su cuello. Me masajea los brazos, el costado y la tripa.

Cuando llega a la parte baja de la tripa, me enciendo. Me coloco mejor encima de él y noto cómo su erección ha crecido un poco, pero no hace nada. Sólo sigue masajeando mi cuerpo y cuando termina me rodea con los brazos.

El masaje me ha encantado, pero me ha dejado con ganas de más contacto. Noto su erección debajo de mí y eso me enciende cada vez más. Pensar que sólo con tocar mi cuerpo ya está así me provoca mucho más. Junto mis piernas por instinto y cierro los ojos esperando que se me pase, pero no lo consigo.

Sólo de pensar en su toque, mis pezones se ponen duros, así que me doy la vuelta y me siento a horcajadas sobre él. Le acaricio el pelo y le beso. De manera inconsciente empiezo a mecerme encima de él y cuando noto que su erección crece más, se para y me mira.

— Luna...

Pero no le dejo terminar. — Tu masaje me ha encantado.

— ¿De verdad?

— Sí... pero me ha dejado con ganas de más — me mira con cautela. — Quiero mi happy end — le digo poniéndome roja.

— ¿En serio? — Pregunta con una sonrisa.

— Sí — le digo con la boca pequeña.

— Tus deseos son órdenes para mí.

Desabrocha la parte de arriba de mi bikini y me acaricia el pecho. — Tienes un pecho muy bonito, ¿lo sabías?

Me muerdo el labio en respuesta y cierro los ojos. Me da vergüenza estar así de expuesta pero me encanta cómo me toca. Me acerca más a él y con su boca coge uno de mis pezones. Lo chupa con suavidad mientras mete una mano bajo mi braga, me acaricia el clítoris y poco a poco introduce un dedo en mi interior. La sensación en el agua es mil veces mejor.

Estoy cada vez más encendida, le siento tocándome todo el cuerpo y me balanceo encima suya buscando más placer, más velocidad.

De repente, me doy cuenta de que necesito mucho más. Necesito contacto completo, le necesito a él.

Creo que ha llegado el momento, me paro y le miro a los ojos.

— Derek... — Me mira con cautela — Derek necesito más... necesito más... — No logro articular nada más.

Él no dice nada, se queda quieto y me examina con los ojos.

— Quiero hacerlo — le confieso en un empuje de valentía.

— ¿Estás segura? — Me pregunta serio.

— Sí.

Respira hondo y salimos del jacuzzi. Coge una toalla, me envuelve en ella y me seca. Está muy serio, espero no haberlo fastidiado. Voy a abrir la boca para hablar pero no me da tiempo.

— Vamos poco a poco, ¿vale?

— Vale — le digo sonriendo.

Poco a poco se acerca a mí y me abraza, momento que aprovecho para besarle el cuello, le doy un mordisquito y le hago estremecerse. Cuando le muerdo la oreja, se separa y me besa. Invado su boca, mi lengua acaricia la suya y bajo mis manos hasta agarrarle el culo, él hace lo mismo. Tiene un culo perfecto, redondito y musculoso. Profundizo más el beso y lo hago con tanta urgencia como si fuera la última vez que pudiera besarle. Con una mano, rodeo su cadera y poco a poco voy bajando hasta su pene, que acaricio por encima de la toalla. Rompe el beso y me mira con la respiración entrecortada.

Me empuja suavemente hasta que caemos en la cama y se pone encima mía. Vuelve a besarme pero suavemente esta vez, después pasa al cuello donde, de paso, me muerde. Va dejando un camino de besos hasta mis pechos, con una mano coge un pezón y tira de él, con la boca coge el otro y lo chupa, después, cambia de pezón.

Con sus dientes va acariciando mi tripa, descendiendo poco a poco hasta que se coloca entre mis piernas. Con sus dedos separa mis labios y noto su lengua en mi clítoris, lamiendo, saboreando y yo cojo mis pezones y tiro de ellos. Nunca pensé que fuera a decir esto, pero estoy cachonda perdida.

Su lengua lame sin parar y noto como desliza un dedo en mi interior y lo mueve lentamente. Después aumenta la velocidad. Me arqueo de placer pero me tenso cuando noto presión en mi entrada.

— No te muevas — me pide y continúa lamiendo, lo que hace que cierre los ojos de nuevo y me deje hacer.

Poco a poco la presión va disminuyendo y se convierte en placer, abro un ojo y me da mucho morbo verle entre mis piernas. Aumenta la velocidad y cuando sus labios sujetan mi clítoris, me arqueo y exploto. No sé si grito, gimo o qué hago, no soy dueña de mí misma.

Cuando abro los ojos, Derek continúa entre mis piernas y me está mirando, está sonriendo.

— ¿Qué ha sido eso? — Le pregunto curiosa.

— He metido otro dedo — dice enseñando los dos dedos que hasta hace un momento estaban dentro de mí.

— Ah — noto como empiezo a ponerme roja.

Se tumba a mi lado y me acaricia la tripa. Me ha encantado pero... tengo ganas de más.

— Derek — digo mirándole —, sigo... quiero hacerlo.

Su mirada se torna seria. No sé si habrá hecho esto para saciarme y que espere un poco más, pero ha surtido el efecto contrario, tengo ganas de él y se lo voy a decir.

— Quiero hacer el amor contigo.

— ¿Estás segura? — Dice incorporándose un poco.

— Sí, quiero hacerlo. Te quiero, Derek, y quiero que mi primera vez y todas las que vengan detrás, sean contigo.

Sonríe y me besa. — Yo sí que te quiero, pequeña.

— Pero... mierda, creo que hay un pequeño problema, no tengo preservativos.

— Mmm no sé si tengo alguno, voy a mirar.

Se levanta de la cama y yo hago lo mismo, voy a guardar el bikini en una de las bolsas que vi en la maleta, no me gusta dejar la ropa tirada por el suelo. Saco una bolsa de plástico pero algo cae al suelo. Lo cojo y no puedo evitar reírme. Es una caja de preservativos y tienen una nota.

''¡Feliz cumpleaños perri! Por si te decides a tener tu gran momento ;)''

Me río a carcajadas y Derek se gira para mirarme.

— Katy nos ha arreglado la noche — le digo dándole la caja con la nota pegada.

— Maldita — dice Derek riendo. Abre la caja, saca un preservativo y se lo pone.

Me parece muy erótico ver cómo lo hace, pero estoy empezando a ponerme nerviosa, junto las piernas y me siento, en un intento por relajarme.

Derek me mira y se sienta a mi lado.

— Estás nerviosa, ¿verdad?

Asiento con la cabeza. Con su mano levanta mi barbilla y me examina con la mirada.

— ¿Segura que quieres continuar? — Pregunta por última vez.

— Sí, sí quiero, es sólo que estoy un poco nerviosa, por, ya sabes... sé que duele.

— Intenta relajarte, iré despacio, si quieres parar sólo tienes que decírmelo — dice con voz suave.

Asiento de nuevo con la cabeza y nos tumbamos en la cama, abro las piernas y se coloca entre ellas. Se coloca en mi entrada y con una mano me acaricia la frente y la cabeza. Hay tanto amor en su mirada que me siento segura, sé que no va a hacerme daño, no a propósito al menos.

Me da un beso suave en los labios, cierro los ojos y le beso yo también, jugamos con nuestras lenguas mientras noto cómo poco a poco se va abriendo camino en mi interior. De momento no duele, así que voy relajándome mientras se balancea adelante y atrás. Le voy notando cada vez más dentro, hasta que llega a un punto que no avanza y yo empiezo a sentir molestias. Respiro hondo y pasa a besarme el cuello, sabe que es mi debilidad, pero no funciona. Me estoy poniendo nerviosa y estoy a punto de abrir la boca cuando, de un empujón, está entero dentro de mí y su beso silencia mi grito. Siento un ardor horrible y me quedo muy quieta intentando que pase.

— Lo siento, pequeña, lo siento mucho de verdad. ¿Estás bien? — Vuelve a examinarme con la mirada pero no soy capaz de responder. — Tenía que hacerlo, lo peor ya pasó.

Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo. — Lo sé, lo sé.

— Voy a quedarme un poco así, ¿vale?

Asiento con la cabeza y respiro hondo varias veces. Noto como poco a poco, el dolor va desapareciendo hasta convertirse en molestia.

— Creo... creo que ya me estoy acostumbrando — le digo con un hilo de voz.

— ¿Quieres que pruebe a moverme? — Está temblando, está teniendo mucho autocontrol y le amo por ello, no debe ser fácil sobre todo cuando él nota tanto placer al estar yo tan apretada.

— Sí, pero despacio, por favor. — Realmente no sé por qué le suplico, sé que va a hacerlo así.

Poco a poco se retira y vuelve a entrar. Como no me quejo, vuelve a hacerlo, y otra y otra vez.

— ¿Cómo vas, pequeña?

— Mejor, voy mejor, no me duele tanto como antes, creo que mi cuerpo se está acostumbrando.

Vuelve a poner todo su peso encima mía y me besa, me besa lento, su lengua vuelve a jugar con la mía y sonríe cuando muerde mi labio inferior. Yo sonrío también.

— Esa es mi chica — me susurra.

Al cabo de pocos minutos noto que empieza a temblar de nuevo.

— Amor, creo que voy a correrme dentro de poco.

— Hazlo. — Qué morbo.

— ¿Seguro? — Pregunta con voz temblorosa.

— Sí — le susurro al oído. Aumenta ligeramente la velocidad y con dos empellones un poco más fuertes, mi chico se corre y se desploma encima mío.

— Eres increíble, lo has hecho muy bien pequeña — dice dándome un beso en la frente.

Cuando se retira noto molestias, reconozco que me ha dado mucho morbo aunque agradezco que haya salido. Cuando se levanta y ata el preservativo veo que está cubierto de sangre. Abro mucho los ojos y me incorporo para ver mis muslos, están manchados de sangre, al igual que las sábanas.

— Derek... — Digo alarmada.

— Eh, eh, pequeña, mírame, no te asustes, es normal — dice mientras corre al baño y trae un paquete de toallitas. — Es normal, de verdad, no te alarmes — me tranquiliza mientras limpia mis muslos.

— Lo sé, lo sé, sólo que no esperaba que hubiera tanta.

— Toma, ve al baño y límpiate tú ahí, no quiero hacerte daño.

Asiento y voy al baño, me siento en la taza del váter y hago pis, cuando me limpio me duele pero ya no hay más sangre.

Derek entra en el baño, me besa la cabeza y me da unas bragas limpias y el pijama de Minnie.

Vuelvo a limpiarme, por si acaso, cuando me doy cuenta de una cosa, no me he llegado a correr.

Cuando salgo del baño, Derek está con el pijama puesto, ha cambiado las sábanas y está vaciando el jacuzzi. Se acerca y me abraza.

— ¿Estás bien? — Me pregunta y asiento con la cabeza. — ¿Te duele?

— Sí, un poco... — Digo con la cabeza gacha. Vuelve a examinarme con la mirada. — ¿Por qué no he podido correrme? Sé que es una pregunta tonta pero...

— No es una pregunta tonta — dice sonriendo. — ¿Pensabas que aunque doliese, al final podrías tener un orgasmo? — Asiento con la cabeza. — No te preocupes por eso, las primeras veces es normal que no logres culminar. Al fin y al cabo es un cuerpo extraño entrando y saliendo de ti. Además, esta noche en concreto, era casi imposible que pudieses.

— ¿Y si tampoco puedo las demás veces?

— No pienses eso, cada cuerpo es distinto, el tuyo tiene que acostumbrarse.

— Pues lo llevo claro — digo tapándome la cara mientras me pongo roja como un tomate.

— ¿Por qué?

— ¡Porque es muy grande! Me va a costar acostumbrarme a eso — digo señalando su pene como si fuera un monstruo.

Derek se ríe y me abraza. — ¿Sabes que me estás subiendo el ego?

Me río con él. Me besa la cabeza y la dejo apoyada en su pecho, estamos abrazados y tenemos un balanceo muy agradable, que para cuando bostezo.

— Estás cansada, ¿a que sí?

— Sí, muchas emociones para un sólo día.

— Tienes razón, vamos a la cama.

Apaga la chimenea y nos metemos en la cama. Abre los brazos, le doy un beso y me acurruco contra él.

— Te quiero, amor — me dice besándome la cabeza.

— Te quiero, pequeño — le respondo besando su nariz.

Cierro los ojos y me duermo inhalando lo que hasta ahora es mi droga favorita, el olor de Derek.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro