Capítulo LVIII

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Cuando abro los ojos veo que la puerta de mi habitación está cerrada. Han debido cerrarla mis hermanos cuando llegaron anoche. Me doy una ducha rápida y me visto. Quiero preguntarles qué pasó anoche pero me detengo en la puerta de su despacho. Está cerrada pero oigo algunas partes de la conversación. Hablan sobre un viaje, billetes de avión, hoteles.

No soy capaz de escuchar nada más porque hay mucho jaleo, deben estar en una videoconferencia con muchas personas.

Cuando bajo a la cocina a desayunar me encuentro con Sam. Está cabizbajo y pensativo.

— Buenos días.

— Hola — responde secamente.

— ¿Qué tal ayer?

— Bien.

Estamos muy comunicativos esta mañana.

— ¿Qué ocurre Sam?

— Nada.

No me lo creo. Sé que no debería insistir, pero necesito saber qué pasa. He visto muchas veces a Sam así, pero nunca se había perdido una reunión, y ahora Tom está arriba solo.

— ¿Seguro que estás bien?

— Sí Luna, estoy bien — responde muy borde.

— ¿Me vas a contar qué pasa? — Le digo parándome a su lado de brazos cruzados.

— Mira Luna, me alegro de que hayas pasado un fin de semana fantástico, de cuento de hadas y todo eso. Pero es hora de volver a la realidad, aterriza de una vez. Haz el favor de vestirte y marcharte a clase — dice saliendo de la cocina y dando un portazo.

¿Pero qué cojones? ¿A qué ha venido eso?

Reprimo mis ganas de ir tras él. Seguro que ha entrado en el despacho y no quiero entrar y montar una escenita, sobre todo si están en una videoconferencia de negocios. Cuando se pone así no hay quien lo aguante. Salgo de la cocina, me paro en las escaleras y suspiro. Me da pena que volvamos a estar como antes. Seguro que lo arreglamos, pero ya empiezo el día de mal humor.

Aún es muy temprano pero no quiero seguir aquí, les dejo una nota en la nevera diciendo que volveré tarde y me marcho.

Cuando aparco en el instituto apenas hay coches. Sólo los de los profesores y algunos chicos del equipo que han venido a entrenar.

Aprovecho y voy al baño a maquillarme un poco. Por suerte siempre llevo un estuche pequeño de maquillaje en la mochila, Katy me pegó esa manía.

Abro la puerta y veo unas mochilas en el suelo. Me acerco a ver de quién son pero me detengo al oír unos ruidos que salen de uno de los cubículos.

Esos ruidos se convierten en gemidos. ¿En serio hay alguien haciéndolo en el baño del instituto? Pongo un poco cara de asco, no sé quiénes son, pero no me parece nada erótico hacerlo aquí. En fin, cada uno con sus gustos. Voy a salir del baño cuando oigo un gemido lastimero.

— No, por ahí no...

— Deja de resistirte o te dolerá más.

— Luke, por favor...

¿Luke? ¿Luke y Mary? Sí, la voz de la chica es de Mary. Estoy flipando ahora mismo.

— Grr de acuerdo, pero la próxima vez te follaré por detrás, quieras o no.

Vuelven a gemir y es mi señal para salir del baño.

Decido ir al baño del otro pasillo y no me cruzo con nadie por el camino. Entro y por suerte está vacío. Me maquillo deprisa y salgo.

No doy crédito a lo que he oído. Luke cada vez me da más asco. ''La próxima vez te follaré por detrás, quieras o no''. No entiendo cómo puede estar con él cuando la ha amenazado de esa manera. El consentimiento en el sexo es primordial.

Los alumnos empiezan a entrar en el edificio y voy a mi taquilla. Allí me encuentro con Katy.

— No te vas a creer lo que me ha pasado — le digo susurrando.

— ¿El qué?

Voy a contárselo cuando veo a Mary y a Luke salir del baño. Él la mira con desprecio pero ella no se da cuenta. Se separan y se van cada uno por su lado.

— Tierra llamando a Luna — oigo decir a Katy.

— Perdona, luego te lo cuento — cojo su brazo y tiro de ella, es mejor que nos vayamos a clase.

A la hora de comer, estamos sentados en el comedor y aún sigo dándole vueltas a lo de esta mañana. Reconozco que Mary me da pena, no debería porque es una arpía y me ha tratado fatal, pero ninguna mujer merece que la traten de esa forma y mucho menos la amenacen con violarla. Por que, aunque sean pareja, esa frase ''quieras o no'' es claramente una amenaza de violación.

— ¡Luna! — Me grita Katy.

Me sobresalto y la miro. — ¿Qué?

— Llevas todo el día súper distraída, ¿qué te pasa?

— Esta mañana ha ocurrido algo.

— Sí, ibas a contármelo y llevo todo el día muerta de la curiosidad. ¡Desembucha!

— He llegado muy temprano y no había nadie. Entré al baño a maquillarme y oí a una pareja haciéndolo.

— Que asco, los baños están limpios pero aún así... — Dice Justin.

— Eran Luke y Mary.

Todos me miran con los ojos muy abiertos.

— Parece ser que Luke quería... ya sabéis... estaba intentando ir por detrás pero Mary no le dejaba y se resistía. La dijo que la próxima vez lo haría quisiera ella o no.

— ¿En serio? — Dice Katy.

— Menudo gilipollas — dice Derek. — Más tonta es Mary si continúa con él.

— A lo mejor no se da cuenta de lo que le está haciendo — respondo.

— ¿De verdad te preocupas por Mary, después de todo lo que te ha hecho? — Me pregunta Alan.

Abro la boca pero la vuelvo a cerrar. — Sé que soy tonta por preocuparme, pero chicos, tengo que hacer algo. No sabéis el desprecio con el que se lo ha dicho y cómo la ha mirado cuando han salido del baño. La está maltratando.

— Y ella a ti también — dice Derek muy serio.

— Ya lo sé — digo agachando la cabeza. — Pero si al final llega a hacerle algo... Me sentiré culpable por no haber intentado evitarlo.

Derek relaja su dura mirada y levanta mi cabeza con su mano. — Nena no eres tonta por preocuparte por ella, al contrario. Eres una buena persona y tienes un corazón que no te cabe en el pecho, pero ella no se merece tu preocupación. Sabe muy bien lo que se hace y si está con Luke es porque quiere.

Aún así no me quedo tranquila. En cuanto tenga una oportunidad, intentaré hablar con ella. No sé si haré bien pero al menos mi conciencia estará tranquila.

Poco antes de terminar las clases, recibo un mensaje de mi hermano.

Tom
Preciosa, ¿qué tal el día? Necesito que vuelvas directa a casa, tenemos que hablar.

Oh oh, seguro que quiere hablar conmigo por lo que pasó esta mañana con Sam. Lo último que quiero es darle problemas a Tom o preocuparle, pero ya es tarde.

— Hoy tengo entrenamiento, ¿te quedas?

— Lo siento amor pero no puedo — cojo el móvil y le enseño el mensaje.

— ¿Ha pasado algo? — Pregunta preocupado.

— No, no creo. Esta mañana medio discutí con Sam y seguro que quiere que nos sentemos los tres a hablar para arreglar las cosas. Siempre lo ha hecho así.

— Llámame luego y me cuentas, ¿vale?

— Claro — le digo sonriendo.

Le doy un beso lento y profundo, la verdad es que no quiero irme, pero debo hacerlo. Como de costumbre, me besa la frente como despedida.

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