Capítulo LX

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Estoy sentada en las escaleras esperando a que llegue Derek, estoy deseando verle, es mi alegría de todos los días. Oigo el coche y no le doy tiempo a llegar, salgo corriendo y me lanzo a sus brazos.

— Buenos días amor — dice riendo.

— Buenos días pequeño — le respondo mientras le lleno la cara de besos. Es tan besable.

— Estás de buen humor.

— Sí, es verte a ti y se me pasan todos los males.

Le agarro la cara entre mis manos y le beso, tiene unos labios tan suaves que los estaría besando eternamente. Ya de paso, aprovecho y le muerdo el labio inferior, me encanta hacerle eso, y me encanta que él también me lo haga a mí.

Nos montamos en el coche y nos vamos a clase.

— ¿Lista para la clase de gimnasia de hoy?

— Te diría que no, pero con el cambio que ha pegado la profesora y sus clases la verdad es que me apetece. Ya no es una asignatura a la que le tenga pavor, como antes.

— Me alegra oír eso. Ahora esta clase le gusta a todo el mundo, y es gracias a ti.

— No es para tanto — digo riendo.

— Sí lo es, nadie ha tenido huevos ni ovarios a enfrentarse a la sargento Robins.

Me río ante ese mote, un poco sargento sí que es.

La clase de gimnasia es la penúltima del día. Estoy en el vestuario con Katy, nos estamos cambiando.

— No sé qué nos mandará hacer hoy, porque he oído que tenían una reunión de profesores ahora — dice mientras se hace una coleta.

— ¿En serio?

— Sí.

— Qué raro, normalmente las reuniones son después de clase, ¿no?

— Sí. A lo mejor ha pasado algo urgente, no sé, ya nos enteraremos.

— O no. Quien sabe, mientras no nos afecte a nosotras.

Cuando estamos listas vamos al gimnasio.

— Buenos días chicos. Ahora tengo una reunión así que hoy vais a hacer un circuito de calentamiento, corréis 10 minutos y el resto de la hora podéis jugar a lo que queráis, fútbol, baloncesto, tenis... Tenéis el material en los armarios. Dejadlo todo recogido antes de marcharos.

— Sí, profesora — respondemos.

Cuando se marcha, nosotros, como buenos alumnos que somos, empezamos el circuito de calentamiento. Aunque más que calentar, nos provocamos. Katy se pavonea delante de Alan y yo me pongo a estirar delante de Derek, lo que provoca que se muerda el labio y se acerque más a mí.

— Nena, deja de provocarme. ¿Sabes que esas mallas que te has puesto son muy ajustadas?

— Sí — digo en un susurro.

— Lo has hecho a posta...

— Sí — digo riendo.

Me da una palmada en el culo y me río. Me encanta provocarle y ahora es mi turno de sufrir.

Se pone delante mía y empieza a estirar, noto cada músculo debajo de su camiseta. Lleva una camiseta de tirantes así que sus brazos están visibles, saca músculo a posta y encima se agacha para estirar y tengo una vista perfecta de su culo.

No puedo evitarlo y ahora soy yo la que le da un azote.

Se da la vuelta con sonrisa pícara y salgo corriendo. ¡Es hora de empezar los 10 minutos de carrera!

Soy de risa floja, lo que hace que me alcance enseguida y me coja en brazos. Adoro a este chico. Me da un beso y seguimos con nuestra carrera, esta vez más despacio.

Justin se pone a nuestra altura y se ponen a hablar.

Voy a adelantarles para alcanzar a Katy pero una persona me corta el paso y se pone a mi lado. Es Mary.

No tengo ganas de discutir con ella así que la ignoro. Miro de reojo y sigue ahí, me está mirando pero yo continúo ignorándola.

— Te oí — dice, — te oí ayer en el comedor. No me gustaron nada los comentarios que hiciste sobre mí y Luke. No hables si no conoces el tema. — No contesto. — ¿Por qué no te metes en tus asuntos y nos dejas en paz a los demás?

— A que jode — la respuesta me sale del alma y Mary se queda pillada, no esperaba que le dijera eso. — Mary, deberías dejar a Luke. No es buena persona.

— ¿Y qué más te da? No somos amigas, nunca vamos a llevarnos bien.

— Eso da igual. Eres una mujer y nadie merece que le traten como él hace contigo. No me gustó nada lo que te dijo.

De repente abre mucho los ojos. — Así que eras tú — hace una pausa — ahora lo entiendo. Eras tú quien entró en el baño.

— Sí, fui yo.

— ¿Te gusta oír a los demás? ¿Te pone ver cómo lo hacen? Eres una pervertida.

— Di lo que quieras, pero lo que te dijo ayer no estuvo bien.

— No sé de lo que hablas — dice indiferente.

— Mary, amenazó con forzarte, ¿no te das cuenta de lo que está haciendo contigo?

— No oíste bien. Eso no pasó así — el color va abandonando poco a poco su cara.

— Piensa lo que quieras, si eres feliz obviando la realidad, adelante. Mira, nos odiamos, pero no entiendo por qué estás con él. Yo no podría estar con alguien que me trata como si fuera basura.

— ¡Te quieres callar de una puta vez! — Me empuja y caigo de rodillas.

¡Ay! Qué dolor...

— ¡Deja de darme consejos porque si estoy así es por tu maldita culpa! Llegaste aquí con tu cara de niña buena, indefensa y débil. ¡Todo era una fachada! Me quitaste a mi novio, me robaste a mis amigos, siempre ayudando a los demás como si fueras un alma caritativa, pero yo sé que no es así. ¡Eres una zorra!

Por el rabillo del ojo veo como Derek y Justin vienen corriendo a socorrerme pero no les doy tiempo, soy más rápida que ellos. Me levanto, me acerco a Mary y le suelto un bofetón. Ella se toca la mejilla con mirada lastimera. Luke viene tras ella, con andares de superioridad pero se detiene cuando le miro. Les estoy asesinando a ambos con la mirada.

— Ni se te ocurra — le amenazo. Se retira hacia atrás con las manos levantadas.

Vuelvo a mirar a Mary, ahora mismo no soy dueña de mí misma, lo veo todo rojo. Soy como un depredador que ha acorralado a su presa. Estoy harta de sus ataques, sus faltas de respeto y que siempre acabe herida tanto física como psicológicamente. Y esta vez no he podido controlarme.

Veo que se aleja cada vez más, pero soy yo la que se mueve en realidad. Cuando mis pies vuelven a tocar tierra, Derek se pone en mi campo de visión y me zarandea.

— ¡Luna! ¡Luna, vuelve!

Por fin reacciono, vuelvo a ser yo. Me está agarrando ambos brazos y me mira con preocupación. En realidad, todo el gimnasio me está mirando.

Me suelto de su agarre y me voy.

Entro en el vestuario, cierro la puerta y me siento en uno de los bancos.

Estiro la pierna izquierda y noto que me duele horrores.

Tengo muchas ganas de llorar, me siento la peor persona del mundo. Yo quería ayudar a Mary, no pegarla.

— ¿Luna? — Es Katy, ha entrando en el vestuario.

— Márchate.

— No me apartes, por favor — dice suplicando.

— No te aparto, pero necesito estar sola.

— Lo siento, pero no me voy a ir.

Asiento con la cabeza. — Katy, soy la peor persona del mundo.

— Cariño, no digas eso.

— Sí, sí lo digo y tengo razón. Yo quería ayudarla, dije que nadie se merece ser tratado así y voy yo y la pego. ¿En qué coño estaba pensando?

— En defenderte. Ella ha empezado. Tú sólo querías ayudarla y así te lo ha pagado. Te ha pegado ella primero y encima te ha insultado. Luna, eres buena persona, demasiado buena, ha dejado claro que no se merece ni tu ayuda ni tu preocupación.

— Aún así, he obrado mal. Me he rebajado a su nivel y encima delante de todos — me llevo las manos a la cabeza.

— Piensa que para los demás ha sido un espectáculo. Eres la primera persona que se enfrenta a Mary, y no sólo a ella, has dejado a Luke clavado en el sitio con tu mirada. Nadie había conseguido eso. Al final vas a ser famosa y todo. — Sonrío un poco. — Además, ¿a qué te has quedado a gusto? — Dice riendo.

— Bueno, un poco sí — me río yo también.

— Déjame ver tu rodilla.

— No — niego con la cabeza — seguro que está hecha mierda. Prefiero no verla.

Ya se empieza a notar el hinchazón, y eso que tengo las mallas puestas.

— Pero yo sí quiero verla — dice intentando levantar las mallas, pero son tan ajustadas que no puede. — Venga, levanta — me agarra las manos y me ayuda a levantarme.

Joder, ahora sí que me duele, apenas puedo apoyar la pierna en el suelo. Me bajo las mallas y se agacha.

— ¿Cómo está? — Digo mirando al techo.

— Eh... bien, voy a por el botiquín. No te muevas.

Sale corriendo del vestuario. Cojo aire y miro hacia abajo. ¡La ostia! Tengo la rodilla súper hinchada, están empezando a salirme moratones y encima la tengo llena de sangre. Maldita Mary, yo intentando ayudarla y me responde así. Si es que soy tonta. Al menos me siento menos culpable por el bofetón. A ella le dolerá la mejilla un día, a mi la rodilla varias semanas.

— Déjalo Katy, no traigas el botiquín, me voy a casa — digo cuando oigo la puerta del vestuario.

Pero no es Katy quien entra, es Derek.

— Derek — digo sorprendida — no puedes estar aquí.

— Me da igual — dice agachándose delante mía. — Joder, te juro que la voy a matar.

— Eh, tranquilo, no hagas nada, por favor.

— Pero, Luna...

— Ya se ha llevado un bofetón — digo avergonzada — no hagas nada más, no quiero meterte en problemas.

— Tú te has llevado una parte mucho peor — dice ayudándome a subir las mallas.

Me vuelvo a sentar y respiro aliviada. No sé cómo voy a llegar a casa.

— Me quiero ir a casa — le digo cabizbaja.

— Vamos — dice cogiendo mis manos — yo te llevo.

— No, pequeño. Aún queda una clase y no quiero que faltes por mi culpa. Llamaré a mis hermanos para que vengan y si no pueden llamaré a un taxi. No te preocupes.

— ¿Qué no me preocupe? ¿Tú te has visto? — Está enfadado. — Yo te he traído y yo te llevo. Vamos.

Coge mis manos y me ayuda a levantarme. Pasa su brazo por mi cintura y me ayuda a caminar. Agradezco su apoyo, apenas puedo andar. Ya me veía saliendo arrastrándome por el suelo.

Justo cuando salimos del vestuario nos encontramos con los profesores de Historia y Gimnasia.

— Madre mía Luna, ¿qué te ha pasado? — Pregunta el Sr Marin.

— Me he caído corriendo — ambos me miran, — he tropezado y he caído de rodillas.

— Voy a llevarla a casa — dice Derek.

— Claro, llévala y no os preocupéis por mi clase, no os pondré falta.

— Gracias, profesor — le digo agradecida.

— ¿Seguro que estás bien? ¿Quieres que llame a una ambulancia? — Pregunta la Sra Robins.

— No se preocupe, estoy bien. Seguro que sólo es el golpe, nada que un ibuprofeno y un poco de hielo no puedan solucionar.

Ambos asienten y nos dejan irnos.

Cuando salimos del edificio respiro hondo, el camino hasta el coche se me va a hacer larguísimo.

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