Capítulo LXII

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Cuando me despierto por la mañana, Derek no está a mi lado. Imagino que se habrá ido a clase. Cojo el móvil y miro la hora, son las 11.30h. Tengo dos mensajes, uno de Katy y otro de Derek.

Buenos días, princesa, he venido a clase para contarles a los profesores tu situación y que no te pongan falta. Esta tarde vuelvo a verte. ¿Cómo te encuentras? Espero que hayas dormido bien.
Un beso mi niña, pasa buen día.

Buenos días, pequeño. Te lo agradezco mucho, me encuentro algo mejor y he dormido bien, espero que tu también. Estoy deseando verte luego.

¡Nena! ¿Qué tal noche has pasado? ¿Te ha dado mucho el coñazo mi hermano? Jijijiji. Es broma, seguro que ha cuidado muy bien de ti. Mañana voy a verte, ¿vale? Que hoy me espera una tarde muy larga terminando los trabajos de mañana. ¡Qué rollo!

¡Bombón! Tu hermano es un encanto y me cuida como una reina, no tengo ninguna queja. ¡Ay Katy! Tú siempre dejando los trabajos para el último momento jajajja. ¡Que sea leve la tarde!

Mierda, mañana tenemos que entregar los trabajos de Historia y Literatura. Debería ir a clase, tengo que intentar hacer vida normal, total, sólo hay que ir a clase y sentarse en una silla, eso puedo hacerlo.

Oigo unos suaves golpes en mi puerta. — Adelante — digo en alto.

— Buenos días preciosa, ¿cómo te encuentras? — Es Tom, viene con una bandeja, me trae el desayuno, la pastilla y una bolsa de hielo.

— Buenos días precioso. Bien, he dormido bien. Gracias por subirme el desayuno.

— No iba a dejar que te murieses de hambre — dice riendo.

Se sienta conmigo en la cama y empiezo a comer el bol de cereales mientras pone la bolsa de hielo en mi pierna.

— Gracias por dejar que Derek se quedase a dormir.

— No se iba a ir, estaba muy preocupado y quería estar aquí contigo. Me pareció un gesto muy bonito por su parte no querer dejarte sola, así que no podíamos negarnos. Además, lo dijo con mucha seguridad, más que una pregunta parecía una orden — se ríe a carcajadas. — Ese chico me gusta.

Me río yo también. — Sí, es un chico muy seguro de sí mismo, a mí también me gusta. Por eso es mi novio.

— Esta mañana no quería irse a clase. Bajó a desayunar con muy pocas ganas, pero como dormías como un bebé se fue más tranquilo. Seguro que si hubieras pasado mala noche se habría quedado aquí contigo.

— Eso no lo dudo. Pero las pastillas que me dio Olivia eran fuertes y me quedé dormida enseguida.

— Sí, es ibuprofeno, pero el más potente.

— Bendita seas, Olivia — digo riendo. — Mañana me gustaría ir a clase.

— Luna, deberías quedarte y guardar reposo.

— Lo sé, pero mañana tenemos que entregar dos trabajos y son importantes — Tom me mira y no está nada convencido. — Hagamos una cosa, vamos a ver qué tal paso el día, y si me encuentro mejor, mañana voy a clase. Si no puedo ir, le diré a Derek que los entregue por mí. ¿Trato? — Le digo alzando mi mano.

— Vale, trato — accede apretando nuestras manos.

Termino de desayunar y Tom se marcha con la bandeja. Quiero darme una ducha, así que me levanto y cojo la muleta. Tengo que acostumbrarme a ella y empiezo a dar vueltas por la habitación. Me duele mucho la pierna, después de tenerla en reposo toda la noche ahora apenas la puedo mover, así que vuelvo a la cama y lo intento un poco más tarde.

Un par de capítulos de The Big Bang Theory después, lo vuelvo a intentar. Gracias a la pastilla ya me duele menos y puedo caminar mejor, ahora mi duda es cómo me ducho sin que se moje la venda. Es una buena pregunta. Pienso si tengo algo por mis cajones que pueda servirme, pero es inútil. Podría meterme en la bañera y dejar la pierna mala fuera, pero seguramente luego no me pueda levantar. ¡Qué mal! ¿Qué hago? Ya sé, una bolsa de basura. Cojo una bolsa de basura grande y la ato para que no se moje.

Salgo decidida de la habitación y voy a bajar las escaleras cuando llaman al timbre. Sam abre la puerta y tengo una visita sorpresa.

— ¡Hola! — Digo desde lo alto de la escalera. — ¿Qué haces aquí?

— ¡Hola nena! — Responde Anna. — He venido a ver cómo estabas.

Sube las escaleras y entramos a mi habitación.

— ¿Cómo te encuentras?

— Bien, estoy bien, ya me ves — digo riendo.

— Maldita chica, apenas la conozco pero la he cogido un asco... ¿Cómo se puede ser tan mala? Tú queriendo ayudarla y así te lo paga.

¿Lo sabe?

— Espera, lo sabes todo... ¿Todo?

— Sí. Justin me lo contó todo anoche y no quiero que te sientas mal. Tu conciencia puede estar tranquila. Hiciste lo que debías, espero que hayas aprendido la lección y no la vuelvas a ayudar — está enfadada.

— Puede, pero si en algún momento me pidiera ayuda, que no creo que pase, pero si lo hiciera sería tan tonta de ayudarla. Soy así — digo encogiéndome de hombros. — No puedo ver sufrir a nadie, por muy enemigas que seamos.

— Tienes un gran corazón, Luna. Debes aprender a protegerlo y a diferenciar quiénes merecen ayuda y quiénes no.

— Tienes razón, pero por mi forma de ser, creo que todos necesitamos ayuda. Yo tengo gente muy valiosa e importante en mi vida que me ayuda cuando lo necesito, pero creo que Mary no tiene a nadie y por eso se comporta así. Quiero pensar que en el fondo no es tan mala aunque de momento me ha demostrado lo contrario. Lo que sí he aprendido es que no debo acercarme a ella, al menos hasta que tenga la pierna curada y pueda defenderme yo sola.

Ambas nos reímos.

— Por cierto, ¿qué haces aquí? Es decir, has venido a verme pero, ¿no tienes clase?

— No, tenía un par de horas libres y he aprovechado para visitarte y traerte esto — dice sacando un plástico de una bolsa. — Es una cubierta impermeable, metes el pie por este agujero y te cubre hasta la mitad del muslo, es ajustable y apto para el agua.

— ¡No sabes cuánto te quiero! — Digo abrazándola. — Quería ducharme e iba a coger una bolsa de basura para cubrir mi pierna. Dime cuánto te ha costado que te lo pago.

— No, no te preocupes, tengo dos. Cuando era más joven tuve un esguince de rodilla, mi madre fue a la farmacia y en el paquete que compró venían dos. Quédate con este, yo no lo necesito.

— Muchas gracias de verdad.

— Dúchate, te ayudo si quieres.

— Gracias nena — digo levantándome de la cama.

Me acompaña al baño y me ayuda a quitarme la ropa. No me da vergüenza, ya nos vimos nuestros maravillosos cuerpos cuando nos disfrazamos para la fiesta de Halloween en casa de Justin. Entro a la ducha y Anna espera en mi habitación.

Cuando termino, ato mi albornoz y me siento en la taza del váter. Me seco, me quito la cubierta impermeable y me visto.

Regreso a la habitación y veo a Ana observando mi mural de fotos.

— ¿Te gusta?

— Es precioso. ¡Qué jóvenes salís en algunas fotos!

— Sí. Son fotos de nuestros viajes. Mira, aquí soy muy pequeña — señalo la foto mientras me río.

— Eras adorable. Bueno y ahora también.

— Sí, pero todos sabemos que somos más guapos cuando somos pequeños.

Ambas nos reímos, sabemos que tengo razón.

— Yo tengo uno parecido en mi cuarto, en la mayoría de fotos sale Justin.

La observo, lo dice con tristeza y su mirada cambia cuando habla de él. ¿Les habrá pasado algo? Hace poco le pregunté si estaba bien con Justin y me dijo que sí, que estaba decaída por la regla, pero ahora que la veo así no me lo creo.

— ¿Estás bien?

— Sí, ¿por?

— No quiero sonar grosera Anna, pero, ¿por qué has venido ahora? ¿Por qué no esperaste a la tarde a venir con Justin?

Suspira y agacha la cabeza, está muy claro que pasa algo.

— Justin y yo nos hemos distanciado un poco. A lo mejor estamos en etapas distintas de nuestras vidas o el problema es que yo me he acostumbrado a él.

— No te sigo.

— Hace mucho que no tengo pareja y me he acostumbrado a la compañía de Justin. Siempre estaba ahí pero, después de la fiesta de Halloween, empezó a alejarse. No mucho, es decir, somos amigos y seguimos hablando, pero siento que la relación no es como antes.

— ¿Le quieres?

— Sí, claro que sí.

— ¿Y, le amas?

— No. Le quiero con toda mi alma, es mi mejor amigo, pero no le amo. Quizá sólo le echo de menos y a veces me siento un poco sola.

— Eso tiene fácil solución. Cuando te sientas sola puedes venir, o me llamas y voy yo. ¡Ya lo tengo! La semana que viene mis hermanos se marchan de viaje, ¿te apetece que organice una fiesta de pijamas con Katy?

— ¡Pijama Party! — Grita aplaudiendo. — Claro que sí, me apetece mucho.

— Solucionado entonces. El fin de semana que viene tenemos fiesta de chicas — chocamos nuestras manos y cerramos el trato.

Poco después, Anna anuncia que tiene que marcharse. Le agradezco la visita, nos despedimos y se marcha.

Con la muleta me ayudo a bajar las escaleras y como con mis hermanos. Están muy liados con los preparativos del viaje así que me paso gran parte de la tarde sola en el salón.


Sobre las 18h me llama Derek.

— Hola pequeña. ¿Cómo estás?

— Bien, deseando verte, ¿y tú?

— Igual, pero voy a retrasarme. El partido de mañana es jodido y el entrenador quiere que nos quedemos más tiempo. No tenemos casi deberes, puedo darle a Katy tus libros para que te los lleve, o puedes esperar a que te los lleve yo y repasamos juntos.

— Mmm, creo que voy a escoger la segunda opción.

— Esa es mi chica. Llegaré sobre las 20h.

Nos despedimos y colgamos, estoy deseando que pase el tiempo.

A las 20h en punto llaman a la puerta, Derek llega puntual.

— Hola amor — se acerca y me da un beso largo, de los que me gustan.

— Hola cariño — le respondo cogiendo su mano. — Gracias por venir.

— Hoy apenas han mandado deberes, si quieres repasamos los trabajos que tenemos que entregar mañana.

— Claro, ¿los puedes bajar? Están en mi escritorio.

— Enseguida vuelvo.

Vuelve, repasamos los trabajos de ambos y están perfectos. El día lo he pasado más o menos bien, así que mañana quiero ir a clase.

— Mañana voy a ir a clase.

— No deberías, Luna. Es mejor que te quedes aquí.

— Ya lo he hablado con Tom. Está decidido, mañana voy a clase.

— Vale — dice levantando los brazos en señal de derrota. — Pero sabes que puedo entregar los trabajos por ti. He hablado con los profesores y me han dado recuerdos para ti. No te van a poner falta, más que nada porque te vieron cuando salimos del vestuario. Y ser tan buena alumna tiene sus ventajas, como podrás ver.

— Sí — me río — lo bueno de no faltar nunca es que cuando lo hago saben que es por algo más que justificado.

— Mañana paso a recogerte, así no puedes conducir. Así que te recojo y te traigo antes del partido.

— Si veo que me encuentro bien, puedo quedarme a verte jugar.

— No, mejor te traigo a casa. Mi madre me dijo que mañana por la tarde iba a pasarse por aquí a verte. Así te cambia el vendaje y mira cómo estás.

— De acuerdo entonces.

Poco después, entra Tom en el salón.

— La cena va a estar enseguida, ¿te quedas a cenar, Derek?

— Sí, muchas gracias.

— Y... si quieres puedes quedarte también a dormir.

Le miro y mi sonrisa ocupa toda mi cara. Tom me devuelve la mirada y me guiña un ojo.

— Claro, si no es molestia, me encantaría quedarme.

Cenamos los cuatro, como una familia. Me encanta que mis hermanos le hayan aceptado tan rápido, que se lleven bien los tres es un alivio para mí. No sé cómo pude dudar, mis hermanos son un encanto y Derek es un amor, en el fondo sabía que iban a llevarse muy bien.

Derek les ayuda a recoger la cena, después me coge en brazos y me sube a la habitación. Baja a por hielo y lo pone en mi rodilla.

— Me alegro de que te quedes a dormir.

— Yo también. Antes de venir pasé por casa y cogí ropa de repuesto, por si acaso.

— ¿Seguro que dormiste bien? ¿Te dejé dormir?

— Sí— dice riendo — te dormiste en una postura y cuando me desperté seguías en la misma.

— Menos mal — digo aliviada. — Hay noches que parece que ha pasado una estampida por mi cama — le digo riendo.

— ¿Estás segura de que quieres ir mañana a clase? — Dice Tom entrando en la habitación.

— Sí, de verdad, me encuentro un poco mejor. Además, es viernes. Tengo todo el fin de semana para recuperarme.

— Vale, buenas noches chicos.

— Buenas noches — respondemos los dos. Tom nos cierra la puerta y Derek apaga la luz.

Busca algo que ver en Netflix y pone una película de acción. No es muy tarde pero estoy cansada, será por el dolor que me deja agotada. Y si a eso le sumamos que Derek con una mano sujeta la bolsa de hielo y con la otra me masajea la pierna... Acabo quedándome dormida sin darme cuenta.

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