Capítulo LXIX

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— Mira nena, por allí vienen — dice Katy señalando la entrada del campo.

Por fin aparecen, estoy tan cabreada que si no hubiesen venido en los próximos 10 minutos habría entrado yo y le habría dicho cuatro cosas al director. Vaya ayuda, ante el acoso estamos completamente desprotegidos. Además, si hubiera denunciado, ¿qué habría conseguido? Mira lo que le ha pasado a Luke, le han detenido por los destrozos que hizo aquí y por agredir al entrenador, pero realmente no le ha pasado nada. Dos días en el calabozo y reclusión en su casa hasta nueva orden. Eso puede ser un castigo para cualquier otra persona, para Luke no. Su padre seguro que mueve algunos hilos y está de nuevo en la calle en muy poco tiempo.

Esa gente me da asco.

— Perdona preciosa, hemos tenido mucho lío y no hemos podido salir antes — se disculpa Tom tomando asiento a mi lado.

— ¿Qué ocurre? Nos has asustado con ese mensaje — Sam toma asiento al lado de Katy y ambas les miramos.

— Esta mañana he hablado con el director — ambos me miran expectantes —. Ha venido la madre de Mary a defender a su hija y el director me ha dicho que como no hay denuncia ni parte de lesiones no pueden castigarla. Sólo la han expulsado una semana — digo cabreada y derrotada a la vez.

— ¿Cómo dices? — Tom se está enfadando. Veo cómo se le hincha la vena del cuello y eso no es bueno.

— Eso no es todo — dice Katy —, ha intentado darle la vuelta a todo el asunto. Ha dicho que lo hizo todo bajo coacción por parte de Luke, que ella es inocente.

— Y que yo, sabiendo su situación, en vez de ayudarla la provocaba para que se metiera conmigo, que era yo quien iniciaba las peleas. Ella es un angelito y es inocente de todo — ahora estoy rabiosa. Aprieto tanto los puños que se me ponen blancas las manos.

— No me lo puedo creer. ¿Habláis en serio? — Dice Tom levantándose de su asiento.

— Sí — respondemos Katy y yo a la vez.

— Vamos Sam — le hace una señal y ambos salen del campo, van a hablar con el director.

— Tranquila nena, seguro que tus hermanos consiguen algo, ya lo verás.

— Ojalá tengas razón, pero tengo muy claro que no. Realmente no sé por qué les dije que vinieran. El director ya me lo ha dejado muy claro, sin denuncia, ni parte... Si al menos se lo hubiera dicho a él o a algún profesor no tendría nada a lo que aferrarse, pero tonta de mí no lo hice.

— Oye, ni se te ocurra culparte por lo que está pasando. Mira, los profesores aquí pasan un poco de todo. Salvo los profesores de Historia y Literatura, el resto pasan, mira la Sra Robins, casi os pegáis en su clase y no hizo nada — dice encogiéndose de hombros.

— Tienes razón, pero me siento ahora súper impotente.

— Es normal, nena, es normal — dice pasando un brazo por mi hombro.

Al cabo de un rato los chicos ya han terminado el entrenamiento. Cuando salen del vestuario mis hermanos aún no han llegado. Yo voy a quedarme allí a esperarles y todos se quedan conmigo.

— Pequeña — dice Derek dándome un suave beso en los labios —, no te agobies, verás como al final solucionan algo, confía un poco.

— Si yo confío, de verdad que sí, pero el director ya me lo puso muy negro esta mañana. Por cierto Justin, ¿has hablado con tu amigo el policía? ¿Hay alguna novedad?

— Sí. Me llamó esta mañana pero como estabas tan mal no quise decirte nada, iba a ir luego a verte a casa. Me ha dicho que el entrenador aún no ha presentado cargos, tiene un parte de lesiones que le hicieron en el hospital pero de momento no lo ha llevado a comisaría. Los que sí han denunciado han sido los padres de los alumnos de primer año, Luke tiene seis denuncias y está a la espera de un juicio rápido — ahora todo me concuerda, no te recluyen en tu casa con vigilancia por pegar a una persona —, por eso tiene una patrulla las 24h en su casa. No puede salir, salvo para ir a comisaría o al juzgado.

— ¿Hay fecha del juicio?

— Aún no. Espero que sea pronto porque las Navidades están a la vuelta de la esquina. Ojalá ese cerdo vaya a la cárcel.

— Podría, ya tiene 18 años, podría ir a la cárcel — apunta Alan.

— Se lo merece, la mirada que tenía cuando le detuvieron, esa mirada asesina... — digo recordando las imágenes que vi. Se me pone el vello de punta sólo de imaginarlas de nuevo.

— Sí, todos las hemos visto y eran escalofriantes — dice Katy —, verás como Luke se entere de que van diciendo por ahí que Mary lo hizo todo bajo coacción. En el momento en que salga de casa no va a tener pueblo para correr. Luke a demostrado que está muy loco...

— Luke es peligroso — dice Derek muy serio —. Chicas, de ahora en adelante, por favor, no salgáis solas a ningún sitio. Si podéis, esperad a que alguno de nosotros pueda acompañaros. No tiene por qué pasar nada, pero ha quedado claro que a Luke no le importa nada ni nadie. — Coge mis manos y me mira. — Pequeña, al menos tú prométeme que no irás sola, le prometí a tus hermanos que cuidaría de ti. Ayúdame a cumplir mi promesa, por favor.

— Claro que sí, está situación es horrible — respondo apretando sus manos. Respira hondo y pasa su brazo por mis hombros de manera protectora.

— Katy, sé que es difícil para ti pero, por favor, hazlo tu también — dice Alan un poco agobiado.

— Claro que sí, lo prometo también. Pero este fin de semana tenemos fiesta de pijamas — dice mirándome a mí.

— Y la haréis — responde Alan —, pero tenéis que asegurar todas las puertas y ventanas. ¿Vale?

— ¡Vale! — Respondemos las dos a la vez.

Minutos después vuelven mis hermanos y por su cara sé que no ha ido nada bien.

— Casi que mejor no comentamos nada — dice Sam.

— Nos ha dicho lo mismo que a ti, como no hay denuncia, tampoco parte de lesiones y el centro era desconocedor de la situación pues no pueden hacer nada por ti. Una maravilla todo. Maldito instituto — empieza a maldecir.

— Mejor nos marchamos a casa o acabaré quemando el edificio — Sam da media vuelta y se va al coche. Está muy cabreado.

— Sí, mejor nos vamos, hasta mañana chicos.

— Hasta mañana, Luna — me responden.

— Adiós, pequeño — le digo a Derek dándole un abrazo.

— Hasta mañana, amor — me besa en los labios y la frente antes de dejarme marchar.

Cuando voy a salir del campo, me giro para verles y están hablando entre ellos, seguro que están buscando la forma de ayudarme pero sé que no es posible.

— He hablado con Justin — les cuento mientras entramos en el coche. — Su amigo el poli dice que a Luke le han denunciado seis familias, por lo del acoso a los chicos de primer curso, por eso está recluido en su casa con una patrulla vigilando, está a la espera de un juicio rápido y sólo puede salir para ir a comisaría o al juzgado.

— ¿Y del entrenador sabe algo? — Pregunta Sam.

— Sí, que de momento no ha presentado cargos. Tiene su parte de lesiones del hospital pero no lo ha presentado en comisaría.

— ¿Y a qué espera? — Dice Tom indignado —. De verdad que no entiendo a la gente. Ese chico, si no le llegan a parar, a saber qué habría hecho con él. Supuestamente ya se ha dado cuenta de que no vale para nada, ¿no? Que era un mierda, por eso no le ha convocado en los últimos partidos. Ahora le agrede y no le denuncia. ¿En qué coño está pensando? — Está muy muy cabreado.

— Creo que sé la respuesta. ¿Vosotros creéis que el padre de Luke le ha podido amenazar? Porque no le veo sentido. Vale que haya sido un alumno ejemplar para él y creyera, en su mundo de luz y color, que Luke era el mejor de todos y que ganarían gracias a él, que tendrían fama y gloria y llegaría lejos. Pero se ha dado cuenta de que no es así. El único motivo que veo coherente es que le hayan amenazado y por eso no haya denunciado.

— Tiene sentido — dice Sam. — ¿Tú qué piensas, Tom?

— Que tiene mucho sentido. No encuentro otra explicación. Es eso, o que le tenga mucho aprecio a su familia y por eso no lo haga.

— Explícate.

— Hemos visto la vitrina de trofeos y aparece el hermano de Luke, hay una foto de ellos dos con el entrenador, Luke es más pequeño, estaría en primer curso. Puede ser otra explicación de por qué no lo hace, por aprecio.

— No lo sé. A lo mejor hay más motivos pero... No sé chicos, no me huele bien.

— A nosotros tampoco.

Se miran y respiran hondo, estamos los tres igual, rezando para que no ocurra nada malo.

El martes parece ser un día tranquilo, el director no sale de su despacho y no volvemos a hablar de Luke ni de Mary, no merece la pena perder el tiempo por ellos. Además, me sigo cabreando cada vez que pienso en ellos así que lo mejor es olvidarles, por el momento.

Por la tarde Olivia viene a visitarnos. Me da un abrazo cuando me ve y yo se lo devuelvo.

— ¿Cómo te encuentras, cariño?

— Muy bien, ¿y tú?

— Muy bien también. A ver esa rodilla.

Me quita la venda y se alegra al ver que ya está mucho mejor. La herida está casi curada y los moratones casi han desaparecido. Aún está un poco hinchada pero en unos días volverá a estar como nueva.

— En vez de vendarte voy a darte una rodillera. Úsala cuando tengas que salir y en casa te la quitas. ¿Te sigues tomando la pastilla?

— No, desde el sábado no me la tomo.

— Genial, ¿y la muleta?

— La voy usando cada vez menos. Creo que mañana voy a ir sin ella a clase — me pongo la rodillera y camino un poco por la habitación —, ya me duele mucho menos y así parece que la tengo más sujeta, camino mejor.

— Me alegra verlo, de verdad. Estaba preocupada por si no mejorabas.

— Yo tenía claro que sí, eres una gran enfermera, Olivia. Derek me contó lo que haces y te admiro muchísimo, todos lo hacemos. Eres una gran mujer.

— Calla, que me vas a hacer llorar — dice abrazándome.

— Muchas gracias por haberme ayudado, no sé qué hacer para compensarte.

— Nada, cariño. Lo hice porque quise y porque te quiero como una hija. Agradécemelo siendo tú misma y siendo feliz.

— Eso está hecho.

Con su mano me acaricia la mejilla y me peina unos mechones de pelo, como hacen las madres. — Tus hermanos me han contado lo que pasó ayer. Es una mierda.

— Sí, lo es.

— Tienes claro que no es culpa tuya, ¿verdad?

— Sí, claro que lo sé. Aunque el director me lo ha puesto muy difícil.

— El Sr Williams es un gilipollas — la miro con los ojos muy abiertos, pocas veces he visto a Olivia insultar a nadie —, sí, no me mires así, es la verdad. Ese hombre huye de los problemas. En cuanto alguien le planta cara no sabe cómo salir de ahí. Primero fueron tus hermanos y, bueno, no se lo esperaba. Pero cuando fue la madre de Mary... A esa mujer le tiene miedo medio pueblo, es una arpía, un demonio, y como le tiene más miedo a ella que a vosotros ha optado por contentarla, así se quita de problemas.

— Y porque sabe que nosotros no somos una familia influyente en este pueblo. Realmente estamos de paso, es el último año y sabe que me iré de aquí, a la universidad. Además, viendo mi expediente académico, sabe que mis hermanos tampoco van a quedarse aquí. Y si a eso le sumas que no somos conflictivos...

— Ahí le has dado.

— Prefiero no pensarlo — digo suspirando —. Disfrutaré de esta semana sin Mary.

— Haces muy bien. Ven, vamos abajo, tengo que proponeros una cosa.

Juntas bajamos al salón y nos sentamos con mis hermanos.

— ¿Os gustaría venir a cenar en Acción de Gracias?

— ¡Sí! — Respondo antes que mis hermanos.

— Claro que sí — responde Tom —, muchas gracias por invitarnos. ¿Qué vas a preparar?

— Siempre hago pavo y puré de patatas.

— Vale, nosotros haremos algo. ¿Os gustan las judías verdes y los huevos rellenos? — Pregunta Tom, sabía que no podía ir con las manos vacías. A parte, le encanta cocinar.

— Sí, claro que nos gusta pero no tenéis que llevar nada, no hace falta.

— Sí, sí hace falta, además, nos apetece — responde Sam.

— Vale, pues arreglado entonces. ¿A las 19h os viene bien?

— Perfecto.

Un rato después nos despedimos de Olivia. Estoy deseando que sea jueves.

Es miércoles y toca clase de gimnasia, aún no puedo hacer deporte, así que la profesora Robins les deja jugar un partido de fútbol y me nombra árbitro. Saca el potro y me siento encima así les veo mejor.

Toco el silbato y da comienzo el partido, eso va a ser divertido.

El partido está muy reñido, se lo han tomado en serio y están jugando muy bien. Se nota que no están los ex tortolitos por aquí porque hay muy buen ambiente.

« ¡Falta! »

« ¡Vamos Lucio, que te pesa el culo! — Me mira y me saca la lengua, no puedo evitar reírme. »

« ¡Buena jugada, Alan! »

« ¡Gol anulado, fuera de juego! »

Tony alza las manos y refunfuña, les ha costado mucho marcar ese gol pero no era válido.

— ¿Se te puede sobornar?

— Mm, depende, ¿qué me ofreces?

— Una cita conmigo — dice riendo.

Me río yo también y hace un gesto de dolor. — Eso me ha dolido.

— Corre, vuelve al campo que quedan 10 minutos.

Me saca la lengua de manera divertida y reanudo el partido.

Justo cuando quedan sólo dos minutos, le hacen una falta a Derek dentro del área, muy cerca de la portería.

«¡Penalti!»

Es Derek quien lo va a tirar y marca. ¡Gol! Toco el silbato y termina el partido.

Mi chico viene trotando muy contento, me baja del potro y me da un beso.

— ¡No vale! ¡Tienen al árbitro comprado! — Grita Lucio partiéndose de risa.

— Reconozco que tengo mis favoritismos, pero he sido objetiva — digo orgullosa de cómo he arbitrado.

— Era broma — dice Tony —, lo has hecho muy bien. Pero la próxima vez os vamos a ganar.

— Cuando quieras — dice Derek aceptando su reto.

Todos nos reímos y nos marchamos a los vestuarios. Ha sido un buen día.

Estoy ya metida en la cama cuando recibo un mensaje de Derek. Cada vez que veo su nombre se me acelera el corazón.

Estoy deseando verte mañana en la cena. ¿Quieres que pase a buscarte y pasamos el día juntos?

¡Me encantaría! Pero voy a ayudar a mis hermanos a preparar nuestra parte de la cena. Además... Me gustaría pasar con ellos estos dos días.

Lo entiendo. Me alegro mucho de que mi madre os invitara a cenar. Estoy impaciente por volver a verte.

Y yo a ti. Te quiero pequeño, buenas noches.

Te quiero, princesa. Buenas noches.

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