Capítulo LXX

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Es el día de Acción de Gracias y no hay clase, aún así me levanto temprano. Quiero aprovechar el día con mis hermanos y así les ayudo con la comida.

Cuando bajo a la cocina están terminando de preparar el desayuno, han hecho gofres y café y al olerlo se me hace la boca agua.

— Buenos días preciosos — les digo dándoles un abrazo.

— Buenos días preciosa.

— Buenos días hermanita.

Los tres nos abrazamos y me besan la cabeza. Sonrientes nos sentamos a desayunar.

Está buenísimo.

— Os ayudo a hacer la comida — les digo mientras recogemos el desayuno.

— Vale, nosotros haremos la guarnición de judías verdes. Anoche cocimos los huevos, si quieres encárgate de hacer el relleno.

— Vale, genial.

Justo cuando voy a ponerme manos a la obra me suena el móvil.

— ¡Hola!

— ¡Hola, nena! — Dice Katy emocionada. — ¡Mi madre ha invitado a la familia de Alan! ¿No es genial?

— ¿De verdad? ¡Qué bien!

— ¡Sí! Me ha preguntado Alan qué vais a llevar de comida.

— Guarnición de judías verdes y huevos rellenos.

— Vale, pues les digo que ellos si quieren lleven el postre porque sino va a ser mucha comida.

— Me parece bien. Estás muy emocionada, ¿a que sí?

— ¡Sí! Nosotros nos conocemos, viven en el pueblo desde siempre, pero nunca se han juntado nuestras familias como ahora. Y la verdad es que estoy un poco nerviosa.

— Ya me imagino pero puedes estar tranquila. Si ya se conocen no hay problema.

— Sí sí, lo sé.

— Además, tus padres son encantadores, seguro que les caen bien.

— Sus padres también lo son, ya lo verás.

— Ahora que lo pienso, Alan nunca habla de su familia.

— Ya... Bueno, luego les conocerás. Tengo que dejarte, mi madre quiere que preparemos la cena en familia.

— Nosotros hacemos lo mismo, luego te veo.

— Un besito neni.

Colgamos y vuelvo a la cocina, mis hermanos ya están liados cocinando.

— Era Katy, me ha dicho que van a venir también Alan y sus padres.

— Qué bien, ¿no? Aunque sus padres ya se conocen, imagino.

— Sí, me ha dicho que siempre han vivido aquí así que ya se conocen, aunque nunca se habían reunido en una celebración así.

— Siempre hay una primera vez para todo y ahora que son pareja seguro que se reúnen mucho más. ¿Tú les conoces? — Pregunta Tom.

— No, la verdad es que no. Tampoco habla mucho de su familia, es un chico un poco reservado.

— ¿Tampoco has estado nunca en su casa? — Pregunta Sam. Es una buena pregunta.

— No, sólo en casa de Olivia y de Justin. Bueno, y de Luke. En casa de Alan no.

— Pues esta noche les conoceremos, qué intriga — dice Tom riendo.

Me río yo también. Aunque sea un chico reservado me parece raro que no hable nunca de su familia, y más raro aún me parece que Katy no me cuente nada sobre ellos. Esta noche saldré de dudas.

Cojo los huevos y los parto por la mitad, saco la yema y la pongo en un plato. Agrego mayonesa, vinagre de sidra de manzana, sal y pimienta. Hago la mezcla y con una cucharilla voy rellenando los huevos.

Una vez terminados, los guardo en un tupper y recojo lo que ensucié.

Mis hermanos casi han terminado, Tom está guardando la guarnición en otro tupper y Sam está recogiendo así que me marcho al salón.

No quiero ver las noticias, no quiero que nada estropee este día así que hago lo mismo que todos los años. Busco la película, le doy al play y chasqueando los dedos al ritmo de La Familia Addams voy a buscar a mis hermanos a la cocina.

Se ríen cuando me ven, se unen a mí y juntos vamos al salón.

Es tradición para nosotros ver La Familia Addams el día de Acción de Gracias. Nos parece una película muy buena para ver en familia, lo hemos hecho desde que yo era pequeña y espero que sigamos haciéndolo durante muchos años.

La película termina y yo insisto en hacer la comida. Queda poco para que se marchen y quiero hacer algo por ellos, me apetece.

Su risa es la mejor recompensa, se ponen muy contentos cuando ven que he hecho su comida favorita, ¡huevos fritos con patatas!

— Recuerdo la primera vez que hiciste un huevo frito — ríe Sam — parecía cualquier cosa menos un huevo.

— ¡Oye! Tenía doce años, no cuenta. Además, quería daros una sorpresa.

— No le hagas caso, preciosa, estaba muy bueno.

— Lo dices porque siempre ha sido la niña de tus ojos — se queja Sam —. Cuando hice mi primer huevo frito no dijiste eso.

— Porque al menos el huevo frito de Luna era blanco, el tuyo era negro y estaba pegado en la sartén — contesta Tom riendo —. Tuve que tirar la sartén.

— ¿En serio? — No puedo aguantarme y río a carcajadas —. Ya sé por qué te dejó tu novia entonces.

— ¿Quién, Ali? No me dejó por eso. En realidad la dejé yo.

Miro a Sam enarcando una ceja, es mentira y lo sabe. — ¿Seguro que fue así?

— Pues claro.

— Yo creo que no — niega Tom con la cabeza —, yo creo que te dejó ella porque te pilló liándote con su hermana.

— Sí, me pilló pero yo ya la había dejado, lo que pasa es que ella aún no lo sabía.

Los tres nos reímos.

— ¡Serás golfo! — Me río y le tiro un cacho de pan.

— ¡Oye! Al menos no tiré a la basura mi primer traje, como uno que yo me sé.

— Dios... no me lo recuerdes — Tom se lleva las manos a la cabeza y se ríe.

— Todo el año ahorrando para comprarse un traje e invitar a su novia para ir al baile de instituto y cuando lo consigue y se lo compra, se lo pone y no le gusta. ¿Cuál fue su reacción?

— Sam...

— ¡Tirarlo a la basura! Se puso su chándal Nike y se presento así en el baile.

— No me lo puedo creer — voy a ahogarme de la risa. Todas estas anécdotas me suenan pero nunca me las habían contado de esta forma.

— Sí sí, así pasó, que años después cuando se reencontró con su novia del instituto alucinó, casi se le salen los ojos de las órbitas al verle de traje.

— Estuvo a punto de pedirme matrimonio — dice Tom riendo.

Abro mucho los ojos. — ¿Estás de coña?

— No. Ella ya se había casado y me dijo que se arrepentía. Que si llega a saber cómo sería de mayor no me habría dejado la noche del baile y se habría casado conmigo.

— Nunca hay que juzgar un libro por su portada — digo asintiendo con la cabeza. No sabe al gran hombre que perdió.

— Tú lo sabes bien, eh, hermanita.

— ¿Yo? ¿Por qué lo dices? — Le pregunto cruzándome de brazos.

— Porque si te llegan a ver la primera vez que te maquillaste...

— ¡No no! No vayas por ahí, era pequeña — le digo riendo —. Era mi primer maletín de maquillaje, era casi de juguete.

— Da igual, lo importante es que inmortalicé el momento y lo llevo conmigo siempre.

— No habrás sido capaz...

Coge su móvil y me enseña una foto de su galería. Aparezco yo, de pequeña, con dos coletas y la cara llena de maquillaje, madre mía que vergüenza.

— Parecías un oso panda — dice Sam riendo y guarda el móvil antes de que pueda quitárselo.

— Un oso panda muy mono — dice Tom partiéndose de risa.

Me encantan estos momentos, rememorar buenos recuerdos con mis hermanos, contar anécdotas, es lo mejor que hay en una familia y más en días como este.

Acción de Gracias y Navidad es el mejor momento para ello.

Terminamos de comer y cuando recogemos subimos a la habitación de Tom, nos tumbamos los tres en la cama y nos dormimos un rato.


— Preciosa, vamos, arriba. Tenemos que arreglarnos.

— Mmm.

— Venga — dice dándome un beso en la cabeza.

Va a levantarse pero me tiro, literalmente, encima de él y no le dejo. Sam se ríe y se va a levantar pero con mi pierna buena lo atrapo y cae de nuevo en la cama. Los tres nos reímos y nos hacemos cosquillas unos a otros.

Salgo de la ducha y abro mi armario, no puedo ponerme tacones así que decido ponerme algo sencillo. Cojo mis vaqueros nuevos azul oscuro, mi camiseta negra, la nueva que tiene letras grises y aberturas en los laterales y unas bailarinas negras.

Me seco el pelo y me lo aliso.

Me maquillo poco, sólo base de maquillaje, delineador, rímel y brillo de labios.

Mis hermanos van muy guapos, llevan vaqueros y chaqueta de vestir. Me gusta la combinación que han hecho.

Nos ponemos los abrigos, cogemos los tupper y vamos a casa de Olivia.

Llamamos al timbre y Katy nos abre la puerta. Está guapísima con un vestido sencillo de color azul.

Nos da un abrazo a cada uno y llevamos los tupper a la cocina.

— Hola, Olivia — saludo dándole un abrazo.

— Hola cariño. Qué guapos venís los tres.

— Lo mismo digo, estás bellísima Olivia — dice Tom besando su mano. Es un caballero.

— Hola, bienvenidos — dice Ted entrando en la cocina.

— Hola Ted — nos damos un abrazo y dejo que salude a mis hermanos.

— ¿Dónde está Derek?

— Está arriba, terminando de arreglarse. Sube a buscarle si quieres — me dice Katy guiñándome un ojo. No puedo decir que no, estoy deseando verle.

Tiene la puerta un poco entreabierta, me asomo y veo que está abotonando su camisa negra, está guapísimo y no puedo evitar llamar a la puerta y entrar.

— ¡Sorpresa! — Le digo dándole un abrazo.

— ¡Mi niña! No os he oído llegar — coge mi cara entre sus manos y me da un beso. Sonrío y se lo devuelvo, está guapísimo y me le comería a besos.

— ¿Te ayudo? — Me ofrezco mirando con sonrisa pícara.

— No podría negarme en otra ocasión — contesta riendo — pero ya casi he terminado.

Termina de abotonarse la camisa, se pone sus deportivas negras y da una vuelta delante mía.

— ¿Cómo estoy?

Me le como con los ojos. Se ha puesto su camisa negra conjuntada con unos vaqueros oscuros y sus deportivas. Está para comérselo, me encanta cuando se conjuntan así.

— Buenísimo y guapísimo.

— Vaya, igual que tú.

Coge mi mano y me hace dar una vuelta, después, pone su brazo en mi espalda y me acerca a él.

— Rectifico, tú estás mucho más buena y eres mucho más guapa.

— Déjame que lo dude — levanta la ceja y me río —, vale, somos la pareja más buenorra y guapa del mundo.

— Así está mejor.

Nos cogemos de la mano y bajamos las escaleras justo cuando llaman al timbre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro