Capítulo LXXXIII

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La noche la tengo un poco borrosa. No he bebido pero es como si estuviera viviendo todo fuera de mi cuerpo. Como si mi alma me hubiese abandonado para evitar el dolor.

El viaje lo hicimos en silencio y cuando llegamos a la cabaña, entré, subí corriendo las escaleras y me encerré en una habitación. Me tumbé en la cama y he pasado toda la noche mirando al techo.

No entiendo cómo han podido pasar las horas, desde que me tumbé aquí no he pensado en nada. Sólo he mirado el techo y he oído a Justin pasear arriba y abajo por el pasillo y no parar quieto en la planta de abajo.

Justin... Me da pena, me da mucha pena que haya querido acompañarme y yo no sea capaz de salir y darle las gracias.

Lo haría pero es que ahora mismo no siento nada. No siento dolor, no siento pena, no siento... nada.

Mi móvil lleva un rato vibrando y, aunque aún tengo la esperanza de que sea Derek, que me está buscando como un loco, sé que no es él.

Son mis hermanos, me han mandado un montón de mensajes.

Han hablado con Olivia, han visto mi vestido y el de Katy y dicen que vamos a estar guapísimas.

Me piden que les mande una foto mía, otra con Katy, otra con Derek y por último una de todos juntos.

Siento lágrimas en mis ojos cuando veo la petición de mis hermanos, ahora mismo están pidiendo un imposible. Estaba muy ilusionada por ir a mi primer baile con Derek, imaginaba lo guapo que estaría, lo mucho que sonreiría al verme y lo bien que lo pasaríamos. Se me parte el alma pero no me permito llorar, no merece que derrame ni una sola lágrima por él.

Siento alivio cuando me desean un buen fin de semana y me dicen que les llame si necesito algo, van a estar varios días de reuniones y apenas van a tener tiempo.

Es justo lo que necesito. Les envío una respuesta rápida deseándoles suerte y apago el móvil.

No he comido ni bebido nada desde ayer, cuando merendamos con Olivia. Hambre no tengo pero sed sí, me armo de valor y salgo de la habitación.

Bajo las escaleras y veo a Justin sentado en el sofá. Cuando me oye se levanta y me mira fijamente, pero voy directa a la cocina y me bebo dos vasos de agua.

Intento aguantar pero ya no puedo más. Cuando siento la mano de Justin en mi hombro, aprieto los puños y dejo que salga todo.

Justin me da la vuelta y me abraza. Me fallan las piernas pero él me coge y me lleva al sofá.

Suelto tal sollozo que, aunque no me diga nada, sé que su corazón también está dañado y llora conmigo.

Me acuna y me acaricia como un buen amigo haría, como hacía Derek cuando yo estaba mal.

Pasado un rato y tras tomar un par de tilas, ya me he relajado un poco.

— Me ha destrozado. Le entregué mi corazón en bandeja y lo ha roto en millones de fragmentos.

— Seguro que hay una explicación.

— Sabes que no la hay — le contesto derrotada. — Por más vueltas que le doy no entiendo cómo hemos llegado a esto. Ayer estaba bien, no le noté nada raro. No sé qué he hecho mal.

— No has hecho nada mal, cariño. No es culpa tuya.

— Y si no es culpa mía entonces ¿por qué duele tanto? ¿Por qué ha tenido que pasarme esto?

— A lo mejor le estaba diciendo que te dejara en paz. Ella intentó acercarse a ti durante unos días y a lo mejor la estaba advirtiendo para que lo dejara.

Le miro con guasa. — No te lo crees ni tú. Justin, yo estaba allí. Ella tenía su móvil, le enseñó la pantalla cuando le llamé y ambos se rieron. Estuve llamándole durante horas y ellos se estuvieron riendo de mí todo el tiempo. Encima... él tenía esa sonrisa... — no puedo evitarlo y lloro de nuevo.

— Quizá si vamos a buscarle...

— No — le interrumpo —, no quiero saber nada más de él.

— Katy te ha estado llamando, está muy preocupada.

— He apagado el móvil. Dile que estoy bien.

— No lo estás.

— Pero lo estaré — sentencio.

— ¿Ponemos la televisión? — Pregunta Justin intentando cambiar de tema y que el ambiente se destense un poco.

Asiento con la cabeza. Me recuesto en el sofá y durante horas vemos un montón de programas y series de televisión. No le presto atención a ninguna pero al menos el ruido de fondo hace que deje de pensar.

Alejo a Derek todo lo que puedo de mi mente.

He debido quedarme dormida en algún momento de la tarde porque noto cómo Justin me coge en brazos y me sube a la habitación.

No se lo impido, creo que me vendrá bien descansar un poco.

¿Derek? — Le llamo cuando abro la puerta de mi casa, pero no me contesta. — ¿Derek? ¿Estás ahí?

Sí, pequeña, siempre estaré ahí para ti.

Menos mal. Al fin le encontré.

Estaba muy preocupada, no sabía dónde estabas. ¿Por qué no me has llamado? O contestado, llevo escribiéndote todo el día.

Tranquila, fiera.

¿Fiera? — ¿Me está vacilando?

Sí, mi fiera.

¿Me estás vacilando o estás juguetón?

Contigo siempre estaré juguetón, mi niña.

Esas palabras, hacen que me encienda. Sólo él sabe hacer que mi cuerpo reaccione así.

Subo las escaleras y le busco pero no le encuentro por ninguna parte.

¿Dónde estás? No puedo encontrarte.

Siempre estaré aquí.

Define aquí.

Pero no me contesta. Intento abrir la puerta de mi habitación pero no puedo. Sé que está dentro, puedo oírle pero no me deja entrar.

Pequeño, estoy aquí, déjame entrar.

(... Silencio...)

¿Derek?

De repente empiezo a oír gemidos. Le doy empujones a la puerta pero no consigo abrirla.

¿Derek? ¿Qué está pasando?

(... Risa femenina ...)

¿Qué coño? — Le doy una patada a la puerta y consigo abrirla.

Lo que me encuentro hace que se me pare el corazón.

Siempre estaré ahí, para ti. Te quiero, Mary. Te quiero con todo mi ser — le dice a Mary mientras la penetra profundamente y ella gime de placer.

Te dije que me lo ibas a pagar — dice Mary mirándome a mí. Coge la cara de Derek entre sus manos y le besa, le besa tan profundo que siento ganas de vomitar.

Intento salir de la habitación pero la puerta ha desaparecido. Doy golpes por todas las paredes pero no se abre ninguna puerta secreta, ningún hueco cede.

A la desesperada intento ir a la ventana pero hay barrotes y no puedo salir.

Me quedo inmóvil en esa habitación, inundada por los gemidos de Derek y Mary.

¿Es mi castigo? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Justo antes de volverme loca, una puerta se abre. Corro hacia ella pero no hay suelo, estoy cayendo al vacío.

Me despierto de golpe, sudando y con la cara empapada de tanto llorar. El corazón me late a mil y me falta el aire.

Corro hacia la ventana, la abro y saco la cabeza. Necesito respirar.

Malditos... Me han jodido la vida.

Veo un coche aparcado junto al nuestro y, aunque no es el de Derek, salgo corriendo de la habitación rezando para que no me haya encontrado.

Desde el pasillo oigo voces y me siento aliviada cuando no oigo la voz de Derek. Es Christian.

Están hablando sobre mí. Les doy pena y sienten lástima por la situación.

Ya, bueno, yo también me doy pena a mí misma. Haberme fiado de él... Parece que no he aprendido nada.

— ¿Ellos lo saben? — Pregunta Christian.

— No, aún no y justo ahora no es un buen momento.

— Lo entiendo. Llámame si necesitáis cualquier cosa.

— Gracias.

Se hace el silencio durante un momento y se cierra la puerta.

Bajo las escaleras y veo a Justin apoyado en la puerta, mirando cómo se va Christian.

— ¿Qué no sabemos?

— Luna, ¿Cómo estás?

— No me cambies de tema. ¿Qué no sabemos?

Justin me mira pero no dice nada.

— Joder, Justin. Christian es policía y si ha venido es porque ha pasado algo malo.

— Ven — dice tendiéndome su mano —, tengo que contarte una cosa.

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