Capítulo XCV

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Me despierta una avalancha de besos por toda la cara. Abro un ojo y veo a Derek prácticamente encima de mí, atrapando mi cuerpo bajo el suyo, dándome besos por todas partes. En la frente, las mejillas, la nariz, la barbilla y cuando me da un beso en los labios, atrapo su labio inferior con mis dientes y rodeo su cintura con las piernas.

— Te has despertado juguetona — me dice Derek en tono sensual.

— Tú me pones siempre juguetona. Buenos días, amor.

— Buenos días, mi niña.

Se pega más a mí y nos besamos profundamente. Hago presión con mis piernas para dejarle completamente pegado a mí y cuando siento su erección contra mi centro de placer sé que el día va a ser increíble o, al menos, va a empezar de una manera maravillosa.

Derek me detiene justo cuando voy a salir por la puerta de la habitación y me peina la cabeza con sus dedos.

— Creo que mejor me cojo un moño — le digo muerta de vergüenza.

Si normalmente me levanto con el pelo difícil de domar, ahora ya está imposible después de la sesión de juego que hemos tenido.

Cojo una goma y me hago un moño, me miro en el tocador antes de salir y bueno, está medio decente, con eso me vale.

Cojo su mano y juntos bajamos a la cocina.

— Buenos días — nos dice Sam poniéndonos una taza de café a cada uno.

— Buenos días — le respondemos los dos a la vez. — Gracias — le doy un abrazo y cojo mi taza de café.

— ¿Estáis listos para la fiesta de esta noche? — Pregunta Tom entrando en la cocina muy contento.

— ¡Sí! Tengo muchas ganas — respondo emocionada. — Va a ser genial. ¿A qué hora tenemos que estar allí?

— Olivia me mandó un mensaje diciendo que la reserva es a las 21h. Hemos quedado a las 20h en su casa para salir todos juntos.

— Parece ser que Olivia tiene una invitada de más y quiere que nos repartamos en los coches para no ir tan apretados — explica Sam.

— Sí, mi madre ha invitado a una compañera del voluntariado — aclara Derek. — Nuestro coche es grande pero si voy con vosotros ellas irán más cómodas.

— Te acoplas en nuestro coche, ¿eh? — Dice Sam con sonrisa picarona.

— Si no os importa, claro — sonríe Derek.

— Claro que no nos importa — sonríe Tom también. — ¿Es la mujer de la que nos has hablado?

— Sí, es Ellie — respondo contenta. — Es una mujer muy simpática y buena, os va a encantar.

— No lo dudo.

Cerca del mediodía, Derek anuncia que se marcha.

— ¿De verdad tienes que irte?

— Sí. Quiero plancharme bien el traje para estar muy elegante esta noche.

— Seguro que lo vas a estar. ¿Te vas a poner el mismo traje del baile?

— Sí, pero no sé si usar corbata o pajarita.

— Ambas cosas te quedan bien — le digo en tono sensual. — Realmente todo te queda bien.

— Eres una zalamera, ¿lo sabías? — Me río ante su comentario. — La verdad es que me gustaría ir a juego contigo.

— Ponte entonces la corbata dorada. Pega con mi vestido y resalta mucho tus ojos azules. Te queda muy bien.

— Decidido entonces, iremos a juego esta noche. Estoy deseando verte de nuevo con ese vestido puesto. Parecías una diosa.

— He ascendido entonces, he pasado de princesa a diosa — digo muy orgullosa de mí misma.

— Lo eres todo, pequeña. Para mí lo eres todo.

Pongo morritos y me lanzo a sus brazos para besarle. Invado su boca de tal forma que como no se vaya ahora mismo ya no le dejaré ir jamás.

— Vete — le digo separándome de él. — Vete o no te dejaré marchar.

— Vale, vale. Ya me voy. Te veo esta noche — me besa la frente y se marcha corriendo mientras los dos nos partimos de risa.

Ayudo a mis hermanos a preparar la comida aunque hacemos algo sencillo. No queremos comer mucho, el menú de esta noche es un poco caro pero merece la pena, incluye mucha comida, así que vamos a hacer hueco para la cena como el día de Nochebuena.

Cuando terminamos, recogemos y los tres vamos al salón. Cogemos una foto de mi padre, la ponemos en la mesita pequeña que tenemos al lado del sofá y nos sentamos a su alrededor.

Nos cogemos de las manos y en silencio, damos gracias por el año que hemos pasado, por todas las cosas buenas que han pasado y por haber aprendido de las malas, por haber conseguido cumplir un año más el deseo de nuestro padre en Navidad y le damos las gracias por cuidarnos siempre.

— Te echamos de menos, papá — susurra Sam.

— Gracias por todo, te noto siempre cerca y eso hace que pueda seguir adelante — dice Tom con la voz un poco rota.

— Te queremos, papá. Siempre te llevaremos en nuestros corazones — termino yo.

Es cierto que era pequeña cuando mi padre falleció, pero a mi mente acuden muy buenos momentos con él. Como cuando me cogía en brazos y me lanzaba al aire, cuando me subía a su espalda y fingía que montaba un caballo él me agarraba fuerte y corría por toda la casa haciendo los ruidos de los cascos al tocar el suelo. Me animaba siempre a conseguir mis sueños, a luchar por ellos. Él me regaló mi primer libro. Me hizo la colección completa de libros de Disney y me aficionó a la lectura.

También me compraba muchos juguetes de dinosaurios, sentía pasión por ellos y fue mi padre quien me dijo que no tuviera miedo, que no hiciera caso a los niños del cole, se reían de mí porque les parecía una tontería estudiar algo que ya estaba muerto, que no existía. Él me dijo que si quería estudiar a los dinosaurios y mi sueño era desenterrar uno, que lo hiciera. Me explicó que eso se llama Paleontología y me dijo que estaría súper orgulloso de tener una hija paleontóloga. Eso me caló tanto que lo convertí en mi sueño y en mi meta personal.

Juré que iba a luchar por conseguirlo, y eso estoy haciendo.

Nos damos un abrazo y respiramos hondo. Hemos conseguido que las Navidades sean felices, que Nochebuena y Navidad lo pasemos bien, riamos, cantemos y bailemos, pero Nochevieja y Año Nuevo es distinto.

Significa que cambiamos de año, otro año más que viviremos sin mi padre. Le echo de menos pero seguro que no tanto como mis hermanos. Al fin y al cabo mi padre trabajaba mucho para mantenernos a los tres y desde siempre me han criado mis hermanos. Hicieron lo imposible para que yo fuese feliz y no le echase tanto en falta y puede que en parte lo consiguieran. Pero ellos lo pasan realmente mal.

Quizá si nuestra madre no nos hubiese abandonado todo habría sido distinto. Ahora estaríamos felices los cinco.

Lo he pensado muchas veces, que si nuestra madre no se hubiese ido, nuestro padre no habría tenido que hacer horas extras y no habría muerto esa noche lluviosa cuando volvía tan tarde de trabajar.

«No, Luna, no vayas por ahí. Eso te ha amargado durante mucho tiempo, no puedes volver a eso» me regaña mi conciencia y le doy toda la razón.

Voy a conseguir que sea un día de celebración, así que me acerco al equipo de música y empiezo a cantar al ritmo de Wake me Up de Avicii, mis hermanos sonríen y se unen a mí.


A las 17h me meto a la ducha. Me lavo bien el pelo, el cuerpo, me depilo y con la toalla puesta me paro delante del vestido.

No sé muy bien cómo peinarme, me gustó mucho la trenza de raíz que me hizo Olivia pero yo no sé hacerla y mis hermanos tampoco.

No voy a llamarla para que me ayude, tengo que improvisar algo.

Cojo el móvil y miro peinados sencillos en internet hasta que se me ocurre una cosa muy sencilla y que sirve para todo tipo de conjuntos.

Me seco el pelo, me lo rizo un poco para darle volumen y me pongo el vestido.

Me separo el pelo en tres partes, lo peino hacia el lado izquierdo y me hago una trenza que dejo caer sobre mi pecho.

Queda suelta, bonita y enmarca muy bien mi cara.

Me hago un selfie y se lo mando a Katy.

¿Qué te parece?


¡Me encanta! Yo le dije a mi madre que quería unas trenzas boxeadoras pero se ha negado.


¡Menudas ideas tienes!


No puedo evitar reírme. ¿Cómo se le ocurre ponerse unas trenzas boxeadoras con un vestido como el suyo? Esta Katy...

Cojo la goma que sujeta mi trenza y la cambio por dos pequeñas de color amarillo, así me pega con el vestido.

Ahora cojo el kit nuevo de maquillaje que me regaló Katy. La base tiene un tono perfecto para dar un poco de color y que quede natural.

Me rizo las pestañas, me pinto con el delineador la raya en el párpado superior y me echo rímel.

La paleta de sombras de ojos es muy amplia y juego con el dorado y el blanco para aclararla un poco y que no desentone tanto. La difumino bien y queda perfecta.

Extiendo un poco de colorete sobre mis mejillas y me pinto los labios con un pintalabios nuevo que trae el kit, es un rosa muy clarito, casi como el color carne, da un poco de color y queda precioso.

Me fijo en que por primera vez en mucho tiempo no me hace falta ponerme corrector.

Sonrío ante la imagen que me devuelve el espejo.

Me pongo los zapatos dorados de tacón, guardo mis cosas en el bolso y al abrir la puerta veo que los tres salimos a la vez de nuestras habitaciones.

— Estáis impresionantes — les digo a mis hermanos cuando les veo. Se han puesto los trajes que les regalaron Olivia y Ted y están para comérselos.

— Tú estás... uauh, te había visto en las fotos del baile pero en persona es muchísimo mejor — dice Tom. — Estás preciosa.

Sam silba, coge mi mano para que me gire, me da una vuelta y silba de nuevo.

Nos ponemos los abrigos y vamos a casa de Olivia. Llegamos a las 20h en punto. Voy a bajar del coche para avisarles pero no hace falta, en cuanto oyen el motor salen de la casa, Ellie está con ellos.

— ¿Esa es Ellie? — Pregunta Tom. Eso que noto en su voz es... ¿sorpresa?

— Es muy joven, ¿no? — Pregunta Sam.

— Sí, esa es Ellie. Creo que es más o menos de la edad de Olivia, debe conservarse bien.

Van todos muy elegante y por fortuna Katy no lleva puestas las trenzas boxeadoras, no descarto verla con ellas un día de estos.

Derek se despide de su familia y se acerca a nuestro coche.

— Hola, pequeña. Estás preciosa. Todos estáis muy guapos — dice cogiendo mi mano y besándola.

— Tú también estás muy elegante, Derek — responde Sam. Tom no quita ojo al coche de Olivia.

— Estás guapísimo — le digo cogiendo su mano y no soltándola en todo el camino.


Cuando decían que el restaurante estaba encima de un acantilado era verdad. Atravesamos unas puertas con los coches y subimos una cuesta muy empinada, hay varias curvas y al final llegamos a un aparcamiento que está repleto de coches.

Aparcamos uno al lado del otro y vemos a Alan, Emily, Lucy y Mike en la puerta esperando.

— ¡Hola! — Nos saluda Lucy. — ¡Estáis todos guapísimos!

Nos acercamos a ellos y les abrazamos. Me agacho para quedar a la altura de Emily.

— Estás preciosa esta noche, mi querida princesa — se ríe tímida y nos da un abrazo a Katy y a mí. Katy coge su manita y la lleva dentro.

Le doy un abrazo a Alan, Derek le da un apretón de manos y entramos al restaurante.

Es lo más elegante que he visto en mi vida. Tiene lámparas de araña con diamantes colgadas del techo, la iluminación es fantástica y los camareros van muy elegantes.

Tanto el suelo como las paredes son de un tono crema que queda perfecto y crean un ambiente acogedor a la par que elegante.

Nos llevan a un reservado que tiene una mesa enorme y redonda para que todos estemos cómodos y juntos.

Me fijo que tiene una terraza y desde mi sitio puedo ver la inmensidad del mar, luego quiero salir a verlo, tiene que ser espectacular.

El camarero nos toma nota de las bebidas y nos anuncia que enseguida empezarán a traer los platos.

El menú ya lo habían acordado y habrá de todo, se podrá elegir entre carne o pescado más todos los entrantes para compartir que incluye.

Estar aquí todos juntos me hace muy feliz.

— Vamos a brindar — dice Olivia cogiendo su copa — y decimos nuestros propósitos de Año Nuevo.

— ¿Eso no se dice después de cenar? — Pregunta Katy.

— Así matamos el tiempo mientras esperamos a que traigan la cena — dice Lucy poniéndose de pie.

El resto la imitamos y pensamos en nuestros propósitos.

— Nosotros tenemos claro el nuestro — dice Tom mirando a Sam. — Queremos que nuestra empresa crezca más y prospere.

— Y hacer todo lo posible para que tú, querida hermanita, seas feliz — añade Sam.

Les sonrío y les doy un abrazo. Son unos hermanos increíbles.

— Pues mi propósito de Año Nuevo será aclarar mi cabeza. Decidir qué quiero ser en el futuro y pasar un año increíble junto a ti — coge a Alan de la mano y le sonríe.

— Mi propósito es esforzarme al máximo para que un equipo profesional apueste por mí y llevarte a conocer el mundo — dice Alan cogiendo suavemente la cara de Katy entre sus manos y dándole un beso en los labios.

— ¡Qué bonito! — Dice Olivia. — Pues mi propósito de Año Nuevo es que seáis todos muy felices. Deseo felicidad para todos.

— ¡Y salud! — Apunta Ted levantando su copa.

— Nosotros queremos lo mismo, ayudaros en todo lo que necesitéis para que todos seáis felices — añaden los padres de Alan.

— Mi propósito, es... — Emily está subida encima de la silla y piensa en su propósito. — Llegar a ser una princesa.

Todos nos reímos con ella y Lucy le asegura que eso ya lo ha conseguido.

— Mi propósito de Año Nuevo es esforzarme al máximo para poder entrar en la universidad que quiera, y así poder seguirte vayas donde vayas — Derek me da un suave beso en la mano y me sonrojo hasta que siento mi cara arder.

— El mío es igual que el tuyo. Mi propósito es que podamos estudiar juntos en la misma universidad y vivir una vida feliz junto a ti.

Mis hermanos aplauden y silban ante tales declaraciones de amor por parte de las dos parejas.

— ¿Cuál es el tuyo, Ellie? — Pregunta Oliva.

— Ayudar a todas las personas que lo necesiten — dice con voz tímida.

— Es un propósito muy bonito — añade Lucy.

Levantamos nuestras copas y brindamos.

Durante la cena hablamos todos salvo Ellie, que parece un poco cohibida, está sentada justo enfrente de nosotros y no para de mirar a Tom. A lo mejor le intimida, o le gusta. Es un chico muy guapo y la verdad es que impone bastante. Tom por el contrario no se percata de ello, está inmerso en las conversaciones y se lo está pasando bien.


Al terminar de cenar, el camarero viene a tomar nota de los postres pero yo estoy llena, la mayoría piden cafés salvo Emily que quiere un helado.

Yo digo que no quiero nada, doy las gracias y aprovecho para salir a la terraza.

Es impresionante, me apoyo en la barandilla de piedra y la inmensidad del océano me deja perpleja. Oigo las olas romperse bajo mis pies y me imagino la cantidad de vida submarina que debe haber en esa zona del mar.

— Es precioso, ¿verdad? — Pregunta Derek poniéndose a mi lado.

— Sí, es impresionante.

— Tengo muy buenos recuerdos del mar, de la playa, de un restaurante como este...

— Yo también — me pego un poco más a él y apoyo mi cabeza en su hombro. — Parece mentira cómo pasa el tiempo. Hace nada nos llevábamos como el perro y el gato y ahora...

— Las cosas cambian. A veces pienso que estábamos destinados a estar juntos. Hemos superado cosas muy difíciles y hemos seguido adelante. Creo que eso sólo lo consigue el amor verdadero.

— Puede ser — le contesto con una sonrisa. — Hace unos meses no estaba nada segura, menos mal que me atreví.

Derek me mira sin comprender.

— Aquella noche, cuando me besaste en la playa supe que me estaba enamorando de ti y pensé que era un problema. No paraba de darle vueltas y tenía mucho miedo. Pero me dije a mí misma: Luna, atrévete a enamorarte. Vive el momento y sé feliz.

— Me encanta que seas tan atrevida, amor. Y me alegro de que lo hayas hecho.

— Lo hice, y me enamoré perdidamente de ti.

Nos separamos y nos ponemos uno frente a otro, cogidos de las manos.

— Te amo, Luna Miller. Te amo muchísimo — confiesa mirándome a los ojos.

— Yo también te amo, Derek Jones. Más de lo que imaginas. Eres mi primer amor y también espero que seas el último.

Le rodeo el cuello con mis brazos y él rodea mi cintura, nos acercamos hasta que nuestros labios se rozan y nos besamos con deseo, con ternura y con amor, con mucho amor.

Rompo el beso cuando oigo unos ruidos extraños. Le miro y parece que Derek también los ha oído.

Miro hacia el interior del restaurante buscando de dónde viene pero no le encuentro explicación. A quien veo es a Tom, está de pie de espaldas a nosotros y está hablando con Ellie.

— Parece un poco intimidada — le digo a Derek.

— No la culpo, tu hermano intimida y más cuando va vestido así. Parece un ejecutivo muy poderoso.

— ¿Crees que a Ellie le gusta mi hermano?

— Puede ser, es un tío muy atractivo.

Volvemos a oír esos ruidos y miramos al mar. No puede ser.

— ¡Mira! — Digo señalando el mar. — ¡Son delfines!

Les vemos saltar bajo la luz de la luna llena que ilumina el mar por completo. Hasta podemos oír cómo hablan entre ellos, los sonidos que hacen.

— Es un presagio de buena suerte, seguro que este nuevo año va a ser increíble — Derek vuelve a besarme y nos quedamos viendo a los delfines, olvidándonos del resto del mundo.


— ¡10... 9... 8... 7...! — Oímos que gritan todos.

— Es momento de volver — coge mi mano y con una sonrisa entramos corriendo al salón.

— ¡3... 2... 1...! — Gritamos con el resto. — ¡Feliz Año Nuevo!

Derek y yo nos besamos y después voy corriendo abrazar y besar a mis hermanos. Abrazo también al resto y salimos a la terraza para ver los fuegos artificiales que lanzan.

Quedan increíbles sobre el mar.

Ya no hay ni rastro de los delfines, el ruido les habrá asustado pero ha sido una experiencia maravillosa verles.

Pasamos la noche bebiendo, bailando y cantando todos juntos hasta que amanece.

Mis hermanos, al igual que Ted y Mike son responsables y no beben apenas, para poder conducir de vuelta. El resto sí que bebemos bastante y cuando volvemos a los coches vamos bastante perjudicados.

Derek se aclara la garganta y se acerca a su madre y a mis hermanos. — ¿Puedo dormir con Luna esta noche?

— Vamos, sube — dice mi hermano mientras le abre la puerta del coche. Olivia le da un beso y se sube en su coche.

Me monto yo también y me quito los zapatos, me duelen un montón los pies.


Cuando llegamos a casa, Derek me coge en brazos porque me niego a volver a ponerme los zapatos y él no me deja salir descalza.

Subimos las escaleras y entramos en mi habitación.

Me quito el vestido y en ropa interior voy al baño a quitarme el maquillaje.

Cuando vuelvo, Derek está en calzoncillos desabrochándose la camisa. Le abrazo desde atrás y le ayudo. Se la quito acariciando cada milímetro de sus brazos y dejando besos por el camino.

Le oigo suspirar, sé que eso le ha encendido.

Se gira y me baja las tiras del sujetador. Me muerdo el labio y con su dedo hace que lo suelte, se agacha y lo muerde él. Baja sus brazos por mi espalda y cuando llega a mi culo, hace fuerza y me coge, enlazo mis piernas alrededor de su cuerpo y me lleva a la cama.

Se pone sobre mí, me quita el sujetador y empieza a jugar con mis pechos. Yo aprovecho y le agarro del pelo, le araño la espalda y le suplico que lo haga.

— No necesito preliminares, te necesito a ti.

Sonríe en respuesta, coge un preservativo, se lo pone y me quita la bragas.

Atrapa mi cuerpo bajo el suyo y poco a poco me penetra. Siento que me derrito de placer bajo su toque y cuando rato más tarde llegamos juntos al clímax sé que hemos empezado el año con muy buen pie.



«¿Quién cojones está llamando al timbre tan temprano?» Pienso mientras maldigo al que lo hace. No sé qué hora es pero decido ignorarlo y me doy la vuelta. Abrazo a Derek y vuelvo a oír el timbre.

— Joder... — Maldigo en voz baja para no despertarle.

Salgo y veo que las habitaciones de mis hermanos están cerradas, no se han enterado. Vuelven a tocar el timbre mientras estoy bajando las escaleras.

— ¡Ya voy! — Grito de mal humor justo cuando oigo abrirse una de las puertas de la planta superior.

Abro la puerta de mala gana y me quedo sorprendida al ver quién es.

— ¿Ellie? ¿Qué estás haciendo aquí? — Le digo frotándome los ojos. Creo que todavía estoy borracha.

— Luna, anoche te mentí. Os mentí a todos.

— Perdona pero no entiendo. No puedes esperar, no sé, ¿a otro momento?

— No, no puedo. Luna anoche no dije toda la verdad. Tengo otro propósito.

— Muy bien — digo apoyándome en el umbral de la puerta. Se me está poniendo dolor de cabeza y no tengo paciencia para escucharla ahora. Voy a girarme para ver quién está bajando las escaleras cuando Ellie coge mi mano entre las suyas.

— El propósito más importante de este año es que quiero recuperar la relación con mi hija. Y estoy aquí para cumplirlo.

— Espera. ¿Qué?



Continuará...


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