Capítulo XCIV

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— Parece mentira que mañana sea Nochevieja — le digo a mis hermanos mientras desayunamos.

— Sí, asusta ver lo rápido que pasa el tiempo — me contesta Tom pensativo. — ¿Seguro que estarás bien?

Van a irse en un par de días y les preocupa que algo malo pueda volver a pasar. Les entiendo pero ahora que he vivido todo esto sé que Derek y yo somos más fuertes.

— Sí, no os preocupéis, estaré bien. Todos estaremos bien. He aprendido la lección y seguro que este nuevo año será fantástico, tengo un buen presentimiento.

Cogemos nuestras tazas de café y brindamos por ello.

Hoy sí que aprovechamos y limpiamos la casa. Ponemos música y así nos lo pasamos mejor. Me encantan estos momentos con mis hermanos.

Derek llama al timbre y tardo sólo 2 segundos en abrir la puerta y lanzarme a sus brazos.

— ¿Estabas esperando detrás de la puerta?

— Sentada en las escaleras — le digo sonrojándome. — Tenía muchas ganas de verte.

— Y yo a ti — nos damos un beso y vamos hacia el coche.

Llegamos pronto y nos sentamos en uno de los bancos a esperar a los demás. Pasa su brazo por mis hombros y me recuesto sobre él. Hace frío pero ha salido el sol y no se está nada mal. Cierro los ojos y disfruto del buen día en buena compañía.

— ¿Os apetece que vayamos a los billares? — Pregunta Alan. — Me apetece echar una partida.

— Claro, vamos — responde Derek. Coge mi mano y empezamos a caminar.

Vamos andando y llegamos enseguida. Nos sentamos en una de las mesas y pedimos algo de beber.

— Esta mañana ha llamado el padre de Luke a mi madre — empieza Alan pero Katy le corta.

— Te advertí que no dijeras nada.

— Pero tienen que saberlo.

— ¿Qué pasa? — Pregunto al verles cuchichear.

— Nada — responde Katy de mal humor. Al ver que todos la miramos responde sin ganas — le he dicho que no podía contaros nada, hoy no. Mañana se termina el año y no quiero que Luke sea el tema de conversación de hoy. Hemos venido a pasarlo bien.

Alan le pasa el brazo por los hombros y ella no se aleja, pero tampoco se acerca a él.

Miro a Derek y ambos asentimos con la cabeza.

— Nosotros tenemos que contaros algo.

— Yo primero — dice Alan. — Esta mañana ha llamado el padre de Luke a mi madre, le ha pedido que defienda a su hijo y se ha negado. Después ha llamado al bufete y le han dicho lo mismo, que no le quieren defender. Se ha indignado mucho y ha dicho que les iba a denunciar a lo que mi madre ha contestado que vale, que lo haga. Ellos son una empresa y deciden qué casos llevar qué casos no.

— Está acojonado — dice Justin. — Christian me contó el otro día que está en prisión sin fianza hasta que salga el juicio. No se arriesgan a volver a dejarlo en libertad porque hay riesgo de fuga, como ya hizo una vez.

— Sí. Aunque él asegura que esta vez no se irá — continúa Alan, — nadie le cree.

— Normal. ¿Quién creería a semejante personaje? — Digo encogiéndome de hombros.

— Me alegra saber su situación y sobre todo que tu madre no le va a defender — le miro creyendo entender por dónde va. — Si ella le defiende, ganaría el juicio.

— Y nadie quiere eso — añade Katy.

Nos quedamos pensativos un momento. Si Luke ganara el juicio y saliera en libertad sin cargos, volvería al instituto y sería horrible. Se vengaría de todo el mundo y no quiero ni pensar lo que sería capaz de hacer.

Una parte de mí quiere pensar que el susto le ha venido bien y no haría nada, pero el 98% de mi mente sabe que eso no sería así. La liaría parda y aunque le llevasen directo a la cárcel él habría cumplido su cometido.

— ¿Qué teníais que contarnos? — Pregunta Katy mirándonos a los dos.

— Pues... — Comienzo pero Derek me corta.

— El otro día llamé a Christian para ver de cuánto tiempo disponía para presentar la denuncia. Estaba indeciso sobre si debía hacerlo o no.

— Debes hacerlo — salta Katy. — No he querido preguntarte pero estarías loco si no lo hicieras. No puede quedar impune, debe pagar por todo — grita señalándonos a ambos con sus manos.

Está claro que Katy piensa como yo. La odia mucho y quiere que pague.

— Lo sé, lo sé — contesta Derek levantando las manos — pero no quería hacerlo ahora. Quería esperar hasta que pasaran las fiestas — coge mi mano y la acaricia — este tema casi acaba con nosotros, ¿sabéis? No quiero que ninguno sufra más, no quiero que sufras más — me dice susurrando.

— Ya lo sé — respondo yo también en un susurro y le acaricio su mano con la que tengo libre.

— ¿Y qué te dijo Christian? — Pregunta Justin.

— Que no tenía mucho tiempo. Que si quiero esperar a que pasen las fiestas puedo hacerlo, pero debo denunciar antes de que salga el juicio.

— Iremos juntos la semana que viene — les anuncio y ellos asienten. — También queríamos contaros que seguramente nos llamen a todos para declarar en el juicio.

— No me jodas... — Maldice Katy.

— A mí tampoco me apetece nada, pero si el juez nos llama no podemos negarnos. Y... hay otra cosa...

Respiran hondo y les cuento la conversación que tuve con Mary. Katy abre la boca, Justin no da crédito y Alan maldice.

— No me lo puedo creer. ¿Estás hablando en serio? — Pregunta Katy impactada.

— Sí.

— ¿Y eso pasó...?

— El día que vimos la peli los tres juntos.

— ¿Por qué no me lo contaste? Estaba en la habitación de al lado — dice indignada.

— Porque queremos dejar aparcado este tema, Katy. Está siendo muy duro y lo último que queremos... — hace una pausa y respira hondo. — No queríamos decir nada porque no queremos que nos fastidie las fiestas.

— Lo entiendo — ella pensó lo mismo respecto a Alan hace un rato. — No puedo creer que me mencionara. Me dolió mucho me dejara de lado, ¿sabes?

— Lo sé, y creo que se arrepiente de haberlo hecho. Sabe que eres buena persona y en el fondo reconoce que se ha juntado con mala gente, aunque no lo diga en voz alta.

— ¿Te crees todo lo que te dijo? — Pregunta Alan incrédulo.

— Una parte sí es cierta — nos interrumpe Justin. — Christian me dijo que había oído a Mary y a su madre hablar en comisaría y ella dijo que iba a contarlo todo. Su madre obviamente se oponía pero ella estaba decidida. Quería acabar con todo de una vez y redimirse por todo lo que había hecho.

— Hasta que no la vea confesar no me lo voy a creer — sentencia Alan, él piensa igual que yo. Aunque ahora que revivo en mi cabeza esa tarde reconozco que en sus ojos vi arrepentimiento. No sé cuánto le durará.

Nadie dice nada más, nos quedamos en silencio unos minutos hasta que Anna decide romperlo.

— Tengo una idea — dice Anna, — ¿por qué no vamos al sitio donde jugamos a los bolos y echamos unas partidas?

— Me parece genial — responde Justin y todos asentimos con él.

Pagamos la cuenta, cogemos los coches y vamos al pueblo donde jugamos a los bolos.


Una vez allí, entramos y la música nos sube el ánimo. Eminem resuena por todo el local y no puedo evitar tararear.

Pedimos unas zapatillas y esperamos a que quede libre una pista.

— Ojalá Christian estuviera aquí — oigo que Justin le susurra a Anna.

— Llámale, dile que venga y juegue con nosotros.

— No puedo. Si viene al final nos acabarían descubriendo y yo...

— Justin — dice Anna cogiendo su cara entre las manos — son tus amigos. Ellos no te van a juzgar. Se van a alegrar mucho por tu felicidad, estoy segura.

Justin suspira pero no contesta.

— Qué pareja más bonita hacen — me susurra Katy al oído.

Si tú supieras lo equivocada que estás...

Me da pena Justin, entiendo que no esté preparado para contarlo pero sí podría invitarle.

Aunque a lo mejor eso es más duro. Tenerle cerca y no poder mostrar el cariño que siente hacia él debe ser muy difícil.

Poco después queda libre una pista y nos ponemos a jugar. Sorprendentemente, esta vez Katy y yo hemos mejorado un poco y en cada tirada caen unos cuantos bolos.

Derek anuncia que se va al baño y Alan y Katy van a coger unos menús así que aprovecho y me acerco a Justin.

— Disculpad pero os he oído antes. Justin, no te fuerces. Lo contarás cuando estés listo.

— Sí, ya lo sé, pero me hubiera gustado que Christian pasara el día con nosotros.

— Entiendo por qué no le has invitado.

— ¿Sí? — Pregunta Anna.

— Sí. Tener cerca a la persona que quieres y no poder tocarle, abrazarle o mirarle sin que los demás se den cuenta debe ser muy duro.

— Justo, eso es. Por eso no le dije de venir. He quedado luego con él, le llamaré cuando salgamos de aquí pero...

— Pero nada, corazón — le digo cariñosamente. — Lo contarás cuando estés listo y todos nos alegraremos por ti. No debes temer por nada, te lo puedo asegurar. Además, tú les conoces mejor que yo.

— Sé que no me van a juzgar, pero no sé si estoy listo aún.

— Entonces esperaremos.

— ¿A qué esperaremos? — Pregunta Katy sentándose con nosotros.

— A que venga Derek del baño para decidir qué pedimos — improviso ante la mirada alarmada de Justin.

— Vale, pero ya adelanto que quiero patatas fritas.

Justin respira tranquilo y sonríe.

Cuando Derek vuelve del baño, me da un beso en la cabeza y se sienta con nosotros.

Decidimos pedir un combinado de todo. Antes tenían poca variedad pero ahora hay muchas más cosas.

Pedimos perritos calientes para todos y nuggets de pollo, palitos de mozzarella, aros de cebolla y patatas fritas para compartir.

Cogemos nuestros refrescos y brindamos por el año nuevo.

— Por la felicidad — digo yo.

— Por la amistad — brinda Anna.

— Por el amor — dice Katy coqueta.

— Por la familia — dice Derek guiñando un ojo.

— Por conseguir nuestras metas — dice Alan.

— Por la libertad — termina Justin.

Ya es muy tarde y el local va a cerrar. Nos despedimos de todos y quedamos en hablar mañana para ver a qué hora tenemos que estar en el restaurante.

Nos deseamos de nuevo Feliz Año dándonos abrazos y nos montamos en los coches.

Aparcamos en el camino de entrada, detrás de mi coche y Derek me acompaña a la puerta.

— ¿Puedo quedarme a dormir?

— Claro, no tienes que preguntar. Pero mañana tienes que ir a por tu ropa para cambiarte, ¿no?

— Sí, me iré por la mañana. Sólo quería dormir contigo la última noche del año y despertar contigo en Año Nuevo.

— Nochevieja es mañana — le digo acariciando su brazo.

— Tienes razón, pero no quiero separarme de ti. Además, si te fijas ya son más de las doce, oficialmente ya es Nochevieja.

— No tienes que convencerme. Yo estoy encantada de que te quedes a dormir.

Me pongo de puntillas, paso mis brazos alrededor de su cuello y le beso los labios.

Él pasa sus brazos alrededor de mi cintura y me sostiene. Con una mano sujeta mi cabeza y me acaricia el pelo mientras me besa.

Ese gesto hace que sienta un escalofrío y Derek piensa que tengo frío, pero no ha sido por eso.

Subimos en silencio a la habitación y estoy tan cansada que me duermo en cuanto me tumbo en la cama.

Aún así, siento a Derek meterse en la cama, darme un beso en la frente y acurrucarse contra mí.

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