Capítulo XLI

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Me despierto con unas ganas terribles de ir al baño, me hago mucho pis, pero no me puedo mover.

Derek me tiene bien agarrada. Intento salir de la cama sin despertarle y al final lo consigo.

Cojo mi pijama de la bolsa, me lo pongo y salgo al pasillo. No me cruzo con nadie, deben seguir durmiendo.

Cuando bajo las escaleras oigo ruido en la cocina, es Justin.

— Bonito Mickey — dice señalando mi pijama.

— Gracias — le digo riendo.

Me siento a su lado y me ofrece un café.

— Oye Justin, quería preguntarte por los disfraces. ¿Cuándo lo decidisteis?

— En la tienda de disfraces.

— ¿De verdad?

— Sí. Derek me dijo que le gustaría ser tu pareja en la fiesta pero no sabía si tú aceptarías. Le dije que si todo salía bien entre vosotros, le daría mi disfraz. — Le miro con curiosidad, así que Derek le contó lo que había entre nosotros. — Sé lo que piensas, y sí, lo sabía. Ya te dije que era evidente. Así que le dije que cogiera un disfraz de su talla porque al final se lo iba a poner él.

— Sois una caja de sorpresas. No sabía que Derek había hablado con alguien sobre nosotros.

— No podía decírtelo, era un secreto.

— Y ya puestos a preguntar... ¿Por qué tus padres no han estado en casa los últimos fines de semana?

— Bueno, realmente llevan unas semanas fuera. Mi tía se está divorciando.

— Vaya, lo siento.

— No te preocupes, ella ahora está feliz. Su marido le puso los cuernos con la vecina y se gastaba todos los ahorros en ella. Se ha quitado un lastre de encima.

— Ha hecho bien, pobrecita.

— Mis padres le están ayudando con los abogados y con los niños, tengo dos primos pequeños, tienen 2 años y son gemelos, así que te puedes imaginar el trabajo que dan.

— Que su marido haya hecho eso teniendo los hijos tan pequeños... no es justo. Seguro que tus primos están mejor sin él, aunque echarán de menos tener una figura paterna.

— Ya... Mi tía hará de padre y madre, pero no será lo mismo.

Claro que no, lo sé por experiencia. Mis hermanos han ejercido de padre, madre y hermanos y, aunque he sido y soy muy feliz, a veces echaba de menos tener una madre a la que pedir consejo o un padre que me salvara de mis pesadillas.

Pasado un rato siguen sin levantarse así que vamos a ver un rato la tv.

Cuando entro en el salón veo su Play en el mueble y me acerco a ver los juegos.

— Tienes muchos juegos. ¿Puedo verlos?

— Claro, si quieres podemos jugar un rato hasta que se levanten.

Me acerco y veo uno que llama mucho mi atención. — ¿Te apetece jugar a este?

— ¿Al Gran Turismo? ¡Claro! Es uno de mis juegos favoritos. Lo siento Luna, pero te voy a machacar.

— Eso ya lo veremos.

Pone el juego, cogemos los mandos y nos sentamos en el sofá.

— Déjame primero que me haga algún circuito, para coger práctica.

Justin se ríe y me cojo el circuito más simple que hay, el primero del juego. Al principio me cuesta cogerle el ritmo pero al final recuerdo todo.

— Estoy lista.

— ¿Segura?

— ¡Sí! Venga dale.

Escoge un circuito de dificultad media y empieza la carrera. Justin sale quemando rueda y yo voy detrás. En una curva se abre demasiado y aprovecho para adelantarle. Intento siempre jugar limpio, no me gusta echar a nadie de la pista o darle un golpe. Me centro sólo en no chocarme con nada. Lo que realmente me cuesta es frenar, adoro la velocidad y eso de tener que frenar en las curvas no lo llevo bien, pero si quiero ganar es lo que debo hacer. Gano la carrera.

— ¿Hay algo que no sepas hacer? — Me pregunta riendo.

Si tú supieras... — Déjame que piense... mmm...

Se ríe y me tira un cojín. — Vaya sorpresa, no te imaginaba jugando tan bien.

— A parte de los libros, también me gustan los videojuegos. Los de coches son de mis preferidos, junto con los RPG.

Estamos riendo cuando oímos jaleo en la planta de arriba.

— Ya se despiertan los bellos durmientes.

Derek es el primero en bajar. Me da un beso y se sienta en el brazo del sofá, a mi lado. Anna también baja y se sienta al lado de Justin pero no le dice nada, y detrás de ella, Alan y Katy.

— Aquí bajamos los tres — dice Alan.

— ¿Los tres? — Pregunta Ana — dirás los cuatro — dice refiriéndose a ella, Derek y ellos dos.

Alan se ríe, yo se lo que quiere decir.

— No no, los tres, Alan — dice señalándose a sí mismo, — Katy y la señora resaca.

— Anoche bebiste lo tuyo y lo de los demás, hermanita — dice Derek y todos nos reímos.

Katy intenta poner cara de enfado pero no le sale y me río más aún.

— Tienes ibuprofeno en el baño, pero come algo antes — le dice Justin.

Se levanta y se va a la cocina. Le sigo, quiero ayudarle a preparar algo de comer.

— ¿Hacemos perritos calientes? — Me pregunta Justin.

— Vale. ¿Te pasa algo con Anna? — Se sobresalta y me mira. — Es que me ha parecido raro que no habléis.

— No, no pasa nada — deja de hablar y empieza a calentar las salchichas mientras yo abro el pan de perrito. — Verás Luna es que... estos días han pasado cosas y... anoche hablé con Anna... — entra Derek en la cocina y Justin se calla. Sé que quiere decirme algo pero no voy a forzarle. Cuando esté listo me lo dirá.

— ¿Os ayudo? — Pregunta Derek.

— Sí, coge unos vasos y bebidas y ponlo en la mesa de fuera. Hoy hace buen día para comer en el jardín.

Derek sale de la cocina pero no volvemos a hablar del tema. En unos días le preguntaré si quiere hablar, ahora sé que no está preparado.

Por la tarde, los chicos proponen un campeonato de Play. Justin dice que primero juguemos al Gran Turismo y compitamos por parejas. Yo no quiero, porque competiría contra Derek pero a él le parece bien. Así que somos la primera pareja en jugar. Le gano y él se sorprende, aunque después se ríe.

— Además de guapa, inteligente, astuta y buena en los deportes, ¿también eres una gran jugadora de videojuegos? ¿Dónde has estado metida? — Me susurra.

— En una cueva en el fondo del mar — le susurro riendo.

— Cuidado sirenita, que a lo mejor bajo a buscarte a las profundidades.

Me río y me acurruco en su regazo mientras juegan los demás.

Gano yo el campeonato.

El siguiente juego lo propone Alan, el Call Of Duty. Admito que en ese juego soy malísima y les queda claro cuando me matan al poco de empezar. A las chicas tampoco se les da bien y les aburre.

— Propongo otra cosa — dice Katy, resucitando de entre los muertos con resaca y señalando la Nintendo Switch que tiene Justin en el mueble — ¿y si jugamos al Mario Party, chicos contra chicas, y el equipo que pierda le da un masaje al ganador? Bueno, la pareja perdedora a la ganadora me refiero.

— Me parece bien — respondo.

Nos dividimos en dos equipos y empezamos a jugar. Al principio vamos empatados pero ganamos nosotras. ¡Victoria!

— Creo que te debo un masaje — me susurra Derek al oído.

— A lo mejor te lo pido dentro de poco, me encantan tus masajes.

Sonríe y me abraza. — Amor, te daré todos los que quieras.

Adoro a este chico.

Cuando me deja en casa, mis hermanos salen a recibirnos a la puerta e invitan a Derek a cenar.

— ¿Qué tal el fin de semana? — Pregunta Tom.

— Muy bien. Al final la fiesta fue bien, nos lo pasamos genial y hoy hemos hecho campeonato de Play.

— Me ha sorprendido, no sabía que jugaba tan bien — dice Derek.

— Luna es una caja de sorpresas. Se le dan bien casi todos los juegos, salvo los Call Of Duty — se ríe Sam.

— Ya, ya lo he visto — responde Derek riendo.

— Oye, tampoco puedo ser perfecta en todo — digo riendo yo también. Ahora viene la pregunta del millón. — ¿Y vosotros, qué tal fue todo?

Ambos se miran y sonríen, pero su sonrisa no se refleja en su mirada, es más bien triste. — Bien, Luna, fue muy bien.

No lo dicen con mucho entusiasmo y a Derek le extraña. — Y, ¿por qué no estáis contentos? Vuestra carrera va a despegar, ¿no?

— Sí, nos vamos a hacer de oro — dice Sam intentando reír, pero no sale del todo bien.

No sacamos más el tema y cuando terminamos de cenar, Derek se despide de mis hermanos y le acompaño a la puerta.

— ¿Seguro que estáis bien? Había un ambiente raro en la cena.

— Sí, tranquilo, todo está bien. No te preocupes. — Intento sonreír pero me conoce bien y sabe cuándo me pasa algo. — Tranquilo, de verdad, sólo estoy cansada.

— Vale, nos vemos mañana — dice, me da un beso en los labios y me abraza.

Sus abrazos son sanadores. Voy a necesitar muchos para superar lo que viene.

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