Capítulo XXXIV

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Una vez hechas las presentaciones, pasamos al comedor. Saco vino para los mayores y coca-cola para nosotros.

Ayudo a mis hermanos a servir la cena, huele de maravilla, Tom cocina muy bien y Olivia no tarda en decirlo.

— Está buenísmo, os felicito a los dos.

— En realidad, el mérito es de Tom, yo en la cocina soy un negado — dice Sam riendo. Es la verdad, la cocina no se le da nada bien. Eso sí, calentar pizzas en el horno se le da de maravilla.

— Está mal que lo diga, porque es mi hermano, pero cocina de maravilla. Aunque tú no tienes nada que envidiarle Olivia —le digo sonriendo.

Ella se sonroja y se ríe. — Bueno, hago lo que puedo. Me gusta mucho la cocina.

— Se nota querida — le dice Ted de manera romántica.

Mis hermanos se han esforzado tanto conmigo que no eché de menos tener madre, a mi padre sí le eché en falta cuando se fue, pero como era pequeña era distinto.

Ahora que he conocido a esta familia, sí me habría gustado tener unos padres como ellos. Ser una familia feliz.

— Luna nos ha hablado de vuestro trabajo, me parece muy interesante — es Ted quien habla ahora.

— Lo es, aunque tenemos que viajar mucho. — Responde Tom. — Pero este año vamos a intentar hacerlo lo menos posible, queremos pasar el mayor tiempo posible con Luna. Por eso tenemos un local en el centro comercial, de momento tenemos bastantes clientes, no podemos quejarnos.

— Hemos contratado a un par de personas para que nos ayuden, sobre todo cuando no tenemos más remedio que irnos. — Cuenta Sam. — Hay seminarios y cursos a los que nos interesa mucho asistir y ahora estamos en negociaciones con unos inversores. Si hay suerte, podremos abrir una sucursal en Nueva York. — Está muy orgulloso. Será un gran paso en sus carreras.

— ¡Vaya, Nueva York! — Dice Olivia emocionada. — Suena genial, es un acontecimiento muy importante. Os deseo mucha suerte.

Ambos le dan las gracias. Creo que se van a llevar todos muy bien y eso me gusta. Katy y Derek no están hablando mucho pero están pendientes de la conversación, al fin y al cabo esta cena era para que sus padres y mis hermanos se conocieran y eso están haciendo.

— ¿Y vosotros a qué os dedicáis? — Pregunta Tom.

— Yo soy maestra de educación infantil.

— Uf, sí que tienes paciencia entonces — ríe Sam, no le gustan mucho los niños.

— Son adorables, aunque reconozco que algún que otro monstruito me ha tocado. — Se ríe, su risa es sincera, es la típica risa de madre simpática. — Cuando tengo uno en clase me apiado de sus padres, ¡pobrecillos!

Todos nos reímos pero tiene razón.

— Yo soy dentista.

— ¡Ya decía yo que me sonaba tu cara! ¿A que tu clínica está en el centro comercial? — ¿Tom ya había visto a Ted?

— ¡Sí! ¿Tú estabas el otro día tomando café en el bar de Kelly? — Dice Ted riendo.

— ¡Sí!

— Menuda coincidencia, ¿así que ya os conocíais? — Pregunto sorprendida.

— Conocernos como tal, no. Pero sí hemos coincidido varias veces en el bar. — Tom se parte de la risa. — El mundo es un pañuelo...

— Y este pueblo es muy pequeño — termina la frase Ted.

Todos nos reímos y la cena transcurre muy bien.

Cuando terminamos, Olivia saca un flan que ha traído y Sam nos sirve a todos una copa de champán para brindar por esta bonita amistad entre familias.

Derek y yo hemos hablado muy poco esta noche, pero nuestras manos han estado entrelazadas por debajo de la mesa toda la velada. No necesitaba más, verle, tan guapo como siempre, y sentir su tacto es lo que me ha hecho feliz esta noche.

Cuando nos despedimos, Katy me dice que mañana hay maratón de películas de terror en el cine. La verdad es que no me gustan demasiado las pelis de miedo, me gusta verlas en casa, con un cojín en la cara como protección. En el cine es distinto, todo se oye más alto y se ve más grande.

— Venga ven, casi es Halloween y la tradición es ver pelis de terror.

— Bueno vale — me río, me apetece mucho el plan. Ir con Derek al cine es tentador.

— Nos vemos en la puerta a las 16.00h — grita Katy camino del coche de sus padres.

Derek se despide de mí dándome un abrazo y un beso.

— Me lo he pasado muy bien esta noche, pero que sepas que me has tenido embobado, estás preciosa con este vestido. Eres mi princesa.

— Y tú mi príncipe — le digo besándole de nuevo.

(Piii piiii), pita Katy con el coche. — ¡Vamos tortolitos! — Oigo que Olivia la regaña, esta Katy...

— ¿La puedo matar? — Dice Derek riendo.

— No... Pobrecita... — Le respondo riendo yo también.

Se marcha y ayudo a mis hermanos a recoger. Me dicen que les ha parecido una familia encantadora.


Al día siguiente estoy terminando de arreglarme cuando recibo un mensaje.


Hola pequeña, te recojo en 10 minutos.


El corazón me late a mil por hora, le respondo con un emoticono de un beso y meto mis cosas en el bolso. Justo cuando bajo las escaleras oigo un coche llegar. Me despido de mis hermanos y salgo corriendo de casa. Derek está a medio camino de la puerta y me lanzo a sus brazos. Me abraza y me da un beso.

— Sí que te alegras de verme — dice riendo.

— Siempre me alegro de verte, cariño. — Me coge de la mano y juntos caminamos hacia el coche.

No hemos entrado al cine y ya me estoy arrepintiendo. Lo han decorado con telarañas, arañas, momias y demás monstruos. Pero no es la decoración lo que me da miedo, sino el maratón de películas, son de Expediente Warren.

Recuerdo cuando vinimos al cine por primera vez, pero ahora hay varias diferencias, Anna está sentada con Justin, Katy y Alan están enamorados y Derek y yo estamos juntos. Me gusta los cambios que veo.

Ahora comparto palomitas con Derek y cuando miro el cubo, me río. Recuerdo la guerra de palomitas que tuvimos hace poco y sé que él también se acuerda porque se está riendo.

Empieza la sesión y lo llevo más o menos bien. Son películas que ya he visto así que me asusto menos, salvo con La Monja y Annabelle, también las he visto pero esos personajes me dan demasiado miedo.

Me paso las dos películas casi enteras tapándome la cara con las manos. Derek se ríe pero no me aparta las manos, al contrario, pone su mano en mi muslo y me susurra cuando ya puedo mirar.

Al terminar la maratón ya es muy tarde, Alan y Katy se lo han pasado de maravilla y se han pasado esas dos películas comentando y cogiendo ideas de maquillaje para su disfraz.

— Por tu culpa no voy a poder dormir esta noche — le digo a Katy y la maldigo por ello.

— Piensa que tienes a Derek para protegerte nena. — Me contesta riendo. — Es un buen motivo para agarrarle y no soltarle.

— Es una buena idea — me susurra Derek y yo no puedo hacer más que sonreír.

Cuando Derek me deja en casa veo que aún hay luz, menos mal, así no tengo que subir a oscuras.

Como siempre, me acompaña a la puerta. Es todo un caballero.

— El tiempo contigo se me pasa volando. Es la primera vez que deseo que llegue mañana, aunque sea lunes, sólo por volver a verte.

— Lo mismo digo, ir a clase es un placer sólo por verte a ti.

Lo sé, somos muy ñoños, pero me muero de amor por este chico.

Me da un beso en la frente y se marcha. Siempre se despide así de mí y me encanta. Me parece un gesto romántico y protector.

Estoy ya acostada cuando recibo un mensaje de Katy.

Recuerda mirar bajo la cama. Y dentro del armario....

Respondo al momento.

¡Capulla!

También recibo uno de Derek.


Buenas noches princesa, llámame si no puedes dormir, ¿vale? (emoticono con un beso)


Eres mi príncipe salvador. ¿Recuerdas cuando ayer no te dejé matar a tu hermana? Rectifico, te doy permiso.


Hecho ;).

Sabiendo cómo es Katy, seguro que Derek ha oído su risa cuando la he llamado capulla por mensaje, por eso se ha reído él.

Al final sí que pude conciliar el sueño, tapada completamente con la manta y con la luz encendida.

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