Capítulo 15

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

✵ꕥ Cassandra Mueller –

Sus manos bajan a mi cintura, y las mías lo rodean por el cuello, una se mantiene ahí y la otra va a su cabello, jalándolo un poco, siento como muerde mi labio antes de separarse, con la respiración acelerada.

Tomo una bocanada de aire, intentando regular mi respiración luego del intenso beso con el neerlandés. El me mira fijamente y yo le guiño el ojo, no dejándome intimidar, esto era lo que necesitaba, una distracción, y me parece que él también.

— No quiero una novia. — Me dice serio, aunque desviando sus ojos a mis labios una vez más.

Suelto una risa al escucharlo ser tan directo. — Gracias a Dios, porque yo no quiero un novio.

Asiente con su cabeza y se acerca para besarme de nuevo, esta vez no me toma por sorpresa y me permito disfrutarlo, igual de rudo, igual de excitante. Sus manos bajan de mi cintura a mi trasero y lo aprieta suavemente, sacándome un jadeo que ahogó mordiendo su labio.

Toma mi mano y nos saca a ambos de la multitud, empezando a dirigirse al pasillo de los baños del club. Lo sigo divertida, sintiendo calor en cada parte de mi cuerpo.

Cuando llegamos, me mantengo en mi lugar por un segundo, mirándolo.

— No voy a follar en el baño de un club. — Le digo con la misma seriedad que el uso cuando me dijo que no buscaba.

El se queda sin palabras, no sabiendo cómo responder, su mirada se oscurece y suelta un quejido.

Me rió ante su reacción y me acerco un poco más a él, divirtiéndome un poco. Mis manos pasan por su pecho, como cuando estaba bailando, pero no se detienen. Lo empujo suavemente para que se apoye en la puerta del baño, con una de mis manos la abro y lo guio dentro.

Cierro la puerta y me acerco de nuevo, mis manos siguen su recorrido por sus hombros y su pecho, hasta llegar a su estómago. Su respiración es agitada y se entrecorta cada pocos segundos, sus ojos están cerrados y sus labios apretados, conteniendo sonidos.

— No juegues conmigo, Cassandra.

Suelto una risa baja cerca de su cuello antes de empezar a morderlo, recordando la marca con la que desperté esta mañana.

Dejo pequeños mordiscos en su cuello y en el inicio de su clavícula, asegurándome de hacerlo con un poco más de fuerza, para que quien despierte marcado mañana sea él. Lo escucho reír y como su cuello vibra ante el sonido, mientras dejo más besos.

— Joder. — Gime cuando muerdo el lóbulo de su oreja y yo sonrio.

Dejo de jugar y lo beso de nuevo, él toma mi cabello con fuerza, acercándome más, y mientras lo sigo besando mis manos se deslizan al inicio de sus pantalones, sintiendo un bulto.

— Te dije que no juegues conmigo. — Me aleja y siento como su mirada quema en mí.

Le sonrio inocentemente antes de dirigirme a su oído.

— Y yo no soy buena siguiendo órdenes.

Mis manos continúan jugando con la hebilla de sus pantalones, desabrochándola lentamente, dejo que una de mis manos se introduzca y juegue con la cinturilla de su ropa interior, mientras la otra se desliza dentro de su camisa, dejando pequeños toques en sus abdominales.

Me siento poderosa, y me encanta.

Lo miro de reojo, con los ojos cerrados y la respiración acelerada, luchando por no hacer demasiado ruido cuando mi mano al fin toca directamente cierta parte de su cuerpo. La muevo lentamente, disfrutando de los pequeños movimientos desesperados por su parte, tratando de aumentar el ritmo.

Luego de algunos segundos, dejo un nuevo beso en su cuello y empiezo a deslizarme hacia abajo, doblando mis rodillas, dispuesta a arrodillarme.

Traga saliva, y cuando esta por decirme algo, alguien toca la puerta.

Ambos no miramos, yo divertida y él molesto por la interrupción, me levanto y dejo un beso en su mejilla, mi mano acaricia sus pantalones una última vez antes de alejarme.

Me acercó al espejo del baño y limpio mi labial corrido, mientras re acomodo mi cabello y mi ropa. Todo bajo la atenta e incrédula mirada de Max a mis espaldas. Sin decir nada, abro la puerta y le guiño el ojo antes de salir del baño, y volver con los demás.

Cuando llego, Logan me mira curioso, al igual que Cisca, la menor no me deja sentarme, sino que se levanta y toma mi brazo, alejándome un poco de los demás.

— ¿Con quien te enrollaste?

La pregunta me toma por sorpresa y cierro los ojos para tranquilizarme.

Suelto una risa falsa. — ¿Yo? Con nadie, ¿Por qué lo preguntas?

— Porque te vez como alguien que acaba de enrollarse con alguien, anda dime.

Suspiro. — Con un chico con el que baile, no me sé ni su nombre.

Ella se rie. — Eres incorregible.

Ambas volvemos a la mesa y yo me siento a un lado de Pierre, mientras trato de entender de que están hablando, noto que solo faltan dos personas. Max y Norris no están en la mesa.

— Dime que no volviste a follar con él, porfavor. — Susurra Pierre en mi oído, tomándome por sopresa.

Mierda, ¿Tanto se me nota?

— Por supuesto que no. — Susurro de vuelta y el me mira, no del todo convencido; pongo los ojos en blanco y me acerco para susurrar nuevamente. — Nos besamos, nada más.

El se rie y niega con la cabeza. — Diría que no puedo creerlo, pero lo veía venir después de como te miro toda la noche.

Me reí algo sorprendida por no haberlo notado. Un poco después, vi llegar a George, con una caja en sus manos.

— Joder con tus encargos, Gasly. No te vuelvo a hacer un favor en la vida.

Pierre se rió mientras se levantaba y tomaba la caja que George trajo poniéndola en la mesa, mientras yo lo miraba con curiosidad.

— Gracias, te debo una. — Puso su mano en el hombro de George y el inglés asintió con la cabeza. — Cass, puedes ir a la barra y traerme un whisky en las rocas, ¿Porfavor?

Algo confundida asentí con la cabeza y me levanté. — Ahora vuelvo.

Mientras esperaba en la barra, vi a un mesero dirigirse a la mesa donde ellos estaban, aunque los sillones eran altos, por lo que no me dejaban ver nada. Cuando después de unos minutos volví con la bebida de Pierre, todos estaban ahí, y había un pastel con dos velas, del número 1 y 9 en el centro.

Me reí nerviosa y los miré a todos, hasta que mi mirada se detuvo en Charles, que estaba grabando todo.

— Nos pareció mal que no tuvieras una digna celebración, así que bueno...

Cuando Charles terminó de hablar, todos empezaron a cantarme el feliz cumpleaños. Yo los miraba a todos, sin dejar de sonreír, tratando de guardar en mi memoria cada detalle, como se veía cada uno, que llevaban puesto. Quería asegurarme de recordarlo todo.

Terminaron de cantar y Pierre se acercó a mí, pasando un brazo por mis hombros y dejando un beso en mi cabello, para luego susurrar en mi oído. — Ahora pide un deseo, rubia. Que valga la pena.

Me reí y me acerqué al pastel, cerré mis ojos por un par de segundos, pensando en mi deseo, y al abrirlos soplé las velas.

Todos los presentes aplaudieron y al alejarme, Cisca fue la primera en abrazarme, me reí mientras le devolvía el brazo. Luego se acercó Oscar, quien me abrazo más suavemente y me sonrió al alejarse.

— Espero poder seguir compartiendo helados contigo en el futuro, Cass.

Le sonreí, con alegría y algo de tristeza ante su comentario.

Antes de que pudiera responder George me abrazaba por la cintura y me levantaba del suelo, dando vueltas conmigo en el aire, me aferré a su cuello riendo.

— Feliz cumpleaños, rubia.

— Gracias, niño bonito.

— Oye, rubia es mi apodo, tu búscate otro. — Le dijo Pierre a George, mirándolo con el ceño fruncido y haciendo que todos nos riéramos.

Cuando nos alejamos se acercó Charles, quien me sonrió y dio un corto abrazo. — Te conozco hace poco, pero eres genial Cass, espero que hayas disfrutado de este cumpleaños.

— Lo hice, joder claro que lo hice. Es de los mejores cumpleaños que he tenido.

Ambos sonreímos y algunos pilotos más me saludaron, cuando Max se acercó, puso su mano en mi cintura, y susurró en mi oído.

— Deberíamos festejar en mi habitación más tarde.

Sonreí suavemente, pero no contesté. ¿La razón? Estaba jodidamente caliente y también cagada de miedo. Y por si algo faltaba, tenía la mirada de Norris encima de mí, y la seriedad con la que me miraba me estaba quemando. ¿Y a este que le pasa?

Todos me abrazaron menos Lando, quien no parecía tener intención de acercarse, ahora que lo recordaba, ni si quiera lo había visto cantar junto a los demás. Sin embargo no estaba dispuesta a enojarme ahora, quería disfrutar del gran fin de semana que había tenido, de la compañía de Cisca, que se había vuelto tan cercana a mí en poco tiempo, de la gente maravillosa que había conocido, del lugar en el que me encontraba y la compañía que tenía; gente que se preocupaba, que se había interesado en hacerme un detalle en un día especial, gente que me hacía reír.

Cada pensamiento iba acompañado de un pequeño recuerdo de este fin de semana. Llevar a Oscar por helado, reírme con Pierre, gritarle a Max, esconderme en el box de McLaren, cómo conocí a Carlos y Charles, lo nerviosa que estaba alrededor de todos y en tan poco tiempo me había sentido cómoda con ellos. Antes de que diera cuenta una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla.

Charles lo notó, y tomó mi mano. — ¿Qué sucede, preciosa?

Me reí ante el apodo y sequé la lágrima rápidamente, la mayoría habían dejado de hablar al escuchar a Charles para mirarme. — Nada, solo estaba pensando en que mañana volveremos a Bristol, yo volveré a la escuela y a mi vida normal... Y probablemente no los vea nunca más.

Me encogí de hombros, algo entristecida ante la perspectiva de no verlos jamás, de que este fin de semana quedara como un simple recuerdo lejano.

Pierre se acercó más a mí y me abrazó. — No porque no nos veamos seguido, significa que no seremos amigos, rubia. Sobre todo con nosotros, nos pasamos la vida viajando, lejos de nuestra familia, nuestras parejas y nuestros amigos; sin embargo nos la arreglamos para que funcione.

Sonreí y me quedé abrazándolo, mientras Charles acariciaba mi mano dibujando pequeños círculos imaginarios.

Cisca se acercó a mí y sonrió. — Yo tengo una vida como la tuya, mi hermano esta siempre lejos, pero no por eso se olvida de mí.

Me reí. — ¿Cómo alguien podría olvidarse de ti, Cis? Eres de las personas más increíbles que conozco.

— Tu también eres increíble, Cass. — Me respondió Oscar, que me miraba con una sonrisa algo triste.

Lo escuché y sonreí, aunque no me lo creía. Las palabras que le había dicho a Cisca resonaban en mi cabeza, ella era una chica increíble. Era amable, divertida, empática, y leal.

Y también solía ser responsable, obediente y aplicada.

Hasta que me yo entré en su vida.

Quizás después de todo su hermano tenía razón. Quizás todos lo veían, Cisca indirectamente había crecido rodeada de muchos de los pilotos, todos sabían como ella solía ser, ¿Verían ellos el cambio que había tenido la castaña? ¿También me culparían a mi por ello?

Quizás no estaban tan equivocados en hacerlo.

Cada recuerdo que luchaba a diario por guardar en el fondo de mi mente, hizo acto de presencia. Mi vida en Estados Unidos, las fiestas, el alcohol, las clases, mis amigos, mi ex novio, las reuniones en mi casa, las cenas en silencio y las cenas llenas de risas. Los exámenes, las tareas, las tardes en la biblioteca, las tardes en el parque, los picnics, las escapadas a la playa, los vuelos de última hora, las maletas hechas rápidamente. Los autos.

Las motos. 

Las carreras. 

Esa noche. 

El accidente.

Me alejé de Pierre con cuidado, y moví mi mano lejos de la de Charles. Mi cabeza dolía y mi estómago se removió, la idea de beber con el estómago vacío empezando a ser la peor que había tenido en años. No quería llorar frente a nadie, no me gustaba, pero tampoco tenía ganas de estar sola, así que tomé la única decisión que podría tomar ahora.

No era la mejor, no era la más saludable, no era la que debería tomar. Pero después de todo, era lo que todos esperaban que tomara ¿O no? Era lo que mi padre esperaba que hiciera, era lo que mi madre sabrí que haría, era lo que esos ojos azules que me habían mirado seriamente toda la noche, a través de la mesa, esperaban de mí. Esa era la razón por la que me querían lejos. Todos, mi propia familia, y la familia que Lando parecía tener, porque no era raro que considerara a cada persona en esta mesa su familia. Ojalá algún día fuera digna de tener una familia tan maravillosa como la que él británico había conseguido. ¿Realmente podría culparlo o enojarme porque quisiera cuidarla? ¿Porque quisiera alejarla de gente como yo?

Estaba rota, lo había sabido desde hace mucho tiempo. Pero había días en los que me sentía más rota de lo normal, en los que sentía que cada pequeño pedazo se partía aún más, haciendo más difícil unir mis partes algún día. Porque mientras más pequeñas son las piezas que se rompen, más fácil es que se pierdan en pequeños rincones.

Así que hice lo que había aprendido a hacer desde hace tiempo.

Olvidar los problemas.

— Bien, dejemos lo triste de lado, y a festejar. — Tomé mi bebida y la bebí de un solo sorbo, mientras me levantaba, huyendo hacía la pista de baile en el piso de abajo. Lista para perderme entre la multitud, rezando por que mis problemas no fueran capaz de encontrarme.

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

Aquí empieza la fila para seguir con lo que Cass dejó a medias con Max. Yo voy primera.

Si no te celebran los cumpleaños así, ahí no es.

Drama, drama y más drama, oh no.

Gracias por leer <3 Espero que les haya gustado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro