Capítulo diecinueve

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Abrazadas, ambas en silencio, calladas por la incógnita de lo que pasaría, escucharon cuando la lluvia comenzó de nuevo, esta vez era tranquila, casi silenciosa.

—¿Será la última lluvia? —preguntó la rubia.

—Creo que sí... Está es más tranquila, como si se estuviera despidiendo.

Lisa se acurrucó un poco más en su pecho, podía escuchar sus latidos, tranquilos, siempre tranquilos.

La admiraba, por siempre ser así.

—De alguna forma... No quiero irme, porque no sé qué pasará después, no sé si te voy a encontrar.

—Si no me encuentras yo te encontraré, lo prometo.

—Y además... No recuerdo nada, ¿voy a entender algo del mundo real?

—Quiero creer que al regresar... Vamos a tener nuestras memorias de nuevo —dijo—. Y sino, nos tendremos la una a la otra, Lisa.

La menor alzó su rostro para dejar besos en el cuello de Jennie, esperando que esta entendiera, y claro que lo hizo, bajando hasta sus carnosos labios y besándola con efusividad, sacándole suspiros a ambas.

La castaña abrazaba su cintura, pegando sus cuerpos, Lisa tomaba el rostro de Kim, mantenimiento sus rostros unidos, separándolos cuando tenía que respirar, en un beso que se hizo desesperado y hambriento, Jennie fue quien lo detuvo, mirando los hinchados labios de la contraria y sus ojos con algunas lágrimas, sus mejillas encendidas, respirando rápido.

—Lisa... Esto es en show, en vivo posiblemente... No sé cuántas personas nos están viendo.

Ella rió, casi fue inocente.

—Jennie, te censuraron el culo cuando fue el incendio. Van a cortar en cuanto meta las manos debajo de tu remera —dijo, y como si estuviera probando su argumento, colocó sus manos sobre su abdomen, haciendo que Jennie sintiera un escalofrío.

—Lisa... No sé si quiero arriesgarme a que el mundo vea mis pechos.

—Yo creo que les gustaría —dijo, mordiendo su labio inferior.

Jennie se ruborizó de vergüenza.

—Lisa, no.

—Lisa, sí —se burló, con una risa, y de un movimiento la giró y quedó sobre ella, sentada sobre su entrepierna—. Lo siento, pero no quiero despertar, ver que no estás y quedarme con las ganas de hacerlo.

Jennie lo pensó un segundo en silencio, hasta que acomodó sus manos sobre las caderas de Lisa.

—Sólo una vez —dijo, casi susurrando, a lo que Lisa había sonreído ampliamente, como una niña cuando le dan un dulce, y la castaña metió las manos debajo de su remera, en el mismo momento, las luces se apagaron, dejándoles más en la oscuridad de lo que ellas consideraban su noche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro