xii. henrik peverell

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xii
( henrik peverell )

ESE DÍA HABÍA empezado como una mañana muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch. Skye, sentada al lado de Susan que tomaba una taza de te, se había servido unas 8 salchichas y las había bañado en salsa de tomate, mientras la pelirroja hacía una mueca de disgusto. Susan detestaba la salsa de tomate. 

—No puedo esperar a que Gryffindor destruya a Slytherin en el campo de juego —dijo Hannah, sentándose frente a Susan y Skye y pinchando una de las salchichas de la peliplateada y mordiéndola con fascinación. 

—Escuché que Harry Potter es el nuevo buscador de Gryffindor, ¿será cierto? ¡Sería el buscador más joven de la historia! 

Skye, para su propio disgusto, respondió la pregunta. —Es cierto —dijo, para morder una de sus salchichas y masticar con rapidez—, Harry se lo dijo a Draco cuando pelearon por la recordadora de Neville en el patio —terminó para luego volver a comer más de su salchicha—. Qué, si me preguntas, es un poco injusto, dado que Luke lleva solicitando un permiso especial a McGonagall para jugar en el equipo, pero nunca lo aceptó. 

—Luke es muy guapo y todo, pero no haría de buen buscador —respondió Susan, para tomar un sorbo de su te—. Por su parte, Harry es bajito y delgadito, así que no veo problemas. 

—Luke quiere ser cazador —terminó por añadir Skye, con la boca llena de salchichas. Tragó rápido—. Perdón. 

—¿Se imaginan a Luke con la túnica del uniforme de quidditch? —murmuró Hannah con tono ensoñador, tomando una tostada y untándole mermelada. La rubia la mordió aún con esa mirada ensoñadora. 

—Si es que algún día le dejan entrar al equipo —se quejó la ojiplata—. Por cierto, ¿la mermelada es de moras? —Hannah la ignoró olímpicamente, poniéndose de pie y sentándose en la otra punta de la mesa junto a sus otros dos amigos rubios. Skye se encogió de hombros y le untó mermelada a su tostada y con el corazón en la boca la mordió—. Puaj, moras. 

Susan rió y se comió el resto de la tostada, mientras Skye se quejaba por la falta de originalidad que había en el colegio y su necesidad de ponerle mora a todo. 

El resto del día siguió como de costumbre, solo que esta vez, Luke y Neville se unieron a Skye y a Susan la mayor parte del tiempo, pasando un gran tiempo los cuatro niños discutiendo los apuntes de Astronomía y cómo la señorita Thorne (la profesora de Astronomía) tenía cierto favoritismo por Luke, logrando que todo aquello llevase a que Luke confesase ser el aprendiz particular de la señorita Thorne. 

—Aún no me lo creo. ¿La señorita Thorne es tu mentora? ¿Estás seguro? —preguntó Susan. 

—Shhh —respondió el rubio, mirándo de forma preocupada a su alrededor. Eran las once de la mañana y todo el colegio parecía estar reunido alrededor del campo de quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos podían elevarse pero, incluso así, a veces era difícil ver lo que estaba sucediendo—. Estoy seguro de que alguien se entera y me volverán a esconder los uniformes. 

Skye no lo había notado, pero ahora entendía por qué Luke ya no parecía pelear con su túnica. Bajo esta llevaba su uniforme y uno que definitivamente no estaba encogido con magia. Por alguna razón el uniforme lo hacía ver mucho más alto y delgado de lo que era. Skye sonrió al notar lo radiante que se veía Luke. Podría ser el niño dorado de Gryffindor si no fuese porque todos parecían odiarlo. 

—Bien y a todas estas, ¿cómo pasó? —preguntó Skye. 

—No lo sé, una mañana me levanté y solo tenía mis pijamas y la túnica —dijo el rubio, encogiéndose de hombros—. Luego los encontré porque me di cuenta que habían marcas en la alfombra bajo la cama de Neville. Habían estado ahí todo el tiempo. 

Susan y Skye compartieron una mirada confundida, pues lo que querían saber era cómo se había convertido en el aprendiz de la señorita Thorne y no en cómo había resultado con sus uniformes de nuevo. Los cuatro niños subieron a la tribuna más alta, solo para encontrarse con la chica Granger —Luke le había dicho quién era, pues Skye no tenía ni la más mínima idea— Ronald Weasley, dos chicos de Gryffindor —Luke dijo que eran Seamus, alguien que odiaba a los Carstairs y Dean, otro que odiaba a los Carstairs— y una chica de Slytherin —está vez fue Susan quién le informó que aquella era Holly Potter, la hermana melliza de Harry Potter. Skye se sentía bastante estúpida por no haber sabido quienes eran.

—Creo que Susan y Skye querían saber cómo te convertiste en el aprendiz de la señorita Thorne —añadió Neville en voz baja, mientras tomaba el lugar entre Hermione y Luke, separando a los grupos.

De nuevo, Luke pidió que bajaran la voz un poco nervioso, mientras le lanzaba una mirada de reojo al chico Seamus. Skye comenzaba a pensar que aquel chico debía ser el principal problema de su primo. Susan estiró la mano y le sacudió el cabello castaño a Neville de forma fraternal. 

—Longbottom no podía haberlo dicho mejor. 

—Oh —respondió Luke, soltando una risilla avergonzada—. Era eso...

En ese momento, el equipo de quidditch apareció en el campo, pisaron el terreno entre vítores y aplausos, evitando que Luke pudiese seguir con su historia. La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.

—Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo la señora Hooch cuando estuvieron reunidos a su alrededor. 

Skye notó que parecía dirigirse especialmente al capitán de Slytherin, Marcus Flint, un muchacho de quinto año. Le pareció que tenía un cierto parentesco con el trol gigante. 

—Monten en sus escobas, por favor. 

La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince escobas se elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos. 

En realidad, Skye no entendía mucho de lo que estaba sucediendo en el aire, por mucho que Lee Jordan lo narrase. Podía ver pequeñas manchitas de colores verde y rojo volar y moverse con agilidad por todo el aire. Por su parte, Luke y Susan parecían bastante enfrascados en el juego, gritando cosas a los jugadores como «Eso, Bell» o «Tu puedes, Johnson» habían un par de «¡Buena esa, Wood!» seguidos de «¡Joder! ¡Dale con esa Bludger, Weasley!». De repente, Lee Jordan anunció un gol de Gryffindor. Los gritos de los de Gryffindor llenaron el aire frío, junto con los silbidos y quejidos de Slytherin.

—Venga, dejenme sitio. 

—¡Hagrid! 

Ron y Hermione se juntaron para dejarle espacio a Hagrid. 

—Estaba mirando desde mi cabaña —dijo Hagrid, enseñando el largo par de binoculares que le colgaban del cuello—. Pero no es lo mismo que estar con toda la gente. Todavía no hay señales de la snitch, ¿no? 

—No —dijo Ron—. Harry todavía no tiene mucho que hacer. 

—Mantenerse fuera de los problemas ya es algo —dijo Hagrid, cogiendo sus binoculares y fijándolos en la manchita que era Harry.

Lo siguiente que supo Skye es que hubieron más movimientos en el aire y que Gryffindor había anotado otros puntos. Luke y Susan chillaron como si hubiesen recibido las mejores noticias, abrazándose y saltando juntos, casi como si fuesen mejores amigos. Neville y Skye se miraron, ambos comenzaron a gritar emocionados por el hecho de que Slytherin estuviese perdiendo. Luego vieron como uno de los de Slytherin lanzó una bludger directo al capitán del equipo de Gryffindor y este cayó directo al suelo. Oyó los sonidos tristes de la tribuna de Gryffindor. 

Los de Slytherin anotaron un punto y, luego, golpearon a una chica del equipo, logrando que cayera por la estructura de una tribuna y terminase desmayada en el piso. 

—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—. Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser... 

De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse. Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano. Skye le lanzó una mirada extraña a Harry, sin entender que rayos estaba haciendo, podía sentir a Luke y a Susan perder la compostura de nuevo a su lado. 

Sin embargo, a pesar de lo herida que se sentía, no pudo no evitar preocuparse por el azabache que colgaba peligrosamente de su escoba. Escuchó como Luke le pedía los binoculares a Hagrid y de repente, el rubio gritó. 

—¡¿Soy yo o Snape está lanzando un maleficio a la escoba de Potter?! 

—¡¿Qué?! —chilló Holly, caminando hasta Luke y arrebatándole los binoculares—, ¡Oh, no! ¡Carstairs hombre tiene razón!

Granger le quitó los binoculares a Holly y miró la escena por si misma, los bajó y lanzándole una mirada de reojo a Luke, ella asintió con la cabeza y comenzó a caminar hacia las escaleras para bajar de la tribuna. Skye vio un gran revuelo en la tribuna de los profesores y después de eso notó como Harry lograba montar su escoba con facilidad. Comenzó a pelearse con el buscador de Slytherin, pero este último perdió debido a su falta de destreza. Harry logró ponerse de pie sobre la escoba. 

De repente, cayó de cara sobre el suelo y Skye solo pudo hacer una mueca de dolor, vio como se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.

—¡Tengo la snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza; el partido terminó en una confusión total.

—¡Harry Potter recibe 150 puntos por atrapar la snitch! —gritó Lee Jordan. 

La señora Hooch apareció, sonando su silbato y sacudiendo la mano «¡Gryffindor gana!» Gritó, antes de que Luke y Susan lo perdieran definitivamente. Los gritaron, se abrazaron y Skye estaba segura de haberlos visto llorar.  

Después del partido, Luke, Skye, Susan y Neville empezarían a pasar la mayor parte de sus tiempos libres juntos. En los patios, en clase o incluso en el Gran Comedor, como se encontraban en aquellos momentos. Había un gran revoltijo de papeles sobre la mesa, todos trabajos de Luke, pues se encontraba realizando trabajos para la señorita Thorne. 

—¿Debes hacer una redacción sobre alguna persona célebre de preferencia? —preguntó Susan, mientras veía la lista que el muchacho rubio había hecho, donde tachaba los trabajos que había hecho y cuales no—. ¿Por qué escogiste a Nicolas Flamel y no a, no lo sé, Gilderoy Lockhart? 

Luke bufó mientras escribía en una hoja un ensayo de quinientas palabras sobre su opinión en la Asamblea Medieval de Magos de Europa. Si bien Luke sabía que podía hacerlo mucho más largo, la señorita Thorne le había pedido 500 palabras y solía bajarle puntos si desobedecía las reglas. 

—Gilderoy Lockhart es ridículo —murmuró Luke, mientras seguía escribiendo. Detuvo su pluma y miró a Susan a los ojos—. ¿Sabías que la Asamblea Medieval de Magos de Europa le había entregado a el Premio de Reconocimiento a la Valentía contra Animales Fantásticos, por sus libros de Defensa Contra las Artes Oscuras? Una pérdida de tiempo, ese hombre no ha hecho ni la mitad de cosas que dicen que hizo. 

Susan abrió la boca en parte enojada en parte indignada por lo que Luke había dicho, pero no discutió con el chico, pues el rubio volvió a hundir su nariz en su ensayo, volviendo a contar las palabras que había escrito. Skye lo oyó murmurar algo sobre tener 605 palabras y lo vio agarrar otro pergamino, solo para volver a comenzar. 

—A Luke le gusta la alquimia —respondió Skye—. Prefiere hablar sobre alquimistas, pues dice que no tienen tanto protagonismo como lo tienen los magos que practican DCAO. 

Susan asintió lentamente. 

—¿Ustedes creen que algún día logre tener las 500 palabras completas? —preguntó Neville, mientras juntaba hojas de pergamino, todas con ensayos casi iguales que no cumplían con la cantidad de palabras. 

—Si no lo hace, se atrasará con todos sus trabajos —murmuró Skye, tomando la lista. Frunció el ceño al ver cosas un poco complicadas. 

Luke debía desarrollar una poción herbicida, punto que tenía la frase «Segundo año» al lado, haciendo referencia a que era una poción que se debía cubrir en el segundo año para la mayoría de estudiantes. Debía resolver un ejercicio con la fórmula que se le había enseñado a los estudiantes de transformaciones. La redacción que había pedido Snape sobre la Poción curadora de forúnculos. Una redacción sobre el modo correcto de trasplantar una Mandrágora, punto que tenía la frase «Segundo año» al lado y muchas cosas más que parecían poco posibles de lograr. 

—Creo que podríamos ayudarlo —dijo Skye, cuando vio como el rubio comenzaba a tirar de su cabello al ver que había terminado su ensayo y tenía 490 palabras—. Susan y yo podríamos recopilar la información sobre Flamel, Neville podría ayudar con la redacción sobre la Mandrágora. Sé que los tres podremos con el ejercicio de Transformaciones —Skye chasqueó la lengua—. Ninguno es capaz de realizar una poción bien hecha, así que Luke hará la poción herbicida él solo y sé que le faltan 75 palabras para terminar la redacción de Snape y luego podremos copiarnos de él como recompensa. 

—Es una buena idea —comenzó Susan—. Pero las vacaciones de navidad están a la vuelta de la esquina y todos tenemos que irnos a casa para esa época. 

—Lo haremos cuando lleguemos de vacaciones, ¿les parece? 

—¡Maldita sea, si tenía las 500 y manché la hoja! ¡Puta madre! 

Sin poder evitarlo, los tres niños se echaron a reír ante el desespero en el rostro del rubio, quién tiraba de su cabello rubio con la frustración de alguien que lleva intentando lograr algo más veces de las que su salud mental le permitía.





















❛ ֍ ❜























UN ESCALOFRÍO RECORRIÓ a Skye, esa mañana Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante. Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez. 

Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. A Skye le gustaba pasar el tiempo en su sala común o en el gran comedor, pues habían chimeneas que ardían con fuerza, mientras que los pasillos estaban llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas. Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes.

Junto con la llegada de la navidad, había llegado noticias de tía Jane. Por razones bastante obvias, Galileo había resultado ser de los pobres búhos que había terminado encerrado en la cabaña de Hagrid bajo sus cuidados con el fin de que su cuerpo se recuperara del clima cruel que se desenvolvía alrededor del castillo. Les había mandado una gran caja con golosinas de todos los colores para que compartieran con sus compañeros y una gran cantidad de detalles. Junto a la caja había una muy detallada nota sobre cómo enviaría a Luke y a Skye en bote a Durmstrang si se les ocurriera quedarse para las navidades. 

Skye reacomodó su sweater de lana tejido de color amarillo pollito que hacia juego con sus medias, también amarillo pollito. Jugaba Gobstones con Neville, pues en la caja que tía Jane había mandado había todos ítems necesarios para hacer el juego posible. Susan leía Los cuentos de Beedle el Bardo, otro regalo de tía Jane, mientras Luke batallaba con la redacción de Snape. 

—¿Se imaginan tener la Varita de Saúco? —preguntó Susan, mientras apoyaba el libro contra su pecho y miraba a Skye y a Neville. Era un caso perdido tratar de hablar con Luke—. ¡Uh! ¡O tener la Capa de Invisibilidad! 

—Tía Jane dice que la historia de los hermanos Peverell está incompleta —respondió Skye, mientras trataba de lanzar una de las esferas de Neville por el agujero—. En realidad eran 4 hermanos: Antioch, Cadmus, Ignotus y Henrik Peverell. 

Para la mala suerte de Skye, la pelota con la que trataba de quitar la esfera de Neville fue la que cayó en el agujero y lo único que logro fue que el castaño ganase un punto. Neville celebró mientras Skye. Un chorro de líquido salió disparado y Skye agachó la cabeza, viendo como caía en el suelo tras ella. 

—¿Henrik Peverell? —preguntó Neville, recogiendo las piedras y separando las amarillas de las rojas. Skye jugaba con las amarillas, él con las rojas—. Jamás había oído de él. 

En ese momento, el tarro de tinta negra de Luke se derramó por la mesa del gran comedor, cayendo sobre la redacción de pociones y el rubio levantó la mirada al techo, como si quisiese contener un grito colérico o, en realidad, las lágrimas de frustración. 

—Oh, tía Jane decía que su abuelo le contaba la Fábula de Los Tres Hermanos y nunca se olvidaba de mencionar al menor de los Peverell, Henrik. ¿Cierto, Luke? 

El mencionado desvió la mirada hacia su prima. Si bien había estado pendiente de sus trabajos, él nunca se perdería las conversaciones de sus amigos, así que asintió varias veces con la cabeza. 

—Sí, sí. Henrik Peverell, aquel que pidió la vida eterna —murmuró Luke—. Al haber pedido la vida eterna, La Muerte lo maldijo. Sí, llevaría una muy larga vida, pero maldito.

—Maldito, ¿cómo? —preguntó Susan. 

—A donde sea que fuese traería a los muertos devueltos a la vida —respondió Skye—. Aquello desequilibraría el mundo tanto mortal como mágico. Henrik perdió la cabeza y se obsesionó con el equilibrio, así que hizo un trato con la muerte, dividendo su alma en 3. —Para ese punto, Susan había dejado el libro de Beedle Bardo sobre la mesa y Neville había guardado las piedras, los dos demasiado ensimismados en la historia como para pensar en otra cosa—. Separó La Vida, representada por una criatura de Fuego Maldito; La Sombra, representada por un Príncipe Oscuro y El Caos, representado por El Señor del Equilibrio. 

» Aquellas criaturas se encargaron de terminar con los hermanos Peverell restantes, pues al tener regalos de La Muerte alteraban el equilibrio del mundo  —para aquel punto, no solo Susan y Neville estaban inmersos en la historia. Ronal Weasley, quién había crecido escuchando la historia de los Peverell, escuchaba atentamente, mientras vencía a Harry en un partido de Ajedrez Mágico—. La vida robó la varita y degolló al primer hermano, La Sombra infectó la piedra y colgó al segundo hermano y El Caos encontró al tercer hermano y se lo llevó a La Muerte, compartiendo un último viaje como hermanos. 

Oyeron un bufido que los sacó de la atmosfera oscura creada por la historia que había estado contando Skye. 

—Por favor, así no va la historia —se quejó Ron, apoyando las manos en la mesa y mirándo a Skye como si estuviese loca—. Nunca existió un cuarto hermano. 

—Pues, es obvio que todo es una simple historia —añadió Luke—. Todo el mundo sabe que Randall Carstairs amaba inventarse su propia versión de la realidad, con tal de regalarles un poco de fantasía a sus nietas. Eso de que Astrea Carstairs es la coautora de Los Cuentos de Beedle Bardo es una farsa al igual que la historia de Henrik Peverell. 

Skye rodó los ojos. 

—Le quitan la diversión a la vida. Yo prefiero creer que Astrea ayudó a escribir la Fábula de Los Tres Hermanos y que Randall tenía razón —ella negó con la cabeza, mientras tomaba las piedras que Neville había guardado—. ¿Otra partida? 

Y así, el grupo de chicos volvieron a sus actividades anteriores, sin embargo, Susan Bones fue incapaz de apartar la mente de Henrik Peverell. 























capítulo corto pero cargado de info, alguna teoría de como esto se relaciona con la trama de lom??? qué opinan de la historia de henrik? se lo veían venir?

anyways, ya casi estamos terminando el primer acto y estoy un poco emocionada. si lo que quieren sabes es cómo se relaciona skye con la piedra, ninguno de mis niños está directamente relacionado con eso jeje

espero que lo disfruten y prepárense porque tía jane aparecerá en el próximo capítulo. las amo demasiado y espero que pasen geniaalll

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