xiii. december

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

xiii
( december )

DESDE QUE SKYE tenía memoria, la navidad había sido uno de sus momentos favoritos. La familia Carstairs por antigua que pareciese no tenía demasiadas tradiciones con respecto a esta clase festividad, más bien, no tenían ni una sola. Todo eso hasta que Randall Carstairs se había casado con Artemis Carstairs  y había traído la única tradición que perduraba en la familia: los regalos. Tan pronto como amaneciera el primero de diciembre y la nieve comenzaba a cubrir las calles y los tejados, empezaría a darle regalos a sus nietas. 

(En realidad, Skye no tenía idea de por qué tía Jane empezaba hablando con que la tradición había empezado con Melania Carstairs, la madre de Jane y June. Aún así, sentía que el tema de Melania resultaba algo complicado para tía Jane, así que jamás se atrevía a preguntarle.)

Por esa razón, tía Jane les había mandado tanto a ella como a Luke una cantidad insuperable de regalos. Sweaters, medias, pantuflas, pijamas de dinosaurios de colores, golosinas, gomitas, chocolates, juegos y libros de historias fantásticas, todo junto porque habían pasado 16 días desde el primero de diciembre. Había sido un poco embarazoso para los dos niños recibir el paquete gigante, teniendo en cuenta que navidad aún no había llegado y la mayoría de niños en el gran comedor los habían mirados con ojos recelosos.

El 17 de diciembre, Luke y Skye habían empacado sus cosas en sus baúles con el fin de empezar las vacaciones y para eso de las 11 de la mañana del 18 de diciembre, los dos primos en compañía de sus mejores amigos se encontraban en un compartimiento del Hogwarts Express camino a la estación King's Cross con el fin de pasar unas buenas vacaciones en casa. 

—¡Qué emoción! —dijo Susan, cuya cabeza pelirroja estaba apoyada en el regazo de Skye, quién escribía cosas en los márgenes de su copia de Los Cuentos de Beedle Bardo—. ¿Qué quieren que les regale de navidad? 

—No lo sé —respondió Neville, frunciendo el ceño—. Aunque cualquier cualquier cosa que escojas estará bien —Susan y Neville compartieron una sonrisa dulce.

—¡Oh, por Merlín! —chilló Susan, levantándose de inmediato. Se giró y miró a Skye con los ojos muy abiertos—. ¡Ya casi es tu cumpleaños!

Skye levantó mucho las cejas, luciendo un poco apenada. En realidad, los cumpleaños que Skye había vivido siempre habían sido en su apartamento en Londres Muggle, con Luke y tía Jane —las únicas personas que conocía y quienes eran las únicas personas con las que le gustaba pasar el tiempo— sentados bajo el árbol de navidad, tomando chocolate caliente, esperando a que el reloj marcase las doce en punto para encender las velitas y que Skye las soplase. 

—Oh, si, es cierto. 

—¿Pero qué te daré de cumpleaños? Literalmente tu tía te ha regalado todo lo que podrías querer y hasta más. No puede ser. ¡¿Qué les daré por navidad a los dos?! 

Luke soltó una risita y negó con la cabeza levemente, luciendo despreocupado. —Susan, no pierdas la cabeza por eso —habló, ladeando la cabeza y dándole una mirada dulce. La chica parpadeó dos veces, evitando a toda costa sonrojarse—. Lo que sea que escojas será perfecto.

—¿Qué harás de cumpleaños? —preguntó Neville, quién metió las manos a sus bolsillos y de repente se puso pálido. 

—Supongo que lo mismo de siem... ¿qué haces? —Skye miraba confundida a Neville, pues el chico había comenzado a mirar por todo su asiento, como si buscase algo. 

—No encuentro a Trevor —respondió con tono preocupado. 

En menos de nada, Luke, Susan, Neville y Skye se habían repartido los vagones del Hogwarts Express con el fin de buscar el sapo de Neville. Skye fue con Susan, quienes recorrieron el tren de arriba abajo y no encontraron nada. Bueno, no es como que no hayan encontrado nada, de regreso a al compartimiento donde tenían sus baúles se toparon con la señora del carrito de dulces y, con los ojos brillantes, compraron un poco de todo. 

Regresaron al compartimiento con los bolsillos llenos de varitas de regaliz —si hubiese un dulce que Skyler Carstairs pudiese comer todos los días y jamás cansarse esas debían ser las varitas de regaliz, simplemente las amaba—. Por su parte, Susan había insistido en comprar ranas de chocolate, no solo porque ella coleccionaba los cromos, sino porque el chocolate era el dulce favorito de la pelirroja. Al llegar un muy enojado Luke era calmado por un muy asustado Neville. El castaño tenía su sapo entre sus manos, por lo que Skye supuso que tuvieron suerte encontrando el sapo. 

—¿Qué le sucede a Luke? —preguntó Susan

—Déjalo —murmuró Skye—. Cuando está enojado lo mejor es dejarle su espacio. 

Después de aquello el viaje siguió como si nada. Neville se aseguraba cada 5 minutos de que Trevor estuviese en su lugar, mientras Luke tenía a su gata en su regazo, mantenía sus manos sobre ella para evitar que saltase hacia el sapo y le hiciese algo. Skye se había quedado dormida con la cabeza sobre el cristal mientras Susan dormía con la cabeza sobre las piernas de la peliplateada. Cuando menos se lo esperaron, estuvieron en la estación y tuvieron que bajar del ten. 

Skye limpiaba su mejilla cuando bajó del tren con Luke atrás, bajando el baúl. Cuando estuvo en el anden, Skye puso a Galileo sobre el baúl y se entretuvo hablando con Susan, quién esperaba que su tía viniera por ella. 

—Prométeme que me escribirás —con su dedo índice, Susan señaló a Skye. 

—Y tu prométeme que no perderás la cabeza tratando de buscar un regalo para nosotros.

—Es que es imposible, ¿cómo es que tienen tantos regalos y ni siquiera es navidad? 

Luke apareció, dejando el baúl de Susan en el suelo. Ella sonrió al chico y puso su lechuza, Lali sobre el baúl. Luke volvió a entrar al tren y tras dos viajes más pudo sacar todos los baúles del compartimiento. Cargó a Calígula en sus brazos y los 4 se quedaron ahí esperando a que sus familiares vinieran por ellos. 

La primera en irse fue Susan, su tía había venido por ella unos minutos a penas se detuvo el tren. La recibió con un abrazo y le dejó un vaso con chocolate caliente. Se despidió de Neville con una sonrisa amable y a Luke y a Skye los saludó a regañadientes, pues Susan había insistido. Luego vinieron por Neville. La abuela de Neville lo saludo fríamente, sin embargo, a Luke le regaló una sonrisa mucho más cálida, o al menos lo que su rostro severo era capaz de lograr. A Skye la ignoró completamente y se llevó a Neville a rastas. 

Casi media hora después —o al menos, eso según Luke, pues Skye contó 20 partidas de piedra, papel o tijera y 10 de veo veo, que Luke jugó de malagana pues no tenía ánimos de jugar, pero no se veía capaz de dejar a Skye sentada sobre su baúl luciendo aburrida— tía Jane apareció, alegando que quería esperar a que el andén se despejase antes de ir a buscarles. A pesar de que ambos se habían enojado con tía Jane, no dijeron nada porque, en el fondo, la entendían. 

En menos de nada, llegaron al apartamento y Skye suspiró, sintiendo la calidez de su hogar.













❛ ֍ ❜













ESA MAÑANA, SKYE se había levantado mucho antes de lo que normalmente lo hacía. Faltaba muy poco para navidad, pero simplemente no podía dormir. Caminó hasta su calendario y marcó el 23 con una x dentro del círculo que había dibujado sobre aquel día desde que su tía Jane le había regalado el calendario en enero. Fue como si el corazón le bajara del pecho hasta los pies cuando miró la fecha del 22 de diciembre con ojos tristes. 

Descalza y sintiendo como el horroroso frío del baldosado de su cuarto subía por la plata de sus pies y comenzaba a hacerle doler los huesos de las piernas, Skye caminó hacia su ventana. A fuera, el paisaje de edificios y tiendas, estaban cubiertos de aquella escarcha blanca que Skye tanto adoraba, las lucecitas de colores estaban apagadas y las calles de Londres a penas estaban empezando a ser concurridas por muggles que pretendían llegar a sus trabajos. La nieve caía con lentitud y en abundancia. Skye suspiró. 

Gracias la vaho, pudo dibujar una carita triste en el cristal de su ventana. Ladeó la cabeza y observó a la carita devolverle la mirada. Sin poder evitarlo, pensó en Harry Potter y frunció el ceño. Si había una cosa que había estado evitando desde que había llegado a su casa, había sido a Harry Potter, no quería saber nada de él, no quería saber que hacía, dónde pasaría las navidades, si tendría regalos, si estaría solo. No quería saber nada de él, pero estando allí, completamente sola y helando, específicamente el 22 de diciembre, solo pudo pensar en él. 

Suponía, un poco después de conocerlo, que Harry sería un gran amigo, porque él la entendía. Entendía lo que era no tener una madre, entendía lo que era no conocer a su padre. Supuso, de forma estúpida, que Harry podía acompañarla en su dolor un 22 de diciembre, pero no era así, nunca sería así. Porque mientras Skye sentía que su corazón dolía y que sus ojos no podrían retener las lágrimas, Harry probablemente celebraría aquel día, como el día en que una bruja tenebrosa cayó. 

Se devolvió a su cama y se sentó sobre esta. Tomó su cobija —un regalo de navidad de tía Jane— de un bonito color amarillo pastel, que se había convertido en su nueva cosa favorita, y rodeó su cuerpo con ella, sintiendo la calidez de la suave tena envolverla y calmar un poco el insoportable dolor en sus huesos. Skye estiró la mano hacia su mesita de noche, donde iluminaba una lámpara de cristal que tía Jane le había regalado la navidad pasada. Agarró el marco que estaba ahí, una pequeña foto mágica, tan pequeña que cabía perfectamente en la palma de su mano. 

En la foto había una niña uno o dos años mayor que Skye. Tenía una larga melena negra que se sacudía con suavidad. La niña era hermosa. Tenía rasgos finos y delicados, un tanto redondeados. Nariz pequeña y labios gruesos, cejas gruesas y arqueadas. Y sus ojos, eran de un inconfundible tono plateado que parecía irradiar luz. En la foto, la niña sonreía a alguien a su lado, tenía una larga túnica de Hogwarts con la corbata de color verde y luego volvía los ojos hacia el frente, para ladear la cabeza y mirar a través de las pestañas a la persona que tomaba la foto. 

Aquel había sido un regalo de tía Jane. Era el regalo más preciado que Skye tenía. Una fotografía de June Carstairs, su madre. Era un recuerdo en el que parecía tan feliz, que el pecho de Skye se llenaba de alegría al pensar en que estaba en un lugar en el sonreiría así, con esa sonrisa tan bonita, una y otra vez. Y tal vez, por eso, los 22 de diciembre no eran tan terribles. 

—Hola, mamá —habló, mirándo la foto fijamente, viendo como el movimiento se repetía una y otra vez, como un bucle al que estaba condenada—. Ha pasado un tiempo desde que te hablé la última vez. Entré a Hogwarts y clasifiqué en Hufflepuff —murmuró, apartando la vista de la fotografía mágica y elevándola al techo—. No es Slytherin, pero era dónde quería estar. No tengo muchos amigos, pero me las arreglé para hacer dos: Susan y Neville, ellos nos quieren a pesar de pertenecer a una familia de magos tenebrosos y no creen que hayas sido una asesina y tía Jane una mentirosa —pausó unos segundos y tragó saliva. 

»Han sido 12 años desde que te fuiste, luego serás 13 y después 14 y luego estaré casa y con hijos y tu no vas a estar para verlo. Es un poco deprimente, pero creo que ya hice las pases con eso —suspiró y rebuscó en su cabeza para saber que más confesar—. Tuve un amigo famoso: Harry, Harry Potter. Su hermana melliza, Holly, me detesta, creo que porque soy tu hija, no estoy segura, pero casi todos en Hogwarts lo hacen, así que no sería extraño. Ya no somo amigos, porque habló muy mal de ti, creo que empezaba a tomarle cariño, porque realmente me hirió que creyera que todos están mejor contigo muerta. Porque yo no lo estoy. Me duele aquí —con su mano derecha, tocó su corazón— y quiero que ya no me duela, pero es imposible, porque no estas tu para aliviar el dolor. 

Skye suspiró y se sumió en el silencio. Antes, en los aniversarios de la muerte de su madre, tía Jane la llevaba al cementerio, pero Skye nunca se sintió capaz de entrar y jamás sería capaz de hacerlo. Ahora, ya ni siquiera lo intentaba, se sentía mal, pero no podía evitarlo. Se dejó caer contra la almohada y se acurrucó, abrazando su mano donde sostenía la foto. 

—Ojalá estuvieras aquí para verme crecer, mamá —murmuró, antes de cerrar los ojos, y tratar de seguir durmiendo. 













❛ ֍ ❜













—¿POR QUÉ NO lo armaste antes? —la voz de Luke llegó desde donde estaba sentado en el piso, desenredando las lucecitas de navidad que colgaban sobre el arbolito.

—¡Porque arruinaría el espíritu navideño! —tía Jane se apoyó sobre la isla de la cocina mientras llevaba una taza de café humeante a sus labios y miraba a su hijo con inocencia—. Siempre ha sido su trabajo encargarse de esta clase de cosas.

Skye frunció el ceño mientras desenvolvía un adorno de navidad, que resultaba ser un Santa Claus que volaba en su escoba por toda la sala, cuando lo encendías, claro estaba. Lo sacudió un poco y luego giró la cabeza a tía Jane.

—Pero ya casi es navidad —se quejó Skye.

—¿Y? —volvió a preguntar tía Jane, sin entender.

—¿Por qué esperaste a qué llegáramos? La navidad está a la vuelta de la esquina, no sé si terminemos de decorar a tiempo —habló Luke, peleando con las luces de navidad.

—Pero si ustedes aman hacer esta clase de cosas —tía Jane sacudió la cabeza y tomó otro sorbo—. Casi 4 meses en Hogwarts y ya no tienen espíritu navideño. Definitivamente le mandaré una carta a Dumbledore para quejarme al respecto. Además, si hubieran empezado antes, no estuvieran tan atrasados.

—Debíamos terminar los deberes.

—Es que aún no lo entiendo. Vienen de vacaciones y lo primero que hacen son los deberes. ¡Qué aburridos se han vueltos, niños!

—Pues, si Luke no me ayudaba con los deberes, probablemente fallaría el curso, así que debía aprovechar, tía Jane, creo que me entiendes.

—¿Luke te dejó copiar su tarea? —preguntó tía Jane. En respuesta, la peliplateada sacudió la cabeza, diciendo que no le dejó copiarse—. Hijo, no me queda más remedio... estás castigado.

—¡¿Qué?! —Luke miró a tía Jane solo para verla regalarle una sonrisa sobre la taza blanca—. ¡Mamá! —se quejó, con una sonrisa.

El resto de la tarde, siguió igual. Skye simplemente estaba asombrada por la gran cantidad de adornos navideños que tenían guardados en un baúl hechizado. Tenían coronas navideñas para cada una de las puertas y ventanas, que cambiaban de color dependiendo del estado humor en que se encontraban. Tenían adornos que volaban por la cocina, planeaban por el pasillo y regresaban a la sala para recargar energías y volver a hacer sus rutas de vuelo. Las luces de brillaban de todos los colores posibles y los adornos del arbolito reían si les hacías cosquillas.

En la tarde, la casa se encontraba completamente iluminada por luces de colores y risas suaves de los adornos. Las coronas tenían las hojas teñidas de un intenso color verde, diciendo que era la fecha de la navidad. Skye se había puesto un pijama nuevo, que tía Jane le había regalado. Un pantalón blanco con patitos amarillos y arriba era una camiseta de manga larga con el estampado de varios patitos con sombreros de colores y gafas de sol. Se puso sus medias amarillas y se adentró en la sala, donde Luke y tía Jane se encontraban sentados. 

Su primo tenía un pijama igual al suyo, solo que ya no tenía patitos, sino dragones con las alas abiertas, algunos tenían gafas de sol o estaban comiendo tacos. Casi todo el pijama era de color rojo. Tía Jane, por su parte, tenía un pantalón rosa floreado y una blusa manga larga, con flores rosado oscuro. Ambos sostenían tazas de café humeante y Skye sonrió cuando vio la taza amarilla con chocolate caliente con tantos malvaviscos que ella casi juraba que caerían de la taza. Rápidamente se sentó en el sofá, largo y color beige, frente al balcón. 

Por el cristal del balcón, podía ver la nieve caer. Las luces de colores sobre las fachadas de las casas iluminaban el cielo con colores festivos. Dentro de la pequeña sala, los adornos volaban sobre sus cabezas, los adornos del arbolito habían comenzado a cantar villancicos y las luces alumbraban la estancia con un show de colores rojos, verdes y dorados. Skye recogió sus piernas, chocando con su pecho y tomó la taza.   

—Cuando era niña —comenzó tía Jane, mirándo por el balcón, como si estuviese completamente distraída, en otro lugar. Skye siempre creía que se perdía en sus recuerdos, que olvidaba que estaba en el apartamento con Luke y con ella—, June y yo pasamos una navidad en Hogwarts. Quisimos proteger a una amiga de un matón de Slytherin, él se enteró y se enfrentó a nosotras. June lo hizo llorar. 

—¿Cómo? —preguntó Luke, interesado. 

—No estoy muy segura —respondió, parpadeando y mirando a su hijo—. Creo que utilizó la magia. Su magia. 

Y Skye sonrió, desviando la vista al reloj y, quizá, su madre podría no estar físicamente con ellos, pero ella sabía que siempre estaría consigo. Suspiró.

—Feliz navidad, tía Jane. Feliz navidad, Luke. 

—Feliz navidad, Skye. 



















❛ ֍ ❜





















—¿TE GUSTÓ MI regalo? —fue lo primero que preguntó Susan, cuando llegó al apartamento que tenían en Londres muggle, el 30 de diciembre, sosteniendo una cajita de terciopelo roja. 

Skye, que la miraba sin realmente creer que estuviese ahí, se puso de pie, alisando su vestido de algodón de color negro. Tenía mangas de tirantes y otras caídas que dejaban sus hombros al aire. Su cabello plateado estaba en ondas que tía Jane había hecho cuidadosamente. Realmente, Skye no podía creer lo que estaba viendo. Caminó hacia la pelirroja a paso cuidadoso, cuando esta saltó sobre Skye, rodeándola con los brazos. 

—¡Feliz cumpleaños, Skye! —cuando se separó de la peliplateada, le tendió la cajita de terciopelo.

—Oh, Susan —empezó ella—. No tenías por qué, con tu regalo de navidad era más que suficiente. 

—Nada de eso —se apresuró a negar, sacudiendo la cabeza y sonriendo abiertamente—. ¡Ábrelo, ábrelo ya! 

Con una sonrisa gigante plasmada en su rostro, Skye abrió la cajita solo para ver una bonita cadena de color negro, cuyo dije era un dinosaurio de caricatura de color amarillo con ojito negros y una sonrisita negra. Miró rápidamente a la pelirroja, quién tomó una cadena dorada con un dinosaurio igual, solo que era de color negro con ojitos y sonrisa amarilla. 

—¿Te gusta? —preguntó, apretando las manos y mirando a la peliplateada de forma anhelante. 

—¿Gustarme? Susan, ¡me fascina! —las dos soltaron una risita y se fundieron en un abrazo rápido. Luego la pelirroja le colgó la cadena y ambas se sentaron en el sofá de la sala. 

Poco después, saliendo de la chimenea, apareció Neville. Él traía una cajita, también, con unos aretes en forma de fénix plateado, pues había notado que a ella le gustaban, también había añadido un cepillo hechizado para que le cambiara el color del cabello por mechones. Había sido una idea de la abuela de Neville, pues ella siempre había querido teñirse el cabello de colores. 

Poco después, tía Jane había aparecido con una torta de chocolate que tenía chispas plateadas y las velas con el número 12 de color amarillo. Estaban hechizadas, pues la llamaba cambiaba de color entre azul, rosado y verde. Ella sonrió abiertamente mientras tía Jane le ponía un gorrito de cumpleaños amarillo con plumas en la parte inferior y sacaba una foto mágica. 

Luke abrazó a Skye, rodeando sus hombros con su brazo. Susan se acercó a Skye y hizo la señal de paz con su mano derecha y Neville estaba sentado a los pies de la cumpleañera, el castaño sonrió dulcemente. Skye sopló las velas y Luke le empujó el sombrero. Susan soltó una carcajada y parte del glaseado del pastel cayó sobre la cabeza de Neville, sacándole una risa a todos. 

Skye no pudo estar más agradecida, pues todo aquel sucedo quedó guardado en la fotografía. Sin duda, sería de sus favoritas. 

Poco después de la hora del te, tanto Susan y Neville volvieron a sus casas, dejando a la pequeña familia Carstairs en la sala, abriendo los regalos de tía Jane y Luke. El de tía Jane era delgado y rectangular, parecía un libro. Estaba envuelto en papel de dinosaurios de todos los colores. Sin romper el papel, Skye lo abrió y cuando lo hizo, ahogó un gemido de sorpresa. 

Era una fotografía mágica. Una hermosa mujer de largo cabello negro y brillantes ojos plateados sonreía a la cámara mientras intentaba no llorar. En sus brazos cargaba un pequeño bulto, era un bebé que dormía pacíficamente, pero lo llamativo era su cabeza cubierta por una mata de cabello plateado que resplandecía por la luz del sol. La mujer bajaba la mirada al bebé y sonreía abiertamente. 

—¿Esa...? —se detuvo para poder respirar, apretando la palma de su mano contra su boca, mientras las lágrimas caían por sus mejillas—. ¿Esa so-soy... yo? 

—Sí —respondió tía Jane con ojos llorosos—. Volví a esculcar entre las cosas de Jane y encontré esa fotografía. Creí que sería un buen regalo. 

—Es perfecto —respondió la ojiplata, mirando la foto. Observaba una y otra vez como su madre sonreía a la cámara y luego miraba a la bebé con tanto amor que le llenaba el pecho de un no-se-qué que le erizaba el vello del cuerpo. 

Tía Jane se excusó, diciendo que necesitaba ir al baño y entonces fue turno de Luke. 

—Sé que querías investigar un poco sobre nuestra familia —empezó el rubio, sacando una libreta sencilla, que fácilmente pudo haber comprado en cualquier papelería—. Así que escribí una historia, para ti. Es como un libro de cuentos, que narra cosas sobre nuestra familia. —Entonces, le entregó la libreta. Skye la abrió y leyó la dedicatoria, sintiendo su corazón llenarse de amor. 

«Para ti, porque daría todo por verte sonreír.

                                                                     —Luke.»

—Aparte de eso, estuve revisando todos los anuarios de Hogwarts, para encontrar alguna foto de tu madre y poder regalártela, pero encontré algo bastante interesante —sacó de su bolsillo, una hoja arrancada de un anuario. En él había una foto de una chica pelinegra, su madre, que era abrazada por un chico de cabello largo, negro u ondulado. Su cara no se veía muy bien, porque la ocultaba en el cabello de June. Ella se quejaba, pero reía—. Mira el pie de página. 

Bajando la mirada de la fotografía, leyó:

«J. A. C. y S. O. B.»

—¿Quién es S. O. B.? —preguntó Skye, levantando la vista hacia Luke. 

—Como podría ser un simple amor de adolescencia —dijo, hizo una pausa, no muy seguro de lo que iba a decir. Skye le presionó con los ojos y el rubio habló—. Como podría ser, ya sabes, tu padre. 























aaaaaaaaaa que lindo y triste capitulillo de navidad, qué opinan? les gustó? decidí hacerlo así, para resumir las fechas importantes que se encuentran en diciembre. 

VIERON QUE MI NIÑA CUMPLIÓ 12 POR DIOS QUE LINDA LA AMO es la primera vez que skye celebra un cumpleaños con invitados reales, estoy tan feliz por ella

espero que les haya gustado mucho este capítulo tanto como a mi y que lo hayan disfrutado como yo. btw, qué opinan del final???? quién será S. O. B? pero creo que es obvio, no?

en fin, un besote en las patas, les amo un montón y gracias de vdd muchas gracias por leer lom, no sería nada sin ustedes <33333 



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro