l. king of my heart

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l.
rey de mi corazón








—¿Sigues enfadada?

Brigid le dirigió a Harry una mirada tan indignada que resultaba cómica, puesto que él sabía a la perfección lo poco que le gustaba a Brigid enfadarse con alguien. Pero realmente lo estaba y era con él.

—Si eres un estúpido que va por ahí entrando en compartimentos y acaba con la nariz destrozada y a punto de regresar a Londres en el tren, no es culpa mía, pero... —Harry la miró, tratando de reprimir una sonrisa. Brigid inspiró hondo—. Por Merlín, eres un gran idiota. El mayor que ha existido. ¿A quién se le ocurre hacer algo así?

—Lo sé, lo sé —suspiró Harry. Además, Brigid había dado el inicio al curso con puntos negativos para Hufflepuff, cortesía de Snape —nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, por si fuera poco—, por ir a sentarse junto a Harry en la mesa de Slytherin al verle llegar.

El azabache aún recordaba a la perfección la expresión de Brigid cuando le habían visto entrar en el Gran Comedor. Estaba más pálida que de costumbre, pero había alcanzado a ver su rostro llenarse de alivio cuando vio que estaba bien, solo para después convertirse en una mueca de indignación. Sí, se había enfadado. Pero, a pesar de ello, se había pasado toda la cena sentada a su lado, incluso cuando Snape le había ordenado que regresara a su mesa. Theo y Blaise le habían dicho más tarde que habían disfrutado mucho de la discusión entre su chica y Snape.

«Su chica». Harry había reído cuando Blaise se había referido así a Brigid. Aunque se suponía que así era ahora, ¿no? Era su novia, su chica, aunque Harry simplemente pensara en ella como Bree. En todo caso, su Bree.

Una Bree que, en ese momento, le contemplaba con el ceño fruncido y una chispa de furia en sus tormentosos ojos grises. Harry aún extrañaba el antiguo celeste que éstos habían poseído, aunque debía admitir que había algo fascinante en aquel tono. Algo peligroso también, indudablemente. Representaba el don que Brigid poseía; del mismo modo que los ojos de Harry se habían vuelto azul cambiante una vez aprendió a controlar sus ilusiones, los de Brigid bien podían ser un reflejo del mundo de los muertos.

Eso no quitaba que fueran preciosos.

—Llegaremos tarde a clase si no nos damos prisa —dijo Harry, sonriendo levemente. Brigid soltó un hondo suspiro—. Además, con Snape.

—Ni me lo recuerdes.

Harry le dio un beso en la mejilla. Ella apretó los labios, en un intento por no sonreír.

—No volveré a repetir lo del tren —prometió él, sintiendo que debía asegurárselo—. Tendré cuidado, ¿vale?

Brigid soltó un suspiro y terminó por asentir.

—Vale.

—¿Qué tal Historia de la Magia, por cierto?

La Hufflepuff no pudo evitar rodar los ojos ante la pregunta, porque Harry lo hacía para pincharla, en su mayor parte. Únicamente cinco personas pensaban continuar con el ÉXTASIS de Historia de la Magia: Pansy Parkinson, Theodore Nott, Blaise Zabini, Susan Bones y, claramente, Brigid. Harry se había llevado una buena sorpresa al descubrir que sus compañeros de habitación planeaban seguir con la tortuosa asignatura del profesor Binns, pero éstos se habían limitado a encogerse de hombros y decir que las había peores.

Además de eso, Brigid había decidido continuar con Runas Antiguas, Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones y Encantamientos. Según ella, había sido un alivio despedirse para siempre de Aritmancia, Pociones y Herbología, aunque le daba pena despedirse de Astronomía.

—No ha estado mal. Resulta que Parkinson y Susan se llevan bien, y he estado hablando de lo de anoche con Theo y Blaise. Binns ha explicado poco hoy, pero ya le he echado un vistazo al libro y... —se interrumpió a sí misma, cohibida. Harry le miró, extrañado—. Bueno, es fascinante. Seguro que mucha gente no diría eso de Historia de la Magia, pero...

—Pero tú sí —replicó Harry, entrelazando sus dedos con los de ella—. Y ya sabes que me encanta oírte hablar de las revueltas de duendes y todas esas cosas.

Brigid esbozó una sonrisa y asió con más fuerza su mano. Llegaron al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras justo a tiempo: en ese momento se abrió la puerta del aula y Snape salió al pasillo. enmarcaban el amarillento rostro del profesor. De inmediato se produjo silencio.

—Adentro —ordenó. Brigid tuvo que disimular una mueca, aunque Harry ni se molestó en hacerlo.

La estancia ya se hallaba impregnada de la personalidad de Snape: pese a que había velas encendidas, tenía un aspecto más sombrío que de costumbre porque las cortinas estaban corridas. De las paredes colgaban unos cuadros nuevos, la mayoría de los cuales representaban sujetos que sufrían y exhibían tremendas heridas o partes del cuerpo extrañamente deformadas. Los alumnos se sentaron en silencio, contemplando aquellos misteriosos y truculentos cuadros.

—No os he dicho que saquéis vuestros libros —dijo Snape al tiempo que cerraba la puerta y se colocaba detrás de su mesa, de cara a los alumnos. Brigid, que ya había hecho ademán de sacar sus cosas de la mochila, dejó caer la mano—. Quiero hablar con vosotros y quiero que me prestéis la mayor atención. Potter, Diggory, eso os incluye. Separaos.

Brigid miró a Harry, incrédula. Ni siquiera se rozaban; simplemente, se habían sentado juntos en el pupitre.

—Ya me habéis oído. Diggory, con Malfoy. Ahora.

Brigid contuvo un suspiro y, poniéndose en pie, recogió su mochila y se sentó junto a Draco Malfoy, tras dirigirle una mirada pesarosa a Harry. Éste ya parecía más irritado de lo normal con Snape.

—Si no me equivoco, hasta ahora habéis tenido cinco profesores de esta asignatura. —El profesor continuó hablando y Brigid, de mal humor, se obligó a escucharle. Al menos, Malfoy no le prestaba ni la más mínima atención—. Naturalmente, todos esos maestros habrán tenido sus propios métodos y sus propias prioridades. Teniendo en cuenta la confusión que eso os habrá creado, me sorprende que tantos de vosotros hayáis aprobado el TIMO de esta asignatura. Y aún me sorprendería más que aprobarais el ÉXTASIS, que es mucho más difícil. —Empezó a pasearse por el aula y bajó el tono de voz; los alumnos estiraban el cuello para no perderlo de vista—. Las artes oscuras son numerosas, variadas, cambiantes e ilimitadas. Combatirlas es como luchar contra un monstruo de muchas cabezas al que cada vez que se le corta una, le nace otra aún más fiera e inteligente que la anterior. Estáis combatiendo algo versátil, mudable e indestructible.

»Por lo tanto —continuó el profesor, subiendo un poco la voz—, vuestras defensas deben ser tan flexibles e ingeniosas como las artes que pretendéis anular. Estos cuadros —añadió, señalándolos mientras pasaba por delante de ellos — ofrecen una acertada representación de los poderes de los magos tenebrosos. En éste, por ejemplo, podéis observar la maldición cruciatus — era una bruja que gritaba de dolor; Brigid esbozó una mueca al recordar cuando aquella misma maldición fue usada en Harry y en ella misma—; en este otro, un hombre recibe el beso de un dementor —era un mago con la mirada extraviada, acurrucado en el suelo y pegado a una pared—, y aquí vemos el resultado del ataque de un inferius —era una masa ensangrentada, tirada en el suelo.

—Entonces, ¿es verdad que han visto un inferius? —preguntó Parvati Patil con voz chillona—. ¿Es verdad que los está utilizando?

—El Señor Tenebroso utilizó inferi en el pasado —respondió Snape—, y eso significa que deberíais deducir que puede volver a servirse de ellos. Veamos... —Echó a andar por el otro lado del aula hacia su mesa, y una vez más la clase entera lo observó desplazarse con su negra túnica ondeando—. Creo que sois novatos en el uso de hechizos no verbales. ¿Alguien sabe cuál es la gran ventaja de esos hechizos?

Hermione levantó la mano con decisión. Brigid ni siquiera hizo ademán; hacía ya mucho que había dejado de participar en las clases de Snape, aunque recordaba vagamente algo que Cedric le había explicado dos años atrás. Snape se tomó su tiempo y, tras mirar a los demás para asegurarse de que no tenía alternativa, dijo con tono cortante:

—Muy bien. ¿Señorita Granger?

—Tu adversario no sabe qué clase de magia vas a realizar, y eso te proporciona una ventaja momentánea.

—Una respuesta calcada casi palabra por palabra del Libro reglamentario de hechizos, sexto curso —repuso Snape con desdén (Malfoy, junto a Brigid, rió entre dientes)—, pero correcta en lo esencial. Sí, quienes aprenden a hacer magia sin vociferar los conjuros cuentan con un elemento de sorpresa en el momento de lanzar un hechizo. No todos los magos pueden hacerlo, por supuesto; es una cuestión de concentración y fuerza mental, de la que algunos... carecen.

A Brigid no se le pasó por alto la mirada maliciosa que Snape dirigió a Harry.

—Ahora —continuó Snape— os colocaréis por parejas. Uno de vosotros intentará embrujar al otro, pero sin hablar, y el otro tratará de repeler el embrujo, también en silencio. Podéis empezar.

Miró a Harry, pero Snape negó con la cabeza en su dirección y Brigid tuvo que resignarse a que no les dejaría estar juntos ni un segundo dentro de su aula. El azabache se puso con Ron, mientras Hermione iba con Neville y Susan con Prim. Pese a que podría haber preguntado a cualquier miembro del ED, Brigid se encontró un momento sin saber a quién dirigirse.

—Parece que te toca conmigo, Diggory. —Esbozó una mueca al escuchar la voz burlona. Hacía demasiado tiempo que no hablaba con ella, afortunadamente. Aún recordaba cuando la molestaba, en ocasiones, hasta que Vega se lo quitó de encima.

Pero ya no tenían trece años y Brigid había crecido mucho desde entonces. Asintió, resignada.

—Es Black, por cierto. —Esbozó una sonrisa vacía ante la mueca mal disimulada de Malfoy—. Vamos.

Se colocaron frente a frente y, pese a que muchos de sus compañeros, en lugar de intentarlo, comenzaron a susurrar los hechizos, Brigid estaba dispuesta a tratar de hacerlo bien. Parecía ser que Malfoy también, porque ambos se quedaron mirándose en silencio, concentrados en el hechizo, durante minutos y minutos.

A Brigid le costó casi un cuarto de hora conseguir lanzarle correctamente el encantamiento desarmador a Malfoy y unos cinco minutos más lograr repeler los hechizos de éste, pero terminó satisfecha, aunque cansada.

—Patético, Weasley —escuchó entonces decir a Snape—. Aparta, deja que te enseñe...

El profesor sacudió su varita en dirección a Harry tan deprisa que el muchacho reaccionó de manera instintiva y, olvidando que estaban practicando hechizos no verbales, gritó:

¡Protego!

Su encantamiento escudo fue tan fuerte que Snape perdió el equilibrio y se golpeó contra un pupitre. Brigid había levantado la varita sin darse cuenta, asustada de lo que pudiera hacer Snape. Se quedó mirando al profesor boquiabierta. La clase en pleno se había dado la vuelta y vio cómo Snape se incorporaba, con el entrecejo fruncido.

—¿Te suena por casualidad que os haya mandado practicar hechizos no verbales, Potter?

—Sí —contestó fríamente.

—Sí, «señor» —lo corrigió Snape.

—No hace falta que me llame «señor»,
profesor —replicó Harry impulsivamente.

Brigid se cubrió la boca con la mano, a punto de soltar una carcajada. Tenía esa mala costumbre en momentos de tensión, además del hecho de que aquello realmente había sido gracioso. Aunque no para el maestro.

—Castigado. Te espero en mi despacho el sábado después de cenar —dictaminó Snape—. No acepto insolencias de nadie, Potter. Ni siquiera del «Elegido».

Nada más salir del aula, y ya lejos de la mirada asesina de Snape, Brigid plantó un beso en la mejilla de Harry, para luego darle un coscorrón. Él se echó a reír y, masajeándose la nuca, preguntó:

—¿Y eso?

—Por dejarle en ridículo y por ganarte un castigo. Hay que equilibrarlo —respondió, divertida. A Harry se le escapó una sonrisita.

—¿Y qué tal con Malfoy?

Ella se encogió de hombros.

—He aprendido un poco de hechizos no verbales.

—¿No se ha hecho más daño de la cuenta en el brazo cuando le has desarmado?

Brigid soltó un suspiro.

—No.

Pareció que Harry quería añadir algo, pero se limitó a asentir. Brigid le dirigió una sonrisa, al tiempo que jugueteaba con sus dedos.

—No deberías obsesionarte con Malfoy, ¿sabes?

—¿Ah, no?

—No creo que sea bueno para ti.

—¿Y con quién debería hacerlo? —Harry se habría aproximado, juguetón. Brigid sintió un escalofrío cuando le susurró directamente sobre la oreja—: ¿Qué tal contigo, Bree?

Le dio un golpe suave, con las mejillas encendidas. Harry soltó una carcajada y le tomó por las mejillas para besarla suavemente, lo que no contribuyó a que su rostro perdiera el tono sonrojado.

Y de una vez, eres el indicado, he estado esperando.

—No hagas eso —musitó ella, con menos fuerza de la que había esperado. Harry le acarició suavemente con el pulgar la mejilla y aquel simple gesto le hizo sentir como si una descarga eléctrica la recorriera.

—¿El qué, esto?

Y, sin esperar respuesta, Harry volvió a besarla.


























—¿Por qué esta lista es tan larga? —preguntó una sorprendida Brigid, contemplando el pergamino en manos de Harry. El azabache soltó un hondo suspiro.

—Son los aspirantes al equipo de quidditch de Slytherin —aclaró—. Michael me ha aconsejado que haga pruebas para todos los puestos, disponibles o no, incluido el suyo. Así que tengo lo que parecen ser miles de posibles jugadores. Es absurdo, porque Michael será mejor que todos ellos y tiene prácticamente el puesto asegurado, lo mismo que Nova, pero no me queda más remedio que hacer eso. La suerte es que Malfoy no siga este año, me dará un respiro.

—¿No sigue? —cuestionó una sorprendida Brigid—. Creí que le encantaría seguir compitiendo contigo por el puesto de buscador.

—Extraño, ¿cierto? Casi sospechoso. —Ante la mala mirada de Brigid, Harry rio con suavidad—. Vale, vale. Entonces, ¿ya no quieres seguir hablando de mi reunión con Dumbledore?

—No es que no quiera —aclaró ella, pensando en lo que Harry le había contado, en cómo había visto en el pensadero a Sorvolo, Morfin y Merope Gaunt, además de a Tom Ryddle Sr. La familia del que sería lord Voldemort. Resultaba difícil tratar de imaginárselo—. Pienso que es genial que te enseñe todo eso, Harry, pero debería decirte por qué, ¿no?

—Mi madre me dijo que lo haría, eventualmente —suspiró el azabache—. Espero que eso sea pronto, aunque admito que fue curioso ver todo aquello. Cuesta imaginar que Voldemort fue, en algún momento, un bebé.

Un bebé que había sido concebido bajo los efectos de un filtro amoroso. Brigid sabía que eso siempre tenía nefastas consecuencias.

—Y hablando de bebés... —En el rostro de Harry fue formándose poco a poco una sonrisa—. Mis padres ya están discutiendo nombres, ¿te lo dije?

Brigid le miró en silencio por unos segundos, antes de esbozar una sonrisa.

—¿De modo que Ariadne sí que está embarazada?

Harry asintió una única vez.

—De tres meses. No sabe aún qué es, pero... Quieren nombrarla en honor a tío Jason. —Su expresión se había vuelto algo triste—. Mary también lo está, por cierto. De un niño.

La familia Macdonald-Cattermole se había refugiado en el campo durante el último año y Harry llevaba sin ver a las niñas desde entonces, aunque Vega había ido de visita con Teddy en más de una ocasión.

—La familia crece —masculló él, en tono amargo—. Desearía que no fuera en estas condiciones.

Brigid asintió, acariciando suavemente el dorso de la mano de Harry. Él soltó un hondo suspiro.

—Perdón, no quería irme a un tema tan deprimente.

—Tienes derecho a estar triste, Harry —respondió ella—. Lo sabes.

—Lo sé —masculló él.

Ambos estaban ya familiarizados con la pérdida, pero eso no lo hacía más fácil. Menos, cuando había sido a Jason a quien habían perdido. Brigid trataba de ponerse en el lugar de Harry, pero se le hacía difícil, en especial habiendo ella recuperado a Regulus Black al mismo tiempo. Pero lo intentaba, de verdad que lo intentaba.

—¿Sabes que pensé que tío Jason podría tener algo que ver con este Príncipe Mestizo? —dijo entonces Harry, pillando por sorpresa a Brigid. La Hufflepuff frunció el ceño.

Ya habían hablado antes del viejo libro de Pociones que Harry había obtenido tras haberse matriculado a la asignatura en el último momento. Debía de tener bastantes años y estaba lleno de anotaciones. Harry había obedecido una de éstas en la primera clase y había terminado consiguiendo los mejores resultados. Slughorn no paraba de alabar su talento, que decía que era heredado de su tía Aura.

—¿Por qué piensas que Jason...?

—Hay una anotación que no es del dueño, sino de otra persona, porque es otra caligrafía, que pone «J. B. estuvo aquí». —Harry sonrió débilmente—. Es una tontería que tío Jason hubiera hecho en sus años de escuela, estoy seguro. Cuando la vi, quise pensar que realmente era suya, ¿sabes?

—Puede que la fuera —respondió Brigid, apretando su mano—. Puede que, si descubrimos quién fue el propietario del libro, sepamos si fue Jason.

—Me gustaría saber quién es, sinceramente —admitió Harry—. Le he estado echando un vistazo y... No sé, hay algo en él que me causa intriga. —Negó con la cabeza, divertido—. ¿Quién diría que podría interesarme un libro?

—Eso es algo que hubiera dicho tu madre.

Brigid pegó un bote, llevándose un buen susto. Harry le soltó la mano con brusquedad, volviéndose hacia atrás, antes de comprender a qué se debía que viera el pasillo vacío. Brigid asió su mano, al tiempo que fruncía el ceño, permitiendo entonces a Harry ver a la mujer rubia de sonrisa amable que había tras ellos.

Brigid tensó la mandíbula. Ya Morrigan le había advertido de que iría recuperando aquel don poco a poco, pero había creído, tras ver a Thea, que vería a Selena, Lily y Felicity antes que a cualquier otra persona. Pero no tenía ni idea de quién era aquella mujer, incluso aunque su rostro le resultara vagamente familiar.

—¿Conociste a mi madre? —preguntó Harry finalmente, tras unos segundos. La mujer sonrió y asintió—. ¿Quién eres?

—Me llamo Melina, aunque no sé si te habrá hablado de mí. —La rubia parecía divertida—. Fui capitana de quidditch de tu madre.

Brigid ahogó un grito de sorpresa.

—Eres Melina Abbott —comprendió entonces, recordando la foto que colgaba en la sala común de Hufflepuff. —Harry entrecerró los ojos.

—La madre de Theo y Michael —completó, sorprendido—. ¿Me equivoco?

—Eso es. —Melina parecía complacida—. Pensaba que tardaríais un poco más en daros cuenta. —Y, ante la mirada interrogativa de Brigid, añadió—: No sé mucho de tu don, solo lo que comentan por este lado. Sé que lo que hiciste fue una locura, eso sí. Todos nosotros lo sentimos cuando sucedió.

—¿Todos los muertos? —Brigid tragó saliva—. Eso no es bueno, ¿me equivoco?

—Te aseguro que no. Sé que has tenido algunos problemas para volver a vernos a los de este lado, ¿no? —La castaña asintió—. ¿Y cómo va la cosa?

—He hablado únicamente con una guardiana desde lo sucedido, además de con Morrigan.

Advirtió que Harry le mirada, extrañado, y cayó en la cuenta de que no le había contado nada de su conversación con Thea en casa de Vega. Lo había olvidado por completo.

—Hogwarts no es un buen lugar para que ese don despierte por completo —suspiró Melina, lo que no gustó a Brigid. Aquello sonaba mal—. Puede que te resulte confuso, te lo advierto. Intenta mantener la calma cuando eso suceda.

—¿Por qué? —quiso saber ella, pese a saber que no le gustaría la pregunta. Melina le dirigió una sonrisa tensa.

—Porque aquí hay una enorme concentración de fantasmas, de todas las épocas, que hasta hace nada no habrás visto, pero... —La rubia negó, apretando los labios—. Créeme, te impresionará.

Brigid imitó su gesto, pero terminó por asentir. No era como si le tuviera mucho más remedio.

—Pero no será nada malo, ¿no? —cuestionó Harry, interviniendo por primera vez en un rato—. Es decir, nada con lo que Bree no pueda lidiar.

—Thea me dijo una vez que no veía todos los espíritus porque me negaba a hacerlo —dijo ella, lentamente—. Morrigan me dijo que vería a todos ahora, pero que podría bloquear a los que no conociera.

Melina soltó un suspiro.

—Me gustaría poder ayudarte, de verdad, pero lo cierto es que apenas sé nada de esto —admitió, esbozando una sonrisa arrepentida—. Gwen nunca lo tuvo tan difícil como tú, me temo. —La mirada sorprendida de Brigid le hizo asentir lentamente—. Sí, conocí también a tu madre. Era amiga de Ariadne, después de todo, y estuve al tanto de su don. Pero, para ella parecía ser algo... natural. No lo descubrió en un momento dado, creció con eso. Por ello, es extraño que en tu caso fuera de otro modo.

Brigid asintió despacio.

—No habrá ningún modo de hablar con ella, ¿no? —se atrevió a preguntar. Harry le miró, frunciendo el ceño, pero ella ignoró aquello—. Si ahora puedo ver a todos los espíritus...

—Solo los que cruzamos a este lado, Brigid —negó Melina—. Hay algunos que no pueden y, según me temo, tu madre es uno de esos.

—Pero la vi cuando entré en el Velo de la Muerte —insistió Brigid. Melina negó con la cabeza.

—Porque, tras el Velo, cruzaste a otro lado. A uno que espíritus como yo no podemos acceder. —La castaña le miró, cada vez más confusa—. No sé cómo funciona, lo siento, pero sé que es así. Puede que debas preguntarle a Thea.

—Pero ella está en Londres —suspiró Brigid—. No puedo contactar con ella. Debe estar junto a Vega.

Melina le dirigió una mirada inescrutable.

—Tal vez, sí puedas —respondió, aunque dudando—. Sé que eres poderosa, Brigid. Lo que hiciste en el Departamento de Misterios no puede ser peor que tratar de contactar con Thea.

Horas más tarde, Brigid seguía dándole vueltas al asunto. Y Harry lo sabía perfectamente. Acurrucados uno junto al otro en uno de los sofás de la sala común de Hufflepuff, él no podía dejar de mirarla. Brigid, que no apartaba los ojos de la chimenea, finalmente se volvió hacia él con un suspiro.

—No te parece buena idea, ¿no? —cuestionó. Harry negó casi al momento.

—No sabemos nada de tu don, Bree —respondió él, en voz queda—. Podría salir mal. Podría pasarte algo. No me arriesgaría a menos que fuera estrictamente necesario.

—Y aún no lo es —masculló Brigid—. Lo sé.

Harry asintió. La chica suspiró, aunque de pronto se incorporó. Por su expresión, Harry supo que se le había ocurrido algo. O eso o había visto a otro espíritu.

—¿Qué pasa? —quiso saber, cauto.

—Puede que mi padre sepa algo —aventuró ella, aunque no sonaba totalmente convencida—. O puede que en la biblioteca de Grimmauld Place haya algo. Voy a escribirle. —Se volvió a él para preguntarle—: ¿Me prestarías a Hedwig?

—¿Puedes esperarte a mañana? —susurró él, incorporándose también, sonriendo—. No creo que ir hasta la Lechucería sea buena idea ahora mismo.

Brigid se vio obligada a darle la razón. Apoyando la cabeza en su hombro, dejó que él la abrazara y volvieran a adoptar una posición más cómoda en el sofá. Harry le acarició suavemente el muslo, haciéndole cosquillas y consiguiendo que su ceño fruncido desapareciera.

—Bree.

—¿Sí?

—¿Crees que todo esto acabará bien para nosotros?

Brigid se volvió a mirarle, parpadeando.

—¿Con nosotros te refieres a todos nosot...?

—A ti y a mí —masculló él, sin mirarla. Brigid fue capaz de leer el nerviosismo y el miedo en su rostro, aunque pareciera tratar de ocultarlo—. Con todo esto de Voldemort y los mortífagos, la guerra... Sé que ya lo hablamos en Potter Manor, pero no hablamos de ti y de mí, sino de todos nosotros. Y me aterra que todo esto nos afecte porque, Bree, odiaría perderte por algo como esto.

Brigid le tomó con suavidad por las mejillas, haciendo que se girase hacia ella. Se puso de rodillas sobre el sofá para quedar a su altura, antes de decir, muy seria:

—También me asusta, Harry —admitió, con total sinceridad—. Los dos tenemos mucho con lo que lidiar, además del hecho de que eres el «Elegido», lo cual ya es mucho. —Rio suavemente, logrando sacarle una débil sonrisa a Harry—. Pero creo firmemente que podremos con esto. Lo creo de corazón. —Se inclinó algo más hacia él, para luego susurrarle, casi quedando nariz con nariz—: Siento que debía encontrarte y, aunque tengamos que hacer frente a esto, sé que no nos superará, a no ser que queramos que lo haga. Y yo no quiero.

—Yo tampoco —respondió Harry, tragando saliva—. Pero, a la vez, creo que, tal vez, te haría un favor si...

Brigid le interrumpió con un beso, acallándole y haciéndole olvidar momentáneamente lo que estaba diciendo.

—Ni pienses en eso —le advirtió tras unos segundos, echándose hacia atrás—. Estamos juntos en esto, ¿vale, Harry? No me alejes. Te lo pido por favor.

Y de una vez, nunca te dejaré ir.

El azabache soltó un largo suspiro.

—No quiero hacerlo —admitió, tras un silencio.

—Pues no lo hagas. Es fácil —resolvió Brigid. Harry rio débilmente y, acercándose un poco más a ella, besó su nariz, lo que le hizo soltar una carcajada—. Voy a quedarme aquí, a tu lado. No es una promesa, es un hecho. Déjame hacerlo, ¿vale?

—Siempre que tú me dejes ayudarte cuando tengas problemas con tus fantasmas. —Los ojos de Harry se oscurecieron, pese a mantener su sonrisa.

Brigid asintió.

—Es un trato —aceptó. Y, en un intento por hacer desaparecer aquella seriedad tan poco habitual del rostro de Harry, añadió—: No me gustaría perder mi título de novia del «Elegido». ¿Tengo que llamarte de un modo especial ahora? ¿Tal vez «Elegido de mi corazón»?

A Harry se le escapó una fuerte carcajada que pronto se le contagió a ella. La rodeó con los brazos y le plantó un enorme beso en la frente que la hizo reír con más fuerza incluso.

—¿Qué haría yo sin ti? —preguntó, divertido. Aunque había una reflexión mucho más profunda de lo que parecía detrás de aquel comentario—. Eres la mejor, Bree. Te quiero.

Y Brigid, cerrando los ojos sobre su pecho, respondió, con una enorme sonrisa en el rostro:

—Y yo a ti, Harry.















AYUDA QUÉ CURSIS SON ALSNSKXNLSSK NO PUEDO, LES AMO TANTO 😭😭😭 feliz cumpleaños atrasado harry, bree y yo te queremos mucho <33333

btw el otro día estuve respondiendo a los coments del extra de jason y solo quería añadir como pequeña explicación que su muerte fue 1) porque bree ya había usado su don para salvarle de morir después del ataque de nagini y, de ese modo, había terminado sellando su muerte, que tendría que pasar más pronto que tarde; 2) porque ya que volvían sirius y reg, tenía que matar a alguien lol; 3) para que bree viera que no puede salvar a todos (si hubiera estado consciente o fuera del velo y hubiera intentado traer de vuelta a jason, habría tenido que intercambiar su vida por la suya y/o su universo se hubiera fracturado)

me dolió matarle? millones, era de mis favs, pero tenía que pasar y le tocó a él 💔 de todos modos, encontró paz con aura y el resto de personas que había perdido en la primera guerra, al menos 🥲

pd: mil millones de gracias por los 10k votos, no me lo puedo creer 🥹🥹🥹🥹

ale.

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