xxiii. miss diggory's true intentions

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xxiii.
las verdaderas intenciones de la señorita diggory








Puede que Brigid tuviera que haber estudiado un poco más durante el primer trimestre, porque se encontró en vacaciones con varias tareas atrasadas y sin entender varias de las cosas que habían dado las últimas semanas en Transformaciones, Pociones y Encantamientos.

Harry protestaba cuando ella le decía que iba a estar en la biblioteca estudiando —¡en vacaciones!—, diciéndole que no iba tan mal como ella creía y que él sabía que podría sacar bien el curso.

Aún así, siempre le acompañaba.

—Hace tiempo que no te veía escribiendo —comentó distraídamente Harry.

Ella se limitó a sonreír. Lo cierto era que no tenía tiempo ni para eso ni para leer últimamente.

—No entiendo para qué vienes, tú ni siquiera vas a tener exámenes finales —le dijo Brigid, en cambio.

Harry, que tenía el codo apoyado en la mesa y la cabeza apoyada sobre la mano, con aspecto aburrido, sonrió al escucharle.

—Bueno, me gusta estar contigo.

Brigid se sintió enrojecer, como hacía siempre al principio de su amistad con Harry. Él rio al verlo.

—Parece mentira que hace poco más de un año reaccionaras así a cada cosa que yo dijera —comentó, burlón—. Adorable.

—No tiene nada de malo ser tímida —protestó Brigid, más sonrojada.

—Nada de eso, a mí me gusta que seas tímida —aclaró Harry—. Forma parte de ti.

Brigid enrojeció todavía más, si era posible.

—A mí me gusta que seas un pesado —dijo, tratando de quitarle importancia al asunto—. También forma parte de ti.

Harry rio con ganas.

—Oh, desde luego que sí. Pesado es mi segundo nombre.

—¿No era James? —replicó Brigid, inocentemente.

—Cállate, Gwendolyn.

Ella rio.

—Eh, es un buen nombre.

—Brigid Gwendolyn Diggory —canturreó Harry—. Bonito nombre, he de decirlo.

—Suena mejor Brigid Gwendolyn Potter.

Brigid sufrió un ataque de tos y se giró hacia una Felicity que sonreía de oreja a oreja. Harry —¡lo nunca visto!— se había incluso sonrojado, aunque al lado del rostro de Brigid, lo suyo no era nada.

—¡Felicity! —protestó el chico, forzando una risa.

Su hermana rio con fuerza.

—Oh, sois adorables —se burló.

—¿D-dónde has estado estos días? —tartamudeó Brigid—. Hace siglos que no te veo. ¡Ni siquiera en el Baile!

—Cambiando de tema, por lo que veo —comentó Felicity, entrecerrando los ojos—. Lo acepto por ser tú. He estado ocupada.

—Y sigues con el misterio, ¿no? —preguntó Harry—. No se debe mentir entre hermanos, Fely. Tú sabes todo de mí. Tienes ventaja. No es justo.

Ella le sacó la lengua.

—¿Qué hacéis aquí estudiando como dos aburridos? Salid a dar un paseo o algo, estirad las piernas que vosotros sí podéis —dijo Felicity.

Brigid se rio incluso cuando trató de no hacerlo. Las bromas de Felicity sobre su propia muerte no deberían hacerle tanta gracia como lo hacían.

—Supongo que podría seguir con Transformaciones mañana —comentó Brigid, intercambiando una mirada con Harry.

Guardó los libros en la mochila y ambos, junto a Felicity, abandonaron la biblioteca. Harry le propuso ir a dejar las cosas a su sala común antes de ir afuera a buscar a Ron, Prim y Hermione.

—Puedo saludar a Vee, Jess o Sue si están por allí —añadió. Su mirada fue a parar al collar de Brigid y sonrió—. Aún lo llevas.

—Espero tener más suerte con éste que con el anillo —admitió Brigid, llevándose la mano a la pequeña B que colgaba de la cadenita—. Todavía me da pena haberlo perdido.

—No te preocupes, las cosas están para perderlas después de todo —dijo Harry, quitándole importancia—. Prefiero mil veces que tú estés bien a tener ese anillo.

Ambos guardaron silencio tras aquello. Era la primera vez que mencionaban aquel incidente desde hacía bastante tiempo.

Brigid había conseguido dejar de pensar en ello todo el rato, pero regresaba a su mente cuando Moody se dirigía a ella.

—¿Cómo está tu tía? —preguntó, buscando cambiar de tema.

Jason Bones había tenido que regresar a toda prisa a Londres el día después del Baile al enterarse de que Mary Macdonald estaba de parto. Horas después, a Jessica le había llegado una carta en correo urgente y había compartido con los demás la gran noticia: el nacimiento de Maisie Aura y Ellie Selena Cattermole.

Selena se había bastante emocionada, junto a Brigid, al enterarse de aquello.

—Mary está bien —dijo Harry, sonriendo ampliamente—. Muy feliz, obviamente. Ya nos mandaron fotos de las niñas. Jason y Remus son los padrinos, no es ninguna sorpresa.

En la entrada a las mazmorras encontraron a un grupo de alumnos en corrillo. Brigid le indicó a Harry el lado derecho del pasillo, donde había un pequeño hueco formado por la multitud para los que necesitaran pasar.

Mientras trataban de esquivarles, ambos trataron de ver qué era lo que con tanto interés escuchaba.

Se quedó de piedra cuando alguien gritó: «¡Eh, es la chica Diggory!». Todas las miradas se giraron hacia ella.

Brigid se tensó al sentir tantos pares de ojos observándola. Harry, a su lado, observó a su lado con confusión.

—¿Pasa algo? —preguntó, con voz tranquila.

Alguien le tiró un ejemplar de la revista Corazón de bruja. Harry la atrapó al vuelo, como buen buscador.

Su expresión se ensombreció al ver que en la portada salía una foto de Brigid y él en el Baile de Navidad, con un titular que le dejó totalmente confundido: «La hermana del campeón de Hogwarts también busca ganar». Y, debajo, un subtítulo: «¿Cuáles son las verdaderas intenciones de la señorita Brigid Diggory?».

Algo que causó una gran expectación en Hogwarts durante el Baile de Navidad fue el hecho de que Cedric Diggory, campeón de Hogwarts, llevara de acompañante a su novia, la señorita Vega Black, mientras que el primo de ésta y segundo campeón de Hogwarts, Harry Potter, tenía de pareja a la señorita Brigid Diggory, hermana del primer mencionado.

¿No resulta algo extraño esa mezcla? Entre los alumnos a los que preguntamos, muchos afirmaron que la señorita Diggory nunca ha sido nadie muy destacable en los cuatro cursos que lleva estudiando en Hogwarts. De pronto, eso sí, su popularidad ha aumentado al ser su hermano elegido como campeón de Hogwarts.

Parece que a la señorita Diggory le ha gustado la popularidad y, de un modo u otro, ha conseguido llevarse a Harry Potter a su lado. Cómo lo habrá hecho es otra cuestión de la que nos ocuparemos en otro momento, aunque según ciertas fuentes, podría tratarse de un filtro amoroso.

Fuera de ello, hay aún secretos que la señorita Diggory guarda. Como el hecho de por qué estuvo en los jardines durante el Baile, en compañía de la también alumna de Hogwarts y buena amiga de Harry, Primrose Jones. Ambas chicas mantuvieron una conversación un tanto peculiar, teniendo en cuenta que habían acudido al Baile cada una con sus respectivas parejas.

La señorita Diggory afirmó, tras la confesión de la señorita Jones, que le atraen las chicas. Lo que deja una cuestión y es: ¿por qué, si esos son sus intereses, acudió al Baile con Harry Potter?

Como ya ha sido mencionado por esta reportera, parece ser que Brigid Diggory no está dispuesta a dejar escapar la popularidad que ha conseguido este último curso, incluso si eso significa mantener a Harry engañado. ¡Esperemos que el pobre chico sea capaz de abrir los ojos y darse cuenta a tiempo de lo que sucede!

Cuando Harry levantó la vista de la revista, le zumbaban los oídos. Apretó los puños con fuerza, tratando de no estallar en furia.

—¿Qué mierda...? —escuchó decir a Felicity.

Mirar a Brigid, que había estado leyendo el artículo a su lado, y ver que los ojos se le estaban cristalizando no le ayudó a mantener la calma.

—Oíd todos, aquí y ahora —dijo, antes siquiera de pensar en lo que iba a hacer—. Si queréis creeros esta mierda, allá vosotros. Pero si alguien hace el mínimo comentario contra Brigid o Prim, juro que...

—¿No crees que deberías abrir los ojos y darte cuenta a tiempo de lo que sucede, Potter?

La voz insolente de Draco Malfoy emergió de entre la multitud. Harry le vio abrirse paso hasta llegar adelante. Le mantuvo la mirada sin pestañear.

—Di una gilipollez más, Malfoy, y seré yo quien te convierta en hurón —escupió Harry, tomando a Brigid de la mano y arrastrándola lejos de allí.

Ella parecía estar haciendo un esfuerzo por no llorar. Por su expresión, estaba claro que no entendía nada de lo sucedido.

—N-no tiene sentido, Prim y yo no... —empezó, con voz temblorosa—. ¿Y por qué iba yo a querer aprovecharme de ti para...? No sé cómo...

—Rita Skeeter —fue toda la respuesta que Harry le dio. Se sentía furioso—. Llevaba bastante tiempo sin escribir alguna mierda. Será... Llevamos siendo amigos más de un año, solo quiere ser sensacionalista. Y la gente se entretiene leyendo dramas de adolescentes de catorce años. Patético.

Brigid se detuvo y Harry la miró, preocupado. Las lágrimas brillaban en los ojos azules de la chica.

—Ha dicho que me gustan las chicas —dijo, en un hilo de voz—. Mis padres lo van a leer. Mi madre siempre compra la revista. E-ellos no saben... Ced... No había pensado...

Harry hizo una mueca. Tema sensible.

—Puede que reaccionen bien —comentó, no muy seguro.

—No si antes leen que estoy aprovechándome de ti para ganar popularidad —respondió Brigid, apretando los labios—. Por Merlín. Tengo que buscar a Cedric. Tengo que decirle... Tengo que irme. Lo siento, Harry.

Él la vio salir corriendo, hacia su sala común.

Volvió a mirar la revista, sintiendo que la furia se intensificaba. La foto de la portada los mostraba a ambos bailando, antes de que Brigid se marchara a los jardines. Ambos se veían tensos, pero Harry sonreía ampliamente. Brigid se veía totalmente seria, demasiado nerviosa para sonreír.

Él sabía la verdad de la situación. Pero cualquiera que leyera el artículo, veía a un tonto chico enamorado y a una chica manipuladora. Sus ojos bajaron hasta el final del artículo, donde se veía una breve entrevista entre Skeeter y «un encantador joven compañero de ambos que había decidido no revelar su identidad».

Tal y como nos afirma el entrevistado, que ha conocido a Harry Potter desde que éste ingresó a Hogwarts, el campeón de Hogwarts cree que las personas atraídas por otras de su mismo género son «antinaturales» y están «enfermas». Habrá que ver cómo reacciona Harry a la revelación sobre la señorita Diggory.

Aquella fue la gota que colmó el vaso. Harry hizo trizas la revista y la tiró al suelo, hecho una furia. Felicity se había quedado demasiado impactada para hablar.

—Voy a matarla —declaró Harry, en referencia a Skeeter—. Asquerosa escritora de pacotilla... ¿Acaso olvida que vivo con Jason Bones desde los nueve años? ¿Cómo mierda voy a pensar así?

—¿Quién puede haber dicho eso? —preguntó Felicity, en voz baja.

—Juro que si es Malfoy, le mataré. —La furia fue sustituida por pánico al comprender que aquellas falsas declaraciones podrían ser leídas por cualquiera en cualquier momento—. Tengo que buscar a Bree. Si ella ve eso...

Harry salió en busca de Brigid casi corriendo. Felicity le siguió.

—¿Crees que lo habrá visto?

La respuesta llegó cuando encontró a Brigid abrazada a su hermano en la sala común de Hufflepuff, ella con lágrimas cayendo por las mejillas. Frente a ellos, estaba abierto un ejemplar de Corazón de bruja.

La mirada herida que le dirigió Brigid bastó para hacerle saber que había leído el final del artículo. Sus ojos llenos de lágrimas solo empeoraron la sensación que sentía Harry: ella le miraba como si le hubiera hecho daño de verdad.

Harry se odió.

—Bree... —empezó, mientras iba hacia ella.

Brigid apartó la mirada y eso solo le hizo sentir peor. Cedric le miró, con el ceño fruncido.

—Creo que deberías irte, Potter.

—Pero es que...

—No quiere hablar contigo.

Ella le miró un momento. Brigid se sentía hecha un caos. No comprendía por qué Skeeter había decidido escribir precisamente de ella. Tampoco por qué había tergiversado tantísimo la verdad.

Ella no era así. Ella no se hubiera aprovechado nunca de aquello. Si había estado con Harry, era porque disfrutaba con él. Porque le gustaba estar con Harry. Ella nunca hubiera hecho aquello por popularidad. ¡Si ella detestaba que se fijaran en ella!

Pero lo que más le había dolido era lo que Cedric le había enseñado al final del artículo. Antinatural. Enferma. ¿En serio Harry pensaba aquello de ella?

Había sido al leer aquello cuando se había deshecho en lágrimas.

—Bree... —insistió Harry.

Brigid negó lentamente con la cabeza y apartó la mirada. Dolía pensar que Harry la consideraba algo así.

Pero siempre había esperado que él se diera cuenta de que no era para tanto y dejaran de ser amigos. Más de una vez, se había preguntado si los cuatro Gryffindor hablarían mal de ella cuando no estaba presente.

Pesada, aburrida, quejica, insufrible. Cualquiera de esas cosas era aplicable a ella.

Brigid odiaba pensar que otros podían pensar aquello de ella, pero lo hacía. Las chicas del pueblo le habían enseñado a desconfiar de todos.

Harry se fue lentamente, sin decir más, con una callada Felicity detrás, y Brigid se quedó abrazada a su hermano, llorando, mientras él le repetía que no eran más que mentiras y él y cualquiera que conociera mínimamente a Rita Skeeter lo sabría.

Harry no sabía cómo se sentía. La mezcla caótica de emociones le impedía realmente encontrar uno que destacara sobre todos los demás.

Impotencia podría ser el principal. Confusión también. Se sentía dolido por la reacción de Bree. Furioso con Skeeter. Indignado porque Cedric no le había dejado explicarse. Culpable por toda aquella situación. Preocupado por lo que todos podrían estar ya diciendo de Brigid. O Prim. También tenía que hablar con Prim. Y Jason, Remus y Mary no creerían que él realmente diría algo así, ¿no? Y...

Harry no se dio cuenta de que había ido en busca de Vega hasta que casi chocó con ella. Cuando levantó la cabeza y encontró el rostro de su prima, supo que había dado con la persona que necesitaba en ese momento.

Por la expresión de Vega, adivinó que ya sabía del artículo.

—Bree no quiere verme —fue lo primero que se le ocurrió decir—. Su hermano me ha dicho que me largara.

Su prima asintió lentamente. Ni siquiera parecía sorprenderle aquello.

—Él cree que dijiste lo del final —aclaró Vega, en voz suave.

Harry hubiera soltado un bufido o un ruidito desdeñoso de no haber estado tan confundido todavía.

¿Realmente Diggory creía que él era capaz de decir algo así?

—Claro, siendo sobrino de Jason Bones y Remus Lupin —dijo, totalmente sarcástico—. Los llamo a ellos antinaturales y enfermos. No me jodas. Si hasta yo...

Harry calló. No había hablado nunca directamente con nadie de aquello. Es decir, Wood siempre le había parecido atractivo. Y estaba aquel chico muggle vecino de la casa de Ottery St. Catchpole. Incluso Cedric Diggory, por una semana en segundo curso.

Fuera de ello, Cho Chang había llegado a parecerle interesante en su momento. También aquella chica que se había graduado el año anterior, Beatrice o algo así. Realmente, había bastante gente atractiva en Hogwarts.

Chicos, chicas... Harry siempre había sabido que no le iba solo uno de los grupos. O, bueno, no siempre, pero desde hacía unos años...

Vega parecía divertida. Harry estaba seguro de que ella se olía algo de aquello.

—Mi primera pareja fue una chica —comentó, con voz algo tensa.

Harry asintió. Aquello no era ningún secreto para él.

—Todos suponíamos quién era.

Su prima sonrió.

—Ajá. Y a ti te van los chicos tanto como las chicas, ¿no?

—Ajá. —Él la miró, casi divertido—. No entiendo por qué nos guardamos secretos si en realidad conocemos los del otro.

Vega le pasó el brazo por encima de los hombros, con cariño.

—Así somos —se limitó a decir—. Deja que Brigid se calme. Y Cedric. Podrás arreglarlo luego. Intentaré hablar con él. Ahora solo piensa en su hermana, pero siendo Rita Skeeter... Se dará cuenta.

Harry agachó la cabeza.

—Todos van a estar hablando de Bree —masculló Harry, apretando los labios—. Ella odia todo eso. Casi que odia a la gente. Si empiezan a decir... —La mirada de Harry se volvió dura—. Si empiezan a molestarla, juro que...

Vega sonrió y le dio unos toquecitos en el hombro.

—¿Olvidas que tu prima es prefecta? Si algo pasa, dame nombres.

Sabía que ella intentaba animarle, pero Harry ni siquiera pudo sonreír. Ambos se sentaron en silencio en un banco y Vega le miró a los ojos.

—¿Qué piensas?

Él vaciló. Agachó la mirada.

—¿Crees que esto es culpa mía? —masculló, furioso consigo mismo—. ¿Por llevarla al Baile? Ella ni siquiera quería ir, Vee. Pero a mí... Solo quería ir con ella. No se me ocurría nadie mejor, nadie con quien fuera a pasarlo bien. Si no hubiera ido con ella...

Su prima negó con la cabeza.

—Rita Skeeter hubiera encontrado a otra persona cercana a la que martirizar —concluyó Vega—. Puede que Brigid, independientemente de haber sido tu pareja. Ella es hermana de Cedric. Todos en Hogwarts le han visto contigo. Sois amigos, siendo vosotros dos rivales. Venga ya, hubiera terminado hablando de ella.

—O de ti —dijo Harry, cerrando los puños—. Estoy harto de ella.

Vega sonrió, irónicamente.

—Créeme, somos dos. Pero se olvidarán de Brigid en cuanto encuentren otro chisme más nuevo e interesante. No te preocupes.

—Pero eso no quita el mal rato que va a pasar —dijo Harry, contrariado.

Brigid siempre había odiado... a la gente, en general. No le gustaba que la miraran, no le gustaba ser el centro de atención. Prefería ser invisible. Y si todos empezaban a hablar de ella...

Vega le revolvió el pelo, con algo de tristeza.

—Algo que tú y yo tenemos que aprender, primo, es que no siempre podemos evitar que nuestros seres queridos lo pasen mal.

Ella tenía razón, y Harry lo sabía. Pero odiaba la situación y odiaba más aún no poder hacer nada por arreglarla. Ni siquiera podía hablar con Brigid.

—Debería ir a ver cómo está Cedric —dijo, después de cinco minutos en silencio, dándose apoyo a través de sus manos apretadas—. Y Brigid. ¿O prefieres que me quede?

Harry negó.

—Ve, no te preocupes —aseguró. Tenía algo que hacer—. Yo tengo que ver cómo está Prim. Por Merlín, odio a Skeeter.

—Ya somos dos, primo —murmuró Vega.

Prim se lo había tomado de mejor manera de la que Harry esperaba. Ron y Hermione estaban con ella cuando les encontró.

Eso no significaba que no tuviera que soportar miradas indiscretas y comentarios molestos, aunque también algunos que otros de apoyo.

Sin embargo, Brigid fue la que se llevó la peor parte.

Y Harry odió cada segundo de aquello.


























Lo peor llegó al día siguiente, en el desayuno. Brigid sabía que tenía que esperar una carta de sus padres. Con suerte, no sería un vociferador, pero ella tendía a ponerse en lo peor en una situación así.

El sobre blanco con la caligrafía de su padre casi le hizo echarse a llorar. Sintiéndose el centro de todas las miradas en el Gran Comedor, lo abrió con manos temblorosas.

Brigid:

Tu madre y yo no damos crédito a lo que leemos. Simplemente, no podemos. Lo principal es, ¿realmente buscas robarle la atención a tu hermano? Es algo francamente decepcionante.

Él es campeón, Brigid. Él representa a Hogwarts. ¿Por qué tienes que meterte tú en medio? ¿Por qué tienes que ir a por el chico Potter? ¿No puedes alegrarte por tu hermano, aunque sea un poco? Sinceramente, no me esperaba eso de ti, Brigid.

Si creías que te gustaban las chicas, podrías habernos preguntado. Lo hubiéramos hablado. Pero ¿ir afirmándolo por ahí? Tienes catorce, Brigid, no sabes nada. Nunca te ha gustado nadie. ¿Por qué tienes que estar tan segura?

¿Es por todo esto que tus notas han bajado? En verano te noté más distraída de lo normal, pero no pensé que la situación podría llegar a este punto. Te has desviado de lo que es lo principal en un colegio, Brigid: las notas. Deja de perder tanto el tiempo con cosas absurdas y céntrate en tus estudios, que son de lo que depende tu futuro.

Ya hablaremos, porque tendremos que hablar. Hasta entonces, intenta no meterte ni meter a tu hermano en más líos de estos. Bastante habéis tenido los dos ya. Mantente alejada de Potter. Es todo lo que puedes hacer para arreglar la situación.

Me siento decepcionado. No comprendo cómo es que has llegado a todo esto.

Papá

A Brigid se le había quedado la mente en blanco. Dejó caer la carta de su padre y se esforzó por parecer tranquila, con la mandíbula tensa y los ojos picándole por las lágrimas que se esforzaba por contener.

Decepción. Los había decepcionado. Había fracasado como hija. Parpadeó con fuerza, tratando de ahuyentar las lágrimas que con tanta facilidad parecían querer escapar. No quería llorar delante de todos.

Cuando una docena de lechuzas se posaron frente a ella, con cartas a su nombre, supo que algo malo pasaba. Cuando leyó las dos primeras y en una de ellas la llamaban zorra y en la otra le deseaban la muerte, fue peor.

Cedric le impidió abrir una tercera carta y la acompañó afuera del Gran Comedor antes de que estallara en lágrimas.

La vida en Hogwarts se convirtió en una tortura después de aquello. La mayor parte del colegio murmuraba, y aunque algunos se mostraron amables con ella, creyendo que había fingido con Harry por miedo a mostrar quien era, una parte se reían de ella y la situación y la otra parecía detestarla.

Brigid no hablaba con Harry, había ignorado a Felicity cuando ésta se había pasado una hora intentando hablarle y evitaba a Ron, Hermione, Prim, Nova y Susan.

No quería estar con nadie que no fuera Cedric, que también estaba teniendo algún que otro problema con Vega.

Cuando la profesora Sprout le llamó a su despacho, Brigid había ido casi temblando, mientras se preguntaba qué le tenía preparado su Jefa de Casa.

Nunca hubiera esperado una tarde de té con Sprout y McGonagall. Casi se echó a llorar cuando las dos profesoras fueron tan amables con ella y le comunicaron que habían iniciado un filtro en el correo que recibía para evitar que le llegaran cartas que implicaran cualquier mensaje de odio.

—Somos responsables de tu bienestar en el colegio, Brigid —le dijo la subdirectora, cariñosamente—. No podemos permitir que una alumna esté recibiendo ese tipo de mensajes a diario. Debería ser considerado ilegal. Haremos lo que podamos por evitarte ese mal rato.

—Mu-muchas gracias, profesora —susurró Brigid, sintiéndose realmente agradecida.

La curiosidad era demasiado grande cuando recibía cartas. Ella necesitaba leerlas. Por mucho daño que le hicieran. Si evitaban que le siguieran llegando, le harían un gran favor.

Las palabras del artículo se repetían a diario en su mente, a cada momento. Brigid no podía soportar siquiera mirar a Harry; no solo por el hecho de que pensara aquello o no, también porque su padre le había dicho que se mantuviera alejada de él. Y tenía razón.

Todo había empezado porque se había permitido acercarse a Harry, comenzar una amistad con él. Les había traído problemas a ambos. Ella había terminado sufriendo. Y sola, de nuevo.

Tal vez, nunca deberían haber sido nada más que simples compañeros de escuela. Puede que hubieran estado mejor así, Harry teniendo sus aventuras peligrosas y Brigid leyendo por los rincones de Hogwarts.

A pesar de ello, no se había quitado la cadena de plata que Harry le había regalado por Navidad y no llegaba a comprender por qué. Se la había quitado la noche después de que el artículo saliera publicado y había sentido tal sensación de desnudez al no llevarla encima que había vuelto a ponérsela.

Selena había tratado de hablar con ella después de aquello, cuando se había echado a llorar sobre la cama. Brigid le había dicho que se marchara. No había vuelto a ver a la fantasma desde aquel momento. No le importaba. O eso trataba de creerse.

Después de haber llegado a tener amigos, dolía regresar a su soledad anterior. Había tratado de estudiar, pero le había sido imposible concentrarse. Había tratado de leer, pero no había llegado a pasar la página. Había tratado de escribir algo y se había quedado por lo que fueron horas con la pluma sobre el papel, formando poco a poco una gran mancha de tinta, pero sin escribir nada en absoluto.

Brigid sentía la soledad de una manera aplastante, como nunca antes la había sentido.

Echaba de menos a Prim y su charla. A Ron y sus chistes. A Hermione y sus consejos. A Nova y sus bromas. A Susan y su dulzura. A Felicity y su locura.

Echaba de menos a Harry y su sonrisa. Cómo él siempre le hacía sentir mejor, cómo sabía encontrar las palabras correctas siempre, cómo se había ganado su amistad sin que ella apenas se diera cuenta. Cómo se había convertido en alguien tan importante, hasta el punto de sentirse tan herida por él.

Echaba de menos todo lo que había conseguido en el último año, todos los progresos que ella misma había hecho. No había sido fácil hacer amigos. Parecía ser que no había estado a la altura para mantenerlos.

Llegaba un punto en el que sus pensamientos se volvían tan pesimistas que olvidaba que era a ella a la que el artículo había dejado por los suelos.

—No es culpa tuya, Bree —insistía Cedric.

Y ella solo podía asentir, mientras veía de lejos a Harry, Vega y Nova caminando por los pasillos.

Harry caminaba con las manos en los bolsillos y la cabeza algo gacha. Brigid podía imaginar su expresión sin necesidad de verla; el ceño fruncido, los labios apretados, los ojos chispeantes.

Se separó de sus primas y Brigid lo siguió con la mirada. Él desapareció al de pocos segundos.

Y no entre la multitud. Se desvaneció en el aire. Brigid se preguntó si llevaría la capa invisible y por qué. Luego, se recordó que no debía preocuparle nada relacionado con Harry Potter.

Como si eso fuera tan fácil. Brigid tardaría mucho en dejar de preocuparse por él; estaba en su naturaleza velar por el bienestar de los que eran importantes para ella. Y Harry lo era, por mucho que intentara que no fuera así.

Solo esperaba dejar de echarle de menos pronto.

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