xxiv. don't let me down

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xxiv.
no me decepciones








Harry odiaba haber llegado a plantearse en serio si Brigid estaría mejor sin él.

Al fin y al cabo, todo aquel lío en el que ella estaba metida había sido por su culpa. Nova le había llamado idiota cuando lo había sugerido, pero ya la semilla de la duda estaba plantada en su cerebro y no se iría.

Jessica había tratado de ayudarle a explicar lo que sentía, pero había sido un desastre.

—Ni siquiera sé qué siento, Jess, es todo un lío —suspiró Harry, dejando que la mayor de las Bones le abrazara.

—Entiendo que sea complicado, Harry —asintió ella, tratando de ayudarle—. Solo creo que sería mejor si organizaras tu cabeza.

Sabía que Jessica tenía razón. Su cerebro era un caos. Harry no estaba del todo seguro sobre si lo que pensaba y sentía tenía coherencia o no.

Inspiró hondo y trató de reordenar sus ideas.

—Me siento culpable. Quiero hablar con ella. Quiero partirles la cara a todos los que murmuran por ahí. Le echo de menos. Pero quiero dejarla en paz.

Vega, que acababa de llegar y había escuchado lo último en silencio, agachó la cabeza.

—He intentado hablar con Cedric del asunto —murmuró—. No ha ido bien.

Jessica la miró, frunciendo el ceño.

—¿En qué sentido no ha ido bien?

Harry vio a su prima esbozar una sonrisa sarcástica, tratando de ocultar lo mal que se sentía.

—Tengo la ligera impresión de que acabamos de cortar.

Harry se quedó boquiabierto. Jessica le puso la mano en el hombro a Vega, que trataba de quitarle importancia.

—¿Estás bien? —murmuró la rubia.

—¿Por qué? —preguntó, en cambio, Harry.

Vega suspiró.

—Cuando la discusión se centró en Brigid y Harry, estaba claro qué pasaría. Ambos lo dejamos claro: para Cedric, lo primero es su hermana, lo que veo normal. Para mí, lo eres tú. No había mucho más que decir.

—Pero tú eras feliz con él —protestó Harry, sintiéndose incluso peor al escuchar aquello.

Vega había roto con Cedric por él. Vega, a la que hacía tiempo que no veía sonreír tanto como cuando estaba con Cedric Diggory.

Su prima esbozaba una sonrisa falsa y trataba de no dejar escapar las lágrimas que contenía.

—Siempre serás lo primero para mí, Harry —le recordó Vega—. Tú y Nova sois mi prioridad. Ahora y siempre.

Eso solo hizo sentirse peor a Harry. Como si fuera una carga o algo similar. Vega y Nova también eran la prioridad de Harry. Siempre lo serían. Pero la responsabilidad que Vega había tenido con ellos toda su vida era otra y, por tanto, nunca sería lo mismo.

Harry desearía poder hacer algo por Vega, así como desearía poder hacer algo por Brigid. Por el momento, todo lo que parecía haber hecho por ellas había sido darles problemas.

Fue violento cuando, al día siguiente, apareció un artículo sobre Vega y Cedric en Corazón de bruja. Harry ya estaba molesto con la revista desde el artículo de Brigid, y después de que se publicara uno sobre Hagrid que reveló ante todos que era un semigigante, su furia solo empeoró.

Pero ver aquello escrito sobre su prima le dio deseos de cometer asesinato.

La relación de Vega Black y Cedric Diggory bien conocida por todos en Hogwarts. La pareja, que comenzó a salir a finales del mes de mayo, está formada por uno de los campeones de Hogwarts y la hija mayor del famoso prófugo Sirius Black y prima de Harry Potter, el otro campeón de Hogwarts.

Teniendo en cuenta las complicaciones que han debido tener debido al Torneo, sorprende que hayan sabido mantener la relación a flote estos meses. Ambos acudieron juntos al Baile de Navidad, pero se sabe que Vega desapareció por más de una hora en los jardines, dejando a su pareja sola. Lo que la señorita Black habrá hecho allí, aún se desconoce.

Pero el principal problema para ellos parece haber sido el complicado asunto sobre la señorita Brigid Diggory, hermana menor de Cedric. Parece ser que Vega le echó en cara a su novio que estuviera pasando más tiempo con su hermana que con ella y esa fue la gota que colmó el vaso, pero, siendo sincera, me parece natural la conducta del señor Diggory.

¿Quién no estaría acompañando a su hermana si está pasando por un mal momento? Además, es sabido por todo el alumnado la devoción que la señorita Black siente por su familia, lo que solo hace destacar más el enfado de Vega. La hipocresía parece olerse en la distancia.

Un compañero de ambos jóvenes, Callum Carrow, nos ha afirmado que siempre se vio mucho más desinteresada a Vega que a Cedric en la relación. «Yo estuve saliendo unos meses con ella y puedo afirmar que no es la mejor novia», nos contó en exclusiva.

Parece ser que la hija de Sirius Black sigue los pasos de su padre en su juventud en Hogwarts, donde el ahora fugitivo ya gozaba de una reputación comprometida. Si todo esto es cierto —y les aseguro que lo es—, parece ser que ambos están mucho mejor separados.

¡Que las jovencitas de Hogwarts aprovechen la oportunidad! Quién sabe por cuánto tiempo más continuará soltero el apuesto campeón...

Harry tendría que tener cuidado si se encontraba de frente con Rita Skeeter. Las cosas podrían terminar mal.

Para ella, obviamente.

—La gente se aburre mucho —opinó Vega, apartando la revista como si no le importara; sus manos temblaron al hacerlo.

Jessica se encargó de prender fuego a las cartas que comenzaron a llegarle a Vega. Al menos, ellas ya tenían experiencia en aquel campo; Vega había recibido bastante correspondencia así durante las primeras semanas siguientes a la fuga de su padre.

Era difícil centrarse en descifrar el huevo de oro, incluso con la pista que Cedric le había dado en el Baile de Navidad y que Harry se negaba a seguir. Hermione se lo recordaba con frecuencia, pero Harry sencillamente la ignoraba.

Estaba demasiado frustrado con toda la situación como para preocuparse por el estúpido Torneo de los Tres Magos en el que ni siquiera quería participar.

Ver a Brigid en clase era malo. Verla sola a cada rato, en momentos en los que él podría acercarse y hacerla reír si no hubiera pasado lo que pasó, era peor.

Harry echaba de menos a Brigid. Echaba de menos cuando ella reía por sus chistes estúpidos, cuando se sonrojaba cada vez que algo le avergonzaba, cuando le hablaba de cosas que Harry ni entendía ni le interesaban, pero que él escuchaba con atención por el simple hecho de que a ella le apasionaba hablar de ello.

Echaba de menos poder acercarse a ella en los pasillos o en la biblioteca solo porque quería pasar algo de tiempo con ella. Echaba de menos verla estudiar o hacer los deberes y que protestara porque Harry no tenía que hacer nada de aquello.

Echaba de menos su sonrisa, sus ojos celestes achinándose cuando sonreía, el pequeño hoyuelo que le aparecía en la mejilla derecha. Echaba de menos a Brigid Diggory.

Por ello, cuando sus pies le llevaron solos hasta la biblioteca y se encontró observando a la mesa donde ella estaba sentada, Harry terminó por acercarse y tratar de hablar con ella, después de un extenso debate interno.

—¿Qué lees? —le preguntó, en voz baja, a sus espaldas.

Brigid pegó un brinco en la silla, como Harry había esperado que hiciera. Sus ojos celestes se dirigieron hasta él y Harry vio cómo Brigid apretaba los labios en una mueca triste.

—Harry, yo no...

—Me has estado evitando —comentó él, tratando de sonar despreocupado—. No te culpo después de lo que pasó, pero llevo bastante tiempo queriendo decirte que yo nunca diría algo así.

—Lo sé. Sé que es mentira lo que supuestamente dijiste sobre las personas atraídas por las de su mismo sexo. Sé que no piensas así. M-me alegra que no pienses así —respondió Brigid, en voz baja. Harry se permitió respirar tranquilo al escuchar aquello—. No ha sido por eso por lo que te he estado evitando.

Harry arqueó las cejas.

—¿Por qué entonces, Bree?

Fueron unos segundos de silencio interminables.

—Tengo que hacer las cosas bien, Harry —le dijo ella con pesar—. He cometido ya muchos errores. Escucha, tú y los otros sois geniales. De verdad. Sois personas fantásticas. Pero no sois las personas con las que yo debería estar. Las personas con las que encajo.

Harry se quedó mirándola fijamente, preguntando qué mierda habían metido en la cabeza de Brigid para que ella creyera aquello. Los ojos de la chica estaban brillantes por las lágrimas contenidas.

—He hecho demasiadas cosas mal. Tengo que arreglarlas, ¿vale? Los estudios lo primero. —Soltó un suspiro—. Voy atrasada con el temario. Mis notas han bajado. Me he descentrado demasiado. No puedo permitirme fallar. No en la escuela. Se supone que siempre se me ha dado bien. Si fracaso en esto...

Fracaso. Palabra curiosa. El boggart de Brigid apareció en la mente de Harry al momento. Negó con la cabeza.

—¿Te han lavado el cerebro, Brigid? —fue lo primero que se le ocurrió decir.

Ella se sonrojó, aún con los ojos brillantes por las lágrimas.

—Harry, eres una persona fantástica. Te lo digo de corazón. Pero creo que debería ir con personas que se parezcan más a mí. P-puede que sea lo mejor, ¿sí? Subiré mis notas, haré amigos nuevos... Creo que es lo mejor. Mi padre dice que tengo la oportunidad de arreglar todo esto y quiero intentarlo.

Su padre. Cómo no. Harry frunció el ceño. Millones de preguntas cruzaban por su mente. Quería decirle cientos de cosas a ella y otras tantas a su padre. Puede que también alguna que otra a su hermano. Pero lo primero que se le ocurrió preguntarle fue:

—Brigid, ¿todo eso va a hacerte feliz?

A ella le tembló el labio. Agachó la cabeza.

—No importa eso ahora. Si hace feliz a mis padres, me hará feliz a mí. Ya he metido a mi familia en bastantes líos. No quiero ser un problema, ¿sabes?

—¿En qué problemas les has podido meter tú, Bree? —preguntó Harry, medio exasperado—. ¿Qué cosa mala vas a hacer tú? Está esta mierda de Skeeter, pero los rumores van y vienen. La gente lo olvidará. No has metido a tu familia en ningún problema. Tú nunca serías un problema.

—¿Que no sería un problema? ¡Mira en lo que he metido a mi familia! —protestó Brigid—. Sé que nunca seré tan buena como Cedric, pero...

—Eres mil veces mejor que Cedric, Bree —interrumpió Harry—. Y aunque no lo fueras, ¿qué más da? Bree, tu padre apenas y te miró en el bosque después de que una docena de magos del Ministerio tratara de aturdirnos, ¿y ahora te preocupa que él crea que eres un problema?

—¡Es mi padre, Harry! —exclamó ella.

—¡Y es un mal padre! —saltó él, enfurecido—. ¡Un buen padre nunca pondría a uno de sus hijos por encima del otro!

Harry podía no haber llegado a conocer nunca a su padre, pero él tenía bien claro aquello. Su tío Jason siempre se lo había demostrado.

Brigid tragó saliva.

—Tu padre te dice que eres un problema, cuando no lo eres —continuó Harry, muy serio—. Te dice que tienes que hacer las cosas mejor, te hace sentir que le has decepcionado. Pues, Bree, si no se da cuenta de que tiene una hija increíble, necesita más mis gafas que yo. Él sigue diciendo mentiras y un día de estos vas a creértelas. No entiendo cómo tu hermano aún no te ha dicho nada de esto.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Brigid.

—Solo vas a decepcionarte a ti misma si sigues dejando que él te maneje de esa forma —terminó Harry, antes de darse media vuelta y marcharse.

Brigid se dejó caer en la silla de la biblioteca que había ocupado hasta antes de la llegada de Harry. Parpadeó furiosamente, tratando de librarse de las lágrimas.

Harry no había dicho ni una mentira y eso era lo peor. Cada palabra que había dicho era totalmente cierta.

¿Por qué Brigid trataba de hacer aquello por su padre? Sinceramente, ni ella misma lo sabía. Era simplemente el sentimiento de deuda o lo que fuera que aparecía en ella. También el deseo de que él pudiera verla algún día de la misma forma que miraba a Cedric: con orgullo, presumiendo de su fantástico hijo.

Brigid nunca había sido una hija de la cual presumir. Ella siempre tenía algo que mejorar. Si sus notas eran lo suficientemente buenas, debía practicar sus habilidades sociales. Si no, debía tratar de comer un poco más para no verse tan delgaducha. Si no era eso, tenía que ayudar más en casa y pasarse menos tiempo perdiendo el tiempo en fantasías absurdas, como escribiendo o leyendo. Y así un largo etcétera.

Era estresante. Hacía tiempo que Brigid no se sentía por completo comprendida en su casa. Si lo pensaba de verdad, puede que su padre no le cayera del todo bien si no fuera... Bueno, su padre. Por Merlín, ¿estaba mal pensar así?

Brigid apoyó los codos en la mesa y escondió la cara entre las manos. Ella no había querido pensar en aquello. No era algo que necesitara en el momento. No más problemas, no más asuntos para pensar. Pero las palabras de Harry se repetían constantemente en su cabeza.

—Eh, ¿estás bien?

Brigid levantó bruscamente la cabeza al escuchar aquella voz desconocida. El chico frente a ella le sonaba, pero tardó un poco en recordar de qué le conocía: era Michael Nott. La pareja de Susan en el Baile.

Brigid no quería pensar en él Baile. Ni en Susan. Ambas cosas le recordaban a Harry.

—S-sí, no es nada —dijo, girando la cara.

Él frunció el ceño.

—No parecía que fuera nada.

—No es nada —insistió Brigid.

Él terminó asintiendo, no especialmente convencido. Brigid agradeció que no dijera ni una palabra más y volviera la vista a su libro.

Brigid recogió varios tomos y los llevó de vuelta a su estantería. Tuvo que recorrer la mitad de la biblioteca para poder devolverlos todos a su sitio. Cuando apenas le quedaba dos, encontró una estantería familiar.

El viejo libro de Encantamientos donde había encontrado el hechizo para ayudar a Harry durante las tormentas seguía allí.

Brigid lo observó durante unos instantes, debatiéndose entre llevárselo o dejarlo allí. Había resultado útil antes, pero Brigid solía no ser partidaria de modificar encantamientos. Podía tener resultados catastróficos.

Su parte prudente ganó y Brigid terminó dejando los dos libros que le quedaban y abandonando la biblioteca, dejando atrás el libro que en algún momento perteneció a algún otro estudiante.

—Eh, Bree.

Cedric y ella prácticamente se encontraron de frente cuando ésta salió de la biblioteca. Su hermano le sonrió levemente.

—¿Tarea?

—Por desgracia —suspiró Brigid—. Pero he terminado casi toda.

Esperaba no tener los ojos enrojecidos.

—Prepárate para el año que viene —aconsejó su hermano.

—No me metas miedo —protestó Brigid—. Y deberías prepararte tú también, los ÉXTASIS no son tampoco fáciles. No vayas de listo.

Cedric rio.

—En eso tienes razón. —Le miró fijamente y Brigid giró descaradamente la cabeza para evitar que se fijara en sus ojos—. ¿Cómo va todo?

—Bien —respondió ella, con voz tensa.

Supo que había fruncido el ceño.

—¿Estás segura?

—¿Papá no te enfada a veces? —preguntó, en cambio, Brigid.

Cedric pareció sorprendido.

—¿A qué viene eso?

—Al hecho de que se enfadara conmigo por la mierda del artículo sin siquiera dejarme explicarle. Skeeter es una mentirosa. Y él y mamá lo saben.

Cedric se quedó en silencio.

—No sé, Bree.

Aquellas tres palabras molestaron a Brigid más de lo que esperaba.

—Ya. Bueno. Tengo que estudiar —masculló.

Y apretó el paso para dejar a Cedric atrás, en dirección a su sala común y, una vez allí, a su dormitorio.

Suspiró aliviada al entrar a éste y ver que estaba vacío, aunque esa soledad no duró más que unos segundos.

—Ya era hora, ¿no?

Brigid miró, curiosa, a Selena, que se paseaba por el dormitorio, impaciente.

—Eh, hacía unos días que no te veía —saludó, con más bien poco entusiasmo, mientras tiraba la mochila sobre la cama.

—Me has estado echando atrás —señaló Selena.

Brigid la observó, frunciendo el ceño. La mujer llevaba el pelo trenzado sobre el hombro derecho. Se había apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Brigid advirtió que un gato al que conocía bien se había acercado a restregarse contra sus piernas. Se inclinó a acariciarle, aún tratando de encontrar sentido a lo que acababa de decir Selena.

—¿Echando atrás? —repitió, lo que pudo no ser la respuesta más inteligente.

Selena bufó.

—No querías verme. Es por eso por lo que no me has visto.

—Pero yo no quería no verte —dijo Brigid, totalmente confundida.

—Tus sentimientos negativos influyen en tu magia, Brigid —explicó Selena—. Es lo más elemental que conocemos. Después de todo, ¿no empiezan los niños pequeños haciendo magia cuando se enfadan o lloran?

—Sí, pero no entiendo cómo mi estado de ánimo influye en que pueda verte o no —insistió Brigid.

Crookshanks se subió a su cama y Brigid se lo permitió, sentándose junto a él.

—Tu aura mágica me repelía —explicó Selena—. Le dijiste a Felicity que no querías verla, ¿verdad? Bueno, no solo ella no podía acercarse a ti.

—¿Ahora repelo fantasmas? Fascinante —gruñó Brigid, tirándose hacia atrás y quedando tumbada—. Mi vida va perdiendo el sentido día a día.

Selena la miró, intrigada.

—¿Ha pasado algo estos días, Brigid? —preguntó, con tacto.

—Algo ha pasado, eso está claro —masculló Brigid—. Qué ha cambiado ya no lo sé.

Crookshanks saltó al suelo con agilidad y Brigid observó desde su cama al gato pelirrojo vagar por el dormitorio, como examinándolo.

—Piensa que a Aslan también le pasaron muchas cosas —comentó Selena, divertida—. Pero sigue como siempre.

Aslan. Brigid miró a Selena, extrañada. Nunca había escuchado a la madre de Susan referirse a Crookshanks de ningún modo, pero resultó extraño escucharla llamarle por el mismo nombre que Sirius había empleado para él en la Casa de los Gritos.

Parecía que habían pasado siglos desde aquello.

—¿Conocías mucho a Ariadne Potter?

—Éramos íntimas —admitió Selena, sonriendo un poco, con su mirada tornándose nostálgica—. Nunca he conocido a nadie tan especial como Ariadne. Aunque puede que deba decir que Lily lo era más que ella o se enfadará conmigo.

Brigid sabía que había mucha historia de Selena en conjunto a los Potter que le gustaría saber.

Sin embargo, a la vez se negaba a conocer sobre ello. Aquellos eran recuerdos de Selena, que ella debería poder compartir con Harry así como Jason Bones hacía con él. Brigid no tenía lugar en aquella conversación.

Se molestó al darse cuenta de que, una vez más, sus pensamientos habían viajado hasta Harry.

Tenía que parar de una vez.


























Las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras solo iban volviéndose peores y peores para Brigid.

Había cambiado de sitio después de lo del artículo y ya no iba junto a Prim en el pupitre, sino con Neville Longbottom, que había sido increíblemente amable con ella y, lo que más le agradecía, que no había intentado forzar ninguna conversación en ningún momento.

Brigid agradecía poder pasar la clase en silencio y a su aire, notando generalmente el ojo mágico del profesor alternándose entre Harry y ella misma.

Odiaba aquella sensación. Le ponía los pelos de punta, le producía escalofríos y le daba ganas de llorar. Se sentía observada y lo detestaba.

—Recuerdo que era mejor en mi época —admitió Selena, en voz baja.

En los días siguientes a la charla en el dormitorio de Hufflepuff, Selena había acompañado a Brigid bastante a menudo, argumentando que estaba bien tener a alguien con quien hablar.

Brigid, que había regresado a la más completa soledad, admitía que se sentía más solitaria después de saber lo que era tener amigos y agradecía la presencia de Selena.

Era más entretenido escuchar sus comentarios que los del profesor, eso desde luego.

Las clases se habían vuelto mucho más lentas y tediosas desde que terminaron las vacaciones y a Brigid cada vez le costaba más y más prestar atención a éstas.

No era que no quisiera atender; su cerebro simplemente se desconectaba y luego resultaba imposible retomar el hilo de la clase.

Las horas parecían durar semanas. Brigid terminaba rindiéndose en su intención de estar atenta y pasaba a hacer cualquier otra cosa. Mirar por la ventana. Observar a sus compañeros. Centrar la vista en la pared. Pasar las páginas del libro de texto. Hacer dibujos en trozos de pergamino. Fantasear con cualquier tontería.

Ella creía que los profesores no se preocupaban por eso. Se equivocó.

—¡Diggory! —La voz de Moody le hizo pegar un brinco—. ¿Qué escribes?

Notó cómo se le subía el calor a las mejillas al instante. Brigid cubrió instintivamente el pergamino con los brazos y miró al profesor roja como un tomate, sintiéndose el centro de todas las miradas en un segundo.

Tragó saliva.

—N-nada, profesor.

—Algo debía de ser —objetó el maestro—. ¿Puedo verlo?

Brigid se sonrojó aún más.

—Me temo que no.

No era nada vergonzoso. Nada realmente humillante. Solo era algo personal y quería que se conservara de aquella manera.

La sonrisa forzada de Moody decayó.

—Creo que estoy obligado a retirarte el pergamino, Diggory —dijo, tendiéndole la mano—. Entrégamelo, por favor.

—No se lo des —masculló Selena, que había fruncido el ceño tan pronto Moody le había llamado la atención a Brigid—. Es tuyo.

Con manos temblorosas, Brigid dobló el papel en cuatro, dejando claro que no deseaba que aquello fuera leído, y se lo entregó a Moody. Éste se lo guardó en el bolsillo, lo que solo hizo sentir peor a Brigid.

Hubiera preferido que lo quemara o que lo tirara. No que se lo guardara. Porque sabía que no se lo iba a devolver y a saber qué hacía con él.

—No era una nota para nadie, profesor, si es lo que piensa —dijo Brigid, aún colorada—. Ni tarea de otra asignatura. Simplemente es un... trozo de pergamino viejo.

—Hum —se limitó a decir Moody—. Pero tampoco tenía nada que ver con mi lección. Es por eso que debo quitarle cinco puntos a Hufflepuff.

Se oyeron protestas amortiguadas en el salón. Brigid se sonrojó aún más.

—Quédate después de la clase, Diggory —añadió Moody.

—Qué capullo —masculló Selena.

Quiso que se la tragara la tierra y la escupiera en un lugar bien alejado. Brigid no quiso girarse a mirar a la clase, pues estaba convencida de que iba a terminar cruzando miradas con Harry y no lo necesitaba en aquel momento. Se quedó sentada, en silencio y con la vista fija en una página del libro que ni siquiera era la de la lección del día.

Neville le murmuró algo de que no se preocupara al final de la clase y Brigid le dirigió una sonrisa débil como agradecimiento. El aula tardó bastante en vaciarse. Harry y Prim fueron los últimos en salir.

Brigid evitó mirarles a toda costa hasta que pasaron por el umbral de la puerta y se perdieron de vista. Cuando la clase estuvo desierta, con la excepción de ella misma y Moody, esperó a que éste hablara.

El viejo auror se tomó su tiempo.

—¿Sabes que me lo estás poniendo muy difícil, Diggory? —preguntó, casi con pesar.

Brigid no supo qué decir a aquello.

—L-lo siento, profesor.

—Qué... raro —escuchó decir a Selena, a su espalda.

Moody la miró por lo que pareció una eternidad, pero no debieron ser más que unos segundos. Brigid se pasó el pelo por detrás de la oreja y contó hasta veinte latidos de su corazón antes de que el profesor dijera algo más.

—Me desharé del papel, si eso te preocupa. Intenta prestar más atención en las próximas clases o me veré obligado a castigarte. No eres mala alumna, Diggory, no me obligues a ello.

—Estaré más atenta, profesor —aseguró.

Moody asintió, distraídamente.

—Bien. Yo... —Dudó. Brigid aguardó, intrigada. Moody terminó negando—. Olvídalo. Ya te lo diré más adelante. Vete antes de que llegues tarde a tu siguiente clase, Diggory.

La chica salió del aula con el corazón acelerado y soltando un fuerte suspiro de alivio. Aún sentía el ojo mágico de Moody clavado en su espalda mientras se alejaba a toda prisa por el pasillo.

—¿No te parece raro? —quiso saber Selena.

—¿Qué debería parecerme raro? —cuestionó Brigid.

—Ha sido una conversación... rara —masculló la mujer.

Brigid se encogió de hombros.

—Moody es raro. Pero no ha pasado nada.

Desconocía que pasaba mucho más de lo que ella sabía.




















no saben lo que me costó este cap jsjs, no parece tanto ahora pero será importante, ya lo aviso 👀

como momento de auto spam, si quieren siempre pueden pasarse por dandelions, otro fic de harry que acabo de empezar y juro que tiene buena trama :))) pls, me emociona mucho la historia y solo digo que recomiendo leerlo si estás leyendo lom

también recuerdo que es una saga y vega tiene su propia historia esperando en lonely heart, que está ya casi terminado ;) además de los fics en marauders era, obv

y ya que estamos, si les gusta el mcu y pjo tengo también fics de esos fandom, por si quieren echarles un ojo <3

todo esto viene a que últimamente estoy recibiendo bastante poco apoyo en casi todas mis historias y, no voy a mentir, desmotiva un poco. voy a seguir escribiendo porque me encanta hacerlo, pero me gustaría que mis otros fics tuvieran algo de reconocimiento :( obviamente no obligo a nadie a nada, pero si pueden y quieren darle una oportunidad a mis otros fics, estaría re agradecida <333

pero ya que me estoy "quejando", también añado que estoy súper agradecida con el amor que están recibiendo harry y bree, mis bebitos se lo merecen y no saben lo que me alegra eso :)

love, ale.

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