EP 01: Primeras veces

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soft-smut | 4753 palabras

La noche era fresca como ninguna otra, el viento de primavera se filtraba por la ventana de la habitación de Yeonjun y el susurro lejano de la ciudad apenas era percibido por los dos chicos, quienes estaban más concentrados en la trama de la película que habían escogido ver esa noche en el departamento del mayor. Soobin, como era costumbre, se encontraba despatarrado con la panza sobre la cama, las sábanas enredadas entre sus largas piernas, y sus brazos descansando sobre los hombros de su novio, Yeonjun, quien a su vez estaba sentado con las piernas cruzadas sobre la suave alfombra blanca, su espalda pegada al borde de la cama y en el hueco en medio de sus piernas sostenía el tazón con palomitas de maíz y M&M's que tanto le gustaban a ambos. Una combinación extrañamente deliciosa y divertida, como ellos dos.

— No puedo creerlo, mira esa casa — dijo Soobin realmente extasiado cuando en la escena se muestra el hogar del protagonista de la historia — Dios mío, ¿por qué los solteros ricachones insisten en comprar casa lujosas y enormes cuando no tienen a alguien con quién compartirla? ¡Es absurdo! — se quejó el pelinegro con cierto recelo, aun poniendo toda su atención en la película.

— Bueno, no lo sé pero estoy seguro que este sujeto, el tal Grey, planea compartir su lujosa casa esta noche — respondió Yeonjun con diversión mientras elevaba la barbilla de un movimiento rápido, señalando en dirección a la pantalla donde se podía observar cómo el pretendiente de la chica le decía algo sugerente y un tanto inapropiado en relación a sus labios.

— Ugh, nadie dice "Quisiera morder ese labio" ¿Por qué diría eso? Suena tan mal y es algo... raro — Soobin hizo una mueca de asco que el mayor sólo podría catalogar como adorable. Una carcajada graciosa brotó de sus bonitos labios cuando la chica respondió "Quisiera que lo hicieras" y Yeonjun supo exactamente lo que Soobin estaba pensando al respecto — ¡No puede ser! Son tan raritos...

— Bueno, están calientes y necesitados, la gente dice y hace estupideces cuando tiene deseos sexuales — explicó Yeonjun y le resultó un poco irónico hablar de gente rara y deseos sexuales cuando él no estaba en la mejor posición para opinar. Era un gato de la mala suerte (literalmente) lo cual ya era bastante raro, además de que también se conservaba virgen, lo que le daba cero conocimiento y experiencia sexual. Sí, muy irónico.

— Ya, pero eso es demasiad-¡OH VAYA! La está llevando a la habitación, mierda — se le escapó decir al azabache, se sentía de pronto conmocionado por la rapidez de la situación en la película. ¿Por qué era tan sencillo para ellos?

— Lenguaje , SooSoo — murmuró el peligris con una sonrisa ladina pues le gustaba escuchar a su novio maldecir simplemente para reprenderlo, le encantaba la reacción que ponía en su rostro al ser corregido.

— Yah, hyung. Van a tener sexo — informó Soobin y esta vez su voz sonó mucho más tímida. Yeonjun asintió con la cabeza y luego levantó la vista para observar a Soobin apartando la mira justo en el momento preciso en el que las respiraciones de los personajes comenzaron a agitarse — Es incómodo ver a personas tener relaciones.

— Supongo que lo es... en la situación equivocada — el peligris concordó y al parecer su opinión tomó por sorpresa al menor pues rápidamente sus ojos se abrieron de par en par y su mirada recayó en él, como si quisiese corroborar lo que acaba de escuchar.

— ¿A qué te refieres con "en la situación equivocada"? Hyung ¿acaso crees que hay un buen momento para ver a personas tener sexo? — Soobin se apresuró a cuestionarle, la sombra de una sonrisa traviesa asomándose en sus labios y los hoyuelos coquetos comenzando a elaborarse en sus rechonchas mejillas de bombóm.

Yeonjun sintió la sangre acumularse en su cuello y orejas, que no tardaron ni un segundo más en teñirse de un tono cereza bastante brillante que se podía notar incluso con la poca iluminación de la habitación. Se dio una gran y fuerte bofetada mental por no pensar bien lo que iba a decir pero ya no había vuelta atrás, había dicho lo que había dicho y ahora le tocaba dar explicaciones.

— Quiero decir — se aclaró la garganta incluso cuando su voz no sonada rasposa ni oxidada, fue más un gesto para aliviar el nerviosismo que le atacó de pronto —, el porno es básicamente ver a dos (o más) personas desconocidas teniendo sexo por dos horas y aún así lo disfrutamos. Pero no es lo mismo que entrar a la habitación de tus padres y encontrarlos teniendo relaciones, eso es totalmente traumático y asqueroso.

En un instante el rostro de Soobin pasó de ser alegre a torcerse en una mueca de repulsión, sus mejillas se pincelaron de rosado y se cubrió la boca con ambas manos.

— ¡Puaj! Te odio por la imagen mental que me acabas de dar — dijo quejumbroso, su voz siendo apagada por sus propias manos — pero tengo que admitir que tienes razón, es buen punto — repuso dejando caer sus manos sobre los hombros de su novio y apoyando la barbilla sobre su cabeza —. Aún así, ahora mismo no quiero ver a dos extraños teniendo sexo en una fabulosa casa.

— ¿Y que prefieres hacer entonces? — preguntó Yeonjun genuinamente curioso por esa declaración. A Soobin le encantaban las noches de películas y siempre era él quien regañaba al mayor por no poner atención a la trama, ahora se estaba quejando... eso definitivamente no era algo usual.

— Hyung, honestamente ahora prefiero... Tener sexo contigo — confiesó sin más ni más, su voz era baja casi en un murmuro pero no había un ápice de timidez en sus palabras. Esa era la versión de Soobin que más le aterraba a Yeonjun, le gustaba demasiado y al mismo tiempo le asustaba, pues no había forma alguna de pisar freno una vez que ambos comenzaban con ese tipo de juego.

El peligris tragó saliva fuertemente, su boca se sentía tan seca como un desierto de Arizona y su respiración de repente pareció detenerse, conteniendo el aire en sus pulmones mientras valientemente se atrevía a levantar la mirada, echando la cabeza hacia atrás lo suficiente para que sus rostros quedaran alineados. Soobin ya le estaba mirando con intensidad, sus preciosos ojos almendrados resplandecían con anhelo incluso en la oscuridad, y le hacían una petición silenciosa. Yeonjun no tenía defensa alguna cuando se trataba de Soobin, así que cuando éste se inclinó hacia adelante para unir sus labios, el mayor no pudo negarse o poner resistencia, simplemente cerró los ojos y dejó a su novio hacer el resto.

Dicen que en una relación, mientras más pase el tiempo, menos intensas se vuelven las emociones y te vas acostumbrando a todo, haciéndolo más aburrido. Para Yeonjun no era así en absoluto ¿Cómo podría acostumbrarse a todo esto si cada vez que Soobin lo tocaba, descubría una nueva sensación? Era como hallar nuevas terminaciones nerviosas en su piel, se sentía como descubrir un nuevo paraíso en el mundo, si eso tenía sentido. Incluso en ese momento, se sentía como la primera vez que se tocaban, aunque ya se habían besado antes esta vez se percibía como una nueva forma de besar.

Las manos de Soobin masajeaban suavemente su hombros mientras sus labios suaves y esponjosos acariciaban los de Yeonjun con extremo cuidado. El peligris por su parte, sostenía a Soobin acunando su rostro entre sus largas manos, sus pulgares mimaban la piel nívea y de terciopelo al tiempo que dejaba a su novio guiar el beso con lentitud y cariño, tomándose todo el tiempo del mundo para saborear sus bocas, ligeros toques de chocolate y sal inundaron sus paladares debido al snack que habían comido antes; por un momento permanecieron así, besándose calmada y silenciosamente sin necesidad de apresurar su paso, hasta que Soobin dejó escapar un gemido muy suave que se ahogó entre sus labios, y sus manos comenzaron a aventurarse por debajo de la camiseta de Yeonjun, aprovechando para acariciar la piel lechosa de su pecho y volviendo a sus hombros para apretarlos y tirar de él hacia arriba.

El mayor sólamente rompió el contacto para poder levantarse del suelo con rapidez, sin preocuparse por haber derramado las palomitas y los chocolates por toda la alfombra al mandar lejos el tazón, y pronto se acomodó sobre el cuerpo de Soobin quien había girado sobre su torso para quedar con la espalda contra el colchón. Yeonjun se colocó encima del azabache, una pierna al lado de su cadera y la otra en medio de sus largas piernas, y se inclinó sobre él apoyándose en sus codos para no aplastarlo por completo; Soobin no pudo esperar más tiempo y llevó sus manos hacia el cuello del mayor para atraerlo hacia el y volver a cerrar el espacio entre ellos, sellándolo con un beso húmedo y tibio mientras enredaba sus dedos en los mechones grisaceos aún humedecidos por la ducha que Yeonjun había tomado no mucho tiempo antes.

El aroma a jabón y palomitas que emanaba de Yeonjun era acogedor y hacía a Soobin sentir en casa, los besos dulces de su novio le traían una calma y paz que adoraba la mayor parte del tiempo, pero esta noche no quería paz ni tranquilad, lo que en verdad deseaba era todo lo contrario. Su cuerpo anhelaba más de esa sensación tan electrizante que le recorría las vetebras cada vez que el tacto frío de las manos curiosas del mayor se colaban por debajo de su camiseta, quería mucho más de ese torbellino de besos calientes y necesitados que compartían de vez en cuando. Quería todo eso y mucho más, así que esta noche haría todo lo posible por conseguirlo.

Yeojun tiró del labio inferior del azabache, succionando y mordisqueando con la suficiente fuerza para hacerlo respingar pero sin dañarlo, para luego dejarlo ir con un sonido húmedo que, a decir verdad, fue totalmente caliente; en respuesta, Soobin separó los labios y jadeó sobre la boca del mayor, invitándolo a entrar y explorar todo lo que quisiera, queriendo elevar el calor en sus cuerpo lo más pronto posible pero Yeonjun parecía tener otros planes. La punta de su lengua repasó jugetonamente el belfo superior, con suma lentitud que incluso para él resultaba tortuosa, y luego le dedicó tiempo al labio inferior; el cálido músculo entraba por un momento en él y acariciaba todos los lugares correctos con audacia para luego retirarse antes de que Soobin pudiese disfrutar más.

En alguna parte del camino ambos habían perdido sus camisetas, lanzándolas a alguna parte de la habitación; mientras continuaban besándose, las manos de Yeonjun recorrían el cuerpo de Soobin con admiración, trazando las curvas de su silueta y prestando cuidadosa atención a los lugares favoritos de su novio, como las costillas, donde se concentró en acariciar la piel tibia y delicada robándole una que otra risilla entremezclada con sus gemidos bajitos, para luego bajar hasta su cintura, apresándola entre sus grandes manos, sus dedos dejando pequeñas marcas rojizas donde lo sujetaba con fuerza. En un momento de insensatez y deseo, dejó que su mano viajara hacia territorio no conocido, bajando hasta que sus dedos rozaron el hueso que sobresalía de un lado de su cadera mientras su pulgar se colaba bajo el borde se sus shorts y ropa interior, probando un poco del tacto en la piel suave de su vientre y notando casi enseguida cómo Soobin se erizaba bajo su toque. Eso le animó a aventurarse un poco más, llevando su mano hacia el creciente bulto y con su meñique acarició por encima de la tela negra de sus shorts, recibiendo en respuesta un respingo acompañado de un gemido agudo.

— Hyung, eso me gusta. Se siente bien — susurró Soobin con voz ahogada en cortos jadeos y al menos dos octavas más grave. A Yeonjun le encantaba escuchar a Soobin alentándolo, se sentía tan bien escucharlo decir cuando le gustaba algo o como le hacía sentir, sobre todo en momentos como este. Tragó saliva fuertemente y volvió hablar con dificultad — Sigue por favor, hyung. Lue... Luego yo quiero tocarte.

El peligris presionó la base de su palma primero, con gentileza, provocando que Soobin se tensara, sus cejas se fruncieron y su boca se abrió ligeramente formando una circunferencia, Yeonjun guardó esa visión como una fotografía mental que seguramente reviviría en todas las noches solitarias. Comenzó a frotar su palma contra la entrepierna del menor, apretando el contorno de su miembro de vez en cuando, la tela de los shorts era tan ligera que Yeonjun podía trazar la cabeza de su extensión con facilidad, y sintió la tela empezar humedecerse con el presemen acumulándose. Soobin aprietó los muslos en una respuesta de placer puro.

— Ah hyung, eso... eso es genial — dijo humedeciéndose los labios con la punta de la lengua y luego mordiéndolos en un intento de contener ese jadeo lascivo que al final terminó escapando de él cuando sintió a Yeonjun besar la base de su mandíbula con mucho cariño— Continúa, continúa así.

Los murmuros de su novio, sus jadeos tímidos y el cómo su cuerpo respondía con temblores, sólo lo alientó a frotar con más fuerza, aplicando más presión y ocupando toda su mano para cubrir todo el bulto. Soobin estaba dejando escapar una serie de gemidos enmudecidos mientras que sus dedos se enredaban y tiraban de los mechones de cabello gris que caían sobre la frente de Yeonjun, apartándolos del camino pues obstruían sus ojos y lo que más deseaba en ese momento era comunicarle silenciosamente lo bien que le hacia sentir, quería decirselo con cada parte de su cuerpo.

El mayor bajó su mano hacia donde la piel es más sensible, haciendo temblar el cuerpo de Soobin con fuerza y dejó caer una de las manos que apresaba su cabello sobre el hombro de su novio, en un intento de aferrarse a algo. Yeonjun continuó tocando allí, estimulando con avidez ese punto de deleite con intención de brindarle placer al menor, cuando de repente sintió los labios de Soobin chocar contra los suyos, con fuerza y sin mucho cuidado.

El azabache lo besó con desesperación mientras estiraba su cuerpo contra el toque de su mano, era un completo desastre, su boca dejando un rastro de besitos húmedos en todo su rostro y cuello solo para volver a devorarlo con ansias.

— A-ahora déjame tocarte también, hyung — murmuró contra sus labios y Yeonjun pudo sentir su aliento calido acariciarlo. Los grandes ojos del menor le observaban fijamente, había un sentimiento de súplica en ellos y Yeojun supo que no había forma de negarse a ellos, tampoco quería hacerlo — ¿Puedo?

— Adelante — fue lo único que atinó responder asintiendo ligeramente, su voz también sonaba ahogada y ronca, se sorprendió de lo grave que se percibió pero cuando Soobin gimó de tan sólo escucharlo, supo que él también la encontraba malditamente caliente — Soo-

El cerebro de Yeonjun se derritió dentro de su cráneo y parecía que había perdido complemente el control de sí mismo en el instante en el que la mano de Soobin acunó su erección por encima de sus pantalones de pijama. El peligris dejó escapar un par de ronroneos placenteros ante el sin fin de sensaciones que experimentaba por primera vez. Tocarse a sí mismo de esta forma era algo a lo que estaba acostumbrado y se sentía bien, pero jamás podría ser comparado con el placer que le causaba ser tocado por alguien más, sobre todo cuando se trataba de Soobin.

— Aah... Soobin, sigue — masculló entre dientes. El pelinegro lo sobaba con demasiada fuerza, desesperado y apurado, pero se sentía bien, tanto que tenía que apretar la mandibula y cerrar los ojos en un intento de no gemir con fuerza pues temía que las paredes de ese viejo edificio fueran demasiado delgadas. Yeonjun, a cambio, tampoco dejaba de presionar su mano contra la entrepierna de Soobin, aunque no con el mismo cuidado de momentos atrás, lo hacía para concentrarse y no perderse en el placer que le causaba el toque de su novio.

Los besos volvieron aun más desastrozos y necesitados, Yeonjun besaba a Soobin para ahogar sus propios jadeos, mordió su labio inferior y tiró de él cuando sintió un fuerte gemido formarse en la base de su garganta, Soobin lo mordió suavemente de vuelta cuando el mayor abandonó su longitud para masajear sus testículos. La habitación se llenó de una armonía de gemidos y jadeos provenientes de ambos chicos mientras que los personajes de la película les hacían eco, acompañados del sonido húmedo de sus besos y el susurro de sus cuerpos moviendose sobre las sábanas. Era la primera vez que Yeonjun escuchaba esa sinfonía de amor y estaba completamente fascinado, incluso podría asegurar que los gemidos de Soobin he habían vuelto su canción favorita.

Escuchar su respiración agitada y el susurro de su nombre escaparse de sus bonitos labios lo alentó a alejar su mano en el momento de placer máximo y Soobin soltó un sonido de queja como un niño pequeño, mirándole con ojos tristes y al mismo tiempo enfadados, las mejillas sonrojadas y el pecho cubierto de marcas de besos; era una visión afrodisiaca.

— Hyung, ¿qué-? — las palabras murieron en un largo y agudo jadeo que el azabache soltó cuando Yeonjun presionó su rodilla contra la dolorosa erección encerrada bajo sus pantaloncillos y sus manos apresaron la cintura para sujetarlo contra su pierna, guiando sus movimientos cuando este comenzó a arquearse y presionarse en busca de más de ese tortuoso placer — Ngh...

La cama rechinaba y hacía toda clase de ruidos nunca antes escuchados mientras ambos chicos buscaban y encontraban placer, Soobin había imitado a su novio, doblando una pierna para sobarla contra el gran bulto escondido bajo las pijamas grises del peligris y continuaba restregandose contra la rodilla que le ofrecía el mayor, cada vez con más fuerza, aunmentando la velocidad de sus movimientos y apretándose contra el cuerpo cálido. Soobin tensó las piernas cuando sintió su miembro dar un respindo pidiendo ser atendido, así que se apresuró a meter su propia mano en sus pantalones para aliviar esa sensación tan molesta pero antes de que pudiese hacer algo más, la mano de Yeonjun se cerró al rededor de su muñeca y la retiró rápidamente aprovechando la situación para sujetarla por encima de su cabeza, apresándolo contra el colchón, robándole más de un gemido a Soobin, quien se llevó una gran sorpresa por la rudeza del gesto, una sorpresa bastante grata.

— Hyung, hyung — Soobin lo llamó entre cortos jadeos agitados, haciendo a Yeonjun disminuir la velocidad de sus empujes pero sin detenerse — Quiero quitarme esto... — pidió suavemente, su voz era demasiado sensual al igual que su rostro cuando bajó la mirada hacia la única prenda que quedaba en su cuerpo, esos molestos shorts que desearía no haber usado esa noche, ni siquiera le gustaban tanto.

Yeonjun siguió la mirada de su novio y sus ojos recayeron en su vientre plano, la piel nívea marcada por su boca, los dedos de Soobin jugueteaban con el borde se la pieza negra que cubría la parte baja de su cuerpo, su pulgar enganchó el elástico y tiró de el hacia abajo, revelando poco a poco más de esa piel pálida y tentadora. El peligris se atragantó con un gruñido y cerró los ojos, dejando caer la cabeza para apoyarla contra la frente del menor, respirando con dificultad.

— Corazón, también me muero por verte sin eso puesto... — comenzó a decir en un murmullo apagado que hizo Soobin gemir por lo jodidamente grave que se escuchó su voz — pero no estoy seguro cuánto tiempo pueda durar como... ya sabes, podría ser demasiado para mí — advirtió totalmente avergonzado. Lo que menos deseaba en ese momento era detenerse y tampoco quería negarle algo a Soobin, quien parecía estar teniendo el mejor de los ratos junto a él, pero realmente se preocupaba por no tener otro incidente felino en medio de algo importante como en las veces anteriores, en verdad quería que esta vez fuese perfecto y para eso necesitaba medir su capacidad. Tener a Soobin desnudo bajo su cuerpo, gimiendo su nombre y pidiendo por más, era una fantasía que estaba muy presente pero no podía arriesgarse a arruinarlo todo por no tener autocontrol.

— Hyung, por favor — suplicó Soobin y por un momento Yeonjun creyó que genuinamente se echaría a llorar ahí mismo, pues le miró con ojos cristalinos y necesitados — Si llega a ser demasiado para ti, sólo dime y me detendré, lo prometo. En verdad quiero que me toques, quiero sentirte — las últimas palabras brotaron de sus labios como un susurro triste y ansioso. Yeonjun inspiró profundo y asintió en respuesta, aceptando la petición de su novio, sabiendo muy bien que esa sería su perdición.

El azabache entonces sonrió con gentileza y buscó los labios de Yeonjun para depositar un besito cálido lleno de agradecimiento y cariño.

— ¿Me ayudas? — preguntó con voz bajita y un subtono pícaro, sus labios rozando los de Yeonjun. El aludido se irguió y no dudó en llevar sus manos hacia el borde de los pantaloncillos de su novio, y tirar ligeramente de ellos hacia abajo (junto con la ropa interior), lo suficiente para liberar así la erección del pelinegro. Yeonjun sintió todo su cuerpo calentarse y su pulso se aceleró al encontrarse totalmente abstraído por la visión de su hermoso Soobin estando completamente desnudo; en la cabeza rosada de su miembro resplandecía una perlita de pre-semen que se deslizó lentamente por toda su extensión hasta la base, Yeonjun se relamió los labios y tragó fuerte antes de atreverse a tocarlo con mucho cuidado.

El cuerpo de Soobin estremeció en respuesta al delicado y frío roce de los dedos del mayor, lo sintió delinear cada venita y acariciar la punta exparciendo el líquido preseminal para finalmente empuñar la base y comenzar un lento vaivén que le arrancó más de un jadeo fuerte y claro. Soobin retorcía y elevaba las caderas en busca de más, separó sus labios dejando escapar gemidos de deleite y entre ellos susurraba el nombre de su hyung, alentándolo a seguir con esa tortura.

Yeonjun sólo podía apreciar maravillado lo estupendo y mágico que era su novio, incluso en ese momento, siendo un completo desastre, con los mechones oscuros pegados a su frente y su cuerpo sonrojado cubierto por una fina película de sudor, se veía realmente hermoso. Yeonjun estaba completa y locamente enamorado por Choi Soobin.

El peligris aumentó la velocidad de sus movimientos, provocando que Soobin comenzara a ahogarse entre jadeos, gemidos y alguna que otra maldición que le perdonó; sus piernas temblaron y su piel se erizo indicando que estaba en su punto, un poco más y llegaría al climax, pero Soobin de pronto se levantó sobre sus codos, llamando la atención del mayor que se detuvo en seco.

— Junie hyung, ven aquí. Joder, ven aquí — dijo con voz entrecortada y respiración dificultuosa, una mano se ciñó detrás de la nuca del aludido y tiró de él hacia abajo para que se echara sobre él. Yeonjun se dejó arrastrar por Soobin, cayendo sobre su cuerpo y entre sus piernas que el menor se apresuró a cerrar alrededor de su cintura, empujándolo contra él.

— ¿SooSoo? — dijo dudativo de lo que estaba haciendo el chico pero entonces lo sintió presionar contra él y supo de inmediato lo que tramaba el menor.

Soobin alzó las caderas y comenzó a empujar contra la entrepierna de su novio con desesperación, buscando saciar su propia necesidad pero también darle placer a su hyung. Yeonjun sintió su erección endurecerse aun más a causa de la fricción que el pelinegro estaba creando, su sangre comenzó a ebullir en sus venas y pronto se encontró mascullando y jadeando fuertemente. Yeonjun también comenzó a empujar su caderas, encontrando la entrepierna de Soobin y escondió su rostro en el hueco entre su hombro y cuello, besando la piel tibia y sonrojada de esa zona, mordisqueando ligeramente cuando sentía que un gemido podía escaparse.

— Bebé, te quiero tanto — susurró Yeonjun realmente con todo el amor que sentía por Soobin, probablemente sabía que este no era el mejor momento para decirlo pero sabía cuánto le gusta a Soobin escucharlo decir esas palabras tan bonitas. Y no se equivocó, pues Soobin lo abrazó con fuerza y lo besó como si eso fuese lo único que lo ayudaría en ese momento.

— Lo sé. Lo sé. Yo también te quiero, yo tambien te quiero — lloriqueó contra su boca, su cuerpo retorciéndose sin ritmo o control alguno, simplemente obedeciendo a su deseo — Te amo, hyung.

El corazón de Yeonjun dio un vuelco y sintió sus entrañas enredarse y desenredarse entre sí con esas cinco letras siendo pronunciadas. Los sentimientos llegaron como un tsunami en su pecho, tomándolo completamente desprevenido, y entonces supo que todo estaba a punto de arruinarse. Otra vez.

Meow.











— Hyungie, ¿crees que esa tal Anastasia realmente era virgen a los 21 años? — preguntó Soobin después de un rato, su respiración aun era un poco irregular pero ya se encontraba mucho más calmado que momentos antes. Yeonjun descansaba sobre sus piernas mientras el cepillaba con cariño algunos mechones grisaceos — Yo no lo creo, nadie dura tanto tiempo virgen. Las hormonas no lo permiten.

— Uhm... yo creo que algunas personas puden llegar virgenes a los 21 años — respondió el mayor, sintiéndose raramente empático con la protagonista de la pelicula que acababan de finalizar. Tuvo que apartar la mirada y juguetear con sus dedos, en busca de una distracción para la verguenza que comenzaba a acumularse en él. Ahora no sólo había arruinado el momento, también estaba a punto de confersar otro gran secreto a Soobin.

— ¿En serio? Jamás he conocido a alguien así, jamás.

— Bueno... — Yeonjun calló y la habitación se llenó de un silencio un tanto tenso. El peligris casi pudo escuchar el cerebro del azbache maquinar y unir los puntos, finalmente abrió los ojos de par en par y miró a su novio con sorpresa, realmente incrédulo con su conclusión.

— Hyung... ¿eres virgen? — balbuceó por lo bajo.

Rápidamente las mejillas y orejas de Yeonjun se tiñeron de un rojo brillante, como las luces de un semáforo, y ocultó su rostro tras sus manos. ¡Trágame tierra!

— No quería que supieras, es algo tonto — murmuró con pesar, su vos era apagada por sus manos que continuaban cubriendo su rostro — Tengo 21 años y soy virgen, qué patético.

— ¡Hyung no disgas eso! No tiene nada de malo ser virgen — repuso el menor riendo suavemente para después inclinarse y depositar un besito cariñoso sobre su cien.

— Lo dices para hacerme sentir mejor pero no ayuda mucho, SooSoo — murmuró Yeonjun sin apartar las manos pero separando los dedos anular y meñique de los otros dos, creando así un pequeño espacio del cual se asomaban sus pequeños ojos felinos — Sobre todo cuando tu claramente no eres virgen — agregó con un poquito de molestia.

— ¡Yah hyung, no seas dramático! — se queja de forma juguetona el pelinegro, sujetando las manos de su novio y apartándolas —  Velo de este modo, puedes ser Anastasia Steele en esta relación y yo seré tu Christian Grey — dicho esto, Soobin le dedicó un guiño conquetos y una sonrisa pícara con esos alegres hoyuelos suyos.

— ¡Choi Soobin! Deja de hacer eso, es cruel que juegues así con mis hormonas — reclama el aludido con un tono infantil, pateleando al aire como si estuviese haciendo un berrinche. Soobin explota en risas cantarínas y lo abraza con amor mientras el otro continua lloriqueando.

— No te preocupes Yeonjunie hyungie, te prometo que tener sexo conmigo será la mejor experiencia de tu vida.

No importa cuántas veces se habían besado, ni cuántas veces se habían abrazado, o reído juntos; cada vez que sucedía se sentía como si fuese la primera vez. La vida junto a Soobin siempre estaría llena de primeras veces.











Hola hola hola, lamento demorar en publicarlo, tenía que terminar unas partes del escrito. Espero que les guste, porque sufrí mucho escribiendo la parte explícita jaja lo siento Soobin y Yeonjun. En fin, esta pequeña historia tiene una segund aparte que estaré publicando en un par de días. Y para aclarar dudas, sí, será sobre la primera vez de Yeonjun. Luego habrá otra mini historia de dos partes también. ¡Gracias por leer!

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