El baile +18

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng





El martes, atravesando la mañana un mensaje de Adrián llegó al móvil de Sofía:

Quiero que me acompañes a un baile esta noche. Te dejé un vestido negro en la oficina, a las ocho en punto paso por ti.

Su corazón se aceleró leyendo el mensaje. Luego de aquella velada con Adrián, tenía mucha ilusión de volver a verlo, sin embargo, había una persona que todavía no conocía...

—¿Qué hay de esa tal Aurora?, y otra cosa, ¿por qué te dio una pluma si no tiene alas?

—No tengo respuesta a ninguna de esas dos preguntas, pero, supongo que esa pluma le quedó de cuando las perdió. —Miró el mensaje nuevamente—. ¿Crees que debería ir al baile?, aun no me dice nada de Aurora, y no quiero problemas.

—Qué cínica eres. —Karen soltó una carcajada—. ¿Te haces esta pregunta después de haberlo besado en El Ávila?, claro que debes ir al baile con ese bombón rubio, además, sigue siendo tu jefe, ¿no?, tómalo como una orden de trabajo. —Karen le sonreía en forma burlona—, ¡vamos!, después de ese beso, ¿no quieres ir?

—¿Qué tal si aparece ella en el baile?

—¡Me llamas ipso facto y huimos de Caracas!

A las seis de la tarde pasó por el vestido. Era muy elegante, de tela negra aterciopelada y ceñido al cuerpo, dejaba ver su increíble escote y realzaba sus piernas. Adrián tenía un gusto fino, erótico y un poco excéntrico, pero eso le atraía, porque a pesar de ser controlador y misterioso, sabía cómo realzar la belleza. La pasó buscando a las ocho de la noche. Estaba un poco ansiosa, pero al verlo bajarse del automóvil, sus latidos se aceleraron. Vestía más elegante que de costumbre, en un traje negro que realzaba su cuerpo casi perfecto. Se acercó a ella sonriendo al verla y tomó su mano derecha para besarla, acto seguido le colocó en la muñeca una pulsera roja llena de cristales de swarovski, la cual combinada con su corbata roja.

—Estás hermosa, aunque siempre lo estás, pero ese vestido... —La miró de arriba abajo— ¡Definitivamente tengo buen gusto!

Ella no supo qué decir, así que solo contestó «gracias», y notando sus mejillas ruborizadas en el espejo, desvió la mirada mientras él abría la puerta para ir a bailar. Al llegar a la fiesta, notó un ambiente misterioso, alegre y al mismo tiempo caótico. La muchedumbre vestía de negro y llevaban antifaces, así que no pudo reconocer a nadie.

—Toma esto, no te lo dije pero es un baile de máscaras.

Le entregó un antifaz negro en forma de mariposa y luego se colocó la suya, haciendo que Sofía tuviera un flahsback al notar que era la máscara del fantasma de la ópera. Por instinto, se tocó los hombros recordando aquellas manos anónimas que la tocaron esa noche e intentó preguntarle el porqué de esa elección, pero las palabras no salieron de su boca y ya era tarde para preguntas, él, ante la premura de entrar al evento, la condujo, entrelazando los dedos de su mano derecha con los de ella, mientras su otra mano estaba gentilmente puesta sobre la espalda de Sofía en el espacio de desnudez que dejaba el vestido, Adrián al ver la muchedumbre, le susurró al oído: «no te apartes de mí por favor».

Era un gran salón, con muchas luces, música a todo volumen, meseros vestidos de carnaval, comida, disfraces y antifaces, ¡se sentía abrumada con tanta gente! Adrián le presentaba a todo aquel que se le acercaba, y de repente apagaron las luces e inició un espectáculo de circo en máscaras. Los cirqueros se movieron en círculos, unos en pie, otros montados en monociclos, había arlequines que lanzaban serpentinas y papelillos.

Malabaristas junto a algunos acróbatas, hicieron a la multitud desplazarse hacia atrás y de un lado a otro, ocasionando que entre tanto alboroto, ella perdiera contacto con Adrián. Desesperada por encontrarlo, buscó aquella máscara de fantasma de la ópera e intentó llamarlo en voz alta pero fue inútil. De repente sintió que su pulsera se rompía y todos los cristales cayeron al suelo, Sofía quiso mantener la calma porque no le gustaban los espacios concurridos, pero una mano tomó la suya, y la guió al encuentro de unos brazos masculinos y fuertes.

—Te tengo, ven conmigo.

Él la llevó por un pasillo angosto y oscuro, así que ella no podía distinguir nada. De pronto, sintió que él la empujaba con cierta sutileza hacia una pared, quedando presa entre ésta y él, para que en el siguiente instante sus labios se tocaran, invadiendo aquel pasillo en el que antes solo se escuchaba el ruido de la fiesta, de jadeos y los sonidos de la lujuria. Su lengua jugaba dentro de su boca, con ondulaciones fuertes y pasionales, se podían escuchar los gemidos de él, silenciados por el cuerpo de Sofía mientras él apretaba su pelvis contra ella. Al elevarse la sensación del momento, la volteó contra la pared, besando sus hombros desnudos, luego, sintió que algo muy suave rozaba su espalda «¿Eso es una pluma?» pensó mientras unas manos firmes tocaban sus senos enfocando el tacto en círculos suaves pero decididos. Sofía escuchó cómo rasgaba su vestido y luego se estremeció al sentir su lengua recorriendo sus glúteos junto a suaves mordiscos, acto seguido ella se volteó para intentar tomar el control, pero él besó su pubis, llenándola de placer mientras tiraba de sus cabellos. Detrás de ella, se abrió una puerta mientras ambos jadeaban de deseo y dejando escapar un pequeño quejido de placer, aquellas manos masculinas la cargaron y llevaron dentro de un cuarto más oscuro.

La colocó de forma un poco salvaje en una superficie acolchada, y se abalanzó sobre ella para trazar un trayecto descendente con sus labios y marcando pinceladas de deseo sobre ella con su lengua, empezando por el cuello hacia la línea intermedia de sus senos, mientras tocaba su zona íntima. En la oscuridad, vio su silueta despojándose de su chaqueta y camisa, la tomó por la espalda para cargarla, a lo que ella respondió entrelazando sus piernas alrededor de sus caderas, besándolo sin parar y afirmando con suavidad las uñas en su espalda hasta que chocaron contra una pared, fue ahí donde la bajó y nuevamente volteó su cuerpo para despojarle con urgencia el brasier.

—¿Qué clase de Ángel eres Cassiel? —Él no emitía ninguna palabra, solo eso bastaba para que su enigmática presencia hiciera estremecer cada rincón del cuerpo de ella.

Besó cada parte de su espalda desnuda y con su lengua dibujó una línea recta desde su espalda baja hasta la parte trasera de su cuello, al llegar ahí, él tomó su mentón con los dedos para besarla...

—¿Sofía?, ¿dónde estás? —Afuera, la voz de Adrián sonaba cada vez más cerca. Enseguida, abrió los ojos de par en par y se separó de aquel hombre.

—¿Adrián? —dijo cubriéndose los senos, justo cuando éste abrió la puerta y encendió las luces de la habitación.

Sofía estaba sola, en un rincón con el vestido negro rasgado y en pedazos por el piso y la pintura de labios corrida. Adrián fue hacia ella y la envolvió en su saco.

—¿Estás bien? —Su cara destilaba asombro.

—Si no eras tú, ¡¿quién?! —Empezó a hiperventilar.

—Tranquila, déjame verte. —Enseguida observó su marca en forma de "S" con tinte negro en su muñeca, y notó una pluma negra entre su ropa íntima, justo en el monte de venus, y un mordisco en su seno izquierdo. Se ruborizó al notarlo.

—Adrián, pensé que eras tú, lo juro, yo...

—Pequeño angelito... —la interrumpió enseguida. Miró con dulzura sus ojos asustados y le acomodó el cabello con amabilidad—. No te preocupes por lo que pasó, sé con quién estuviste, esa pluma es un regalo de otro ángel que te ha estado observando. Ahora es mi deber protegerte.


—¿Por qué? ¿Quién más me observa? debes decirme ahora Adrián, ¿es el mismo que me perseguía aquella vez? —dijo gritando, con los ojos aguados.

—Se llama Sorian. Recolecta almas para un fin macabro y por lo que parece, quiere que seas suya. Pero tu alma es especial y no lo voy a permitir. —Ella se sentía confundida. Vio la pluma y recordó aquel beso con Sorian hace unos segundos.

«¡Vaya beso!», pensó. 




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro