Sofía, atrapada.

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Habían pasado seis meses desde que Azrael la llevó aquella casa. Pensaba en Karen, ¿estaría bien?, le dijeron que la habían salvado y que estaba bien, igual que a las otras personas del garaje, pero no le constaba, y tampoco tenía acceso a su teléfono. También le habían dicho que su familia la buscaba, pero Aurora les dijo a sus padres que estaba en un retiro espiritual de unos meses. Estaba aislada, y sin poder conciliar el sueño los primeros meses, así que se dedicó a meditar con ayuda de Aurora para superar el trauma de aquel día, al principio tenía pesadillas con Lucas persiguiéndola y se despertaba gritando, sin embargo, los sueños cambiaron a medida que pasaban los días y ella se sentía mejor. Soñaba a diario con un ángel que no lograba identificar, y ocultó esos sueños a Azrael y Aurora porque sabía que intentarían cambiarlos. Pero le gustaba aquel ser alado que la acariciaba, besaba sus labios dulcemente y hasta le hacía el amor. ¿Quién era aquel romántico angelito que cuidaba sus sueños?, tenía encantadores rulos amarillos, ojos color miel y no se parecía ni a Sorian ni a Adrián. Era a lo único que se podía aferrar, así que entre tanto agobio en soledad, mantuvo ese secreto alejado de sus cuidadores.

—¿Esas plumas de donde las sacaste? —le preguntó Azrael un día.

—La encontré en mi almohada. Y ésta es de Adrián, me la regaló hace un tiempo. —Él hacía algo con su mente que le hacía decir la verdad, porque justo después de responder, no entendía cómo se había traicionado a ella misma. Azrael vio las plumas, una blanca como las nubes del cielo y otra negra color azabache brillante, enseguida las tomó.

—¿Cómo me has ocultado algo tan importante?, con ellas, te pueden localizar. —Parecía un poco angustiado, pero al ver el rostro de desilusión que tenía Sofía, suspiró y le dijo—: Sofía, intento mantenerte a salvo, pero debes colaborar, ¿quieres terminar como las personas que viste en aquella fiesta?, aparta tus deseos carnales, hazlos a un lado y piensa mejor las cosas. Tampoco dejaré que se burlen de mí.

—Lo sé, es solo que extraño sentirme querida y protegida, ¿está mal?

—No digas tonterías, ellos no son humanos jugando al romance de novela, además, ¿cómo pueden gustarte los dos al mismo tiempo?, vaya ambigüedad.

Él tenía razón, ¡le gustaban ambos!, a pesar de que todavía seguía dolida con Adrián, su corazón latía más fuerte al pensar en él, extrañaba la suavidad de sus besos, sus caricias tan sutiles como una pluma, y esa sonrisa que la hacía revivir muchas veces, pero luego aquellos recuerdos se veían opacados por la pasión con la que la había poseído Sorian. Sabía que era puro deseo, pero aquellos besos y caricias la hicieron sentir viva y llena de vida. Se mordió los labios recordando la emoción de su tacto, el deseo implícito, su aliento rozando su piel, sus labios recorriendo su cuerpo, pero sobre todo aquello que hizo en su zona íntima.

—Ellos se han metido en mi piel, aunque a decir verdad, Adrián no me valora lo suficiente, por eso es que Sorian...

—¡Basta! —interrumpió en el acto—. No son buenos para ti, y tienes que hacer caso Sofía. Eres muy ingenua, no te dejes envolver por los deseos carnales, piensa en frío, ¿acaso conoces a los caídos que vivieron algún tiempo en el cielo?, ¿quieres despertar a un ángel que sueña con dormir con tus demonios?, se saben todas las artimañas, como ya te he advertido, así que cuidado.

Dijo eso y se marchó. Azrael era autoritario y no le daba respiro alguno, y aunque estaba segura con ellos en esa casa, añoraba el peligro de estar con Adrián y ser perseguida por Sorian. Intentó procesar las preguntas, pero el cansancio pudo más, y dirigiéndose a la ventana del cuarto, la cual estaba cerrada por seguridad, empañó el vidrio con su aliento y escribió con su dedo: «te extraño, ven», luego lo borró con su mano y fue a dormir sintiendo un pequeño ardor en su marca, que por suerte, no duró mucho.

En el medio de la noche, cuando por fin se quedó dormida, la ventana se abrió de golpe, haciendo que la dulce y fría brisa nocturna rozara su piel y ella fijara su vista en una silueta de hombre sin camisa, sin alas y con una sonrisa divina que apareció y caminó hacia ella. Tomó su mano y la besó dulcemente. Hasta ese momento no había visto muy bien su rostro, todo estaba nublado, muy confuso, Sofía pensó que este era un sueño lúcido. Con una mano bajó su dormilona de seda, apretando uno de sus senos mientras la otra se deslizaba por debajo de su ropa interior, sus labios besaban su cuello desnudo, haciendo que se estremeciera. Se colocó encima de ella, apretando sus muñecas y presionando su pelvis con la de ella, realizando movimientos circulares. Sofía gemía, queriendo que él penetrara su cuerpo e hiciera realidad sus más íntimos deseos, así que él descendió con besos sobre su abdomen, hasta llegar a su monte de venus. Ella tomó sus cabellos entre sus dedos y cerró los ojos pero justo en ese momento, al sentir la humedad entre sus piernas, una voz la llamó.

—¡Sofia! despierta, los estabas llamando... ¿soñabas con ellos? —preguntó Azrael.

«¿Había sido un sueño?, pensó. Mientras jadeaba de la emoción, notando su humedad que si era real, aunque su dormilona seguía en su sitio.

—Intento dormir... ¿por qué es tan importante?, ¿por qué eres tan paranoico?, no recuerdo su rostro.

—Porque si están en tus sueños, pueden venir por ti. Sofía... entiende que un ángel no puede enamorarse de una humana, ¿sabías eso?, no está permitido, y no confundas deseo carnal con amor, no es igual. Si obramos o pecamos como humanos, nos convertimos en uno de ellos.

—¿Por qué me dices eso? —Estaba aturdida. Azrael tocó la marca de su muñeca, generando un dolor punzante— ¡Basta!

—Él también lo está sintiendo, pero se lo merece, están cerca Sofía y no van a desafiar mi sistema de seguridad, no lo voy a permitir. —Se le notaba molesto, sin embargo, volvió a colocar su mano en la marca y el dolor desapareció. Aquella era la forma de entrelazar a los humanos con sus custodios en el plano terrenal.

Recordó cuando Aurora le explicó sobre la marca. Ambos la tenían. Cada custodio tiene la marca de su custodiado, y cuando Sorian, quiso poseer su alma la primera vez, se convirtió en un caído, oscureciendo sus alas y su marca también. Azrael vio duda en el semblante de Sofía, él pensó que ella le estaba entendiendo, pero no era así.

—Sofía, es simple, cuando él está cerca, tu marca aparece y no solo eso, existe una conexión con el dolor. Si el sufre, tú sufres también, se llama karma de ángeles, y lo sufres porque él fue tu custodio y ahora es un caído. Lamento que tengas que pasar por esto.

—Es decir que él, ¿está sufriendo ahora?

—Puede ser una posibilidad. Lo que sí sé es que está cerca de aquí, incluso puedo olerlo —Se quedó viendo la ventana unos segundos y luego colocó ambas manos de Sofía en su pecho de forma fraternal—. Escucha esto, podría salvarte en cualquier circunstancia, porque a pesar de que soy el ángel de la muerte, estas alimañas se saben tretas del bajo mundo, y pues, estamos en constante batalla contra ellos. Si por alguna razón, él intenta obtener tu alma, haciéndote sufrir, toca su marca con esto —Le entregó un diamante color rubí en forma de pulsera y se la colocó en la muñeca donde tenía su marca—, lo uso para neutralizar demonios cuando voy al infierno por almas perdidas, si no estoy cerca, úsalo sin dudar.

Se quedó viendo aquel diamante. Ahora sí estaba asustada. Había estado pensando en ellos como trofeos que querían poseer su cuerpo, y aquello le gustaba, incluso le excitaba la idea, pero aquella conversación con Azrael, hizo que cambiara un poco de parecer.

—¿Qué pasa si no lo logro y muero?

—Yo soy el ángel de muerte, solo yo escribo en el gran libro quién muere y quién no. Si mueres y te toca morir, morirás, así de simple, no debes temer, es una transición a un estado de paz, de hecho es necesaria —Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de la habitación, y antes de salir, le dijo—: Pero si no te toca morir, si aún no borro tu nombre del libro de la vida, deberás ser fuerte y enfrentar tu destino.

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