Capítulo IV

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100 estrellitas + 25 comentarios para actualización de la historia⭐

🗓️️6 de marzo de 2025
📌Montecarlo (Mónaco)

-Dios... No volveré a salir de fiesta ni en veinte años de vida... - murmuré bajito, palpándome mis sienes.

-¿Noche dura? - carcajeó Mason, mirándome desde el sofá en el cual estaba sentado con Charlie.

-Desde luego - reí ligeramente y me acerqué a ellos, cogiendo a mi hija entre mis brazos, acariciando sus cabellos castaños.

-¿Dónde has estado toda la noche, mami? - preguntó con inocencia la pequeña que había acomodado su cabeza en mi pecho.

-Estaba celebrando mi vuelta a la Fórmula 1,siento no haber estado ahí para leer tu cuento antes de que te fueses a la cama... - hablé bajito, no queriendo alterar la ligera carga de sueño que había en el cuerpo de Charlie; sus preciosos ojos verdes estaban entrecerrados y sus propios párpados le pesaban. Era más que evidente que la infante tenía ganas de echarse una pequeña siesta.

-¿Estarás esta noche para leérmelo? - inquirió cerrando sus ojos lentamente.

-Pues claro que si, Mason y yo te leeremos el cuento antes de que te vayas a dormir, te lo prometo - sonreí dulcemente ante tal enternecedora escena que estaba presenciando.

Charlie asintió y se acurrucó contra mi pecho, cerrando los ojos por completo. Su respiración en seguida se volvió pesada y los latidos de su corazón harmoniosos y de baja aceleración.

-Aún no entiendo como es posible que pueda dormir tanto - dijo Mason en susurro, procurando no hacer demasiado ruido con el recalco de sus palabras.

Como respuesta, me limité a soltar una pequeña carcajada mientras acariciaba los cabellos revoltosos de mi hija, apartandolos de su apacible rostro mientras ella dormía plácidamente entre mis brazos.

Era como ver a un mismo ángel caído del cielo sosegadamente acurrucado, surcando sus propios sueños y aventuras imaginarias.

Mentiría si dijese que cuando Charlie se dormía no me dedicaba a mirarla y admirarla. Físicamente era una niña de cabellos castaños ligeramente rizos, más bien, ondulados, con unos grandes ojos verdes pero con ligeros detalles azulados en su mirada, grises, incluso, si la luz no era demasiado fuerte, dos hoyuelos adornaban sus achuchables mejillas y siempre mantenía esa expresión de felicidad, con el ceño relajado y unas pequeñas ondas que se marcaban en los pliegues de su sonrisa, su nariz era pequeña y la punta de ésta perfectamente redonda, aportando a su cara ciertos detalles que la hacían tener un rostro, sencillamente, angelical.

Cualquiera que supiese la verdad se daría cuenta al instante de quien era hija verdaderamente; se parecía bastante a Charles, tenía esos ojos y esa mirada que de alguna manera conseguía atraparte y fundirte el corazón, eso sin olvidar su sonrisa... Esa maravillosa sonrisa que conseguía iluminar hasta los pasillos más oscuros y alegrar el rostro de la persona más triste del mundo.

-Te recuerda a él, ¿verdad? - susurró Mason, observándome con una mirada difícil de descifrar, una mirada cargada tanto de amor como de un pequeño sentimiento de celos o, incluso, envidia.

-No puedo evitarlo... Ella se parece mucho a él, al fin y al cabo, es su padre... - murmuré acariciando la mejilla de Charlie, la cual estaba sumamente dormida entre la comodidad y calidez de mis brazos,los cuales, la envolvían de manera cariñosa.

El británico dejó una gran bocanada de aire salir de entre sus labios y volvió a mirarme, esta vez, colocando su mano en mi mentón, girando mi cabeza levemente para que lo mirase a los ojos.

-Allegra, debes decírselo... - sus palabras se clavaron como una estaca de madera en mi corazón, dejando varias astillas presionando contra éste.

-Mason, no empieces... - con semblante serio y mirada fría, respondí a la proposición del que era mi marido, demostrando mi imparcialidad ante ese tema especialmente sensible y peligroso.

-Sí, Allegra, sí empiezo. ¿Es que no te dás cuenta de que, cuanto más tiempo pase, peor será su reacción cuando se entere? O, peor aún, ¿cómo crees que reaccionará Charlie cuando se entere de quien es verdaderamente su padre? ¿Cómo se lo tomará al saber que yo no soy su padre? - aturdiéndome con todas esas preguntas que lograban quitarme el sueño noche tras noche, Mason comenzó a pronunciar y recordar de manera implacable la dureza del asunto, insistiendo en que el peor peón de este juego de ajedrez no sería él, o Charles, o yo... Sería Charlie.

-¡Mason, basta! - exclamé algo más alterada.

Al darme cuenta del excesivo tono de voz que acababa de usar, enseguida miré a mi hija, la cual pareció darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor, consiguiendo así despertarla de su acojedor sueño.

-¿Mami? ¿Qué pasa? - preguntó aturdida, sobándose los ojos.

Y fué ahí, en ese mismo instante, en el que ví los ojos de mi hija, cuando, por esos mismos orbes verdes, lo vi a él...

El corazón me iba a mil, mi pulso estaba acelerado y no tanto por el enojo, sino, más bien, por la presión que sentía en ese mismo momento.

No podía ocultarle para siempre la verdad a nadie, ni siquiera a Charlie. A pesar de que ella apenas tuviese dos años, comenzaba a darse cuenta del medio que la rodeaba y yo comenzaba a preguntarme a mí misma si de verdad estaba siendo un buen ejemplo para ella.

Como madre, lo único que me importaba era que mi hija fuese feliz, que su sonrisa no se desvaneciese por nada en el mundo.

Como esposa, no quería ver a Mason sufrir al ser consciente de que estaba criando a una hija como suya cuando, en realidad, no lo era, y jamás lo sería.

Como amiga, me sentía cruel por ocultarle este gran secreto a todas esas personas que me apoyaron incondicionalmente en otras situaciones que sucedieron a lo largo de mi vida.

Como Allegra , me sentía débil, vulnerable, mentirosa y decepcionante. Ni siquiera me lograba encontrar a mí misma frente al espejo ;era como ver a una persona completamente desconocida dentro de mi propio cuerpo y rostro. Mi alma estaba completamente podrida y, a pesar de los pequeños momentos de felicidad cotidiana que solían acompañarme cada día, mi corazón estaba más vacío que nunca.

Mis ojos enseguida se aguaron al ver todo el daño que yo me estaba inflinjiendo a mí y a los que me rodeaban, incluso también el dolor que estaba produciendo en otra persona que antaño me hizo ser la mujer más feliz del universo.

-¿Mami? - la voz de la infante volvió a hacer eco contra mis oídos, esta vez en un tono de preocupación.

-Ven Charlie, vayamos arriba. Es mejor que dejemos a mamá sola un rato - bajo una gran tristeza que reposaba invisiblemente sobre sus hombros, Mason se levantó del sofá y tomó a la que era su "hija adoptiva" entre sus brazos, atrayendola hacia él y saliendo de la sala de estar, dejándome sola, sumergida en mis propios pensamientos.

🗓️7 de marzo de 2025
📌Milton Keynes (Londres)

- ¡No! ¡Allegra!... ¿¡Qué diablos estás haciendo!? - por la radio instalada en mi casco, lo único que escuchaba eran los gritos de mi ingeniero y de algunos mecánicos detrás de él que sonaban realmente frustrados.

-¡Joder! ¡Lo estoy intentando, ¿vale?! - respondí de mala manera, sintiendo una cantidad intangible de furia y rabia recorriendo mi sistema nervioso y goteando en forma de sudor sobre mi frente.

En ese momento, me encontraba en las prácticas del coche de Fórmula 1 en el centro de logística de Red Bull.

Los ingenieros y mecánicos habían logrado introducir novedades en el funcionamiento y desgaste del alerón delantero y nos habían convocado a Sienna y a mi en Londres para ponerlos aprueba.

Mientras la joven de ambas estaba haciendo un trabajo excelente en estas pruebas, yo me encontraba en una situación delicada, la cual no me permitía centrarme en lo que debería ocupar toda la atención de mis sentidos en ese preciso instante.

-¡Mierda! ¡Joder! - enfurecida conmigo misma y mi mal trabajo, salí de mi monoplaza maldiciendo en voz alta.

Rápidamente, me quité mi casco y mis guantes, lanzando ambos al suelo con fuerza y sin pena de que se rompiesen o sufriesen algún daño.

Estaba harta de todo. Hacían menos de veinticuatro horas desde mi discusión con Mason y menos de diez desde que cogí un vuelo de Mónaco a Londres y yo solo quería regresar a casa de una vez por todas.

-Allegra... ¿Estás bien? - una joven y preocupada Sienna, me miraba con ojos tristes y llenos de confusión, probablemente, tratando de descifrar que diablos me pasaba y averiguarlo sin ocupar demasiado mi espacio personal o hacerme sentir más presionada aún.

-¡Si, joder! ¿¡Es que no podéis iros a la mierda todos de una vez y dejarme en paz un puto minuto?! - grité frustrada, agobiada, derrotada y enfadada.

Una mezcla de sentimientos y un cúmulo de emociones realmente peligroso cuando se trata de una persona que tiene gran presión sobre sus hombros.

La británica no pudo evitar abrir los ojos más de la cuenta al escuchar mi respuesta. Era evidente que el tono que yo había empleado la había sorprendido y descolocado, dejándola completamente muda.

A pesar de mis palabras, Sienna no dudó en dar un par de pasos más hacia delante, acercándose a mi y, sin decir nada, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo.

Casi de manera inmediata, un increíble sentimiento de tristeza emergió, directamente, desde mi corazón, llenando mi cuerpo de una sensación amarga y que dejaba un sabor metálico en mi boca.

Ese era el sabor del verdadero dolor.

Apenas tuvieron que pasar unos escasos segundos para que mis ojos rompiesen en lágrimas y sollozos acompañados de alientos desesperados de ayuda que salían por mi boca.

-No puedo más, Sienna... Es demasiado - con la voz entrecortada y un ligero temblor recorriendo cada músculo de mi cuerpo, aquellas palabras salieron de mi boca cuál preso liberándose de unas esposas que llevaban acompañándolo toda su vida.

-Lo sé, lo sé... Tranquila... - la serenidad de la británica junto con sus caricias y el tacto de sus brazos alrededor de mi torso, consiguieron que esa imagen fuerte y esa coraza que yo misma llevaba semanas creando, cayese por completo.

Fué como si la lona y el velo que cubrían el teatro de mis verdaderas emociones cayese bajo el palco y dejase que todo un público conmovido viese la cruda realidad que llevaba habiendo ante sus ojos más tiempo del que esperaban.

-No puedo seguir con todo esto, estoy cansada Sienna, no puedo más. No quiero seguir mintiéndole a la gente; quiero ser el orgullo de mi hija, no ser su mayor decepción - con el corazón partido en la mano, aquellas dolientes palabras salieron de entre las comisuras de mis labios como un boomerang que regresaba a mi interior conforme las decía.

-Allegra, eres una persona increíble, eso sin mencionar que eres la mejor madre del mundo. Has demostrado mucho desde que comenzaste tu carrera hasta ahora, has superado y saltado vallas y baches que ni la persona más valiente conseguiría en cien años de vida. Créeme, Charlie estuvo, está y estará orgullosa de la madre que tiene; estará igual de orgullosa de ti como lo estoy yo, como lo está Mason, como lo están todos los que te rodean... Estoy segura de que hasta Charles está orgulloso de ti Allegra... - murmuró bajito, sin dejar de hacer suaves caricias en las ondulaciones de mi pelo.

En cuanto el nombre de ese monegasco fué mencionado, me dí cuenta de que, quizás, Charles no era algo de mi pasado, sino, más bien, de mi presente.

Él no era un fantasma que fácilmente yo había olvidado, jamás lo sería. Desde el momento en el que nos conocimos por primera vez hasta hacía un par de noches que nos habíamos visto, nada, en realidad, había cambiado.

Ya no éramos los mismos, jamás volveríamos a serlo, pero quizás, y tan solo, quizás, nuestros sentimientos el uno por el otro si lo eran...

-Tengo que hacerlo... - mascullé incoporándome de nuevo, limpiando las lágrimas que humedecían mis mejillas.

Confundida y con el ceño fruncido, la joven Horner me miró sin entender a qué me refería con esa pequeña y simple oración.

-¿Hacer qué? - preguntó mirándome fijamente.

Por unos segundos, cerré los ojos y tomé aire profundamente, relajando mis sentidos, mis músculos y mi mente,ralentizando los latidos de mi corazón.

-Yo...

"Debo hablar con Charles"

¡Helloo, helloooo! Sé que llevo muuuuucho tiempo inactiva por aquí y, de nuevo, quería pediros disculpas porque la culpa ha sido mía. He dedicado estas semanas a pensar más en mí, disfrutar de mi familia,amigos... Y he dejado un poco más de lado a esta pequeña familia que tengo aquí, con vosotros. Por ello, creo que es evidente que merecéis una disculpa.

Viendo la otra cara de la moneda, este mes que he estado inactiva lo he dedicado también a mejorar el contenido de los capítulos, amplificando y mejorando a su vez mi vocabulario para que no fuese todo tan monótono. También he mejorado bastante en cuanto a la SOCIAL MEDIA, los edits de fotos y videos que llevo haciendo durante este tiempo han tenido una notoria mejoría y espero que vosotros os hayáis percatado y os haya gustado; más fotos y de mejor calidad y edición (a excepción de la última que, admito, me ha quedado realmente mediocre la cara de Mason, pero bueno, nada es perfecto, ¿no? 🥹)

Anyways, ¿qué os ha parecido el capítulo? ¿Os ha gustado? ¿Qué opináis de la complicada situación en la que se encuentra Alle en cuanto a la paternidad de Mason? ¿Lo que está haciendo es coorente o debería hablar con Charles de una vez por todas?

Si os ha gustado el capítulo ya sabéis que una estrellita, un comentario y un follow siempre ayudan mucho.

Además, os hago un reminder de que la semana que viene es carnaval y aquí servidora, o sea, yo, solo tiene uni un día así que espero poder actualizar un poco más de seguido.

De todo corazoncito espero que os haya gustado, nos vemos la semana que viene.

Atte y, de nuevo, pidiendo una última disculpa: Alma<3

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