Capítulo XII

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170 estrellitas + 45 comentarios para continuación de la historia ⭐

🗓️ 10 de abril de 2025
📍Montecarlo (Mónaco)

-Uoh, uoh, uoh. Rebobina un momento... ¡¿Besaste a Charles?! - exclamó la británica. Sus ojos abiertos como platos en señal de sorpresa y su mirada clavada sobre la mía.

-No lo besé, él me besó y fue por razones de salud, hay una gran diferencia - me limité a rodar los ojos y continuar con lo que estaba haciendo, es decir, preparar la merienda de mi hija para el colegio, como tan habituada estaba a hacer cuando me encontraba en un periodo de vacaciones.

Y es que así era, ahora todos los pilotos de Fórmula 1 estábamos recibiendo un descanso de unos diez días antes de dirigirnos a Miami. A pesar de no poder haber asistido ni corrido en Shangai hacían, apenas, un par de días, me encontraba tan exhausta como si lo hubiera hecho. Charlie llevaba todos estos días bajo medicación, su problema de epilepsia se había convertido en un impedimento para lograr que la pequeña hiciese su vida diaria de manera habitual y, por ello, tanto Mason como yo habíamos estado especialmente cuidadosos con ella, llegando a hacer turnos por las noches para revisar que no le diesen ataques durante el tiempo de sueño, donde podían ser más peligrosos aún.

-Allegra, estás bajo demasiada presión... Quizás deberías tomarte un tiempo. Ya sabes, irte un par de días a algún lugar remoto del mundo, desconectar tu mente y encontrar paz y silencio de nuevo, al menos hasta la siguiente carrera - musitó la joven Horner, mirándome con cierta tristeza y preocupación.

-Sienna, créeme que haría eso con gusto pero te olvidas de un pequeño dato. Soy madre - respondí, metiendo la comida de mi hija en su mochila.

-Sabes que yo puedo hacerme cargo de Charlie todo el tiempo que necesites, no me importa quedarme con ella algunos días... - afirmó la que también era mi compañera de equipo, posando su mano sobre mi hombro, dándome pequeñas caricias consoladoras.

-No sé... Mason también está en época de partidos y apenas pasa tiempo aquí, en Mónaco. Casi siempre está en Manchester y tampoco podría irme o aprovechar el tiempo con él mientras tenga tanto trabajo en tantas semanas seguidas unas de otras - suspiré y pasé mis manos por mi cara, realmente agotada, sin energía.

-Bueno... Yo me refería a que te fueses sola pero si quieres ir acompañada siempre hay una opción... - murmuró bajito, mirándome con ojos que tenían cierto brillo de picardía y maldad.

-Ni lo pienses - negué con la cabeza varias veces, también como método de convencerme a mí misma que, esa, no debería ser una opción.

-¡Oh, vamos, Allegra! ¡Lo estás deseando! Además, sería una buena oportunidad para aclarar vuestros sentimientos después de ese beso y pasar tiempo de calidad juntos, ¿no crees? - con una sonrisa burlona entre sus labios, la británica chocó su hombro contra el mío, en un intento de restarle hierro al asunto y hacerme caer ante esa idea tan tentadora.

-No. Sienna, estoy casada - alcé mi mano y señalé mi dedo anular, donde se encontraba mi anillo de compromiso - ¿ves? Casada, c-a-s-a-d-a.

-Aha, en portería con portero también entra gol. Yo solo digo... - con una pequeña carcajada, la británica se encogió de hombros y me miró con una sonrisa ladina.

-¡Sienna Horner! ¡Por dios! ¡Mi etapa de ser infiel se acabó con Russell, eso no volverá a pasar! - rodé los ojos y puse una mueca antes esa proposición.

-Técnicamente, al besar a Charles ya le has sido infiel a Mason... - agregó la fémina, mirándome con una ceja alzada.

-¡Chst! - enseguida la mandé callar y sellar sus labios cuando escuché los pasos de Mason y las carcajadas de Charlie mientras ambos bajaban las escaleras.

-¿De qué hablábais y por qué estáis tan calladas de repente? - dijo el castaño, dejando un casto beso sobre la comisura de mis labios.

Mi mente se nubló ante la imagen de mi marido escuchando de alguna manera la conversación que estaba teniendo con la joven Horner.

Rápidamente, la señalada puso los ojos en blanco ante mi reacción y decidió tomar la iniciativa al hablar y cubrirme las espaldas.

-Nada, solo estaba diciéndole a Alle que quizás le vendría bien irse algunos días por ahí y tomarse un tiempo para ella misma, ¿verdad que sí Allegra? - inquirió la emisora de ese mensaje, mirándome con complicidad.

-Ehm... Sí, por supuesto. Estábamos hablando de eso, para nada estábamos hablando de nada más raro o una mentira, o algo que ocultar, porque yo nunca te ocultaría nada, jamás de los jamases - sin poder controlarlo, los nervios se apoderaron de mi persona y tomaron control de mi boca.

Al escuchar mis palabras, la morena estampó la palma de su mano contra su frente y el británico que aún tenía a la oji-verde entre sus brazos, frunció el ceño, sin entender el porqué repentino de mi actitud.

-Sí, definitivamente, necesitas unas vacaciones... Por desgracia, yo no puedo ir contigo, sabes que tengo que volver a Inglaterra mañana mismo, me encantaría ir pero... - suspiró, claramente angustiado ante la idea de pasar tiempo distanciados de nuevo, como casi todas las semanas.

Salir con Mason era fácil, él era un chico dulce y entrañable, el hombre perfecto. Salir con un futbolista, en cambio, era muy complicado y más teniendo en cuenta mi doble trabajo, parcialmente dividido entre ser piloto de Fórmula 1 y ser madre de una niña inquieta de dos años.

-Está bien, Mase, lo entiendo... - fingiendo una vaga sonrisa, le respondí a mi marido con cierta tristeza, ya que bien era cierto que echaba de menos pasar más tiempo con él fuera de nuestras respectivas profesiones.

Entristecido también, el británico pasó su brazo por mis hombros, estrechándome contra su pecho en un abrazo que no fue pasado por alto por las otras dos féminas que había en la sala, tanto la adulta como, a su vez, la infante.

-Vale, tortolitos, hagamos esto... Me haré cargo de Charlie el resto de esta semana y, así, cuando el bobo de Mason vuelva de Inglaterra, podréis pasar un par de días juntos, ¿os parece? - inquirió la morena, alternando su mirada entre ambos.

Mi mirada tardó, más bien, poco tiempo, en divisar la figura de mi hija dando pequeños saltitos de emoción, expresando las claras y notorias ganas que ésta tenía de pasar algo de tiempo con aquella que consideraba su tía.

-Exceptuando la parte en la que me has llamado bobo, yo lo veo bien. Además, así Allegra podrá pasar uno o dos días para ella sola y luego estaremos juntos sin un duendecillo que reclame algo de chocolate que llevarse a la boca cada diez minutos - agregó Mason con cierta gracia, en un intento de darle algo de diversión al asunto.

-Tito Mason, ¡no es mi culpa que el chocolate esté tan rico! - lo regañó la pequeña oji-verde, la cual frunció el ceño y se cruzó de brazos en una rabieta tras escuchar el argumento del que era su padre adoptivo.

Ante la comitiva de la infante, el resto de nosotros nos limitamos a reír, claramente enternecidos ante aquella escena.

ᴛɪᴍᴇ sᴋɪᴘs
                   ↵

🗓️ 12 de abril de 2025
📍 Montecarlo (Mónaco)

Como resultó planeado de manera, prácticamente, esporádica, Charlie se quedó en manos de Sienna, lo que me permitió poder disfrutar de días de paz y tranquilidad con mi propia soledad, abrazándola y sintiendo la libertad que ésta creaba en mi pecho.

Porque sí, está bien querer estar con los tuyos la mayor parte del tiempo, pero también es de recordar que nunca está de más recurrir al tiempo solo, con uno mismo, aprendiendo y conociendo cosas que creías ni saber sobre ti, tu cuerpo, tu alma y tu mente.

Me encontraba en una de las terrazas de una cafetería conocida de la ciudad en la que se encontraba mi residencia habitual, Mónaco.

¿Qué había de especial en ese día? Bueno, había decidido aprovechar mis días libres tanto como madre, como piloto de Red Bull, para ir a ver una carrera de Fórmula E que se celebraba en la capital europea del lujo.

-¿No deberías estar en Manchester apoyando a tu marido en el partido que tiene hoy? - una voz fácilmente reconocible se hizo eco detrás de mí.

Rápidamente, me giré y apoyé mi espalda en la barandilla que había tras de mí, forjando una pequeña sonrisa entre mis labios que resultó imposible de ocultar.

-¿No deberías estar con la loca de tu mujer en Miami? - con cierto tono de burla, miré al monegasco, alzando una ceja de manera divertida.

Lo que simuló ser una leve carcajada, emanó de su boca mientras el castaño se acercaba a mí, quedando a escasos centímetros de mi rostro, notando el roce piel con piel.

-Touché, ma belle - respondió el monegasco, apartando un mechón rebelde de mi pelo que golpeaba contra mi mejilla a causa del viento que azotaba la ciudad.

-Ahora, en serio, ¿qué haces aquí, Charles? Pensé que estarías ya en América, vi algunas noticias que decían que Alexandra y Juls ya estaban allí y deduje que estarías con ellos... - murmuré bajito, mirando, directamente, a los grandes orbes verdes que aportaban luz a su profundo mirar.

-Yo pregunté primero... ¿No deberías estar con Charlie y Mason? - apoyando sus manos a ambos lados de mi cuerpo, acorralándome contra el metal de la barandilla, el castaño se inclinó hacia delante, logrando que nuestras narices se llegasen a tocar con suavidad y cuidado.

-Sienna aceptó cuidar de Charlie esta semana y Mason se fue a Manchester para el partido contra el Chelsea... No fui con ellos porque quería algo de tiempo para mí misma, lo necesitaba - esclarecí, encogiéndome de hombros, quitándole importancia a la prominente cercanía que nos envolvía.

-Oh, ya veo, así que la pequeña Wolff necesitaba un poco de aire y dejar de ser madre por un par de horas - a modo de broma, el monegasco chocó su hombro contra el mío, haciéndome reír ligeramente.

-Olvida usted, señor Leclerc que tampoco está con su familia. Así que, por favor, responda a mi pregunta: ¿qué hace usted por aquí? - siguiendo con esa entretenida y divertida conversación, atrapé mi labio inferior entre mis dientes, observando a la figura masculina que seguía muy cerca de mi persona.

-Bueno, Alex quería irse a Miami antes de la carrera para pasar algo de tiempo allí, estuvo varios días intentando convencerme pero soy partidario de quedarme en mi lugar de nacimiento y mi lugar favorito durante mis vacaciones. Por supuesto, en Mónaco - las perlas de su boca relucían como el sol que escaseaba en un día como el que hacía por aquel entonces, sus ojos verdes estaban clavados sobre los míos, sin abandonar ni rechazar el intenso contacto visual que estábamos manteniendo.

-Parece que no soy la única que necesitaba tiempo sola... - susurré, apoyando, de manera afectiva, mi cabeza en su hombro, inhalando su perfume mientras mi nariz rozaba con la superficie de su fuerte cuello.

-Pensaba estar solo, pero no me importaría pasar contigo algunas horas... - murmuró bajito, subiendo sus manos desde mi espalda baja hasta mi cintura, descansándolas ahí, apretando sus dedos contra mi piel ligeramente.

De manera casi inaudible, de nuevo, una sonrisa apareció en mi rostro, marcando los pliegues de mis comisuras y los pequeños hoyuelos que adornaban mis mejillas.

Por un largo momento, ambos nos quedamos en silencio, en esa misma posición. Sus delicadas manos subían y bajaban por mi costado y espalda y, de vez en cuando, acariciaban las puntas de mi cabello, enredando sus dedos entre los rebeldes mechones de mi cabellera.

Tan solo se escuchaban el murmullo de las escasas personas que estaban a nuestro alrededor o dentro de la cafetería, junto con el estruendoso sonido de los coches de Fórmula E circulando, a toda velocidad, por las carreteras bajas a la terraza en la que nos encontrábamos.

-¿Puedo contarte un secreto? - tomando mi rostro entre sus manos, acunando mis mejillas, el monegasco volvió a hablar.

Asentí, sin perder el contacto directo y estrecho con su mirar.

-Desearía poder dejar todo atrás, olvidarme de todos y de todo y escaparme contigo a algún lugar remoto del mundo, donde nadie nos encontrase - con un mero susurro, el castaño se inclinó hacia delante y posó sus labios sobre los míos, envolviéndonos en un cálido y gentil beso.

Dejé que su boca atrapase la mía, que mis sentidos tomasen control de la situación y que el deseo y la pasión hiciese que me perdiese en el dulce sabor de sus carnosos labios.

Por largo tiempo estuvimos así.

Con la premisa de tener que separarnos para tomar aire, nos distanciamos ligeramente.

Mi frente descansó sobre la suya, mis ojos cerrados y nuestros alientos y respiraciones mezclándose, despertando en nosotros todo el amor y el cariño que una vez, hace no mucho, se adueñó de nuestros corazones.

-No hay cosa que desee más que poder quedarme aquí contigo...

"Y pagaría lo que fuese necesario
para que eso fuese así"

     

¡Holaaa, hola! Siento haber pasado estas semanas sin actualización, entre exámenes, uni, trabajo y falta de inspiración, se me complicó demasiado la tarea de ponerme a escribir, pero bueno, ¡aquí lo tenéis!

La historia se repite una vez más, Allegra le es infiel a su pareja con otra persona, esto es algo que, evidentemente, no es correcto, pero quiero saber vuestra opinión: ¿Allegra debería haber evitado sus sentimientos por Charles y apartarse cuando él la besó? o, por la contra, ¿hizo bien al seguir su corazón y dejar que el monegasco la besase una vez más? ¿Se lo dirá a Mason? ¿Por qué Charles evitó ir con Alexandra y Juls a Miami? ¿Por qué optó por quedarse solo en Mónaco?

Si os ha gustado el capítulo ya sabéis que una estrellita, un comentario y un follow siempre ayudan mucho.

¡Nos vemos este fin de semana o el que viene!💗

Atte: Alma <3

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