Capítulo XI

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160 estrellitas + 45 comentarios para continuación de la historia⭐

🗓️2 de abril de 2025
📍Shangai (China)

-Ni lo intentes, Christian. No tienes razón en esto, y lo sabes - en eses momentos, mi lenguaje no se limitaba por tener en frente a mi propio jefe.

Era una situación demasiado seria y delicada como para tratarlo como si fuese mi superior.

-Allegra, todas esas acusaciones son falsas. Vamos, no querrás tirar por la borda todo lo que Sienna y tú habéis conseguido en Red Bull, ¿verdad?. Ese era tu sueño, un equipo de mujeres, ¿abandonarás este gran proyecto por un par de idioteces que la gente ha creado para difamar mi imagen? - protestó Horner, siguiéndome a cada paso que daba por el garaje.

-¡No son acusaciones falsas! Creo que no eres consciente de que han salido a la luz pruebas que te incriminan y te hacen culpable de esto. Quizás los mandamases prefieran echar a esa trabajadora en vez de despedir a un director ejecutivo mediocre como tú, pero yo, desde luego, tengo muy claro que no pienso trabajar ni con, ni para, un hombre que ha acosado a una mujer. No pienso aceptar esta situación, me niego - repliqué, con toda la honestidad del mundo.

Esa situación llevaba provocando tensión en el paddock de Red Bull desde que las noticias y las pruebas de acoso hacia la trabajadora del equipo salieron a la luz.

Pensar que un jefe como lo era Horner le mandaba todas esas fotografías y mensajes a esa chica era algo que me disgutaba y me producía odio y asco. Tan solo podía pensar... ¿y si esa chica fuese yo? O, peor... ¿Y si esa chica hubiese sido mi hija en un futuro? Para nada estaba dispuesta a mantener mi puesto en un equipo tan denigrante que la única medida que había tomado era despedir a una mujer que sufrió acoso y una situación de abuso de poder por parte de su jefe con la justificación de que había tenido conductas inapropiadas.

La víctima no era Horner y, sin embargo, la verdadera víctima acababa de quedarse sin trabajo y con su propia imagen destrozada y hundida.

-Allegra, si sales por esa puerta juro que haré de tu vida un infierno lo que queda de temporada - las palabras del director ejecutivo de Red Bull me hicieron frenar en seco.

Dándole la espalda, me limité a responder con palabras sencillas.

-Inténtalo. Fui la primera piloto mujer de Fórmula 1, Christian, no creas que tus amenazas tendrán resultado conmigo, soy a prueba de balas así que, vamos, dispárame si tienes lo que hay que tener - murmuré bajito, pero lo suficientemente alto como para que él me escuchase.

Sin dedicarle ni un solo segundo más de mi atención, dí un paso más hacia delante, despidiéndome, no solo del garaje del equipo, sino también de mi propia paz durante los nueve meses que quedaban para terminar la temporada.

Con gesto serio y en total silencio, me dirigí hasta el paddock de Red Bull, donde me encontré con Sienna y Charlie jugando juntas, haciendo, lo que parecía ser, un puzzle.

-¡Mami! - exclamó la infante, emocionada, corriendo hacia mí.

-Hola, duendecillo - sonriendo ligeramente , la tomé entre mis brazos y le di un pequeño beso en la sien.

-Uy, no me gusta esa cara. ¿Qué te ha pasado? - preguntó la primogénita de Horner, mientras me acercaba a ella junto a mi hija.

-Nada... - suspiré y me senté en un sofá, dejando a Charlie en mi regazo, la cual tenía su cabeza apoyada en mi hombro y su rostro escondido en mi pecho.

Con el ceño fruncido, la británica me miró de brazos cruzados.

-Vamos, a mi no me mientes. ¿Qué te ha pasado?- dijo ésta, claramente preocupada por mi repentina actitud.

-Sienna, ¿has hablado con tu padre? - pregunté, mirándola con seriedad.

-No, ¿por qué debería? - desconcertada, la morena me miró con un gesto de confusión e incertidumbre.

-¿No has visto los rumores y las noticias que han salido por todas partes durante estos días sobre la trabajadora de Red Bull que tu padre ha estado acosando? - a forma de pregunta, intenté explicarle, resumidamente, la difícil situación en la que su propio padre se encontraba.

Y parecía que ella no era consciente de nada de eso, al menos hasta ese momento...

Su rostro enseguida empalideció, su semblante de felicidad fue substituído por uno de inquietud y, a la vez, disgusto.

-¿Qué? - preguntó de nuevo, sin poder creerse las palabras que mi boca habían pronunciado y que sus propias orejas habían escuchado.

-Sienna... - apenas pude terminar de decir su nombre cuando la voz de mi compañera de equipo me interrumpió nuevamente.

-¡Eso es imposible! ¡Mi padre jamás haría tal cosa! - exclamó usando un alto tono de voz, tanto que logró asustar a Charlie, la cual dió un pequeño respingón sobre mi regazo.

-Sienna, por favor, relájate - dije, preocupada por mi hija, la cual estaba claramente alterada por la figura de la joven mujer que estaba a nuestro lado.

-¡No puedo! ¡Dios esto es una mierda! - gritó furiosa, dejando que la ira la controlase de tal manera que, repentinamente, estampó su puño contra una de las paredes de la habitación.

La infante comenzó a llorar sin control, exaltada por la reacción de la británica.

-Char... Shh... No pasa nada, mamá está aquí... - murmuré bajito, acariciando sus cabellos castaños, dejando un cálido beso en su frente.

Como respuesta, la oji-verde se acurrucó contra mi pecho, pasando sus brazos por mis hombros, de tal manera, abrazándome.

-Iré a hablar con él - una Sienna muy enfadada, parecía convencida y de mente amueblada al tomar esa decisión, tanto que ni siquiera me dejó tiempo para decirle nada más; simplemente se alejó de mí y abandonó esa zona del paddock.

Tomé una gran bocanada de aire que, después, dejé que saliese de entre mis labios.

-Mami, ¿por qué tía Sienna se enfadó tanto? - con la voz temblorosa y algunas lágrimas rodando por sus mejillas, Charlie me miró, directamente, a mis ojos, buscando una respuesta sincera en ellos.

-No pasa nada, Charlie. Tranquila... - sonreí ligeramente y pegué mi frente a la suya, descansando mi cabeza sobre la de mi hija en un tierno intento de apaciguar sus dudas sin dar una respuesta que, siendo honestos, ni yo misma tenía.

Casi de inmediato, su cuerpo se destensó y se relajó, notando como su reducido cuerpecillo se acomodaba contra el mío, envolviéndola en un cálido y sentido abrazo cargado de amor.

Pero ese momento de paz y silencio duró, más bien, poco tempo, impidiéndome disfrutar del dulce sabor de la serenidad de un momento tan entrañable como el que estaba viviendo en eses momentos.

El cuerpo de la infante que aún se encontraba entre mis brazos comenzó a temblar de sobremanera, convulsionando súbitamente.

-¡Charlie! - exclamé alterada, intentando agarrarla de alguna manera.

Su cuerpo comenzó a temblequear y estremecerse como nunca antes le había pasado. Lo habitual en estos casos de epilepsia que padecía mi hija era que el escalofrío que ella sentía fuese fuerte, pero no tan intenso como lo estaba siendo en esos precisos instantes.

Esa ocasión no era como las otras muchas que había vivido a lo largo de su corta vida,y eso era sinónimo de inquietud y desasosiego.

-¡Charlie! ¡Por favor! ¡Aguanta! - exclamé con lágrimas en los ojos, intentando, por todos los medios que conocía, parar de alguna manera ese episodio de epilepsia.

La infante tenía sus ojos cerrados y su cuerpo no cesaba de moverse de manera sobresaltada, llegando a herirme con el choque de su cuerpo contra el mío durante el proceso de agarrarla para que ella no se hiciese daño a sí misma.

Desesperada, la tomé entre mis brazos como malamente podía, recibiendo varios golpes mientras tanto.

-¡Por favor! ¡Ayuda! - grité desesperada, llamando la atención de varias personas que estaban cerca del paddock de Red Bull.

Casi de inmediato, una marea de gente acudió hacia donde yo estaba, incluyendo algunos médicos de emergencias que se encontraban cerca del circuito.

Sin perder el tiempo, comenzaron a atender a mi hija, colocándola de lado, intentando ralentizar y frenar sus convulsiones.

-¡Llamen a una ambulancia! ¡Esta niña necesita ir al hospital ahora mismo! - siguiendo las órdenes de un auxiliar de enfermería, su compañero sacó su teléfono móvil y tecleó el número de urgencias.

-Señorita Wolff, apártese, por favor... - añadió el hombre, apartándome de la pequeña que seguía tirada en el suelo, batiendo su cuerpo contra el cemento de manera involuntaria.

-¡No! ¡No! ¡Es mi hija! - entre sollozos, rogué para que no me separasen de Charlie. Mis manos se agarraron al brazo de mi hija, intentando que no me apartasen de ella.

Las peticiones del auxiliar se convirtieron en un mero murmullo para mis oídos; mi mente solo pensaba en no alejarme de ella bajo ningún concepto.

-Allegra, ¡vamos! - unos brazos envolvieron mi cintura e hicieron fuerza, logrando arrebatarme la cercanía con mi propia hija, alejándome de ella mientras yo gritaba y pataleaba.

-¡Charles, suéltame! - exclamé alterada y desesperada, notando como el aire escaseaba en mis pulmones, casi perdiendo la visión a causa de las lágrimas que se acumulaban en mis ojos.

Llevándome a una zona más recogida y apartada, el monegasco me dejó en el suelo y me tomó por mis ambos brazos,agarrándome con fuerza.

-Vamos, Allegra... Cálmate, tienes que calmarte, Charlie estará bien... - susurró, apoyando su cabeza sobre la mía, tomando mi rostro entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus suaves y delicados pulgares.

-No... No puedo... - con la voz entrecortada, sentí como me faltaba el aire, mis piernas se volvieron débiles, como si estuviesen a punto de ceder y caer al suelo.

-Allegra, estás teniendo un ataque de pánico, necesito que respires. Vamos, respira conmigo mon amour...- murmuró bajito, intentando ayudarme.

Mi mente estaba nublada, no podía pensar con claridad y, mucho menos, era capaz de respirar con normalidad.

Incapaz de controlar mis nervios ante esa situación tan agobiante, sentí como mi cuerpo estaba a piques de desfallecer y caer rendido al suelo.

-Vamos, Allegra, respira conmigo, puedes hacerlo... - alarmado ante su incapacidad de ayudarme, el monegasco analizó cada detalle de mi rostro.

Sus ojos miraban tan profundamente dentro de los míos que eran capaces de despertar un último sentimiento de fuerza en lo más interior de mí.

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en la pared que había detrás de mí, intentando equilibrar y ralentizar los latidos de mi corazón, los cuales eran descontrolados y agitados.

-Allegra... Mírame... - rogó el oji-verde, sin cesar de acariciar mi rostro.

Lentamente abrí mis ojos, clavando mi mirada sobre la suya.

Después de un largo y tedioso suspiro, su cuerpo se inclinó hacia delante y sus labios chocaron contra los míos en un inesperado movimiento.

Todo en ese mismo instante pareció desparecer y desvanecerse a mi alrededor, como si nada más existiese o importase.

Un par de segundos después de ese choque, su boca se separó de la mía, haciéndome sentir la falta de aquellas comisuras que habían estado más de dos años sin tocar las mías.

-¿Por qué has hecho eso? - susurré, mirándolo fijamente, perdida en el intenso color verde de su mirar.

-Bueno... - nervioso, el monegasco rascó su nuca y se separó un par de pasos de mí - estabas teniendo un ataque de pánico y no eras capaz de controlarlo. Una vez escuché que cuando besas a alguien que está en ese estado, dejará de respirar por unos cinco segundos y eso le permitirá regular su respiración y los latidos de su corazón... Cuando me besaste, dejaste de respirar y ahora estás bien... - una pequeña sonrisa de nerviosismo e, incluso, algo de ilusión, se instaló en su rostro.

Contagiándome de una manera inexplicable, una sensación de tranquilidad y paz, invadió mi cuerpo, mente y alma.

-Gracias, Charles... - agradecida por su necesaria, pero también extraña, ayuda, dejé un pequeño beso en su mejilla antes de separarme de él, dispuesta a volver con mi hija.

Apenas pude separarme un par de metros cuando su mano me tomó del brazo, frenándome, llamando mi atención.

-Charlie también es mi hija...

"Iré contigo, Allegra"

¡Helloooo, hellooo! ¡Ronda de drama marchando!

Bueno, este capítulo, sin duda, ha estado cargado de emociones y diferentes situaciones pero habéis obtenido aquello que tanto buscábais desde el final de Mon Monsieur...¡BESO DE #CHALLE! 💋🎀

Sep, sé que lo estábais esperando y, como vuestros deseos son ordenes, aquí lo tenéis, un regalito de domingo para alegraros esta semana nueva que entra.

Anyway, ¿qué pasará ahora que Charles y Allegra se han besado? ¿Se lo dirán a Mason? ¿Cómo reaccionará el británico? ¿Especulaciones sobre el siguiente destino de Allegra? ¿Se irá de Red Bull? ¿Cumplirá Christian su promesa?👀

Si os ha gustado el capítulo ya sabéis que una estrellita, un comentario y un follow siempre ayudan mucho.

¡Nos vemos la semana que viene con más y mejor!

Atte: Alma<3

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