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Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

ESTE CAPÍTULO ES LENTÍSIMO, PERO AGRADECERÍA COMENTARIOS PQ ME COSTÓ MUCHO ESCRIBIRLO BDHDSFSBJ

... Luz de mi vida, fuego de mis entrañas...

... Dame esas monedas de oro, dame esas monedas...

El éxtasis explotó de manera repentina y Hoseok arqueó su espalda, mientras la boca de Yoongi, en su trasero, seguía haciendo maravillas. Gimió sin control alguno, arrugando las sábanas bajo él, mientras su semen se derramaba en su vientre y sus párpados revolotearon en el techo, antes de soltar una risita sin control.

Sei delizioso —gruñó Yoongi, y Hoseok jadeó.

—¡Basta! —exclamó el omega—. ¡No me sigas hablando así, Yoongi, que me pongo demasiado cachondo por tu culpa!

Yoongi también se rió por sus palabras, enderezándose para subirse sobre Hoseok y besarle en la boca. El omega ronroneó con felicidad, tanto por el orgasmo que tuvo como por tener al alfa sólo para él en ese momento.

Era su segundo día en Roma como tal. El anterior visitaron algunas atracciones, como la Fontana di Trevi, una de las fuentes más famosas del país.

—Muestra al dios Océano domando unos hipocampos —le decía Hoseok a Yoongi, maravillado mientras veía las cristalinas aguas— mientras está en su carroza guiada por dos tritones, mira —apuntó al lugar antes de soltar una risa—. Hay una tradición que dice que si lanzas una moneda vas a volver a Roma, si lanzas dos tendrás un nuevo romance y si lanzas tres te vas a casar...

—Ah, ¿sí? —Yoongi enarcó una ceja.

—... o te vas a divorciar —el omega le sacó la lengua y Yoongi le pellizcó la nariz—. Voy a lanzar una, espero volver en el futuro.

—Vamos a volver —aseguró Yoongi.

Hoseok dejó caer el euro en las aguas, mientras que el alfa lanzó tres, ignorando la mirada del omega.

Luego fueron al palacio del Quirinale, la sede presidencial del jefe de Estado de Italia. Habían reservado una visita para observar las obras de arte, muebles y tapicería que albergaba junto con los jardines, desde donde podías contemplar la ciudad ya que se encontraba en la más alta de las colinas de Roma.

—Son los Dioscuros Cástor y Pólux —comentó Hoseok cuando vieron el obelisco a las afueras del palacio—, Cástor era famoso porque podía domar caballos, mientras que Pólux era un gran luchador de cuerpo a cuerpo.

—No sabía que te gustaba tanto la historia —dijo Yoongi.

Hoseok sonrió con algo de vergüenza.

—¿Te estoy aburriendo? Lo siento —se disculpó.

—¿Qué? No, claro que no —Yoongi sacudió la cabeza en señal de reprobación—. Nada de eso. Sólo que me sorprendió un poco, Hoba. Nunca parecías interesado en la historia.

No, claro que no. Hoseok había sido muy bueno no sólo en matemáticas y ciencias, sino también en muchas de las asignaturas de la escuela religiosa a la que fue. Había sido... brillante, lo sabía. Uno de sus compañeros lo había llamado prodigio una vez, porque era el mejor de la clase sin mucho esfuerzo. Hoseok estaba orgulloso de destacar en eso, de ser el primero... hasta que lo azotaron en el trasero veinte veces por considerarlo soberbio.

La historia había sido una de sus asignaturas favoritas. A veces, cuando se aburría en casa, iba a la biblioteca de Yoongi y empezaba a hurgar entre sus libros, entreteniéndose en la lectura hasta que empezaba a frustrarse. No podía evitarlo, y es que estar mucho tiempo allí le hacía pensar en lo que pudo haber sido, pero no era.

—No es algo atractivo en los omegas machos —dijo Hoseok con delicadeza—, ¿a qué alfa le gustaría que un omega como yo fuera más inteligente que él? —y soltó una risita.

Yoongi no se rió. Su rostro, por el contrario, se ensombreció.

—Hoseok —dijo con advertencia—, no quiero escucharte decir algo como eso nunca más. Eres un omega hermoso más allá de lo físico y que seas inteligente sólo te hace más deseable para mí.

El omega escuchó eso en silencio, conmovido por esas palabras.

—Vamos, sigamos con el tour —Yoongi le tomó la mano—, puedes platicarme todo lo que quieras sobre lo que veas.

Hoseok no pudo evitarlo y le besó la mejilla.

Después fueron a la plaza de España, una de las más famosas de la ciudad gracias a su enorme escalinata de ciento treinta y cinco peldaños. Luego de sacarse fotos, fueron a comer a un restaurante llamado Mirabelle, que tenía vista hacia la ciudad. Se notaba de alta categoría y Hoseok no pudo evitarlo, pero se puso un poco ansioso cuando cruzaron las puertas. Si bien estaba acostumbrado a visitar ese tipo de lugares por Yoongi, iba siempre vistiendo elegante y atractivo para no avergonzar al alfa y, además, no ganarse una mirada grosera de la gente en el interior. Ahora, estaba vistiendo un short, una playera y un sombrero para capear el calor de la ciudad, además del rostro limpio de maquillaje, excepto el bloqueador.

—Podríamos ir a un lugar más sencillo —sugirió Hoseok, con su estómago apretado por la ansiedad.

Yoongi lo miró con una ceja enarcada.

—¿Seguro? Jungkook hizo la reserva aquí para nosotros —y señaló a su asistente, que les estaba siguiendo el paso junto a los guardaespaldas, sin meterse demasiado entre la pareja.

Hoseok mordió su labio inferior y no dijo nada mientras Yoongi entraba al lugar. Pronto fueron atendidos por el recepcionista que confirmó la reserva y Hoseok no pudo evitar quedarse mirándolo porque, como la persona que les atendió en el hotel, era un omega. No era el primero que se encontraban trabajando, sin embargo, el muchacho no podía evitar observarlos más de la cuenta.

El lugar ya estaba con varias personas y los acomodaron en una de las terrazas con vista a la ciudad. Para fortuna de Hoseok, nadie se les quedó mirando... Es decir, al menos, no a él. Si miraban a Jungkook y los guardias, quizás preguntándose quienes demonios eran ellos para tener tal seguridad.

—Mañana tengo una reunión importante con Bellocco —dijo Yoongi luego de que pidieran los platos de comida, encendiendo un cigarrillo—, es el líder de la 'Ndrangheta.

Hoseok enarcó una ceja. No reconocía esos dos nombres, sin embargo, podía imaginarse que significaba eso. Al fin y al cabo, ellos no estaban allí por vacaciones.

—¿Tengo que ir contigo? —preguntó Hoseok con delicadeza.

—Sí —Yoongi habló tranquilamente—, mi raggio di sole siempre debe acompañarme.

Frunció el ceño un poco, entendiendo el italiano como un dulce apodo. Yoongi cambió de tema y pronto estuvieron comiendo.

Una vez comieron, volvieron a bajar a la plaza de España y, aprovechando que estaban allí, pasaron a las tiendas de ropa y joyas exclusivas que se encontraban alrededor: empezaron con Prada, pasando por Gucci, Bulgari, Cartier, Louis Vuitton, Armani y terminando en Max Mara.

—Tendremos que comprar otra maleta —dijo Hoseok con gesto disconforme al ver todas las cajas y bolsas que Namjoon, Taepyung, Hwitaek y Dongho cargaban—, no fue buena idea traerme acá, Yoongi.

—¿Tú crees? —el alfa tenía una gran sonrisa—. No te preocupes, mandaré una maleta a Corea cuando nos vayamos a Francia para no estar cargados. Taehyung la va a recibir.

Taehyung era un primo de Yoongi y también uno de sus hombres de confianza. Era quien quedaba a cargo cuando el alfa no se encontraba disponible, como en esta ocasión. Hoseok lo encontraba adorable y tierno, al menos, hasta que lo vio llegar una mañana a la casa de Yoongi con la camisa llena de sangre.

Los cuatro alfas se marcharon al hotel para dejar todas las cajas y bolsas, mientras ellos decidieron hacer su última parada del día antes de irse a cenar. Fueron a la Piazza del Popolo, a los pies del monte Pincio. Estaba rodeada por tres iglesias y en el centro de la plaza había un obelisco que tenía leones de mármol en sus esquinas, de donde salía agua.

—La de este lado —señaló Hoseok, apuntando a la más cercana a ellos—, muestra al dios Neptuno, con dos tritones y delfines, y la del otro lado —fueron a la otra—, tiene a la diosa Roma, con la loba Luperca amamantando a Rómulo y Remo.

Se sacaron más fotos y luego caminaron hacia la Porta del Popolo, una puerta de tres arcos y con tres inscripciones sobre cada arco.

—Ha sido restaurada a lo largo de los años —platicó el omega—, y, ¿sabes? En internet se veía más grande e imponente.

—¿Decepcionado? —se rió Yoongi.

—¡No! —Hoseok sonrió con emoción—. Sácame una foto, por favoooooooooor.

No tuvo que pedirlo. Yoongi parecía más que complacido con fotografiarlo cada vez que pudiera.

Como había empezado a anochecer decidieron buscar un lugar para cenar y luego volver al hotel, aunque Hoseok estaba un poco desilusionado.

—Perdimos mucho tiempo con la ropa —le decía a Yoongi mientras iban en el auto—, no alcanzamos a ver el Coliseo, la Colina Palatina o la Basílica de San Pedro.

—Hoba... —suspiró Yoongi—, nos quedan cuatro días todavía. Mañana podrás visitarlos.

—¿No irás conmigo? —se inquietó Hoseok.

—No —Yoongi negó con la cabeza—, tengo negocios importantes que atender.

Hoseok iba a quejarse y a pucherear, pero se dijo que era lo mejor. Estaba olvidando demasiado su lugar en esa relación.

Así que, luego de esa sesión de sexo matutino, Hoseok se apresuró para cambiarse ropa mientras Yoongi desayunaba con calma.

—Voy a juntarme con Bellocco a las ocho de la noche, Hoseok —le dijo Yoongi mientras el omega ordenaba su bolso—, así que no vuelvas tarde, no más de las seis y media fuera. Namjoon tiene órdenes de traerte a la fuerza, así que no me hagas enfadar, ¿está bien?

Hoseok resopló, pero se acercó a darle un beso en la boca con fuerza.

—¿Hay dinero suficiente en la tarjeta de crédito? —preguntó el omega en cambio.

Yoongi rodó los ojos y esa fue suficiente respuesta para el menor, que soltó una risa antes de que se convirtiera en un chillido por el apretón en su culo.

Salió apresurado del lugar, seguido de Namjoon, Dongho y Hwitaek. Habría deseado que fuera Jungkook también, sin embargo, sabía que su amigo debía estar con Yoongi en sus negocios.

Comenzaron el tour por el Coliseo Romano y Yoongi, tan cuidadoso como era, reservó una visita privada para él, así no hacía la enorme fila que había para entrar. La persona a cargo era una alfa agradable que le habló en inglés, mostrándole los principales atractivos del clásico edificio.

—Pensé que sería mala persona conmigo —le confesó Hoseok a Namjoon una vez salieron, cargando una bolsa llena de recuerdos—, como era alfa...

—Hoseok —Namjoon le miró severamente—, no estamos en Corea, ya te habrás dado cuenta.

—Claro —el omega puso mala cara—, es sólo que... Bueno, es difícil desacostumbrarse de varias cosas.

—Tendrás que hacerlo —dijo Dongho—, cuando te cases con el Señor Min las cosas van a cambiar.

La expresión de Hoseok se volvió agria con esas palabras, pero los tres guardias lo ignoraron por completo, dando por hecho lo que dijo el alfa.

¿Casarse con Yoongi? ¿Bajo qué mundo eso iba a ocurrir? Era imposible en todos los sentidos, eso no tenía ni pies ni cabeza, porque Hoseok no sería un estúpido como para creer en las palabras del alfa. Sí, puede que ahora le quisiera y demostrara todo su amor, pero luego, cuando el tiempo pasara, lo iba a abandonar. Era lo que siempre le ocurría a todos los omegas como él.

Sin embargo, decidió no discutir con ellos y proseguir su tour. La siguiente parada fue la Colina Palatina que, como con el coliseo, fue una visita guiada ahora por un beta por entre los restos de antiguos palacios y villas. Antes de ir a almorzar, decidieron visitar también el Foro Romano, un enorme sitio de ruinas de lo que alguna vez fue el centro de Roma: templos, mercados, edificios y juzgados de los que sólo quedaban restos arqueológicos.

Para el almuerzo, buscaron un lugar en el que comer, llegando a un restaurante llamado Trattoria Il Lucano, probando la especialidad, y prosiguieron con el viaje una vez acabaron hacia el Panteón. Era un edificio de menos de cincuenta metros de alto, hecho en hormigón y con una historia de casi dos mil años.

—Actualmente se usa como iglesia —comentó Hoseok mientras entraban para verlo por dentro—, para misas y bodas en especial.

Hoseok, otra vez, esperaba que alguien le dijera algo mientras paseaban por el interior. En Corea no estaba bien visto que los omegas machos entraran a alguna iglesia sin previa autorización, y sólo para hacer penitencia o rezar por el perdón de sus pecados. El mismo Hoseok no se había entusiasmado mucho por visitar aquel edificio considerando su historial con la religión, pero al final, la curiosidad de conocerlo fue más grande.

De cualquier forma, nadie le dijo algo e, incluso, sacó algunas fotos (sólo se autorizaban sin flash, así que fue muy cuidadoso con eso). Platicó con los guardias hasta que le indicaron que era hora de devolverse, y cuando salieron, pasó a comprar un helado para el viaje de regreso al hotel.

Yoongi ya estaba en la suite, a punto de entrar a la ducha. Hoseok sonrió al verlo, yendo a abrazarlo y acariciándole la espalda con lentitud, sus dedos bordeando el tatuaje de dragón.

—¿La pasaste bien? —preguntó Yoongi, deslizando sus manos por las piernas desnudas de Hoseok.

—Sí, pero la habría pasado mejor contigo —el omega le dio un beso profundo.

—¿Quizás habríamos follado en alguno de los sitios que visitaste?

—¡No seas sacrílego! —exclamó Hoseok—. Sólo quería lucirme frente a ti con mis conocimientos de la historia de Roma.

Yoongi le dio otro beso.

—Siempre te luces frente a mí —gruñó Yoongi—. Vamos, a bañarnos, aprovechemos unos minutos para que pueda dejarte marcado en mi aroma.

Lo aprovecharon bien. Yoongi lo dejó, literalmente, limpio por todas partes y apestando a su olor, a pesar del baño. Aunque, una vez estuvo seco, no supo qué vestir, con una pregunta retumbando en su cabeza: ¿iría como acompañante o prostituto de Yoongi? El alfa no le había dicho nada hasta ese momento.

—Yoongi —habló luego de unos minutos en silencio—, ¿quieres que vista algo especial?

—Elegante, por supuesto —dijo el alfa—, y deslumbrante también.

Una respuesta vaga. Hoseok estaba más preocupado ahora, con un horrible pensamiento apareciendo en su cabeza: si iba como prostituto de Yoongi, ¿no querría que se dejara tocar por las personas con las que iban a reunirse? O peor... Si lo veían como exótico... Quizás querrían...

Agarró un vestido largo, de color rojo y semitransparente, que era de espalda abierta y con una abertura lateral. Al voltearse, Yoongi observó la prenda y una expresión de molestia cruzó su rostro.

—No —gruñó el alfa—, ese no. Algo menos revelador, no vas como mi prostituta, Hoseok.

Una ola de alivio recorrió al omega, sólo para reprochárselo enseguida. Lo mejor era ir como lo que era, no como lo que Yoongi quería que fuera.

—¿Podrían ser pantalones, entonces? —sugirió con cuidado—. Esa colección de Louis Vuitton que compré...

—Sí, eso sí —Yoongi lo aprobó con la cabeza.

Era todo de negro, con un blazer bordado en lentejuelas en todo su largo y con encaje en las mangas. Llevaba debajo una malla semitransparente y unos pantalones largos y ajustados a sus estilizadas piernas.

Peinó su cabello hacia atrás para despejar su frente, colgándose unos aretes y aplicando un suave maquillaje en su rostro para resaltar sus ojos y labios, que sabía era uno de sus grandes atractivos.

Yoongi fue con uno de sus trajes negros: camisa blanca, chaqueta negra sin mangas, pantalón y corbata también de negro. Como Hoseok, se despejó la frente y colgó un arete sencillo.

—¿Estás listo? —preguntó Yoongi mientras se vestía con el chaquetón de cuero—. Jungkook nos está esperando con el auto.

—Sí, vamos —suspiró Hoseok, retocando sus labios una última vez.

Pronto estuvieron en el auto, con Hyunjoong conduciendo. Yoongi le hizo un gesto a Hoseok de que se le acercara.

—Vamos a la casa de veraneo de Bellocco, en las afueras de Roma —le dijo el alfa con tranquilidad—, vamos a hablar en italiano e inglés, Hoseok.

—Bien —Hoseok hizo una pequeña pausa—. Dame más información, por favor, para saber en qué me estás metiendo.

Una sonrisa ligera en el rostro del alfa.

—Es la 'Ndrangheta, la mafia más poderosa de Italia y algunos piensan que del mundo —el alfa le agarró la barbilla con firmeza—. Mi padre siempre quiso iniciar negocios con ellos, pero no era lo suficientemente poderoso, así que me tocó seguir su legado. Es una gran oportunidad, Hoseok, y no pienso desperdiciarla. Si bien tienen contactos en el negocio asiático, es mi oportunidad para convertirme en su fuente y trato principal. Es dirigida por Miguel Bellocco y en caso de que debas hablarle, tienes que tratarlo de Don, ¿está claro? Nada de "señor", Hoseok. Don.

—Don —asintió el omega.

—Bien —un beso dulce—. Es lo que debes saber, Hoba.

El omega no estaba muy de acuerdo, sin embargo, no iba a seguir presionando por más información. Tal vez era lo mejor para él.

Salieron de la ciudad y se adentraron a una zona montañosa. No tardaron en detenerse frente a un enorme portón de concreto y metal, donde dos hombres vigilaban por fuera. Hoseok no se habría sentido intimidado, hasta que vio las ametralladoras en sus manos.

Hyunjoong bajó la ventana del auto, hablando en italiano con el guardia que se les acercó. Intercambiaron palabras por largo rato y Hoseok comenzó a ponerse nervioso, temiendo que en cualquier momento les empezaran a disparar. Para su fortuna, las puertas del portón se abrieron y entraron, adentrándose en un camino boscoso y poco iluminado, hasta que llegaron a una fuente de agua, rodeándola y deteniéndose frente a una gran casa de tres pisos.

Había cinco personas esperándoles fuera y, por el aspecto, tres de ellos eran otros guardias: los trajes sencillos y las armas en sus manos. Hoseok tomó una respiración profunda, mientras que los guardias salieron primero y Jungkook les siguió, sólo para abrirles la puerta del auto. Yoongi se bajó, sólo para tenderle la mano al omega, que la agarró con una sonrisa deslumbrante antes de cruzar el brazo con el del alfa.

Subieron las escaleras, deteniéndose frente a las otras dos personas, que eran también hombres.

Don Bellocco —saludó Yoongi en italiano—, buona serata. È un onore che mi abbiate invitato nella vostra casa.

El hombre más alto se adelantó, con una ligera sonrisa en su atractivo rostro a pesar de la edad. Se veía sobre los cincuenta años, con algunas canas en su oscuro cabello. Su rostro era alargado y delgado, con una recortada barba, y brillantes ojos azules. El fuerte aroma a menta impactó a Hoseok, reconociéndolo como alfa.

Bentornato a casa, Min-Nim —saludó Miguel con voz grave—. Vi presento mio marito, Lorenzo Bellocco.

Entonces, el otro hombre se adelantó con una sonrisa más grande. Era más bajito, con arrugas en los bordes de sus ojos gracias a la expresión de su rostro. Tenía una mirada atractiva, con una nariz perfilada y cabello ondulado y castaño. Mientras Miguel vestía un traje típico, Lorenzo iba con una camisa de lentejuelas y pantalones holgados,con un adorable aroma a manzanilla y lo delataba como omega.

Un piacere —Yoongi agarró la mano de Lorenzo con delicadeza, estampándole un beso en su dorso en señal de respeto—. È il mio compagno, Jung Hoseok.

It's a pleasure to meet you, Don —habló Hoseok con una sonrisa encantadora cuando escuchó su nombre, quedándose en su lugar—. I'm sorry for not speaking Italian, but this trip was so impromptu...

Oh, don't worry —Miguel lo observó de pies a cabeza—. You're soy beautiful... —miró a Yoongi con gesto interrogante—. Compagno? È una puttana, Min-Nim, o qualcuno di più intimo?

Hoseok sintió los hombros de Yoongi tensarse ante la pregunta, sin embargo, no borró su sonrisa a pesar de que no entendió la interrogante. Aunque podía imaginarse que era respecto a él.

Niente puttana —dijo Yoongi con voz grave—. Lui è il mio omega, lo segnerò presto e ci sposeremo.

La expresión de Miguel se tornó ligeramente avergonzada, mientras que Lorenzo miró a su pareja con gesto severo, como si quisiera regañarlo.

Mi dispiace tanto —exclamó Miguel, dando un paso hacia Hoseok—. Non sapeva che era la sua dolce metà —y extendió la mano.

Hoseok no sabía qué era lo que quería de él, pero logró adivinarlo con rapidez y también estiró su mano. Con gesto resuelto, Bellocco la agarró delicadamente para darle un beso en el dorso, así como Yoongi hizo con Lorenzo antes.

Entriamo —habló Lorenzo cuando Miguel soltó la mano de Hoseok—, la cena ci aspetta.

El omega caminó al lado de Yoongi y por detrás de la pareja, adentrándose en la hermosa casa de arquitectura romana. El interior era brillante, con hermosos candelabros colgando del techo y algunas esculturas de lo que parecía ser el Imperio Romano. Hoseok se preguntaba si las consiguieron mediante el tráfico, lo que era lo más probable. No creía que estuvieran allí de manera legal.

También había pinturas y una exquisita mueblería que gritaba lujo. Hoseok admiró el interior con gesto curioso y, aprovechando que llegaron al living, se acercó a un busto de lo que parecía ser un emperador romano. Alguien del personal se acercó con una bandeja cargando copas de champagne.

—Trajano —leyó la inscripción del busto y Jungkook se le acercó—. ¿Qué fue toda esa conversación, Jungkook?

—Presentaciones —dijo el beta con gesto tranquilo—. Has maravillado a Don por lo bonito que te ves y ha preguntado si eres la puta del señor Min.

—Dime que Yoongi lo confirmó —pidió Hoseok.

Jungkook lo miró con expresión de que era idiota. Hoseok creía que el beta era el idiota.

—La 'Ndragheta llama al omega del Don a cargo como sua dolce metà —siguió Jungkook, observándolo—. Significa "su dulce mitad" o "su media naranja". Don le ha pedido perdón al señor Min por confundirte con una prostituta, Hoseok, y te ha reconocido como la dolce metà del señor Min.

Hoseok bebió la copa de champagne de golpe, como si así pudiera ignorar el acelerado latido de su corazón. Trató de verse enfadado, aunque probablemente no lo logró, porque era... era muy dulce. No le parecía justo que Yoongi fuera así de tierno con él..

Su mano tembló.

—Hoseok —habló Yoongi, llamando su atención, y el omega se giró con una sonrisa nueva en el rostro—, hora de comer.

Fueron a sentarse a la mesa y vino otro momento de presentaciones, conociendo a la hija mayor de Bellocco, Livia, una alfa de veinte años en todo su esplendor, y al hijo del medio, un omega de nombre Gabriele. Hoseok no había pasado por alto la marca en el cuello de Lorenzo, ni el hecho de que era la madre de esos dos hijos de Bellocco. Además, el anillo de ambos brillaba en sus dedos en señal de que se encontraban casados.

Apretó sus manos en puños por debajo de la mesa. Hoseok no sabía como sentirse en ese preciso instante, sin haber visto esa dinámica jamás en su vida. Sí, las cosas eran distintas en otros continentes, pero el impacto de la realidad fue como haber recibido un puñetazo en su estómago, capaz de quitarle el aire. Le hacía pensar...

¿Por qué a él le tocó eso otro? ¿Por qué en su país las cosas eran tan distintas e injustas para él, para los suyos? ¿Por qué no le pudo tocar esa vida con amor?

No quería darle tantas vueltas. Hoseok se había resignado ya a que su vida era así, y sin embargo, no pudo evitar el dolor por ver esa gran sonrisa honesta en el rostro de Lorenzo mientras regañaba a su hijo Gabriele.

Trató de no demostrarlo, concentrándose en la comida y oyendo el intercambio que mantenían principalmente Bellocco junto con Yoongi. A veces le hacía una pregunta en inglés, pero no habló demasiado por la barrera del idioma. Al menos, fue así hasta que, una vez acabada la comida, Yoongi le dijo que Miguel lo invitó a su despacho. Sólo los dos.

¿Quiere que le muestra la casa? —preguntó Lorenzo en inglés a Hoseok.

El omega titubeó, con una parte suya tirando para quedarse en ese lugar. No obstante, sabía que no sería bien visto rechazar al esposo de Bellocco, así que respondió que sí y pronto subieron las escaleras al segundo piso.

Es una casa bonita —halagó Hoseok, notando que era seguido por Namjoon y Matthew, a varios pies de ellos—. ¿Vienen seguido por aquí?

Sólo por negocios —contestó Lorenzo—, nuestro hogar principal está en Regio de Calabria, más al sur. Esa es nuestra zona, pero Don sabe que para negocios extranjeros, es mejor Roma. Da más confianza a los invitados. ¿Ha disfrutado su viaje aquí, en la ciudad?

Me ha encantado —admitió Hoseok—, nunca había viajado antes y la he pasado muy bien. Visité muchos lugares hermosos y no quiero devolverme...

Serían seis días por destino. Los negocios que estaba haciendo Yoongi no se resolverían enseguida, Hoseok lo sabía, y si era sincero, tampoco quería volver tan rápido. El domingo en la tarde-noche viajarían a París, así que todavía le quedaban tres días y medio para disfrutar.

Me gustaría visitar Corea —caminaron por los pasillos, deteniéndose cada tanto para que Hoseok admirara los cuadros colgados—, aunque Don dice que no me gustará mucho.

Es bonito —el omega menor frotó sus dedos en un gesto ansioso—, pero Don tiene razón, no le gustará. Es un país difícil para los omegas machos.

Pero...

La pregunta que iba a hacer Lorenzo quedó apagada cuando una puerta se abrió y un niño pequeño se asomó. No parecía tener más de ocho años, y su rostro estaba hinchadito por el sueño.

Mamma? —habló el niño, saliendo y yendo donde Lorenzo. Los bonitos rizos enmarcaban el inocente rostro—. Non riuscivo a dormire...

Lorenzo sonrió, agarrando al pequeño y tomándolo en brazos, dejándole un beso sonoro en la frente.

Él es Leo —presentó—. Leo, saluta il nostro ospite.

Ciao...

Ciao —repitió Hoseok con esa sonrisa encantadora. Leo pareció encandilarse con su sonrisa.

Sembri un angelo —exclamó, y el omega frunció el ceño en confusión.

Ha dicho que luces como un ángel —explicó Lorenzo—, entiendo porque eres el dolce metà de Min-Nim.

La sonrisa de Hoseok pareció titubear con esas palabras. Otra vez su primer impulso era negar ese título e insistir que sólo cumplía un papel sexual en la relación con Yoongi, pero al final, sólo se quedó callado diciéndose que, si decía eso, estaba humillando al alfa.

Lorenzo hizo dormir a Leo y lo volvió a llevar al cuarto, y Hoseok sólo se sintió más desolado al ver la escena amorosa. De pronto, le entraron unas profundas ganas de llorar y pidió permiso para ir al baño, donde derramó un par de lágrimas por el dolor que le provocó estar allí, en ese lugar, viendo... viendo...

Viendo lo amado que podía ser un omega macho como él. Viendo como era el omega de un alfa, como un omega podía trabajar en algo que no fuera la prostitución, viendo que podía tener hijos que no serían discriminados ni recibirían crueles apodos por el rostro. Esa clase de vida que era impensada para él, porque volvería a Corea y tendría que seguir en ese mundo que no dudaba en recordarle cuál era su lugar.

Él quería tanto eso. Bajo esa máscara de superficialidad y ego, bajo la excusa del dinero y el sexo fácil, Hoseok sabía lo vulnerable que podía ser si derrumbaba sus defensas. Y él no quería ser vulnerable, menos ante Yoongi, porque la única persona dañada sería el omega. Yoongi podía decir que lo amaba, pero ¿qué pasaría en un par de años? Nada le aseguraba que siguiera a su lado, y si lo dejaba y luego lo abandonaba, Hoseok se ahogaría en su dolor.

En un mes y medio era el funeral de Jeonghan. Como cada año, desde su muerte, con los omegas del club harían una reunión para honrar su memoria.

Se limpió las lágrimas que derramó, forzándose a una nueva sonrisa. No, no era momento de quebrarse, no en ese sitio.

El recorrido por la casa siguió y, como los dos alfas seguían conversando, Lorenzo lo invitó a pasear por el jardín y luego a tomar un té. Cerca de las tres de la mañana Yoongi apareció con gesto satisfecho, diciéndole que era hora de marcharse, y se despidió del agradable omega con un abrazo, mientras que Don le volvió a besar el dorso de la mano.

—¿Todo salió bien? —preguntó Hoseok, bostezando una vez estuvieron en el auto.

—Salió perfecto —Yoongi lo abrazó por los hombros, besándole por encima de la oreja—, Bellocco me abrirá las puertas en Europa y yo a él en Asia, aunque debemos afinar algunos detalles importantes. Nos veremos mañana en el almuerzo.

—¿Tú solo...?

—No, debes ir conmigo —otro beso, ahora en su mejilla—. Le has agradado y a su esposo igual, y como la mia dolce meta, debes estar allí.

—Yoongi, te estás pasando —dijo Hoseok sin fuerza alguna, en especial cuando el alfa lo empujó sobre los asientos.

Oyó el suspiro de Jungkook, que subió la pequeña ventana que separaba la cabina del conductor con la cabina en la que iban ellos.

—¿Pasando? —gruñó Yoongi—. No digas tonterías, Hoba. Ahora, déjame consolarte, que huelo esa penita en tu corazón.

Iba a negarla, a decirle que estaba diciendo cosas sin sentido... Hasta que sus ojos conectaron y el omega se fundió en esa mirada empapada de amor.

Y otro ladrillo, de ese débil muro que tenía para protegerse del daño, cayó. 

¡gracias por leer!

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