11.

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Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

... Y voy a las carreras, con mis cajas de bebidas dulces para acompañar el Bacardi,

Con él persiguiéndome por toda la ciudad...

El vuelo hacia París fue de poco más de dos horas y cuando llegaron, ya era más de medianoche. Fue un poco decepcionante en general, pues Hoseok gustaba de observar los paisajes desde la terminal hacia el hotel. Podía sonar tonto, sin embargo, era algo que le fascinaba en general, y ahora se pilló sólo con las luces nocturnas.

No había sido el plan original. Supuestamente iban a salir un poco más temprano, a eso de las seis de la tarde para llegar a las ocho y media, pero el vuelo sufrió un retraso y Yoongi se había puesto de mal humor con eso. Hoseok creía que no era tan importante, sólo un par de horas, sin embargo, luego recordó que el viaje no eran vacaciones, sino negocios. Negocios importantes. Y, quizás, Yoongi ya tenía un itinerario que seguir. Ante dicha situación, sólo se quedó callado.

El viaje al hotel fue principalmente en carretera, con pocos vehículos y un silencio sepulcral dentro del auto. Hoseok comenzó a sentirse un poco inquieto, no le gustaban esos silencios y le hacían sentir intimidado. Yoongi iba con su tableta, con los lentes puestos y el ceño fruncido en señal de concentración. Cerca de diez minutos después, Hoseok comenzó a ver los primeros edificios, que eran principalmente industrias y fábricas.

—¿Yoongi? —susurró, desviando su vista.

—¿Mmm? —Yoongi no levantó sus ojos.

—¿Sabes francés? —preguntó Hoseok con verdadera curiosidad, ya sin ser capaz de aguantar el silencio.

Oui, ma chère —contestó Yoongi con calma y Hoseok sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal—. Les bases de la conversation.

No sabía qué demonios había dicho (bueno, la primera palabra sí sabía, era una afirmación), pero como ocurrió con el italiano, su omega se retorció en señal de placer. Yoongi apagó la tableta y Hoseok se acercó a él, abrazándolo por el cuello para besarle en la boca.

—¿Tienes hambre? —preguntó Yoongi con preocupación.

—Un poco —aceptó Hoseok—. ¿Sabes también alemán y ruso?

Ja, natürlich —contestó Yoongi en alemán, y Hoseok gimió—. I drugikh yazykakh tozhe —añadió en ruso. Hoseok se sentó en las piernas de Yoongi.

—Debes estar inventándote todas esas palabras —acusó el omega para volver a besarle.

Sólo se alejó cuando Jungkook, desde los asientos delanteros, anunció que ya estaban en la ciudad. Ignorando el bulto contra su trasero, se bajó para mirar por la ventana mientras que Yoongi gruñía por lo bajo.

—No se ve nada interesante —se lamentó Hoseok con disgusto.

—Mañana veremos todas las cosas que quieras —suspiró Yoongi—. El miércoles tengo mi reunión con la Mère de la Unione Corse, Paola Francisci.

—En coreano, por favor, Yoongi —Hoseok rodó los ojos con insolencia y Yoongi puso una mirada de advertencia.

—Los franceses no usan la palabra mafia, ellos prefieren referirse a la Unione Corse como organización secreta —le dijo el alfa—, es dirigida por la Mère, que significa ‹‹Madre››, así que te debes dirigir a ella así, Hoseok, como hiciste con Don Belloco. Mère Francisci.

Frunció el ceño ante esas palabras, no porque le fuera complicado decirlas (con práctica le saldría fluido), sino por el hecho de que no sabía en qué le estaba metiendo Yoongi. Sin embargo, no quería arruinar el ambiente antes de tiempo, así que no dijo algo enseguida.

—¿Qué haremos mañana? —preguntó finalmente.

—Dormir y recuperarnos del vuelo —dijo Yoongi—, desayunaremos y almorzaremos en el hotel. En la tarde...

—Visitaremos el Arco del Triunfo y después la Torre Eiffel, señor Min —contestó Jungkook luego de unos segundos—, y pasearemos por los alrededores. Cena en un restaurante cercano al hotel y nada más. El martes, iremos de tour por el río Sena en la mañana, nos bajaremos en la catedral de Notre Dame y luego de visitarla, iremos por el almuerzo. Durante la tarde, visitaremos los jardines de Luxemburgo y luego pasearemos por las catacumbas de París y si vamos bien con el tiempo, visitaremos el Hôtel des Invalides. ¿Quiere que le diga el itinerario del miércoles?

—No, no —Yoongi observó con una gran sonrisa el rostro emocionado de Hoseok—, el resto será una sorpresa.

Hoseok puso mala cara, pero pronto cambió cuando, al meterse en una rotonda luego de una calle especialmente larga, vio la plaza del Trocadéro y al fondo, cruzando el río...

—¡Yoongi, es la Torre Eiffel! —gritó, observando la enorme estructura que brillaba por las luces—. ¡Wooooooow! —una risa—. Ay, en mi imaginación era más grande, ¡no es tan gigante como la imaginaba!

Yoongi soltó una carcajada ante sus palabras, pero Hoseok no dejaba de mirar la torre con admiración, que desapareció tras el Palacio de Chaillot. Aunque la decepción del omega no duró demasiado, no cuando rodearon el palacio y la torre apareció otra vez al fondo, ahora un poco más cerca. Volvieron a doblar y desapareció nuevamente.

—¿Tan cerca estaremos? —preguntó Hoseok con esperanza.

—Por supuesto —dijo Yoongi con calma.

Menos de un minuto después se detuvieron fuera de un enorme edificio de mármol, majestuoso y que parecía un verdadero palacio. Al bajarse, Hoseok leyó la placa que se encontraba fuera: ‹‹Shangri-La hotel››. Un botones se apresuró en ir a recibir el auto, mientras que otro subió las maletas del primer auto en el cargador para llevarlas al interior. Hoseok tomó el brazo del alfa, siguiéndolo hasta recepción, donde apenas había un par de personas aparte de los trabajadores gracias a la hora.

Muy elegante y exquisito, apreció Hoseok de inmediato, se notaba que era de clase alta y muy caro. Una gigante lámpara de araña colgaba del techo y bajo esta, un sofá rojo y círculo de terciopelo, con un enorme arreglo floral en el centro. Había un piano en una esquina, junto con otros sofás desperdigados en toda la recepción y algunos árboles pequeños de interior.

—¿Quieres cenar enseguida o prefieres que nos lleven la cena a la habitación? —preguntó Yoongi.

—A la habitación —dijo Hoseok—, necesito un baño y echarme a dormir.

—Bien.

Subieron al ascensor y Hoseok recostó su cabeza en el hombro de Yoongi, suspirando con comodidad. El alfa estaba emitiendo esas feromonas tranquilizadoras y relajantes, y estaban teniendo un gran efecto en ese momento en él. Por lo mismo, una vez llegaron al piso séptimo, soltó un quejido al tener que separarse del alfa para caminar.

Jungkook abrió la puerta de la suite, que en la puerta tenía escrito Suite Shangri-La. Un pequeño pasillo era la entrada, que luego se abría en un amplio living-comedor. Sin embargo, eso no fue lo que hizo que Hoseok pegara un grito, sino el hecho de ver la torre Eiffel brillando gracias a las luces nocturnas por los ventanales de la habitación.

—¡Yoongi! —gritó, casi corriendo al ventanal para abrirlo y salir. El frío aire nocturno lo golpeó, pero era lo de menos—. ¡Yoongi!

—¿Bebé? —preguntó Yoongi, con una sonrisa en sus labios aunque gesto desconcertado—. ¿Qué pasa? ¿No te ha gustado? Jungkook dijo que era la habitación con la mejor vista y...

—¡ESTÁ HERMOSO! —gritó Hoseok, sintiendo de pronto las lágrimas acumularse en sus ojos por la emoción—. ¡Es... es hermoso!

El balcón era enorme también, rodeaba toda la suite: tenía una mesa de vidrio con cinco sillas de mimbre y cojines, una mesa de centro (también de vidrio) con otras cuatro sillas del mismo material, un sofá para dos personas y dos sillas de playa en las que recostarse. Y, por supuesto, espacio suficiente para moverse entre todas esas cosas. Santísimo dios, ¿cuánto debía costar la noche en ese lugar? Probablemente más que sus dos riñones.

—Sí, es precioso —alabó Yoongi, entrando también al balcón y encendiendo un cigarrillo antes de ir al barandal, observando la torre en todo su esplendor gracias a las luces que poseía y encendían en las noches—, ¿sabes que se puede privatizar todo el piso, además? Eso hice, así que habilitaron otros tres dormitorios...

—Yoongi...

—... donde dormirán Jungkook y los chicos, para que estén más cerca de nosotros, lo que menos quiero... —se volteó y enmudeció al ver a Hoseok a pasos de él, completamente desnudo— es que...

Su voz se perdió cuando Hoseok, con esa sonrisa coqueta y juguetona, fue hacia él, abrazándolo y comenzando a besarle el cuello.

—Tómame aquí, en este lugar, mientras miro la torre Eiffel —le susurró con lascivia.

—Hoba —Yoongi tragó saliva—, es un hotel de lujo...

—Y yo soy tu puta de lujo —más besos y Yoongi dejó caer el cigarro, pisándolo antes de agarrarle de las caderas—, y quiero tanto que me folles y gritar tu nombre...

No tuvo que insistirle más. Yoongi lo obligó a apoyarse del barandal, de frente a la torre Eiffel, y los gemidos de Hoseok se perdieron en el aire, follándoselo como sólo su hombre sabía hacer.

Se terminaron acostando y durmiendo a eso de las tres de la mañana, pues luego de esa sesión de sexo, llegó un botones con la cena y pidiéndoles, amablemente, que por favor, no usaran el balcón para follar pues las personas de la suite de abajo se quejaron por los gritos escandalosos del omega.

—¿Oíste? —bufó Yoongi, cubriéndole la boca a Hoseok luego de la cena, volviéndoselo a follar sólo que ahora sobre la mesa del balcón—. Nada de gritos para que no haya nuevas quejas, bebé.

—Mmmhn —gimió Hoseok con los ojos rodando por la forma en que su culo, húmedo y dilatado, recibía la polla sin descanso.

La mañana también llegó con una follada, sólo que ahora en la cama, con Hoseok montando a Yoongi y rebotando en su polla sin descanso. El desayuno fue dejado alrededor de las once de la mañana y comieron en la cama, acurrucados a pesar del aroma y el sudor. Dormitaron una hora más hasta que Hoseok dijo que quería salir, que ya era suficiente.

—Dijimos que vamos a almorzar aquí, en el hotel —dijo Yoongi con un quejido.

—¿Si me almuerzo tu polla podemos salir antes? —negoció Hoseok astutamente, antes de deslizarse bajo las sábanas y comenzar a lamer y chupar el miembro de Yoongi, que no tardó en endurecerse en su boca.

—Estás insaciable —gimió Yoongi, pero sólo dejó que Hoseok siguiera adelante con su felación.

Finalmente, luego de una ducha larga, pasada la una de la tarde estaban saliendo del hotel. Subieron al auto y Namjoon condujo en esa ocasión, yendo por las calles hacia el Arco del Triunfo. Pasaron por una rotonda y, en el centro, había una estatua.

—Es George Washington —le dijo Hoseok a Yoongi—, la regalaron unas mujeres estadounidenses allá por el año mil novecientos como agradecimiento a Francia por haber colaborado con su independencia.

—¿Sí? —Yoongi enarcó una ceja, viéndose realmente interesado en él.

—¡Sí! En esa época, Francia y Reino Unido se llevaban muy, muy mal —una risita por parte de Hoseok—. Francia sólo apoyó la independencia de Estados Unidos para molestar a Reino Unido, ya sabes...

Se detuvieron a comer algo en un pequeño restaurante familiar, que fue lo primero que pillaron. A Hoseok realmente no le importaba, disfrutando de la comida y el sitio, antes de proseguir el paseo hacia el Arco del Triunfo: el enorme monumento se alzaba en la plaza Charles de Gaulle, en una rotonda que conectaba doce calles y que, vistas desde el cielo, parecían formar una estrella.

—Napoleón ordenó su construcción —le platicó Hoseok a Yoongi, yendo de su brazo mientras se acercaban, ahora de pie frente al arco—, fue luego de su victoria en la batalla de Austerlitz, en mil ochocientos cinco. Tiene muchos detalles importantes, por ejemplo las esculturas en cada pilar, son cuatro... —fueron al más cercano—. Este es conocido como Le Départ, muestra la celebración de la Primera República Francesa, guiadas por la libertad —era un grupo de personas y encima de ellas, una mujer alada los guiaba y alentaba con una espada. Fueron a la otra escultura—. Esta es Le Triomphe, donde Napoleón es coronado por la diosa de la victoria —en el centro se alzaba el antiguo Emperador francés, con una mujer encima de él. Dieron vuelta el arco para mirar las otras dos esculturas—. Esta es La Résistance, que conmemora a la resistencia francesa durante la Guerra de la Sexta Coalición. Francia perdió esa guerra y Napoleón termina derrocado y exiliado —en el centro había un hombre que permanecía de pie, mientras que otras personas lo miraban desde el suelo y una figura alada se alzaba detrás de él. Se trasladaron a la última escultura—. Y esta es conocida como La Paix, que conmemora el Tratado de París, tras la batalla de Waterloo. Napoleón fue exiliado otra vez —mostraba una figura solemne en lo alto y personas en lo bajo.

Cuando terminó de hablar, Yoongi le besó en la boca.

—Eres el omega más inteligente e interesante que haya tenido la fortuna de conocer —le dijo con cariño—. Ahora, ¿fotos?

—¡Claro!

Una vez las sacaron, cruzaron el Arco y observaron, a los pies, la Tumba del soldado desconocido.

—Fue por la Primera Guerra Mundial —le explicó Hoseok a Yoongi ante su mirada interrogante.

—‹‹Ici repose un soldat français mort pour la Patrie, 1914-1918›› —leyó Yoongi.

—Aquí yace un soldado francés muerto por la Patria —dijo Hoseok—, hay una llama que todos los días se reaviva como recordatorio de todos los soldados que murieron en combate.

Yoongi le agarró la mano y tiró de él.

—Te tengo un regalo —dijo el alfa.

—¿Otro más? —contestó Hoseok con una sonrisita.

Haciéndole caminar, fueron hacia la fila para entrar al Arco del Triunfo, aunque no tuvieron que esperar mucho porque un omega con lentes se les acercó, sonriendo encantadoramente.

Hello —dijo en inglés—, my name is Charles Moreau and I will be your private guide for the tour inside the Arc de Triomphe. Monsieur Min and Omega Min, please, follow me.

Hoseok miró a Yoongi con gesto de sorpresa y el alfa le observaba, esperando su reacción. Le dio un beso rápido.

—Jungkook lo reservó —le dijo Yoongi, siguiendo al omega que les dio la pasada saltándose toda la fila—, nos mostrará todo el Arco por dentro con detalles.

Fue así. Dentro del antiguo edificio estaba el museo, que documentaba toda su historia y construcción, monumentos y placas, además de una exposición multimedia con más detalles y curiosidades. Charles contestó todas las preguntas de Hoseok sin verse molesto, por el contrario, parecía más que satisfecho con explicar todo con lujo de detalles. Yoongi habló poco en general, aunque no lucía irritado por eso.

Y al final, subieron las escaleras para salir al techo del Arco, teniendo una vista panorámica de la ciudad, con otros monumentos observándose a lo lejos: la Place de la Concorde, el Arco de la Défense y también la Torre Eiffel. Se sacaron fotos y Hoseok, por la pura emoción y felicidad, se despidió del guía con un abrazo.

—Gracias por el regalo —le dijo Hoseok a Yoongi, besándole en la mejilla.

—Te tengo otros más —Yoongi lo abrazó por la cintura—. Vamos, hora de la Torre Eiffel.

Ya les estaban esperando con el auto encendido y, en menos de veinte minutos, fueron dejados en el Parc du Champs de Mars, que eran los jardines ubicados entre la Torre Eiffel y la École Militaire. Cuando comenzaron a caminar por ellos, Hoseok pensó que era como una gran y enorme alfombra de césped muy verde y en extremo cuidado, con los árboles decorando a lo largo, podados para que combinaran. Había muchas personas haciendo picnic o jugando con sus mascotas, o paseando como ellos.

No se apresuraron en ir a la torre. Caminaron por los senderos, paseando por algunos miradores donde se podía admirar el monumento característico de París desde distintos ángulos. Se adentraron por un vergel que recreaba un jardín característico de la Belle Époque, con sauces llorones y castaños además de varios arbustos y plantas perennes. Rodearon las lagunas artificiales donde nadaban carpas, patos y algunas gaviotas.

Luego de mucho caminar, se sacaron fotos con la torre Eiffel de fondo. De manera sorpresiva, en un momento, Yoongi lo agarró de la cintura y lo atrajo a él, dándole un beso en la boca. Hoseok no pudo menos que seguirlo, abrazándolo por el cuello y sonriendo gracias a la felicidad que sentía.

—Hora de cenar —le murmuró Yoongi al alejarse, juntando ambas frentes.

—¿Dónde iremos? —preguntó Hoseok.

—Mmm —un beso más corto—, se llama Le Jules Verne y queda en la segunda planta, a ciento veinticinco metros de altura...

Hoseok no lo comprendió de inmediato. Parpadeó por el desconcierto, hasta que lo entendió y soltó un grito ahogado.

—¡No! —dijo con sorpresa.

—Sí —ahora fue un beso en la mejilla—, estaremos en el comedor mirando hacia Champs de Mars, como sólo mi omega lo merece.

Hoseok estuvo a punto, sólo a punto, de mencionarle que no debía decir esas cosas, que no era bueno para la relación que ellos tenían. Sin embargo, al final, se dijo que no serviría de nada hacerlo, y él no quería arruinar ese regalo.

—Me encantas —le dijo, de la nada, y Yoongi se rió.

—A mí me encantas tú.

No esperaron nada para entrar gracias a la reserva hecha. Pronto estaban subiendo por el ascensor, llegando al segundo piso de la torre parisina, donde fueron recibidos por un mozo que los llevó hacia los grandes ventanales que daban vista a los jardines por los que acababan de pasear. Hoseok ni siquiera se preocupó de la ropa que llevaba, tan maravillado por el paisaje, la atención y la elegancia del sitio. Debía ser carísimo una reserva allí.

Pidieron para comer venado asado y salsas especiales de la casa junto con el mejor vino de la viña, y de postre soufflé de chocolate con crema. La comida fue deliciosa y magnífica, Hoseok degustó todo con una gran sonrisa en la cara y una animada conversación. Sin embargo, a pesar de que terminaron de comer alrededor de las nueve y media de la noche, cuando estaban otra vez en el ascensor, Jungkook marcó el último piso.

—¿Vamos a subir más? —preguntó Hoseok, abrazando a Yoongi por el cuello.

—Hay un bar de champán en la cima —dijo Yoongi—, para que veas París desde lo alto.

Soltó un grito de emoción sólo para besar al alfa en la boca.

—Omega Min —suspiró Jungkook—, por favor, no aquí. Estamos en un lugar muy público y no queremos que nos veten.

Hoseok se separó de mala gana ante esas palabras, haciendo un pequeño puchero mientras Yoongi soltó risas por su reacción.

No tuvo tiempo para amurrarse, de todas formas. Pronto el ascensor se abrió para mostrar el bar exclusivo y las luces brillando en la ciudad parisina. Mientras Hoseok se acercaba a la reja para ver mejor, Yoongi le hizo un gesto a Jungkook, que se le acercó.

—Había pensado en poner el anillo de Hoseok en el champán —comentó el alfa con tranquilidad—, pero estoy seguro de que es capaz de tragárselo por no darse cuenta de lo que bebe.

—Puede ser —concedió Jungkook, e hizo una pequeña pausa—. Señor Min...

—¿Sí?

—¿Puedo darle mi opinión?

—Por supuesto —Yoongi asintió con la cabeza y Jungkook se acercó un poco más para hablarle en voz baja. Hoseok seguía fuera, admirando el hermoso paisaje, pero era mejor ser precavido.

—Debería proponérselo cuando regresemos a Corea. Si se lo propone ahora y... bueno, Hoseok lo rechaza...

Sabía que no había maldad en las palabras de Jungkook, que el beta estaba preocupado por él. Además, debía tener en consideración lo que estaba diciendo, pues era una posibilidad: si Hoseok decía que no, ¿qué iba a pasar con ellos el resto del viaje? El omega era capaz, en un arrebato de miedo, de agarrar sus cosas, comprar el primer pasaje a Corea y devolverse. Yoongi tenía muy claro que si presionaba demasiado, Hoseok podía estallar.

—Lo sé... —Yoongi recibió las dos copas de champán—, sólo pensaba... Bueno, es la ciudad del amor, ¿no es así? Quizás...

—Sé que Hoseok le quiere —dijo Jungkook ante el repentino silencio—, pero él necesita más tiempo, señor Min.

Yoongi lo sabía, pero también se preguntaba cuánto tiempo sería necesario. Él habría querido decirse que podía esperarlo todo el tiempo del mundo, sin embargo, ¿era así efectivamente? ¿Podría esperar otros dos años, o cinco, o diez? Lo dudaba. Él amaba a Hoseok, no obstante, tenía también una responsabilidad familiar que cumplir. Y, por encima de todo, él no iba a mendigar amor.

Le hizo un gesto a Jungkook de que la conversación quedaba hasta allí y salió al aire exterior, que era todavía cálido por ser verano. Hoseok se volteó a verlo con una gran sonrisa, recibiendo la copa, y Yoongi decidió espantar ese pensamiento, esa idea, para poder disfrutar el resto de la noche sin preocupación alguna.

A las diez y cuarto de la mañana estaban en el crucero que pasearía por el río Sena hacia el norte. Hoseok estaba leyendo el mapa del recorrido antes de voltearse hacia Yoongi.

—Se supone que da la vuelta en la isla de la Cité y luego regresa por el otro lado, pero nosotros...

—Nos bajaremos en el muelle de Montebello —dijo Yoongi—, allá nos esperarán Matthew y Dongho con el auto, para luego cruzar hacia la isla y ver Notre Dame.

Hoseok se sentó al lado de Yoongi, que bebía de una taza de café. No desayunaron en el hotel, decidieron alistarse enseguida para el paseo y comer en el crucero, pues ofrecía servicio de desayuno, almuerzo y cena. Hoseok bebió de su jugo de naranja antes de pasar al croissant, saboreando la comida con una expresión satisfecha.

—Podríamos cenar aquí la última noche en París —sugirió Hoseok, admirando la arquitectura de los puentes cuando pasaban por debajo de estos.

—Jungkook...

—Me encargaré de eso, señor Min —dijo Jungkook.

—Deberías dejarlo descansar —habló Hoseok al ver al beta tan atareado. Siempre estaba con su tableta en manos y atento a las necesidades de ellos—, lo sobreexplotas demasiado.

—¿Sobreexplotar? —farfulló Yoongi—. Le pago bien. Muy bien.

—Pero necesita vacaciones —siguió alegando Hoseok, aunque pronto eso pasó a un segundo plano cuando vieron, a lo lejos, la plaza de la Concordia con su enorme obelisco—. Se llama Obelisco de Luxor y proviene de Egipto. ¿Sabías que la plaza fue el lugar donde se guillotinó a Luis XVI y a María Antonieta? Era el lugar principal donde se decapitaban a las personas durante la Revolución Francesa.

El resto del paseo fue guiado, principalmente, por Hoseok, que no dejaba de parlotear curiosidades sobre los sitios que veían. Observaron desde el río el Museo del Louvre, que Hoseok visitaría al día siguiente solo (Yoongi tenía asuntos que atender), la tour Saint-Jacques (el gran campanario de estilo gótico, dijo Hoseok, que fue destruido en la Revolución Francesa y restaurado posteriormente) y la Place de l'Hôtel-de-Ville (otra plaza que fue centro de ejecuciones durante el Antiguo Régimen). Frente a esa plaza, en la isla de la Cité, se alzaba Notre Dame en su magnífico esplendor. La rodearon y antes de cruzar el puente Neuf, la embarcación se detuvo en el puerto para que quienes quisieran bajarse lo hicieran. Allí, se apresuraron en subir en el auto y cruzaron el puente hacia la isla.

Hoseok comenzó a sacarle fotos a la fachada de la catedral.

—Fue dedicado a la Virgen María y es una de las grandes expresiones del arte gótico —le platicó Hoseok con entusiasmo—, tiene menos de mil años de historia, Yoongi, ¿no es eso impresionante? Tiene tres puertas para entrar y múltiples esculturas junto con las características gárgolas —se sacaron fotos antes de entrar—. ¡Es bellísima, ¿no crees?!

—No tanto como tú —dijo Yoongi.

Hoseok se rió y le besó la mejilla.

—No soy un omega religioso, pero esto es precioso —afirmó el omega agarrándole la mano.

El interior era luminoso gracias a los enormes ventanales que había por todas partes, con tracerías sencillas pero hermosas. Los pilares cilíndricos sostenían las bóvedas y había más esculturas bajo las curvaturas de las columnas. Tenía, además, tres reliquias importantes en exposición: la Corona de espinas, un fragmento de la cruz de Jesucristo y uno de los clavos que se usó en la crucifixión.

—Fueron compradas por un rey Luis al Emperador de Constantinopla —le dijo Hoseok—. ¿Serán reales?

—Probablemente lo estafó —razonó Yoongi, y Hoseok se ahogó con su risa.

Se acercaron al órgano principal, aunque la emoción de ver el precioso instrumento quedó opacada cuando, de pronto, resonó un ruido dentro de la Catedral: eran las campanas. Hoseok las escuchó atentamente, maravillado y conmocionado.

De ahí visitaron el museo con restos arqueológicos medievales de Notre Dame y, aprovechando que estaban en la isla, luego visitaron la capilla gótica Sainte Chapelle. Al acabar, se acercaron a la plaza Dauphine y buscaron un lugar para almorzar antes de seguir el camino hacia los Jardines de Luxemburgo, donde se encontraba el Palacio del mismo nombre y que servía como sede del senado francés.

—Allí antes vivía la Familia Real antes de la Revolución Francesa —le contó Hoseok a Yoongi, caminando por entremedio de los jardines y sacando nuevas fotos—. Necesitaré otro celular, me estoy quedando sin memoria.

—Mejor te compro una cámara de fotografías —dijo Yoongi.

Alrededor de las cinco de la tarde estaban llegando a las Catacumbas de París. Hoseok puso expresión de duda.

—¿Y si aparece un fantasma? —le susurró al alfa.

—Pues lo golpeo —dijo Yoongi—, nada malo te va a pasar, bebé.

—No creo que puedas golpear a un fantasma, Yoongi...

La conversación quedó allí, pues en ese momento apareció Jungkook seguido de una beta que sería su guía para el recorrido y se presentó como Charlotte Bernard.

—Había graves problemas de salubridad en Paris a finales del siglo XVIII —les contaba la mujer cuando estaban bajando por las escaleras— gracias a los cementerios, y fue cuando se decidió usar las abandonadas y viejas canteras de Tombe-Issoire, por lo que se empezó a planificar...

El tour fue satisfactorio y enriquecedor en su mayoría, al menos, hasta que Yoongi decidió jugarle una broma a Hoseok, asustándolo y arrancándole un grito y una maldición. El alfa se rió hasta que vio a Hoseok estallar en lágrimas y, escarmentado, el resto del tour lo siguió con expresión arrepentida, como un cachorrito al que acababan de gritar, pues el omega ya no quiso andar de la mano con él.

—Eres un monstruo —hablaba Hoseok, enfadado todavía y mientras salían a la superficie—, ¡casi me matas, idiota!

—Amor... perdón...

—¡No te lo perdonaré nunca! —bufó Hoseok, y Jungkook se acercó con expresión preocupada—. ¡Jungkook, tu jefe es un imbécil!

—Oh, no me diga que lo asustó, Omega Min —dijo el beta con cara de regaño.

—¡Eso hizo! ¡Se escondió detrás de una pared y casi me saca un infarto!

—Le dije que no lo hiciera, señor Min...

—Fue una bromita, Jungkook —suspiró Yoongi.

—Imagínate hacerme esa broma en un lugar lleno de calaveras y huesos —rezongó Hoseok.

El último sitio que visitaron ese día fue el Palacio Nacional de los Inválidos, que sirvió como hotel para los soldados que prestaron servicio a la armada francesa y que guardaba la tumba de Napoleón. Yoongi ya no disfrutó de ese paseo, pues Hoseok se fue enfadado con él todo el camino y le platicó a Jungkook, a quien llevaba ahora del brazo, sobre las curiosidades del edificio.

Ya para la cena el enojo se le había ido un poco. Yoongi lo aprovechó para hablarle sobre el día siguiente.

—Es mi reunión con la Unione Corse —le recordó el alfa—, Belloco me contactó con ellos, ya que son algo parecido a socios. La reunión será en un club de ellos —una pequeña pausa en lo que bebía vino—. Tienes que quedarte a mi lado en todo momento, Hoba. La Unione Corse no funciona igual que la 'Ndrangheta de Belloco. Aquí hay más rencillas entre familias.

—¿Por qué es necesario que vaya, Yoongi? —dijo Hoseok al escuchar eso, preocupado ahora.

Él ya había estado preocupado con las reuniones que hicieron en Italia. Vieron a Belloco dos veces más hasta que los negocios estuvieron completamente cerrados y, si bien Hoseok estuvo cómodo en todo momento, en especial con su esposo, no sabía cuál era su rol en todo eso. A pesar de estar involucrado sexualmente (y sentimental, aunque no lo quisiera) con Yoongi, eso no significaba que él quisiera estar de lleno en esos negocios.

—Porque eres mi omega —replicó Yoongi con dureza, y Hoseok calló—, y te corresponde por lo mismo. La Unione Corse —prosiguió el alfa—, es muy parecida a como funciono yo en Corea.

Hoseok sabía que Yoongi era un hombre poderoso, y no lo decía sólo por presumir, sino porque era la verdad. La familia Min había gozado de grandes grados de influencia dentro del gobierno, incluso en la aplicación de leyes, y tenía contactos importantes entre políticos e, incluso, presidentes. Cuando el bisabuelo de Yoongi tenía ya su imperio, coincidió también con la invasión japonesa y posterior Guerra de Corea, y la organización Min se encargó de formar una resistencia coreana contra la invasión. Por lo mismo existía esa deuda histórica que se veía saldada por parte del gobierno de turno a minimizar la importancia de la Heuglyong.

—La Unione Corse también prestó servicios a Francia durante la Segunda Guerra Mundial —explicó Yoongi—, por lo que cuentan con inmunidad gubernamental. Mañana a las ocho, Hoseok. Nada demasiado elegante, pero tampoco algo que sea considerado grosero. Recuerda que nos reuniremos con la Mère.

Hoseok suspiró y asintió. El resto de la cena fue tranquila y no tardaron en volver al hotel a descansar.

Al día siguiente Hoseok despertó temprano para aprovechar la visita al museo del Louvre. Fue con sus guardias personales a quienes les contó pequeñas curiosidades de las muestras artísticas que vieron: la Venus de Milo, los Caballos de Marly, el Código de Hammurabi, el Escriba sentado, La Libertad guiando al pueblo, el retrato de Luis XIV, La Gioconda, la Consagración de Napoleón...

Luego del almuerzo visitaron algunas tiendas para ver la ropa que Hoseok iba a llevar y, como ocurría ya, escogió más de lo que usaría.

—Al señor Min no le hará gracia tus compras, Hoseok —suspiró Namjoon.

—A mí no me hace gracia que me lleve a sus asuntos, pero ya ves —bufó Hoseok.

Regresaron relativamente temprano al hotel, a las cinco de la tarde. Hoseok lo aprovechó para echarse a dormir una siesta y descansar, y cuando despertó, Yoongi ya estaba allí. Comieron algo ligero antes de empezar a prepararse para la noche.

Había escogido, finalmente, el color negro, que sentía era el que mejor le quedaba: una camisa abierta en las clavículas, que se abría en V y mostraba parte de su pecho, unos pantalones ajustados y apretados, y un saco largo.

—Expones demasiado —dijo Yoongi al ver la camisa, su mandíbula apretada.

—Por supuesto, es un club nocturno —dijo Hoseok, haciéndose un sencillo y suave maquillaje en los ojos—. No te pongas cavernícola, que todavía no te he perdonado el susto de ayer.

Yoongi suspiró.

Diez para las ocho estaban saliendo hacia el club. Hoseok se aplicó un labial en el auto, con pequeños rizos cayendo en su frente y dándole un aspecto mucho más juvenil. Yoongi, por el contrario, se veía serio y maduro en su traje y abrigo. Hoseok se le acercó cuando el alfa le hizo un gesto, besándole en el cuello en lo que extendía feromonas de posesión a su alrededor.

—No hagas ninguna tontería —le susurró Yoongi.

—¿Tontería, yo? —Hoseok abrió sus ojos con exageración—. ¿Cuándo he hecho algo así?

Demasiadas veces, los dos lo sabían muy bien.

Se detuvieron fuera de un enorme local, con muchas personas haciendo cola para entrar, risas y gritos, y que se abría hacia un pasillo profundo Dos enormes guardias custodiaban la puerta. Al salir del auto, escuchó la música venir desde el fondo del pasillo.

Bonsoir —saludó Jungkook a uno de los guardias, tranquilo y calmado—. Nous avons rendez-vous avec Mère Francisci, au nom de Min-Nim.

El hombre, alto y fortachón, con aspecto de que el traje le quedaba apretado, dijo algo a través del auricular. Esperó la respuesta antes de hacerse a un lado y darles la pasada.

Bienvenue à tous —dijo mientras pasaban, con Yoongi llevando a Hoseok de la cintura.

Caminaron hasta el fondo del pasillo antes de doblar hacia la izquierda, donde había otros dos guardias al lado de un pequeño letrero: Le Vendome Club Paris. Allí estaban revisando a todas las personas, sin embargo, a ellos les hicieron pasar de inmediato, bajando por unas escaleras en forma de caracol que terminaba en otra pequeña recepción con más guardias. Allí, un omega rubio y bajo ya les estaba esperando.

Welcome, Min-Nim —saludó en un inglés encantador—my name is François Boyer and I'm Mère Francisci's assistent. Mère Francisci is waiting for you and your partner, please, follow me.

Lo siguieron, entrando ya de lleno al club repleto de gente, bailando al ritmo de la música, bebiendo y gritando. Tenía mesas redondas y sofás que las rodeaban, con muchas personas sentadas allí, conversando, bebiendo y..., por supuesto, inhalando algunas cosas. Hoseok se dio cuenta con rapidez de eso.

Fueron hasta el fondo, donde François abrió una puerta para dar paso a otro pasillo casi vacío, lleno de guardias y que se abría en una habitación. Sentadas detrás de una mesa, había dos mujeres: la primera debía ser Mère Francisci, con su cabello rubio recogido en un apretado moño, facciones duras y ojos oscuros. Al ponerse de pie, Hoseok apreció que era alta y delgada, vistiendo un traje gris. Debía tener cerca de treinta y cinco años.

Yoongi se adelantó y el omega se quedó atrás.

Merci de votre accueil, Mère Francisci —habló Yoongi, extendiendo la mano que fue agarrada por la mujer—. C'est un plaisir d'être devant vous.

Merci d'être venu me voir, Min-Nim —respondió Paola Francisci, antes de hacerle un gesto a la otra mujer, que sonrió agradablemente. Era bajita, muy estilizada, como si fuera una modelo de revista. Su cabello rojo iba suelto y llevaba encima un vestido verte—. Permettez-moi de vous présenter mon Parfum Aimé, Amelia Francisci.

Yoongi la saludó como había hecho con Lorenzo Belloco: un beso en el dorso de la mano ofrecida. Hoseok se movió al ver que Yoongi le señaló, sonriendo también con encanto.

C'est mon Parfum Aimé, Jung Hoseok —presentó Yoongi, y Mère Francisci agarró la mano de Hoseok para besarla.

Thank you for the welcome, Mère Francisci —dijo Hoseok, sin borrar su sonrisa—, I'm very sorry for don't speak French, but Min-Nim told me that I had to come at the last minute...

Mère Francisci se rió ante sus palabras antes de invitarlos a sentarse en la mesa, ordenando algo para beber. Ambos alfas se pusieron a platicar pronto y Hoseok pensó que se aburriría el resto de la reunión, pero Amelia se inclinó ante él.

No te preocupes por no poder hablar francés —le dijo ella en inglés. Era realmente impresionante y bonita, con la marca brillando en su cuello—, yo no sé hablar coreano.

Una sonrisa curvó sus labios y, tan sencillo como había sido con Lorenzo, pronto se pusieron a platicar en lo que llegaban las bebidas y la comida. Fue tranquilo y ameno, a pesar de estar en un club donde resonaba la música, y Hoseok pronto sintió ganas de ir a bailar. Amelia pareció notarlo, aclarando su garganta para llamar la atención de su alfa.

Excusez-moi, Mère —habló con suavidad ella—, ça ne vous dérange pas si je vais danser avec Hoseok? Je ne veux pas paraître impertinente, mais... on s'ennuie trop ici.

La alfa miró a Hoseok antes de voltearse hacia Yoongi. Yoongi no parecía feliz con eso.

Tu peux y aller, ma chérie —dijo Paola, encendiendo un cigarrillo—. Mais je ne sais pas si le Parfum Aimé de Min...

—¿Quieres ir a bailar? —preguntó Yoongi, encendiendo también su cigarro.

—Me aburro mucho aquí —afirmó Hoseok.

Yoongi asintió, a pesar de la expresión dura de su rostro. Hoseok no pudo evitarlo y, al ponerse de pie, le dio un beso en la mejilla.

—Dohyeok, Hyunjoong, Dongho y Namjoon, con él —ordenó Yoongi, y los cuatro guardias obedecieron.

Hoseok quiso rodar los ojos, pero decidió no hacerlo porque, al fin y al cabo, era lo mejor. Además, Amelia también fue con cuatro guardias personales, y François les volvió a abrir las puertas para que pasaran al club.

¿Te ha gustado París? —preguntó Amelia minutos después, gritando para hacerse oír por encima de la fuerte música.

El omega pensó que le sería un poco más difícil soltarse al no conocer a la omega, pero pronto se encontró a sí mismo moviéndose al ritmo de las canciones electrónicas, saltando y girando, riéndose sin control alguno. Llevaba mucho tiempo sin eso, él siempre solía bailar en el club donde trabajaba y en caso de que algún alfa se lo solicitara; por lo mismo, desde que estaba con Yoongi que no lo hacía.

¡Es precioso! —afirmó Hoseok, agarrando a Amelia de las manos y bailando con ella—. ¡Ojalá pudiera a quedarme a vivir aquí por siempre!

Y lo decía en serio. Llevaba una semana fuera de Corea y le encantaba eso, la sensación de que nadie le mirara en las calles, no hicieran comentarios agresivos hacia él, no le impidieran entrar a alguna parte. Allí, cuando iba de la mano con Yoongi, todos asumían que eran pareja, no que él era su puta.

Si él pudiera... No volvería nunca a pisar Corea otra vez.

Amelie era una omega que lucía tímida, pero luego de varias copas, comenzó a soltarse y a parlotear como loca. Así, Hoseok se enteró que se había casado hacía cuatro años con Paola y que ya tenían un cachorro, un omega muy bonito que se llamaba Simon.

¿Tú tienes cachorros? —preguntó Amelie sin maldad ni doble intención.

El primer impulso de Hoseok era reírse y burlarse por la pregunta, pero alcanzó a reparar en que no era lo más sensato. Amelie preguntaría el motivo de su reacción ¿y qué le diría él? ¿Qué él era la puta de Yoongi, nada más, no su pareja?

No todavía —dijo Hoseok, encogiéndose de hombros—, con Min-Nim queremos ir lento.

Lo que sonaba un poco estúpido, considerando que todavía no tenía la marca en su cuello. Sin embargo, Amelie fue sensata y no hizo mención de ello.

Volvieron a bailar luego de un descanso y beber más alcohol. En un momento, Hoseok estaba realmente mareado y algo tambaleante, sin embargo, esa sensación no le duró demasiado, no cuando, de pronto, la música se pausó de golpe y algo que él conocía muy bien resonó cinco veces.

Cinco disparos. Y, de pronto, el caos se desató.

¡gracias por leer!

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