12.

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Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

... Porque él sabe que soy un desastre, cara a cara frente a Rikers Island de nuevo, y no saldré de ahí...

Levantando sus copas con champagne en un claro gesto de celebración, Yoongi y Paola Francisci brindaron por el acuerdo al que llegaron. Sin embargo, las sonrisas de satisfacción desaparecieron cuando, de pronto, escucharon algo que ambos alfas conocían muy, muy bien. Dos segundos después, François Boyer, el asistente de Francisci, apareció con gesto pálido y urgido.

—¡Mère Francisci, Alphonse y sus hombres han entrado! —gritó en francés, y dos de los guardias de Paola sacaron enseguida sus armas, adelantándose hacia la puerta para cerrarla de una patada, quedándose allí.

Yoongi sintió sus hombros tensos, volteándose hacia sus guardias: los dos estaban sacando sus armas, al igual que Jungkook, que sacó dos para entregarle una a Yoongi. Según lo que le había comentado Paola, Alphonse era su primo por parte paterna, quien alegaba debía ser el verdadero líder de la Unione Corse. No era la primera vez que Paola sufría un ataque así, aunque por su expresión, sí parecía ser una sorpresa que se hubiera infiltrado en su club, que se suponía tenía mucha protección.

—Hay que retirarnos, Min-Nim —le dijo Paola con gesto resolutivo—, lamento la situación, no pensé que el estúpido de mi primo sería tan audaz para hacer esto.

—Lo entiendo —la expresión de Yoongi era oscura—, pero debo ir por mi omega. Como le haya pasado algo...

La amenaza quedó en el aire. Las facciones de Francisci se tensaron, no obstante, Yoongi no puso arrepentimiento en su mirada.

—Amelie va a cuidarlo —le dijo ella—, mi Amada Perfume sabe qué hacer en estos casos.

No lo tranquilizó para nada. Yoongi sabía que Hoseok todavía no estaba preparado para entrar de lleno a su mundo, para hacerle frente a todas esas situaciones que podían darse de un momento para otro. Además, ¿si le pasaba algo? ¿Si le herían, o lo capturaban, o lo torturaban, o...? ¿Sí...?

No. Yoongi no dejaría que eso pasara. Él debía poner a salvo a Hoseok de inmediato, y eso era que estuviera a su lado.

—Debo ir por...

No tuvo tiempo para responder, no cuando las puertas del salón fueron abiertas con una explosión y el caos inundó ese cuarto junto con los gritos.

Amelie lo obligó a agacharse con los primeros gritos y Hoseok cubrió su cabeza, como si así pudiera protegerse. Ni siquiera tuvo tiempo para que el pánico entrara en su cuerpo, pues alguien tiró de él casi de inmediato.

—¡Omega Min! —gritó Hyunjoong, y Hoseok vio a los otros hombres sacar sus armas. Los guardias de Amelia hacían lo mismo—. ¡Quédese con nosotros!

—Yoongi —barboteó ahogadamente—, ¿dónde está Yoongi?

¡Debemos irnos! —exclamó Amelia en inglés, agarrándole la mano—. ¡No podemos ir al salón de Paola, es el primer lugar al que irán!

¿Quiénes? ¿Quiénes eran los que estaban disparando, primero que todo? Se supone que ese sitio era seguro, Yoongi le dijo que no debía preocuparse de nada, pero ahora, ¿qué estaba pasando?

No alcanzó a pensarlo, pues nuevos disparos se hicieron oír y la gente gritó, comenzó a moverse, llenos de pánico y buscando alguna salida.

Amelie Francisci, venez ici tout de suite! —gritó una voz, entremedio de la multitud—. Je t'ai vue, salope déloyale, ne t'avise pas de t'enfuir!

Amelie apretó la mandíbula mientras sus guardias se abrían paso por las personas que trataban de salir por las puertas de emergencia, todos en pánico. Sin embargo, ellos no estaban yendo por ahí, sino hacia la barra, con un guardia de Amelie abriéndose paso a empujones.

Nuevos disparos casi lo hacen tirarse al suelo. Lo habría hecho, si no hubiera sido por Namjoon.

—¡No, Hoseok! —ordenó el alfa—. ¡Te van a pisar si lo haces!

Toi et cette salope de Paola, vous paierez pour tout ce que vous m'avez fait! —gritó la misma voz masculina de antes, sonando tan enfurecido y fuera de sí, más... más cerca. Santo dios.

Se metieron detrás de la barra y ahora se agacharon. El guardia de Amelie abrió una trampilla en el suelo, y se hizo a un lado para que la omega cruzara primero.

—Yoongi —jadeó Hoseok—, vamos con...

Una explosión lo interrumpió y Namjoon lo cubrió con su cuerpo, con gritos más fuertes resonando en el lugar. Polvo y escombros volaron por todas partes, pero a Hoseok no le llegó nada gracias al abrazo del alfa.

—Toma esto —gruñó Namjoon unos segundos después, sacando de su traje una pistola. La Glock 17 con la que practicó tantas semanas atrás—, está cargada, Hoseok.

—¿Qué? —Hoseok tartamudeó—. ¡No, yo no sé...!

—¡Agárrala y ve detrás de la señorita Amelie, ahora!

Namjoon gritó con esa odiosa voz alfa y Hoseok no tuvo más que obedecer, siendo ayudado por los guardias de la mujer para meterse por la trampilla. Al levantar la vista, antes de bajar por completo, alcanzó a ver a través del polvo a Dohyeok disparando a un enemigo que él no podía observar.

Bajó por las escaleras hasta un túnel con luz eléctrica. Tuvo que haber sido preparado con bastante antelación gracias a las instalaciones, y Amelie no parecía realmente sorprendida por el aspecto del sitio. A lo lejos, Hoseok pudo observar unas ratas.

Perdona todo esto —le dijo Amelie en inglés, viendo a dos de sus guardias bajar apresuradamente—, son problemas familiares.

Si la situación no hubiera sido tan peligrosa, Hoseok se habría reído ante sus palabras. ¿Problemas familiares? Él no sabía mucho acerca de las familias, pero estaba seguro de que así no actuaban ante un desacuerdo.

No alcanzó a decir nada, pues Namjoon, Hyunjoong y Dongho fueron los siguientes en bajar la trampilla.

—¿Dónde está Dohyeok? —preguntó Hoseok, y su voz tembló.

—Se ha quedado cuidando la puerta junto con otros dos guardias de la señorita Francisci —dijo Namjoon, antes de hacer un gesto hacia la omega—. Vamos, Hoseok, hay que alejarnos de aquí.

A Hoseok le habría gustado pedir que no, que lo mejor era ir en busca de Yoongi, pero alcanzó a pensarlo bien, a razonarlo y tomar una respiración profunda para tratar de calmarse. Pensó que podía llamarlo, o incluso enviarle un mensaje, pero también pensó que no serviría de nada, pues si Yoongi estaba en un enfrentamiento en ese instante, lo de menos sería responderle.

Sin decir otra palabra, se dio vuelta y, para su completa sorpresa, Amelie le agarró el brazo para entrelazarlo junto con el suyo. Hubo una sensación de consuelo gracias al gesto.

Lo siento —volvió a repetir la omega con tono dulce, aunque amedrentado—, nos han agarrado con la guardia baja. Es un primo, Alphonse, que quiere tomar el mando de la Unione Corse.

Comprensión llenó el rostro de Hoseok ante dichas palabras, pues Yoongi le había contado, unos meses después de que se fuera a vivir a su casa, que él tenía también unos problemas así con su prima por parte materna, Chaerin. Sólo que Chaerin, a pesar de su inconformidad, no era tan estúpida como para hacer un ataque de ese tipo. O, al menos, eso decía Yoongi. Hoseok no la conocía y no quería conocerla tampoco.

No es tu culpa —dijo Hoseok, siguiendo a paso rápido a los guardias que los guiaban por los túneles—, no podían predecirlo.

Paola debe estar enfurecida —suspiró Amelie, y Hoseok se sorprendió de que no luciera preocupada o asustada—, si no fuera familia, ya lo habría asesinado hace mucho, aunque ahora, con esto... —levantó la vista, tratando de sonreír—. No debes preocuparte, omega Min, saldremos al río Sena y allí estaremos a salvo.

Hoseok quería creer que sí, tratando de no lucir desesperado o ansioso por la situación. Él no era como Amelie, que parecía acostumbrada a toda la situación, porque nunca quiso meterse en ese tipo de problemas. Le había dicho mil veces a Yoongi que no quería involucrarse en sus asuntos, que mientras menos supiera, mejor para él, pero ahora, parecía inevitable no estar en medio de sus negocios. Yoongi insistía en implicarlo, probablemente esperando que así Hoseok terminara cediendo a sus propuestas de formalizar la relación que poseían.

Bueno, si era lo que esperaba, era una pésima forma de hacerlo. Como si Hoseok fuera a aceptar ahora que estaban en unos horribles túneles mal iluminados bajo París, lleno de ratas y arañas.

Para su desgracia, en un momento llegaron a una bifurcación que no tenía luz eléctrica. Los guardias de Amelie sacaron sus linternas para guiar el camino y Hoseok realmente quería que esa pesadilla acabara pronto. Ahora, sólo quería regresar al hotel y hacerse bolita bajo las sábanas.

El trayecto, afortunadamente, fue un poco más corto y pronto llegaron a una puerta de reja, donde se podía ver al otro lado un yate con otros dos guardias esperando. Salieron de los túneles y no acababan de subirse los dos omegas, cuando nuevos disparos resonaron.

—¡Al suelo, Hoseok! —ordenó Namjoon, aunque no era necesario que se lo dijera, pues eso fue lo que hizo Hoseok.

Hoseok no vio quien prendió el yate, con Amelie echada a su lado también, sólo sintió el preciso momento en que el motor vibró con fuerza y pareció a andar, navegando las aguas con un estrepitoso ruido. Levantó la mirada, sólo para ver a uno de los guardias de Amelie caer al agua gracias a un disparo... Porque dos lanchas venían siguiéndole el paso.

Santo dios. Santísimo dios, era su fin.

Se sentó, sólo para ver a sus hombres recargar sus armas. Hoseok había guardado la suya en su traje, pero ahora, la sacó con manos temblorosas, viendo a Amelie sostener también un arma entre sus pequeñas y delicadas manos.

Allez dans la cabine, Mademoiselle Francisci et Omega Min! —gritó uno de los guardias de Amelie, y la mujer le agarró la mano a Hoseok para tirar de él.

Ambos bajaron al camarote, con las cabezas gachas para evitar que alguna de las balas les llegara. Amelie sólo le repetía disculpas, viéndose pálida y ahora sí asustada, y Hoseok adivinó que no debía haberse esperado ese ataque. Aquello sólo provocó que sus nervios no hicieran más que crecer.

La situación se tornó más desastrosa sólo cuando el yate comenzó a hacer movimientos bruscos, enviándolos de un lado hacia otro entre gritos ahogados. Más y más disparos, y de pronto, con una violenta sacudida que los mandó al suelo (Hoseok alcanzó a agarrar a Amelie para que no cayera tan mal), el vehículo se detuvo.

Merde —jadeó Amelie, pues los disparos no hicieron más que aumentar.

Hoseok miró a su alrededor, como esperando ver una salida, pero encontrándose con que estaban encerrados. Sólo había un armario y un baño pequeño con una ventana enana, por lo que no había escapatoria. Así que, sin pensarlo demasiado, guardó el arma y agarró un extintor pequeño que había en la pared.

Escóndete —exclamó Amelie al verlo—, ellos me quieren a mí, si no te ven...

Titubeó, con el ofrecimiento volviendo loco a su corazón. Era probable que pasara, claro, podía meterse en el armario y quedarse callado... Al menos, hasta que olieran sus feromonas de terror. Lo iban a descubrir y lo más probable es que lo violaran.

El peso de esa idea hizo que sus manos se apretaran alrededor del extintor.

No hagas ruido —le siseó, y tan veloz como aparecieron, ahora los disparos desaparecieron. El motor de una lancha al lado del yate se hizo más fuerte—, atráelos.

Amelie entendió y cargó su pistola. Hoseok se pegó a la pared, sosteniendo con fuerza el objeto entre sus manos, y cuando sintió los pasos bajando por la escalera, contuvo la respiración.

Mademoiselle Francisci, s'il vous plaît, ne faites rien de stupide —dijo una grave voz. No era la del club, reconoció Hoseok, sino otra—. Nous voulons simplement la ramener saine et sauve à notre patron.

Bajaron. Eran un hombre y una mujer, alfas, enormes, que miraban a Amelie. La mujer tenía su pistola presionada contra su garganta.

Si vous faites un pas, je vous promets de me tirer dessus, bande de cons! —amenazó la omega con voz dura, salvaje y decidida.

Hoseok no tenía ni idea de qué fue lo que dijo, aunque pudo imaginárselo. De cualquier forma, no iba a averiguarlo si Amelie cumpliría la amenaza: con toda la fuerza que pudo reunir, dejó caer el extintor a la alfa más cercana a él. Resonó un horrible crack antes de que la mujer cayera al suelo de manera estrepitosa, y el otro se dio vuelta, levantando su arma. Sin embargo, resonó un nuevo disparo proveniente del arma de Amelie, pues la movió con rapidez para matar al hombre. La sangre salpicó a Hoseok, pero no tuvo tiempo para sentir asco.

Des garces audacieuses! —exclamó alguien más, y un golpe cayó en la cabeza de Hoseok también, que lo hizo tambalearse.

Amelie disparó, pero la otra alfa fue más rápida y agarró a Hoseok antes de que cayera al suelo.

Arrêtez ou je tue cette salope! —gritó la mujer, apuntando su arma a la cabeza de Hoseok. Amelie se detuvo, con la mandíbula apretada—. Posez votre arme, Mademoiselle Francisci, maintenant.

Hoseok observó, a través de sus ojos nublados, a Amelie bajar el arma. El omega jadeó por el agarre en su cuello, casi asfixiándolo, y su alma cayó a sus pies cuando un cuarto alfa bajó, gruñendo al ver los cuerpos en el suelo. La que lo sostenía lo tiró a la pequeña cama, mientras que el nuevo iba hacia Amelie para agarrarla de la muñeca con ferocidad y tirar de ella hacia arriba.

Cet oméga doit être en sécurité avec moi! —gritó Amelie, luchando para detener el tirón, y apunto a Hoseok—. Il est important.

Important? —se rió la alfa que tenía agarrado a Hoseok, y para completo horror del omega, la vio llevar una mano hacia sus pantalones—. Tout ce que je vois ici, c'est une pute que je baiserai jusqu'à ce que son trou du cul soit déchiré.

Amelie gritó, pero poco pudo hacer cuando la sacaron a rastras. Hoseok comenzó a luchar y forcejear cuando la alfa se metió entre sus piernas, agarrándole el pantalón y siseándole con lascivia. Los ojos de la mujer estaban completamente oscurecidos, con una sonrisa sucia en su rostro.

J'ai toujours voulu baiser une salope asiatique —se rió la alfa.

Hoseok trató de seguir luchando, no obstante, el agarre en su cuello se hizo más fuerte, hasta el punto de ver puntos negros en su visión. Sus extremidades quedaron como peso muerto y lloriqueó al sentir cómo deslizaba sus pantalones hacia abajo. La alfa dejó de asfixiarla por unos segundos en los que tosió y, como si un rayo de luz iluminara su oscura cabeza, recordó algo. Algo más.

Ni siquiera lo pensó. Mientras la alfa se bajaba sus pantalones, Hoseok metió sus manos en su traje y, con una firmeza que no creía posible, sacó el arma. Ni siquiera alcanzó a cerrar los ojos en el instante en que disparó, con la alfa apenas alcanzando a gritar por la sorpresa: su cuerpo fue peso muerto al instante, pues el disparo llegó en su ojo. La sangre volvió a salpicarle.

Se puso de pie entre jadeos, con la adrenalina haciendo mella en su cuerpo. Se subió los pantalones y disparó nuevamente cuando alguien comenzó a bajar las escaleras, logrando que el alfa desconocido cayera con un grito de dolor debido a la bala llegando a su pierna.

Diecisiete tiros. Yoongi le dijo que esa era la capacidad del arma. Le quedaban quince. Catorce, en realidad, pues remató al alfa al que recién disparó.

No sabía de dónde sacó la valentía repentina para ir en busca de Amelie, sin pensarlo demasiado, sólo aferrándose al arma en sus manos. Tomó una respiración profunda, sabiendo que probablemente le iban a matar a tiros una vez subiera. Lo iban a convertir en un coladero, era lo más seguro, y tener un pensamiento así, en la situación en la que se encontraba, provocó una risa ahogada.

Yoongi iba a enfurecerse cuando pillaran su cuerpo...

Se sobresaltó al escuchar una lluvia de nuevos disparos, seguido de también nuevos gritos en francés. Hoseok dudó ahora si subir, pues un nuevo motor de una lancha apareció, y la valentía desapareció en un santiamén. Qué desastre.

No tuvo que esperar demasiado. Pronto los disparos fueron desapareciendo, poco a poco, y Hoseok retrocedió, casi hasta al baño, con los nuevos pasos en la superficie. Al menos, hasta que...

—¿Hoba?

El susurro suave y grave (que dicotomía, pensó después) de Yoongi lo activó enseguida: cruzó el camarote a tropezones, prácticamente pisando los cuerpos en el suelo, y al mirar hacia arriba, a las escaleras, vio la expresión aliviada de Yoongi. No dudó en subir velozmente.

—Yoon...

Yoongi lo atrapó cuando tropezó otra vez, casi cayendo, y lo apretó contra él. El alfa tenía el rostro con manchas de sangre, aunque parecía ileso; sin embargo, una mirada de horror estaba en su rostro al observarlo.

—¿Estás herido? —preguntó de inmediato, alejándolo sólo para verlo—. ¡Estás cubierto de sangre! ¿Dónde estás...?

—No es mía —jadeó Hoseok, volviendo a abrazarlo, hundiendo su cabeza en el pecho de Yoongi y con el aroma envolviéndolo—. No es mía, yo estoy bien. No es mía, amor...

Yoongi lo estrechó con fuerza, gruñendo con alivio y posesión, besándole entre los cabellos sucios. Hoseok, allí, en sus brazos, se sentía en el lugar más seguro del mundo, y ese hecho, esa realidad, lo hizo estallar en repentino llanto. El cansancio, estrés, alivio y terror se mezclaron para derramar lágrimas de angustia y consuelo.

—Shhh —susurró Yoongi—, estás bien, amor, estamos bien. Te tengo y nadie más te hará daño.

—Pe-pensé... Creí... —sollozó Hoseok.

—Tranquilo, bebé, Alfa está aquí para ti.

Lloró unos minutos más, sólo dejándose abrazar y consolar, hasta que se alejó. Yoongi lo miraba con gesto lleno de amor, y el omega deseó poder quedarse en ese sitio para siempre, sin que nadie le alejara de su amor.

Jungkook apareció cargando una manta para el omega. El beta se veía tranquilo, a pesar de que tenía el labio roto y un moretón bajo el ojo. Hoseok recién reparó en el frío que hacía, y Yoongi lo envolvió con preocupación. Sólo recién miró a su alrededor.

Amelie estaba siendo revisada por un médico, con Paola a su lado. Vio a Taepyung y Hwitaek sacar a Matthew y Namjoon del río, empapados y con heridas en sus hombros, aunque por lo demás, ileso. Desvió su vista al reconocer el cuerpo de Hyunjoong a metros de él.

—Dohyeok y Hyunjoong están muertos —dijo Jungkook, informándole a Yoongi con pesar—. Haré los trámites para enviarlos a Corea lo antes posible, señor Min.

—Bien —Yoongi asintió con cansancio—, comunícate con sus familias y diles que yo me encargaré de ellos por los servicios que ambos me dieron. Habla con Taehyung también, y dile que me envié a tres nuevos hombres de inmediato.

—Claro, señor Min.

Hoseok tembló y Yoongi pasó un brazo por sus hombros, atrayéndolo y besándole en la frente.

Perfume Amado de Min-Nim.

La grave voz de Paola lo hizo levantar la vista. Hoseok se encontró con la mirada de la mujer, que le veía con respeto.

—¿Mère Francisci? —barboteó, confundido.

Mi Amelie me ha contado que le has protegido —dijo Paola solemnemente, y se arrodilló ante él, agarrándole la mano para besársela—, muchas gracias por tu valentía e intrepidez. Te estaré eternamente agradecida por cuidar de ella, incluso por encima de tu vida.

Hoseok se congeló, sin saber cómo actuar ante los agradecimientos honestos de la mujer. En especial porque... porque...

Debía ser la segunda alfa en su vida que le decía palabras tan hermosas y dedicadas. El primero, por supuesto, era Yoongi, que estaba a su lado con una sonrisa de orgullo.

Hice... hice lo necesario, Mère Francisci —tartamudeó Hoseok—, no fue nada...

¿Nada? —exclamó ella—. Mataste a tres alfas, Perfume Amado de Min-Nim.

—¿Tres? —Yoongi se veía francamente sorprendido, enarcando una ceja—. ¿Tú solo, Hoba?

—Yo solo —admitió Hoseok, y quiso sentirse culpable, triste, asqueado de sí mismo. Pero no hubo esos sentimientos (aunque tampoco orgullo). Sólo hizo lo necesario, ¿no es así?

Lamento todo lo que ha ocurrido —siguió hablando Paola, ahora poniéndose de pie—, y buscaré la forma para recompensar y agradecerte, Perfume Amado de...

Pu-puede decirme Hoseok —dijo Hoseok con timidez.

Pensó que Paola aceptaría, sin embargo, la mujer negó con una sonrisa en su rostro.

No puedo faltarle el respeto así al omega de Min-Nim —explicó ella, y le dijo algo a Yoongi en francés antes de hablarle una última vez—. Nos veremos mañana, Perfume Amado de Min-Nim.

Hoseok se despidió con un hilo de voz, haciéndole un gesto a Amelie, que le devolvió una sonrisa agotada.

El regreso al hotel se sintió como un sueño: apenas recordaba algo del camino, acurrucado contra Yoongi y sólo llenándose de su aroma, casi como si quisiera anidar. Probablemente se quedó dormido, pues cerró los ojos cuando estaban en el auto, y volvió en sí al sentir el agua caliente en su cuerpo. Yoongi lo... lo había metido en la tina.

—Sé que quieres dormir —le dijo el alfa al darse cuenta de su mirada desorientada—, pero estás lleno de sangre, amor.

—Sí —murmuró Hoseok—, me... me salpicó cuando maté a la mujer. Ella no se dio cuenta hasta que le pegué con el extintor.

Pensó que la mirada de Yoongi cambiaría: se llenaría de asco, de desprecio, y lo rechazaría. Le llamaría monstruo.

Sabía que era estúpido pensarlo, no obstante, no pudo evitarlo.

Sin embargo, la expresión del alfa se mantuvo igual: firme, seria, decidida.

—Amelie le disparó al otro, pero no vimos que atrás iba bajando otra alfa. Me agarró a mí y... y creo que Amelie quiso protegerme...

—Lo hizo —afirmó Yoongi, limpiándole las mejillas con suavidad—, dijo que eras su acompañante, que eras importante.

—Pero esa alfa no le creyó —Hoseok hizo un mohín—. Me... me agarró para violarme, lo iba a hacer, estaba a punto de hacerlo, pero recordé el arma, todo lo que me dijiste y... y no lo pensé, yo...

—Hiciste lo necesario —dijo Yoongi con seriedad—, lo necesario para salvarte, Hoba. Y estoy orgulloso de ti —se inclinó y le besó en la boca: dulce, suave, lento. Hoseok se inundó de él—. Cada vez me llenas más de orgullo.

—¿De verdad? —susurró Hoseok, besándole otra vez sólo para tener consuelo.

—Claro —Yoongi habló contra su boca, mirándole a los ojos—, ya eres todo un Omega Min, bebé.

En otro contexto, en otra situación, oír tales palabras lo habrían enfurecido, hecho reaccionar. Ahora, por el contrario, sólo provocaron que el orgullo fluyera por sus venas y decidió aceptarlas en ese momento, sólo en ese instante, y dejar que Yoongi lo sostuviera, haciéndole feliz a pesar de todo.

¡gracias por leer!

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