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Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

Capítulo auspiciado por BySu_583, gracias por la confianza, la paciencia y las conversaciones uwu

... A él no le importa que tenga una vida miserable,

de hecho, dice que cree que es lo que más le gusta de mí...

Escuchó su teléfono sonar, pero Yoongi no lo tomó en cuenta, sabiendo que Jungkook se haría cargo de ello. Ahora, tenía un asunto importante que resolver, que era golpear al cretino frente a él hasta reventarle un ojo o romperle la nariz, lo que fuera primero.

—Escúchame, Kwang —le dijo luego de golpearlo con su puño, la sangre salpicando en sus guantes negros y parte de su traje—, te lo preguntaré una última vez, y como no me respondas, voy a sacar mi pistola, metértela por el culo y dispararte —el tipo gimoteó, su rostro siendo una masa ensangrentada y poco reconocible—. ¿Dónde mierda está el cargamento de cocaína que tuvo que llegar la semana pasada?

Kwang Chinhae trató de hablar, pero al abrir la boca, pareció atragantarse con su propia sangre y sólo barboteó, como si se estuviera ahogando. Yoongi hizo una mueca de asco.

—... Po... Policía... —barboteó Chinhae, que había sido, hasta ese momento, uno de sus encargados en el puerto de recibir la droga y que pasara por aduanas sin problema alguno.

—La policía —repitió Yoongi, enfureciéndose más por lo que significaba—, ¿me estás diciendo que la policía se apropió de mi cargamento? ¿La misma policía que tengo comprada?

Chinhae sollozó, aunque no consiguió que Yoongi sintiera un poco de compasión por la visión del hombre destrozado. Él no tenía ese tipo de emociones en sus negocios, y menos por todos los problemas que tuvo los últimos días.

De Japón le habían enviado un cargamento de cocaína y que ya debería estar en sus manos. No obstante, recibió la noticia de Chinhae de que las cajas no llegaron, y desde entonces, ese imbécil había desaparecido de la faz de la tierra, por lo que Yoongi supo enseguida que Kwang estaba involucrado en el asunto. No le costó nada encontrarlo, considerando que tenía ratas y pajaritos por todo Seúl que le contaban todo lo que pasaba allí.

—E-ellos querían más... —trató de explicar Chinhae—, más dinero, me ofrecieron...

—Ya veo —Yoongi hizo un mohín—, te ofrecieron dinero, mucho dinero, para que les dieras mi cocaína, y tú creíste que te ibas a librar de las consecuencias —le escupió antes de golpearlo con otro puñetazo, y escuchó el hueso de la nariz rompiéndose, seguido del grito de Chinhae—. ¿Qué policías están involucrados?

Entre nuevo llanto nasal, Chinhae recitó cinco nombres. Chinhae le prometió que no había más información, que era todo lo que él sabía, y Yoongi sentía que la rabia sólo aumentaba por esos idiotas que creyeron que podrían burlarse de él. Como castigo, le cortó los cinco dedos de la mano izquierda a Chinhae, y luego ordenó que lanzaran su cuerpo al río Han. Si sobrevivía, le perdonarían la vida, y si no... Bueno, Yoongi no tendría que preocuparse por él.

Mientras retiraban el cuerpo ensangrentado, Yoongi comenzó a quitarse los guantes, entregándoselos a Jimin. Jungkook apareció antes de que pudiera preguntar por él.

—Es Haneul, señor Min —dijo Jungkook, entregándole el teléfono—, mencionó que es privado e importante.

—Haneul —habló Yoongi de inmediato, al llevarse el móvil a la oreja—, dije que no quería interrupciones, estoy muy ocupado.

—Lo sé, señor Min, y le pido perdón —dijo su mayordomo con tranquilidad—, pero Omega Min ha entrado en celo hace poco.

Yoongi miró la hora: las ocho de la noche. Recordaba haber dejado a Hoseok durmiendo en la cama en la mañana, con el omega acurrucado entre las sábanas. Su aroma era ligeramente dulzón, recordaba, pero no lo había asociado al celo, a pesar de que sabía que sería pronto.

Le pidió un cigarrillo a Jungkook, que se lo encendió de inmediato.

—¿Por qué Hoseok no me ha llamado? —preguntó Yoongi, algo irritado.

—Dijo que usted le pidió que no lo molestara hoy —explicó Haneul.

Sí, se lo dijo antes de marcharse. Yoongi se inclinó a besarle en la frente y Hoseok ronroneó, murmurando algo de que mejor se quedara en la cama y se lo follara. Yoongi le dijo que era imposible y que estaría muy ocupado, así que no lo llamara. Hoseok sólo resopló antes de volver a dormir.

Otra calada al cigarrillo.

—Puedo comprar supresores —habló Haneul ante el silencio de Yoongi—, Omega Min está tranquilo, en general. Ha anidado.

El celo de Hoseok serían, como mínimo, tres días. Sabía que si iba a verlo de inmediato, no abandonaría el cuarto ya que Hoseok era demandante en ese estado, dependiente y necesitado. El problema era que el asunto con la policía no podía esperar, pues aquellos imbéciles podían desaparecer si no atendía el asunto con urgencia. Pronto se enterarían de que Chinhae cayó, y allí huirían como ratas en una alcantarilla.

—No, no le compres nada —contestó Yoongi—, no le hace bien que reprima el celo. Trataré de estar mañana por la mañana, déjalo tranquilo.

—Bien, señor Min —una pausa ligera—, pero, sólo en caso de que no llegue mañana por la mañana...

—Si no estoy a mediodía en casa, entonces cómprale un supresor —concedió Yoongi.

—Ningún problema, señor Min. Le enviaré un mensaje en caso de cualquier situación.

—Llama y si Jungkook atiende, dile a él —una mirada a su asistente—, él me lo comunicará.

Haneul asintió y se despidió. Yoongi cortó la llamada, más molesto, irritado y enfurecido que antes. Miró a Jungkook sombríamente.

—Necesito la información de estos cinco hombres en menos de media hora —le gruñó, y Jungkook asintió sin cambiar su gesto—. Y algo de alcohol, voy a estar despierto toda la noche solucionando esta mierda.

Hoseok despertó con un gemido ahogado, empujando las sábanas lejos de la cama cuando la ola de calor lo recorrió. Soltó un resoplido tembloroso, lloriqueando al darse cuenta de que pasó a derrumbar parte de su nido por su acción, y se volteó para buscar el cuerpo de Yoongi y así acurrucarse contra él.

No estaba. No estaba.

Gimoteó otra vez, ahora con pánico y terror. ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba Alfa? Debería estar ahí, con él, ayudándolo, atendiéndolo, haciéndolo sentir mejor.

Llevó su mano derecha hacia su marca, sintiendo el ardor allí, y presionando como si fuera un botón, un extraño botón que le ayudaría a avisarle a Yoongi que lo necesitaba. No obstante, al otro lado del lazo, sólo sintió silencio y se revolvió en la cama. Los cojines que acomodó cuidadosamente cayeron al suelo y su desesperación no hizo más que aumentar.

El reloj digital sobre el velador de Yoongi mostraba la hora: las cuatro de la mañana.

—Alfa —llamó, arrastrándose fuera de la cama. Sus piernas estaban débiles, como gelatina, y cayó al suelo de rodillas—, Alfa...

La puerta fue abierta y sus esperanzas de ver aparecer a Yoongi se derrumbaron cuando entró Haneul con gesto preocupado. El viejo mayordomo fue a ayudarlo, pero Hoseok rompió en llanto por el miedo y la ola de calor que sacudió su cuerpo.

—Omega Min —dijo Haneul, acostándolo en la cama con cuidado—, su nido...

—Alfa —repitió, parecía ser lo único capaz de decir—. Alfa, Alfa...

—El señor Min está ocupado —explicó Haneul, y los labios de Hoseok temblaron ante el nuevo llanto—, vendrá en un par de horas, no se preocupe. Por favor, duerma y descanse.

Pero no podía, no podía dormir si Yoongi no estaba. En la primera ola de celo sí, que era cuando armaba su nido y se acurrucaba para dormir, pero después, en la segunda, ya necesitaba a su alfa. Su omega necesitaba el calor, cariños y mimos de un alfa que le protegiera.

—¿Dónde? ¿Dónde? —tartamudeó con más desesperación.

—Está ocupado —repitió Haneul—. Son las cuatro de la mañana, Omega Min, es tarde.

Tarde, sí, demasiado tarde como para que Yoongi estuviera fuera de casa. Debería ya estar allí, ayudándolo en su celo, como dijo que haría. A Yoongi le encantaba pasar sus celos juntos, decía que él se volvía tan adorable y necesitado, y a Hoseok le encantaba ser consentido por su alfa.

Haneul lo cubrió con las sábanas, a pesar de que Hoseok sintiera el sofocante calor recorriendo su cuerpo. Al moverse, percibió el lubricante comenzando a correr por su agujero.

—Puedo ayudarle a armar su nido...

—¡No, no! —chilló Hoseok, más vulnerable ahora. Lógicamente, sabía que Haneul jamás le haría daño o le tocaría de manera indebida, pero en su celo, si no estaba con un alfa sólo se sentiría amenazado y frágil—. ¡M-mío, no... no toques...!

El mayordomo obedeció con parsimonia y Hoseok se estiró a recoger las almohadas, las prendas de ropa, el pijama, cualquier cosa que contuviera el aroma de Yoongi. Se aferró a todo lo que pudo con más desesperación, esperando tener un ancla en medio de la angustia, y Haneul se retiró en silencio, dejándolo solo.

Una vez la puerta fue cerrada, rompió en nuevo llanto. Enterró su rostro en una almohada, la que tenía más aroma a Yoongi, y derramó cientos de lágrimas pensando en que había sido abandonado. Yoongi lo abandonó, lo dejó en su celo. Yoongi no lo quería. Yoongi no lo amaba. ¿Qué podía ser tan importante como para no estar allí, con él, ayudándolo a aguantar aquel insoportable estado?

El terror y pánico empeoraron ante la posibilidad de que Yoongi estuviera con otro omega. Con una omega. Que se hubiera dado cuenta de que él sólo servía para ser su puta, nada más, y prefería ocupar su tiempo en una omega que no le avergonzara.

No. No. Yoongi no podía hacerle eso, no podía... No podía romperle el corazón de tal vil forma, le prometió, le juró, que eso jamás ocurriría, que él era el único, que lo amaba.

Y si lo amaba, ¿dónde estaba?

Lloró con más fuerza, teniendo incluso el pensamiento de salir e ir a buscarlo, pero al final, sólo se quedó allí, acurrucado, hasta que se quedó dormido.

Despertó horas después, cuando el sol ya se colaba por las cortinas. Sentía dolor en su cabeza, empeorado por el calor del celo, además de tener los ojos hinchados y pesados. No obstante, lo peor fue notar que Yoongi todavía no estaba, y miró la hora como hizo en la madrugada: las once y cuarenta y nueve.

La tercera ola de celo lo sacudió y estremeció, con sus extremidades adoloridas y agarrotadas. Al moverse, volvió a romper su nido y el llanto fue casi inmediato, y como hizo horas atrás, salió de la cama sólo para caer al suelo. Se sentía, además, pegajoso gracias al lubricante, provocando una corriente de repulsión en él.

Era una puta, una puta, una puta. Incluso ahora, ¿por qué seguía lubricando? No debería estar húmedo, dilatado, no cuando le dominaba la tristeza y el dolor. No era más que una puta, una zorra, una prostituta cara que lo único que merecía era rechazo, nada menos que eso.

Se puso de pie y, tambaleante, fue hacia la puerta. La abrió de golpe, encontrándose con un pasillo vacío, y apenas importándole que estuviera en pijama, salió a tropezones, tratando de no volver a caer al suelo. Hoseok no era demasiado consciente de lo que ocurría a su alrededor, de los ruidos, sólo necesitaba escapar de allí, buscar consuelo...

Un aroma alfa lo impactó. No era Yoongi. Era... Olía a tabaco, a tabaco amaderado. Hoseok sabía a quién pertenecía ese aroma, así que siguió el rastro, entrando a la biblioteca que Yoongi tenía en casa.

—¿Hoseok?

Levantó la vista y se encontró con la sorprendida mirada de Taehyung. Hoseok inhaló y el aroma alfa se hizo más potente, mientras que el gesto de Taehyung se endurecía.

—Alfa —tartamudeó, dando un paso hacia él y cayendo al suelo. Su llanto se hizo más fuerte por la desesperación—, Alfa, ne-necesito...

—Vuelve a tu cuarto —ordenó Tae con la mandíbula apretada—. ¡Haneul!

Hoseok debía verse patético, a gatas allí, probablemente ensuciando el suelo con su lubricante. Taehyung quizás se compadeció de él, pues al final se le acercó y le agarró de un brazo para levantarlo.

—Suéltalo, Taehyung.

Ahora hubo un estremecimiento en su cuerpo, volteándose para ver a Yoongi, en el pasillo, con gesto sombrío y grave. Sintió a su omega gritando por la felicidad, pero Hoseok estaba confundido, fuera de sí, todavía lloroso y, para peor, húmedo. No podía moverse, estremeciéndose otra vez por el escalofrío que lo recorrió.

Taehyung lo soltó. Hoseok se derrumbó en el suelo, respirando aceleradamente y con los olores alfas golpeándolo. Ahora le llegó el de Yoongi, y su omega volvió a gritar, aunque era incapaz de moverse, no podía, le costaba...

Yoongi fue hacia él y lo levantó, tomándolo en brazos con suavidad, como si fuera una novia. Hoseok lo abrazó por el cuello y hundió su nariz en el hombro del alfa, casi maullando debido a la ola de alegría que lo sacudió.

—Alfa —tarareó, mientras Yoongi lo llevaba al cuarto en silencio—, Alfa, Alfa, Alfa...

Yoongi lo recostó en la cama y fue cuando Hoseok notó que seguía con una expresión de disgusto y enojo contenido. La sonrisa en Hoseok disminuyó.

—Alfa... —gimoteó ahora.

—Otro alfa te tocó —gruñó Yoongi—, llamaste a otro alfa, Hoseok.

—No estabas —Hoseok barboteó con desespero, el olor de Yoongi impactándolo con fuerza—, no... No estabas...

—¿Y eso significa que buscaras a otro alfa?

—¡No! —Hoseok se puso a llorar, sentándose en la cama—. ¡No, no! ¡A ti, te... te buscaba a... a ti! ¡Te... te quería a ti! ¡Tú no... no estabas!

Yoongi le acarició los cabellos, no obstante, Hoseok lo esquivó y manoteó, herido y comenzando a molestarse por su actitud. ¿Por qué le reclamaba, si se suponía que debía estar con él? Yoongi no estuvo en sus primeras horas de celo, ¿y se enojaba por su actuar?

—Hoba...

—¡No! —repitió Hoseok, manoteándolo otra vez—. ¡No! ¡Fu-fuera! —chilló, comenzando a empujarlo lejos de la cama—. ¡Fuera de... de mi nido!

Notó la sorpresa en los ojos de Yoongi, probablemente desconcertado por su arrebato. A Hoseok no le importaba en ese momento, incluso le siseó como un gato erizado en señal de amenaza.

—Vale, perdón, perdón —se disculpó Yoongi, levantando sus manos en señal de paz—, lo siento, sólo perdí... Me puse celoso, Hoba, nada más, ¿bueno?

—Malo —sollozó Hoseok, dándole la espalda y abrazando una almohada—, malo, malo... Me... me de-dejaste...

—Cariño... —Yoongi suspiró—, tenía asuntos que atender, pero ya los resolví. Me quedaré el resto del celo contigo, te lo prometo.

—No —lloró Hoseok—, malo, malo...

Repitió las palabras en voz baja, sintiendo a Yoongi ponerse de pie y comenzando a desvestirse. Hoseok no se giró a mirarlo, sin embargo, estaba con el oído alerta, e incluso se movió para darle espacio y que así se recostara en la cama.

Una vez estuvo seguro de que Yoongi se acostó, Hoseok comenzó a moverse. Recogió almohadas, las mantas, la ropa desparramada, y empezó a apilarlo todo para volver a crear su nido. Sollozaba todavía, sin dejar de murmurar y acusar a Yoongi, y Yoongi simplemente se quedó en silencio, sin protestar. Pasaron cerca de diez minutos hasta que Hoseok se sintió satisfecho por su nido, cubriéndose con una sábana para, al final, abrazar a Yoongi y oler su cuello, allí donde su aroma se acumulaba.

—Alfa —masculló, y ronroneó cuando Yoongi le rodeó la cintura con un brazo, acercándolo.

—Soy un idiota contigo —le murmuró Yoongi—, ¿puedes perdonar a este estúpido?

—Sí, sí —a Hoseok ahora no le importaba nada, ni siquiera que Yoongi hubiera llegado tarde, lo único que le interesaba era que no se marchara otra vez. Yoongi debía quedarse allí el resto del celo, o iba a enloquecer. Incluso volvió a olisquearlo, como si así se asegurara de que no hubiera rastro de otra omega en su piel—, mío, mío...

—Sí, tuyo —afirmó Yoongi, y sonaba cansado, agotado. Hoseok lamió sus labios sólo para besarle en el cuello—. Te pertenezco siempre, Hoba —fue lo último que escuchó antes de quedar dormido.

Horas más tarde, despertó jadeando, sus manos de inmediato buscando el cuerpo de Yoongi para subirse en él. Sin embargo, no lo encontró y se removió con desesperación hasta que escuchó la grave voz del alfa a pasos de él.

—¿... dejar la cocaína en un lugar seguro...? —Hoseok lo observó pasear por toda la habitación, con el teléfono en mano, vistiendo nada más que la ropa interior y una bata negra. Se miró a sí mismo, notando que también estaba en ropa interior, sin pijama—. ¿Congelaron las cuentas de esos bastardos? Quiero todo el dinero que tengan de regreso, y a las familias de esos imbéciles...

—Alfa —llamó con disgusto por verlo lejos de él. No correspondía. No debía ser así. Alfa debería estar en la cama, con él, abrazándolo y acariciándole los cabellos, haciéndolo sentir como un buen cachorro. Hoseok quería ser el buen cachorro de Alfa—. ¡Alfa, Alfa!

—Hoba, espera... —habló Yoongi con un gruñido bajo.

—¡No! ¡No! —Hoseok, sin pensarlo demasiado, inducido por el celo y la necesidad, agarró una almohada y se la lanzó a Yoongi. Ya fuera por la sorpresa de la acción, Yoongi no pareció reaccionar a tiempo y el objeto golpeó su cara atónita—. ¡Tú... malo! ¡Alfa malo!

—Te llamaré cuando me desocupe, Taehyung —gruñó Yoongi, y cortó la llamada—. Hoseok.

—Alfa —Hoseok simplemente se movió, empujando la ropa interior hacia abajo para quedar completamente desnudo—, tómame, tómame.

Yoongi volvió a gruñir, desabrochándose la bata y echándola al suelo. Hoseok separó las piernas, mostrando su polla endurecida y húmeda, junto con su agujero dilatado y también mojado, y Yoongi se subió a la cama. Hoseok podía notar el bulto en su ropa interior, pero fue lo de menos, cuando Yoongi le agarró de los tobillos para comenzar a besarle la piel de las piernas, subiendo, subiendo, subiendo...

—Mmmmmmhn...

Se empapó más gracias a los besos, chupetones, lamidas y mordidas en sus muslos, sintiendo cómo las sábanas quedaron empapadas en su propio lubricante. Echó su cabeza hacia atrás, su mano enredándose en los oscuros cabellos de Yoongi, y moviendo las caderas cuando Yoongi sólo siguió subiendo y envolvió la polla de Hoseok con su boca.

—Sí, sí —jadeaba Hoseok, acelerando las embestidas con desesperación por el primer orgasmo construyéndose en su cuerpo. Eso era lo que necesitaba, lo que más quería: alcanzar el éxtasis por la mano (o boca, mejor dicho) de su alfa—, más, más...

Yoongi se lo dio, por supuesto. Se lo comió sin descanso alguno y aprovechó para meterle un par de dedos en su dilatado ano, que los succionó con cada nueva embestida. Hoseok se corrió en la boca de Yoongi, arqueando su espalda entre gritos mientras Yoongi sólo se tragaba su esencia y le seguía golpeando la próstata para extender lo más posible el orgasmo.

El alfa terminó su felación dejándole un dulce beso en la polla, antes de ir a su ombligo para besarle. No le quitó los dedos del agujero, comenzando a moverlos otra vez cuando decidió ahora lamer sus sensibles y erectos pezones.

Le hizo tener dos orgasmos más así, sólo besándolo o chupando en sus zonas erógenas (siguió con el cuello y los lóbulos de sus orejas) y los dedos metidos en su ano, incluyendo pronto un tercero y cuarto. Hoseok terminó con la cabeza absolutamente en blanco, fuera de sí y el cuerpo tembloroso, ya rindiéndose por completo a su celo.

—Más —sollozó, recibiendo un beso desordenado y posesivo. Yoongi quitó los dedos de su agujero, empapados en sus fluidos, y abrió la boca para lamerlos.

—¿Más? —Yoongi tenía la voz ronca, los ojos oscurecidos—. ¿Mi dulce y sucio omega está tan desesperado?

Hoseok no pudo hablar, no sólo por los dedos entre sus labios, sino también porque se sentía incapaz de hilar más palabras. Lo único que hizo fue derramar lágrimas de deseo, volviendo a endurecerse gracias al celo. Yoongi lo notó y sonrió, acomodándose entre sus piernas.

Lo tomó, por supuesto. Hoseok abrazó a Yoongi por el cuello y tomó dos nudos, con la polla del alfa enterrada en su culo, profundamente y con su base hinchada para impedir que el semen se derramara fuera. Hoseok cayó dormido con el segundo nudo, aferrado a Yoongi para que no volviera a separarse de él.

No lo hizo. Al despertar, horas después, todavía Yoongi estaba en él. Hoseok se movió para montarlo, jadeando y gimiendo, sintiendo las grandes manos del alfa amasando sus nalgas. A Hoseok le gustaba hacerlo mucho en el celo, por lo que no fue una sorpresa que, al día siguiente, volviera a tomarlo así.

Por lo normal, en esa etapa del celo, sólo hablaba a través de gruñidos y gemidos, sus expresiones faciales siendo suficiente para interpretar el mensaje. Hoseok era más instinto y primitivo, necesitando a su alfa de cualquier forma, y si algo no le gustaba, lo hacía saber con un gruñido de disgusto y el ceño fruncido.

Pasó así la primera vez que estuvo en su celo, cuando Yoongi quiso tomarlo en cuatro. Agarró a Hoseok de las caderas para levantarle el culo, pero el omega se tensó y emitió un gruñido profundo, mostrando sus colmillos y mirándolo con angustia.

—¿No? —jadeó Yoongi con suavidad—. ¿De esa forma no, bebé? ¿Cómo, entonces?

Hoseok se movió para que lo tomara de lado, y así lo hizo. Después, cuando el celo pasó, Yoongi le preguntó a Hoseok el motivo de su reacción, pero Hoseok lo desestimó con un movimiento de mano.

—Me gusta de perrito, no te preocupes —afirmó Hoseok con una sonrisa bromista, pero Yoongi sólo lo miró fijamente hasta que volvió a hablar—. El celo es... Es importante para un omega. Para cualquier omega. En esa posición... —una expresión de incomodidad—, puede que para otras omegas no sea así, pero para mí, en mi celo, se siente como si fuera sólo una puta. Que lo soy —se apresuró en aclarar antes de que Yoongi pudiera hablar—, pero en el celo no quiero sentirme así y...

—Está bien, lo entiendo —dijo Yoongi, porque era verdad. Lo entendía. Así que se aseguró de nunca más agarrar a Hoseok así en el celo.

Por lo mismo, Yoongi estaba acostumbrado a los gruñidos de Hoseok, a los jadeos de aprobación, a las sonrisas satisfechas y ronroneos de felicidad y comodidad. No le escuchaba hablar hasta casi el final, cuando ya volvía un poco en sus sentidos. No obstante, no pudo evitar su sorpresa al oír los susurros en el momento en que Hoseok comenzó a acelerar para obtener un nuevo orgasmo.

—... muerde, muerde, muerde... —jadeaba Hoseok, y Yoongi gruñó. Hoseok lo miró bruscamente, con ojos llorosos y la boca entreabierta, y le mostró el cuello—. ¡Márcame, márcame!

Yoongi mostró sus colmillos. Por un instante, un breve instante, perdió la razón y sentido, e incluso tiró de Hoseok, sus dientes rozando la piel del omega. Hoseok gritó otra vez, las mismas palabras (márcame, márcame) como si fuera un rezo, y sus dientes se posaron en la casi desaparecida marca temporal que le hizo. Su alfa rugió por la necesidad de enterrar los dientes.

No te la daré, si no la quieres realmente, entonces no te la daré.

En un movimiento rápido y veloz, Yoongi se movió para morderle el hombro. Hoseok chilló por el dolor, corriéndose con el cuerpo tenso, mientras Yoongi sentía el sabor de la sangre pues fue una mordedura fuerte. Tan fuerte que Hoseok le golpeó en el brazo derecho con debilidad, varias veces, en señal de que no, no estaba bien, no era lo que quería.

A pesar de estar anudando en él, al separarse y observar la herida, Yoongi sintió poca satisfacción. Empeoró al recibir un nuevo golpe en el hombro, con Hoseok rompiendo en llanto por el rechazo del alfa. Había dejado de hablar, sólo lloraba y lloraba sin control, mirándolo con sus grandes ojos llenos de una gran pena y dolor.

—No quería herirte —le dijo Yoongi, limpiándole la sangre de la herida con uno de los pañuelos desechables sobre el velador. Fueron sus primeras palabras luego de largos minutos tensos, con Hoseok todavía llorando entre gimoteos—, perdóname, amor...

Un nuevo sollozo, como si Hoseok no lo comprendiera. Probablemente no lo hacía y sólo pensaba en que fue rechazado, no fue complacido, su alfa lo odiaba.

—No quieres mi marca —le trató de explicar Yoongi, limpiándole las mejillas húmedas, pero Hoseok seguía derramando lágrimas sin control alguno—, me lo dijiste.

Hoseok sacudió la cabeza, negándole tales palabras. Abrió la boca como si quisiera hablar, pero sólo salieron más sollozos entrecortados.

—Me encantaría darte mi marca —aseguró Yoongi, abrazándolo ahora para consolarlo—, porque te amo. Te amo, Hoseok.

Hoseok dejó de sollozar. Yoongi le acarició los cabellos, esperando haberlo tranquilizado... Hasta que escuchó nuevos susurros débiles.

—Te... amo... —barboteaba Hoseok—, te... amo... te... amo...

Yoongi se congeló. Hoseok levantó la cabeza, mirándolo con las mejillas coloradas, los ojos brillantes, una sonrisa tirando de sus labios. Entonces, Yoongi tuvo un pensamiento extraño y fugaz: qué hermoso se veía Hoseok en ese momento, a pesar de que seguía un poco lloroso. Estaba... tan hermoso que su corazón se hinchó de amor.

—Te amo —tarareó Hoseok, más seguido ahora—, te amo, te amo, te amo —lo abrazó por el cuello, sin dejar de repetirlo—, te amo, Alfa...

—¿Me amas? —preguntó Yoongi, y su voz tembló, y se sorprendió porque nunca se había escuchado a sí mismo con tanta debilidad y temor—. ¿Me amas, Hoba?

—Te amo, te amo —aseguró Hoseok, y frotó su mejilla contra la de Yoongi, como si así pudiera se lo reforzara—, te amo, Yoongi —añadió, y ahora rozó su nariz contra la de Yoongi en un gesto juguetón y satisfecho—, te amo, te amo...

Yoongi lo besó en la boca y Hoseok lo recibió, feliz y orgulloso, ronroneando por lo bien que se sentía. Al alejarse, tiró de él para acurrucarse a su lado, hundiendo su cabeza en el pecho de Yoongi y suspirando con placer.

—No lo recordarás después, ¿cierto? —susurró Yoongi, acariciándole la mejilla. Hoseok lo miró con ojos llenos de sueño, amodorrado—. No te preocupes, yo lo recordaré por los dos.

Hoseok sonrió e hizo un ruido de complacencia, y Yoongi sólo lo abrazó con fuerza, como si así pudiera asegurarse de que Hoseok siempre estuviera en sus brazos y jamás le abandonara.

¿están preparadas para sufrir?

¡gracias por leer!

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