3.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

... y me abraza, me tiene por mi corazón...

Yoongi estaba de tan mal humor que nadie quería molestarlo, así que Hoseok decidió mantenerse en silencio durante la cena en ese lujoso restaurante.

El alfa le había enviado un mensaje a mediodía, diciéndole que se juntaran allí para comer y que se pusiera algo bonito. Hoseok esperaba obtener alguna recompensa con esa salida, quizás una nueva camiseta o algo así, pero desde que llegó notó el humor del alfa. Su cara estaba ensombrecida, sus labios formando un rictus molesto, y apenas le dijo algo cuando llegó.

Normalmente, Yoongi le decía que se veía bonito, aun cuando no pusiera mucha energía en su aspecto. Si se esforzaba, como hizo esa vez, Yoongi le sonreía y le decía que se veía deslumbrante y sexy. Ahora apenas le dirigió una mirada.

De seguro le fue mal en un negocio o surgió algún obstáculo en su enorme red de tráfico. Por lo que sabía Hoseok, Yoongi tenía contactos con la mayoría de los países asiáticos y estaba entrando al mercado norteamericano. Hoseok se imaginaba que no era algo sencillo.

Para su fortuna, el alfa tenía una sala reservada para su cena, donde sólo podían entrar las personas solicitadas, así que no había gente mirando el aspecto aterrador de Yoongi. Además de que nadie miraba feo a Hoseok por estar allí. Hoseok ya se había acostumbrado a ese tipo de miradas, pero si podía ahorrárselas, mucho mejor para él.

―Yoon, ¿estás bien? ―preguntó, tratando de poner un tono suave para no enfadarlo más.

―Un montón de mierda ―gruñó el alfa―, no quiero preocuparte por eso, precioso.

Hoseok permaneció en silencio, porque Yoongi tenía algo de razón en ese sentido: mientras menos supiera el omega, era mejor para él. El mayor no solía hablarle sobre sus negocios en particular, sólo a grandes rasgos para no involucrarlo, no luego de lo que ocurrió unos meses después que Hoseok se fuera a vivir al hogar de Yoongi.

A él no le gustaba recordar ese episodio, porque fue un trauma. Hoseok llevaba sólo tres meses allí, ya medio acostumbrado a ese nuevo estilo de vida, y aprovechando que Yoongi estaba en uno de sus trabajos, salió a comprarse cosas para pasar el tiempo. Iba sin compañía alguna y eso bastó para que unos malditos imbéciles casi lo atropellaran y subieran a una camioneta negra, donde cubrieron su rostro con un saco negro, atando sus manos.

Hoseok trató de mantener la calma, aunque el pánico crecía y crecía en su interior. Ya se daba por muerto, ¿cómo no? Por lo poco que escuchaba, estaban hablando de Min y el trato que podrían hacer ahora que le tenían a él, pero Hoseok iba a llorar por la histeria. ¿Cómo esos idiotas podían creer que Yoongi haría algo por él? ¡Era una puta!

No supo cuánto tiempo estuvo en esa camioneta, que se detenía por momentos, pero en un punto lo bajaron y empujaron hacia un bodegón, donde lo sentaron y ataron a una silla. Hoseok empezó a balbucear y rogar, pero esas personas −alfas y betas, pudo reconocer− lo golpearon a pesar de sus súplicas. Santo Dios, estaba más que muerto, literalmente. Incluso les dijo que le soltaran, que él no valía nada, que Min jamás lo iría a buscar porque él sólo le complacía sexualmente, pero eso pareció enojarlos más, porque volvieron a golpearlo e incluso amenazaron con violarlo.

Pasó una eternidad hasta que lo movieron otra vez, adolorido y sangrante, y lo sacaron al exterior con otro saco negro en la cabeza. Una ráfaga de aire fresco lo estremeció y adivinó que ya era de noche, porque él salió con ropa ligera por ser primavera, pero ahora sentía el frío.

―Quiero verlo.

Casi rompió a llorar cuando escuchó la grave voz de Yoongi, algo lejana a él, pero lo suficientemente cercana como para saber que estaba allí. Entonces le quitaron el saco y trató de acostumbrarse a la poca luz, porque ya era de noche.

A varios metros de él, estaba Yoongi con su traje negro, su mirada llena de furia puesta en el omega, tanto que pensó que se enojó con él y sólo fue para dejarlo morir.

―Le hicieron daño ―gruñó Yoongi, con la mandíbula apretada. Tenía las manos en sus bolsillos, con su rostro despejado y esos ojos brillando por la rabia.

Pudo sentir a sus captores removerse por los nervios.

―No dejaba de llorar ―se defendió el que le sostenía―, y debería agradecer que no lo follamos, se la pasaba murmurando que él era sólo una puta y no era importante.

―Es mío ―espetó Yoongi, sin moverse, e inclinó la cabeza hacia la izquierda―, puta o no, me pertenece, y nadie toca lo que es mío.

Hoseok no pudo menos que sobresaltarse cuando resonaron dos disparos y, de pronto, los betas que lo sostenían cayeron al suelo entre gritos. Su primer instinto fue tirarse al suelo, y en definitiva fue lo mejor cuando de pronto resonaron un montón de disparos. Por el miedo y el terror no pudo menos que ponerse a llorar como un bebé, con sangre pegajosa en su cabeza, sintiendo los cuerpos a su alrededor caer, y quiso acurrucarse, hacerse una bolita, sin embargo, no podía por las manos atadas en su espalda.

Cuando los disparos parecieron detenerse, se quedó allí, temblando, y Yoongi tuvo que levantarlo.

―Lo si-siento ―tartamudeó Hoseok, sin saber qué estaba diciendo mientras seguía sollozando. Sabía que debía ser un desastre, pero estaba muy asustado por todo lo que había pasado.

―¿Qué dices? ―preguntó Yoongi, frunciendo el ceño mientras le desataba las manos.

―Por... por esto ―su llanto sólo aumentó, desconsolado―, yo creí que no...

Yoongi suspiró, quitándose el saco de su traje para colocárselo en los hombros antes de empujarlo a caminar. Uno de los hombres del alfa apareció, revisando su arma.

―Señor ―dijo el beta―, Woo sobrevivió, si quiere...

―Llévenlo al sótano ―dijo Yoongi, su tono enfurecido―, haré que ese hijo de perra pague cada golpe que le dio a mi bebé.

―Sí, señor.

Hoseok miró a Yoongi, aturdido por lo que acababa de oír, con sus piernas temblando. Sin embargo, no dijo algo por varios segundos, hasta que fue sentado en el asiento trasero de la limusina de Yoongi, donde estaba el doctor personal del alfa. El hombre le atendió enseguida, revisando su rostro ensangrentado.

―Yoongi ―tartamudeó el omega.

―Está bien, cariño ―suspiró el alfa, sentándose a su lado―, tranquilo, ¿vale? No pasa nada, ahora estás a salvo.

―E-ellos que-querían...

―Mucho dinero, sí ―terminó de decir Yoongi, mientras el auto empezaba a andar―, estaba dispuesto a pagarlo para que te soltaran porque eres mi bebé, pero cambié de opinión al ver cómo te tenían. Esos bastardos se merecían la muerte por haberte tocado ―una pequeña pausa y Yoongi, con parsimonia y una suavidad que ya conocía, le agarró el mentón con cariño―. Lamento haber tardado tanto, prometo que esto nunca más ocurrirá.

Lo único que pudo hacer fue sollozar con más fuerza.

―Quiero irme a casa ―pidió Hoseok, con el rostro adolorido por los golpes―, de-debo... debo verme horrible...

―No ―Yoongi lo observó, feroz―, luces tan hermoso como siempre, Seok. Te compraré lo que quieras, absolutamente cualquier cosa que desees, te la compraré para recompensarte esto.

No mintió: Hoseok pidió un auto nuevo, un jodido Ferrari que costaba una millonada. Yoongi se lo compró sin problema, con una sonrisa complaciente en el rostro, y estrenaron el vehículo follando en el asiento del copiloto, con Hoseok montándolo y fuera de la casa de Yoongi. Todo un bochorno.

Pero a pesar del regalo, Hoseok estuvo muy inseguro acerca de salir otra vez, porque en definitiva no quería que eso volviera a repetirse. Así que Yoongi le consiguió un guardaespaldas, Namjoon, para que le cuidara pues el alfa no quería tampoco que ocurriera eso otra vez.

Así que, por lo mismo, Yoongi evitaba contarle esas cosas, porque si volvían a llevarse a Hoseok, éste realmente no sabría nada y sería, en pocas palabras, inútil para usarlo en su contra.

―Estás muy tenso, sí ―señaló Hoseok, levantando su copa de vino―. No me has hecho ninguna insinuación sexual, es raro viniendo de ti.

Por primera vez, en toda esa cena, Yoongi le sonrió con diversión en su mirada, mostrando sus encías. Hoseok pensaba que tenía una sonrisa muy bonita, a pesar de que no la pusiera tanto. No importaba, en realidad, porque el alfa sonreía de esa forma sólo para él.

―¿Quieres relajarme? ―preguntó Yoongi, sirviéndose más vino en su copa―. No bromeaba cuando te dije que quería preñarte, Hobi.

Hoseok ladeó la cabeza, suspirando al escuchar las palabras de Yoongi. La verdad, el alfa ya estaba tardando demasiado al no insistir ese tema. El menor sabía que lo volvería a sacar a colación en algún momento.

―Yoongi ―respondió él―, obsérvanos un instante, ¿está bien? Observa la manera en la que la gente me mira y luego te mira a ti ―Hoseok alzó su barbilla―. Cuando entramos, conmigo yendo de tu brazo, todos saben que soy tu puta. Que no soy nada más que tu juguete sexual.

A medida que hablaba, los ojos del alfa se iban endureciendo en señal de enojo, pero Hoseok no tenía miedo. En todo ese tiempo, Yoongi jamás le golpeó o abusó de él, aunque bien podía hacerlo y poco podría reclamar el omega.

―Y eso está bien ―continuó Hoseok―, porque es lo que soy, lo sé desde hace mucho. Tú también lo sabes ―el menor bebió un poco de vino―. Tú necesitas una omega que te traiga estabilidad, que sea de tu ambiente, que tenga influencias y venga de una familia... respetable ―sonrió con ironía―, y todo el mundo sabe que, eso, yo no lo tengo.

―Hoseok ―gruñó el alfa.

―Necesito que lo entiendas ―insistió Hoseok, su tono volviéndose herido―. ¿Por qué no lo ves? No es sólo por ti, sino por mí también, Yoonie. Si tú me preñas y luego me abandonas...

―Eso no va a ocurrir.

―Lo harás ―espetó el omega, callándolo―, lo harás, porque soy tu puta. Si me preñas y me abandonas, mi hijo será un bastardo y le harán la vida imposible a donde quiera que vaya ―alzó su barbilla―. Las parias como nosotros no nos reproducimos, Yoongi, y tú lo sabes.

Hubo un extraño silencio entre ellos, en el que la tensión sólo creció más y parecía poder cortarse con un cuchillo. Hoseok notó la forma en la que los guardaespaldas de Yoongi daban un paso hacia atrás, alejándose de la cabina privada en la que estaban. Las feromonas del alfa denotaban la rabia e ira que sentía, y el omega temió ir demasiado lejos esa vez.

Podía ser caprichoso, un chico berrinchudo y mimado, pero Hoseok tenía especial cuidado de no provocar demasiado la cólera de Yoongi. El menor sabía que, si el alfa llegaba a aburrirse por su comportamiento, podía deshacerse de él con facilidad y nadie se quejaría. Y a pesar de todas las palabras de amor que Yoongi le decía, Hoseok no se arriesgaría a sacarlo de sus casillas.

Aunque ahora, al parecer, lo había hecho. A pesar de que trató de explicarlo de la mejor forma, Yoongi era... era un alfa puro. Y los alfas detestaban que les llevaran la contraria, en especial aquellos que tenían tanto poder como Yoongi.

―Debería obligarte ―le gruñó Yoongi, y Hoseok sintió su estómago contraerse―, podría ponerte ahora mismo en cuatro sobre la mesa, desnudarte, follarte y marcarte frente a todas estas personas.

Hoseok estuvo tentado de abrirse de piernas en ese momento para aplacar el enojo del alfa. Yoongi, al ser un puro, un alfa puro, podía hacer lo que quisiera sin recibir consecuencia alguna. En esa jerarquía tan estructura, Hoseok no era más que una pequeña basura que podían pisotear en cualquier momento.

El mayor se puso de pie, dejando su servilleta sobre el plato a medio comer.

―Vamos a casa ―gruñó Yoongi, y Hoseok se levantó inmediatamente―, arruinaste por completo mi día.

El omega mordió su labio inferior, aceptando la culpa y tratando de aguantar sus débiles súplicas de perdón. A Yoongi no se le pasaría el enojo en unos buenos días.

Esa noche, durmieron separados.

Hoseok tenía razón, porque Yoongi siguió enfadado días después, hasta el punto de que no le llamó en ningún momento para acostarse con él, para follárselo en su oficina o en alguna parte de la casa.

Incluso no le vio mucho. Tenía que dormir en su cuarto, fingiendo estar bien con ese hecho a pesar de sentir deseos de ir a la cama del alfa.

Para peor, su cuerpo estaba reaccionando un poco por tantos días sin follar. Por dios, ¿era un castigo acaso lo que Yoongi estaba haciendo? Hoseok sabía que no podía meterse con alguna persona, eso enojaría más al alfa, así que debía consolarse con sus juguetes cuando el deseo le ganaba.

Cuando pasó una semana, vio al asistente del alfa acercarse. Hoseok estaba en la piscina de la mansión, bañándose gracias al calor del verano, disfrutando de ese momento a solas. Sin embargo, también esperaba que Yoongi lo viera por el ventanal de su oficina, que casualmente daba hacia la piscina, y decidiera que era momento de tomarlo.

Hoseok siempre sintió inclinación por prendas femeninas, como muchos llamaban, y no dudaba en ponerse alguna cuando podía. Le quedaban bonitas gracias a su cuerpo. En este caso, agarró un bikini blanco y con rayas amarillas, que le quedaba encantadoramente lindo y sexy.

―Omega Min ―saludó Jungkook, sonriendo educadamente.

―Hola, Kookie ―suspiró Hoseok―. ¿No quieres bañarte conmigo?

Jungkook se rió ante su pregunta. El omega sabía que no iba a lograr mucho, el beta siempre tenía un montón de cosas que hacer.

―El Señor Min me mandó a decirle que le dejó una nueva prenda en su cuarto ―respondió Jungkook en cambio―, lo quiere limpio, impecable y preparado a las nueve de la noche. Pasará por usted para ir al bar.

Hoseok frunció el ceño levemente al escuchar la orden. No era la primera vez que le ordenaba estar lindo y presentable para alguna ocasión, pero eran pocas las veces que Yoongi le permitía acompañarlo a sus negocios.

La mansión era tan grande que tenía un ala de negocios, como Yoongi la llamaba. Era una sala grande, con unos sofás grandes y de cuero, un bar personal con los más exquisitos tragos, una mesa de billar y un tubo de baile, donde Hoseok le bailó un par de veces al alfa. Allí, Yoongi solía cerrar tratos y negocios en privado, por lo que el omega tenía prohibido ir si no era invitado.

―¿Qué pasa si no quiero? ―preguntó, curioso.

Jungkook sonrió con un poco de tensión.

―No creo que sea necesario responder esa pregunta, omega Min.

El chico lo sabía. Yoongi iba a enfurecerse más de lo que ya estaba, y Hoseok no tenía muchas fuerzas para soportar el griterío que iba a desatarse.

Así que, cuando dieron las siete, salió de la piscina y secó su cuerpo con la toalla. Partió a su cuarto para darse una ducha y limpiarse completa y profundamente, quizás Yoongi iba a querer follar después. Al salir de la habitación, vio el vestido negro y transparente que el alfa le dejó. Con solo esa mirada, sabía lo que pretendía Yoongi: distraer a sus clientes.

Humedeció sus labios, poniéndose las bragas negras, que apenas cubrían algo, y siguiendo con el vestido negro. Era largo, pero abierto en ambas piernas, cubriendo sólo su vientre y las bragas. Su cuello era circular, sin mangas, y podía ver sus pezones a través de la transparente tela. Poco dejaba a la imaginación, realmente. Y los tacones negros...

Se pintó los labios de un rojo intenso, peinando su cabello en suaves ondas. No quiso aplicarse una sombra en los ojos, quizás iba a verse demasiado exagerado.

Mirándose en el espejo, fue cuando Yoongi abrió la puerta.

Pudo notar la mirada que le dirigió el alfa.

―¿Me veo bonito, papi? ―preguntó, usando una voz dulce.

―No te atrevas ―le advirtió Yoongi, ya con un traje negro y luciendo tan guapo como siempre―. Luego de esto, me acompañarás al cuarto de juegos para darte un castigo por tu comportamiento. Si eres bueno en las siguientes horas, puede que no te dé tantos azotes con la pala.

Hoseok sintió un escalofrío ante las palabras. Yoongi tenía una habitación especial para hacer cosas sucias, su pequeño cuarto de juegos en el que se entretenían cuando querían experimentar. Si el omega tenía un comportamiento que lo sacaba de quicio, le castigaba allí, normalmente con azotes en el culo. Hoseok los disfrutaba cuando eran con la mano o la fusta, pero la pala... No aguantaba mucho con ella, porque le ponía el culo todo adolorido demasiado rápido.

―Estás hermoso ―le dijo Yoongi, sacándolo de sus pensamientos―. Voy a cerrar un trato importante con una yakuza, Hoseok, y tú serás mi atracción principal.

―¿Deberé bailar?

―No ―el alfa alzó la barbilla―. Puede que quieran tocarte, así que deja que lo hagan. ¿Eso te molestaría?

―¿Qué me toquen? ―Hoseok lo desestimó con una mano―. He hecho cosas peores.

Yoongi no sonrió.

―No sueltes información importante o tendré que hacer cosas poco agradables, Hoseok.

El omega se encogió de hombros, sin embargo, pudo sentir su estómago apretado por lo que estaba oyendo. Por esto era por lo que Yoongi no le llevaba a reuniones de ese tipo, porque a veces, las cosas podían desordenarse en un abrir y cerrar de ojos.

El alfa pareció notar su inseguridad, porque le agarró del mentón.

―Estoy enfadado todavía contigo ―le dijo, su tono grave―, pero no te preocupes. No dejaré que nadie te haga daño o te hiera. Tampoco dejaré que te follen, ¿entendido? Porque tú eres mío.

Posesivo y frío, como todo un alfa. Quizás esa era una de las cosas que más le gustaba de Yoongi, que, en el fondo, lo viera como su propiedad. Hoseok quería pertenecer a alguien, luego de tanto tiempo en soledad.

―Si se están excediendo, me lo dices ―le dijo Yoongi, ofreciéndole su brazo. Hoseok lo agarró con fuerza―, para meterles una bala en la sien.

La primera vez que le dijo eso se rió, como si el alfa estuviera diciendo una buena broma, pero ese mismo día aprendió que no era así. Yoongi le disparó sin duda alguna al beta que lo comenzó a acosar y apenas Hoseok terminó de quejarse. El omega decidió no hablar nunca de eso.

Caminaron en silencio por los pasillos, vacíos a esa hora. Sólo estaban los guardias personales de Yoongi, dos de ellos caminando detrás de él. Un tercer guardia les abrió las puertas del bar, donde estaban otros dos guardias, y Jungkook y tres hombres sentados en una mesa.

Hoseok puso su mejor sonrisa cuando los desconocidos lo miraron.

―Señor Myoui ―saludó Yoongi, haciendo una ligera inclinación. El omega le imitó―. Le presentó a Hoseok, mi acompañante.

Uno de los hombres se puso de pie y los otros dos lo imitaron, por lo que Hoseok reconoció enseguida al líder. Trató de mantener la sonrisa a pesar de notar lo viejo que era el alfa frente a él, tan desagradable a su vista. Hoseok no se acostaría con él, ni aunque le pagaran una millonada.

―Es bonito, para ser una puta ―dijo el señor Myoui, observando a Hoseok de pies a cabeza―. ¿Está disponible?

Hoseok sabía que no debía hablar demasiado, sólo sonreír y soltar risitas tontas, dejarse tocar y acariciar para distraer.

―No ―respondió Yoongi, caminando hacia la mesa. Hoseok se percató del mayordomo Kang en el bar, encargado de servir las comidas y bebidas―, no me gusta compartir a mis putas.

El omega sintió los celos en su interior, aunque sabía que Yoongi sólo mentía respecto a tener a otras personas que lo satisficieran. Él era el único, lo tenía claro desde hace mucho, pero el alfa siempre decía esas cosas para no llamar la atención. Si sabían lo encariñado que estaba con Hoseok, le iba a traer muchos problemas como ocurrió anteriormente.

El mayordomo Kang les llevó algunas cosas para comer y llenó los vasos de vino. Hoseok se sentó junto a Yoongi y el señor Myoui, que se presentó como Akihiro.

El omega se acomodó en la silla, suspirando con relajo y dejando salir su pierna derecha del vestido, hacia Akihiro. No se sobresaltó cuando el alfa le agarró la rodilla, sólo volvió a sonreírle a pesar del asco en su interior e incluso emitió unas pocas feromonas suaves.

Permaneció en silencio en gran parte de la reunión, con la mano del alfa puesta en su pierna, a veces subiendo y pellizcándole el muslo. Le estaba acariciando en todo momento, así que, para hacerlo más pasable, decidió concentrarse en su vino. No quería escuchar mucho de la conversación porque no le interesaba, aunque en un momento se puso alerta.

―Me gustaría que cerráramos el trato ―dijo Akihiro, sus dedos bailando sobre la piel de Hoseok―, pero quiero que conozcas a mi hija, Min.

Yoongi bebió de su copa de vino, luciendo relajado a pesar de notar la forma en la que Myoui tocaba a su omega. Qué descaro más grande.

Hoseok trató de mantener la sonrisa en su rostro aun cuando escuchó esas palabras, sabiendo enseguida que Akihiro buscaba un matrimonio que le beneficiara. El omega no esperaba casarse alguna vez con Yoongi, era imposible, pero eso no evitó que su estómago se contrajera en susto por lo que podía ocurrir.

―Por supuesto ―dijo Yoongi―, pero no te hagas ilusiones, Akihiro. No pretendo casarme con ella. No soy hombre de matrimonio.

Akihiro se rió con diversión.

―Eso lo veremos ―se burló el hombre viejo―, ahora, este omega...

―¿Le incomoda?

―Quiero follármelo ―suspiró Akihiro―. ¿Cuánto debo darte por una noche con él?

―No ―Yoongi se enderezó―, lo siento, Akihiro, pero no lo comparto con nadie ―el alfa le dirigió una mirada al omega―. Puedes mirarlo, si quieres. De pie, Hoseok.

El chico no dudó en hacerle caso, girándose y mostrándole su parte trasera a Akihiro. Se sobresaltó cuando el alfa hizo a un lado el vestido, agarrándole su nalga derecha y apretándosela con fuerza. Trató de mantenerse quieto al sentir que hacía lo mismo con la nalga izquierda, y le abrió el culo, como queriendo ver su entrada cubierta por la braga.

Le dirigió una mirada a Yoongi. Por dios, iba a tener que pagarle por eso.

―Suficiente ―dijo el alfa frente a él―, no lo calientes, que luego me hago cargo yo y esta puta es insaciable.

Akihiro se rió, pero hizo caso. Hoseok volvió a sentarse, a pesar de que le costó más esbozar una sonrisa en su rostro.

―Los iré a dejar fuera ―dijo Yoongi, minutos más tarde―, para celebrar por el gran trato que hemos hecho hoy.

Todos elevaron sus copas, incluso Hoseok, que ahora sólo quería volver a su cama.

Se quedó quieto cuando los alfas en el lugar se pusieron de pie y caminaron fuera del bar. Jungkook, para su fortuna, se quedó con él recogiendo los platos y vasos vacíos.

―Tome, omega Min ―dijo el beta, llamando su atención―, el señor Yoongi me ha pedido que le entregue esto por sus servicios el día de hoy.

Hoseok entrecerró sus ojos cuando vio la caja que sostenía Jungkook. La agarró y abrió, viendo el collar de oro con un dije de sol en su extremo. Lo acarició, sin sacarlo de la cajita, y sonrió con un poco de diversión. De pronto el disgusto desapareció y sólo pensó en lo bien que lo conocía Yoongi.

―Deberá darme más si cree que con esto perdonaré su descaro y podrá pagar lo que hice por él hoy ―le dijo a Jungkook, antes de dirigirle una mirada astuta―. Será mejor que salgas, Yoongi no llegará muy feliz.

Jungkook lo sabía, así que le dijo al mayordomo Kang que se retiraran. Una vez quedó solo –ignorando a los dos guardias, pero sabía que no podía deshacerse de ellos–, Hoseok se puso de pie y se quitó la braga.

La puerta se abrió con un estruendo, sin embargo, no se volteó. Sólo se inclinó contra la mesa.

Unos segundos después, la mano grande de Yoongi lo agarró de la cintura, y Hoseok sintió el bulto contra su culo, haciéndolo gemir.

―¿Qué se creyó ese imbécil ―gruñó Yoongi, echando la tela del vestido a un lado para desnudar su trasero completamente― al tocarte de esa forma?

―Papi ―gimoteó Hoseok―, di-dijiste que...

―Otro día te castigaré ―espetó Yoongi, con los dedos de su mano libre deslizándose por la línea de su culo. Sonrió al notar el lubricante que soltaba el omega, así que le metió dos dedos, escuchando sus gemidos―. Ahora, sólo voy a remarcar lo que es mío.

Hoseok jadeó cuando su cabeza fue presionada contra la mesa, impidiéndole moverse demasiado. Le gustaba así, con Yoongi siendo rudo y duro y follándoselo como su perra personal, su única ramera. Le gustaba que le quitara las marcas de los demás y lo hiciera un desastre.

―¿De quién eres? ―le gruñía Yoongi, minutos después y con cada nueva embestida.

―¡Ah, ah! ―gemía Hoseok, sin poder controlar sus gritos de felicidad―. ¡Tu-tuyo, Yoongi! ¡Ah, tu-tuyo!

Hoseok estaba feliz, muy feliz, porque las cosas volvieron a su lugar. Él siendo follado por el alfa y durmiendo en su cama, como debía ser.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro