Capítulo 2

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El resplandor de la mañana me pega en la cara. Me siento en la cama y me restriego los ojos. Media dormida visualizo mi alrededor. Mi habitación se siente cálida y acogedora. Sonrió al recordar que es mi cumpleaños y que en cualquier momento entrarán mis padres a cantarme las mañanitas junto con un desayuno en la cama. No importa la edad que tenga o lo grande que ya esté para estas cosas, ellos aún lo siguen haciendo

¡Espera!

¿¡Cómo demonios llegué aquí!?

Anoche pasó algo. Anoche vi algo. Anoche ese algo me tiro el juego de cuchillos que había sobre la meseta de la cocina.

Fue todo una pesadilla. Estaré loca de verdad. Me levanto e instintivamente me reviso todo el cuerpo.

Nada...

Ni un solo rasguño.

Salgo corriendo de la habitación despavorida. Sigo hasta la cocina y veo a mis padres preparándome el desayuno. Sonríen al verme y veo que fruncen el ceño mostrando confusión al ver mi rostro desencajado por el desconcierto.

-¿Qué pasa? - pregunta mi madre preocupada.

Al ver que todo esta en su lugar y que la cocina esta intacta, me siento tranquila, pero al mismo tiempo no entiendo qué demonios esta pasando. Disimulo mi preocupación y saco una sonrisa.

-Nada mami, todo esta bien, no se preocupen.

-Bueno si es así... ¡Felicidades!

Me apapachan y me dan el desayuno. Terminando de desayunar me dispongo a arreglarme, ponerme guapa, en fin. Nunca he sido de ponerme mucho maquillaje ni nada por el estilo, pero hoy es mi cumple, la ocasión lo amerita. Además así me entretengo y no pienso en lo sucedido o en lo que no sucedió.

Ya ni sé.

De camino a mi habitación voy maquinando cada escena que recuerdo de anoche. Es imposible no pensar en ello.

¿Será todo producto de un mal sueño?

Hace años que esto no me sucedía. Siempre decía ver algo extraño por la casa y nadie me creía. Siempre dije escuchar cosas que las voces me susurraban y todos me miraban como si fuera de otro planeta.

Joder se sentía tan real lo de anoche que por un momento pensé e incluso me alegré de que lo visto de niña no fueran alucinaciones. Que todas esas veces que los niños se burlaban ahora tenía manera de probar que no estaba loca como decían. Que todas las veces que me llevaron a psicólogos y especialistas no servían porque yo tenía un don.

No quiero pensar que soy mala persona. Se qué si la criatura que vi ayer es real puede ser hasta peligroso tanto para mí como para mis padres. Puede sonar incluso egoísta y raro, pero yo soy así. Amante de lo sobrenatural, me chifla lo que no tiene una explicación lógica o científica. Me sentía incluso especial por ver y escuchar monstruos aterradores que a cualquier niño de esa edad hubiera aterrorizado de por vida.

Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos y freno en seco en el medio del pasillo al escuchar una voz. No logro entender lo que dice. Son murmullos y trozos de palabras que no tienen ningún sentido. Me detengo para escuchar mejor, pero solo me abraza el silencio.

Ya estando en mi cuarto una brisa cierra la puerta de golpe, la luz comienza a parpadear y un frío recorre mi cuerpo provocando que los pelos se me pongan de punta.

Vale ahora si tengo un poco de miedo.

Mi corazón se acelera y mi respiración se vuelve pesada. El parpadeo de la luz hace que todo sea aún más confuso. Veo sombras atormentadas por todo el cuarto. Los susurros se escuchan cada vez más fuerte. Pongo mis manos en la cabeza tapando mis oídos, el sonido es insoportable. Aprieto los ojos con fuerza y siento que me tocan el hombro. Al momento que escuchó mi nombre con una voz familiar abro los ojos. Todo volvió a la normalidad. Ni una sombra, ni un murmullo, la luz estable. Nada.

-¿Lara, estás bien?

- ¡Hannah! - chillo y la abrazo con todas mis fuerzas.

Hannah es mi mejor amiga desde... siempre. Ella es la única que me ha apoyado y me creía a pesar de que no pudiera ver lo que yo le contaba. Ella es la razón por la que no entré en depresión al ver que nadie me tomaba en serio y se reían de mi. Con ella puedo ser yo. Realmente yo. De niña siempre le pude contar con tranquilidad todo lo que veía y ella era la única que me escuchaba fascinada.

Estaba tan aliviada de verla en ese preciso momento. A mis padres ni pensar en contarles nada y menos sin pruebas. Esos temas habían quedado en el pasado y a la conclusión que habían llegado era que siempre fui una niña con una gran imaginación.

-¿Está ocurriendo otra vez, verdad?

-Si, es como si volviera a ser la niña de hace 10 años.

Nos sentamos en la orilla de la cama y me toma las manos para tranquilizarme.

-¿Qué figura ves en esta ocasión?

- No lo sé, es como si viera la misma criatura deforme y sin ojos que de niña veía merodeando la casa. Pero es también a la vez diferente. Todo pasa más intenso, no se cómo explicarlo. Solo sé que tengo un mal presentimiento sobre todo esto.

Le conté todo, cada detalle, cada sonido, cada acción.

-Recuerdas, de pequeña solo veía y escuchaba cosas, pero lo de anoche estuvo a un nivel muy elevado. Sentí el dolor de cuchillos de la cocina clavados en mi piel. No se que pensar, no se que hacer.

-Bueno dejemos de pensar en eso aunque sea por hoy que es tu cumple. Vamos a maquillarte y ponerte guapa que tenemos invitados a punto de llegar.

-Vale, tienes razón. Es mi cumpleaños, nada me va a arruinar el día.

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