CAPÍTULO 12

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El expreso de Hogwarts iba a una velocidad que un tren común jamás lograría alcanzar sin ayuda de la magia, pero eso no era algo a lo que los estudiantes le prestaran atención con regularidad, después de todo, ¿por qué pensar en la magia que hacía funcionar esos motores cuando podían comer golosinas y soñar despiertos, ya fuese con volver a casa o con llegar a su segundo hogar? Perséfone era la excepción, y mientras estaba sentada sola en su compartimento, esperando, no hubo una sola cosa en la que no pensara, ni siquiera el tren.

Ella disfrutaba su soledad, también del silencio, pero mientras pasaba el tiempo y crecía, sus pensamientos habían pasado de ser un susurro latente a un estridente grito en su cabeza, y cada vez era más difícil conseguir la paz y el silencio porque cuando no eran otras personas, era ella misma la que hacía ruido.

Tomó su mochila, apenas ligeramente remendada, del enorme sitio vacío a su lado y empezó a hurgar en ella. No estaba habituada a hacer ese viaje sola, un viaje de seis horas a casa, para días después embarcarse en otro viaje de seis horas para volver a la escuela.

No había mucho entre sus cosas, no algo que la fuera a distraer, o eso pensó al inicio, hasta que su dedo se deslizó por una suave y fresca textura, la del cuero. Y de su mochila, de entre trozos sueltos de pergamino y plumas dañadas, tomó el diario que Ginny le había regalado, junto con una pluma y su tintero.

Jamás había escrito un diario, no era lo ideal para hacer cuando tenías tantos hermanos. Había una primera vez para todo.

"Mi nombre es Perséfone" escribió. Una gota de tinta cayó de la punta de la pluma al papel, cuando dudó sobre qué escribir después, y después de unos segundos de espera en los que ella meditó cuidadosamente sobre lo que una persona normalmente escribiría en su diario, la tinta se desvaneció.

Perséfone observó el diario con confusión, pues donde estuvieron sus palabras ya no había nada si no desnudo papel.

"Hola, Perséfone. Mi nombre es Tom Riddle".

Ella casi deja caer el diario, pero en su lugar lo cerró de golpe y le dio la vuelta, examinando su encuadernado, allí en la parte inferior donde ella había notado que había grabado un nombre, Tom Marvolo Riddle.

Los recuerdos de la conversación con su hermanita le llegaron de golpe, sus elusivas palabras y vagas descripciones. Le serviría bien, había dicho Ginny, y también había mencionado lo especial que era. Entonces probablemente lo sabía, sabía lo que le había obsequiado y aún así lo había hecho, entonces no debía ser malo, ¿verdad? Porque entonces no se lo habría dado. Y no podía volver a desconfiar de ella, no cuando lo había hecho antes en el incidente con Ollivander y solo había logrado quedar como una tonta.

Así fue como terminó por abrir nuevamente el diario, que estaba nuevamente en blanco para este punto.

"Tom Marvolo Riddle, supongo" escribió.

Esperó con impaciencia hasta que el papel absorbió la tinta.

"Te sorprenderá saber que hay quienes no logran hacer la conexión de inmediato, o nunca. Esos son los peores dueños".

Perséfone soltó una risa, embelesada con la magia infundida en un objeto tan simple.

"¿Qué eres? ¿Cómo te hicieron?" preguntó de inmediato, ansiosa por saber, porque esa sería solo otra cosa más de la que ella sabría más que los demás, más conocimiento que la volvería aún mejor que los demás.

"Curiosa, con sed de conocimiento y directa al punto. Ravenclaw, supongo".

Perséfone sonrió, porque parecía que ella no era la única curiosa, solo esperaba que mantuviera esa parte de sí para sí mismo, ya que ella no era muy paciente y no soportaba demasiado a la gente que se metía en sus asuntos, ni siquiera tratándose de un diario mágico.

"No respondiste a mi pregunta". Fue lo único que ella escribió como respuesta.

"Ravenclaw, definitivamente" apareció en el papel, y Perséfone soltó un bufido, si tan solo supiera... "¿Qué te parece si me dices si tengo razón sobre tu casa, y entonces podemos hablar de todos mis secretos?"

Lo consideró. No había un verdadero motivo por el que debería no decirle su casa, no era ningún tipo de información clasificada ni nada semejante, así que lo único que la frenaba era que quisiera saberlo, porque entonces ella tenía una ventaja.

"Gryffindor, en realidad" escribió ella.

"Imposible, no pareces tener el perfil".

"¿Es eso ser prejuicioso o solo ignorante?" preguntó Perséfone, con una diminuta sonrisa.

"Solía ser un Slytherin".

"Ah, entonces prejuicioso e ignorante. Mi error, olvidé que no son mutuamente excluyentes".

"Eso suena como prejuicio para mí" argumentó Tom, con letras que aparecieron apenas un segundo después, aún más rápido que antes, como si se estuviera realmente involucrando en su pequeña riña.

"No es un prejuicio si lo dices conociendo de lo que hablas, y a mí me parece que no has tenido la desgracia de saber qué es lo que queda de Slytherin hoy en día".

"Ilumíname, ¿qué es lo que queda?".

"Niños mimados, que sí, harán todo lo posible para alcanzar sus objetivos sin importar a quien dañen, excepto por que lo peor que pueden hacer es llamar a sus padres para pedirles que les arreglen la vida". Y aunque después ella notó que accidentalmente pudo haberse enfocado demasiado en Draco Malfoy al hacer su descripción, no se retractó.

Hubo unos segundos en los que Perséfone esperó la respuesta, una réplica inteligente que la haría reír o la haría enfadar, pero fuera lo que fuera, sería bueno, porque no estaría aburrida más tiempo, y porque, aunque no era una persona real cuya voz escuchaba, sí que silenciaba todas las voces y ruidos en su cabeza. Pasó casi un minuto antes de que otro mensaje apareciera, este era largo y se sentía distinto a los demás, como si él hubiera estado bromeando y jugando todo ese tiempo, y ahora hubiera decidido hablarle con seriedad.

"Soy una memoria. Cuando tenía diecisiete años, utilicé magia para almacenar mis memorias en este diario, de forma en que es casi como si un yo, el yo que fui en el momento en que usé el hechizo, viviera aquí, en el interior del diario. Soy una persona viviendo en un diario, sin crecer ni cambiar de ninguna forma, por siempre. Así fue como decidí preservar mi conocimiento y mi magia, para poder enseñarle alguna vez a alguien que lo mereciera".

Perséfone respiró con fuerza, una pieza de magia así, que pudiera ser preservada durante tanto tiempo, quizá incluso después de la muerte de la persona que lanzó el hechizo para empezar... Era inimaginable, era uno de esos principios que la sociedad mágica consideraba inviolables, y probar lo contrario podría cambiar todo lo que se creía saber sobre la magia.

Sin embargo, contuvo su emoción, sus preguntas y su curiosidad, porque lo que el diario, Tom, le decía, podía ser un simple delirio, un sueño, una idea de engaño de parte de un objeto maldito, así que escribió:

"Quieres que crea que eres más que un diario hechizado para ser un asistente personal y ayudar con la tarea. Bueno, espero que puedas probarlo".

Un instante después, un destello de luz cegadora inundó el compartimento y para cuando se desvaneció, ya no había nadie en su interior, nada más que un baúl, una mochila y un viejo diario.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro