Uno

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Amelia

El pequeño ventilador de la oficina de mi padre hacia un ruido extraño, podría ser la falta de aceite o tal vez que ya tiene como mil años aquí, pero ayuda a mitigar un poco el calor y esparcir lo fresco del aire acondicionado recién puesto en la estación.

Aun así podía sentir la gota de sudor recorrer entre mis pechos, la seguí con el reflejo de la ventana, asi él como me miraba Charlie uno de los subordinados de papá. Le sonreí alzando una ceja, lo cual hizo que se tropezara con el escritorio de enfrente, lo que me logro hacerme reír un poco. Ya que me estaba pudriendo en aburrimiento y no podía hablar con nadie pues de ahora que descubrieron que ya no soy una niña, mi padre se ha puesto en modo sobreprotector cuando vengo a la estación.

Mi padre es el comisario en jefe por lo que el miedo no es en vano.

Hoy es su cumpleaños y mi madre me dijo que viniera por él para ejercer presión de que llegue a casa temprano.

Llegue primero antes de que regresara de atender un llamado de emergencia, parece que hubo una pelea en un bar desde temprano y los revoltosos tenían que ser capturados para su correctivo y multa.

Las puertas de la estación se abrieron y los policías en turno entraron con los rufianes como los llama mi madre, todos venían esposados con la cara medio golpeada y la ropa sucia por la pelea. Sali de la oficina para mirar mas de cerca, porque no quiero engañar a nadie, diciendo que la curiosidad me mata, en realidad es para informarme del chisme.

—¿Qué fue lo que paso? —Kiara una de las pocas mujeres que andan en la estación traía los formularios en la mano.

—Uno de ellos inicio todo, creo que ya es cliente de la estación, al parecer lo insultaron y golpeo primero.

—Debe tener muy mal temperamento.

—Puede que si, pero por su foto, es bastante atractivo, por eso quiero ayudar con su ficha de registro.

Mire por encima la carpeta donde babeaba Kiara y una sonrisa descarada apareció. Casi de inmediato voltee a la puerta para apreciar mejor en persona esa actitud llena de socarronería, su camisa de tirantes negra estaba rota dejando de ver una cruz tatuada desde el centro hasta su abdomen, su labio estaba roto y su ceja con una leve cortada.

Forcejeaba con uno de los policías cuando su mirada se cruzo con la mía, lo seguí observando hasta que entro a la celda dentro de la estación, me lanzo un beso mientras le quitaban las esposas.

No me ofendió.

No se me hizo vulgar.

La tentación de saber un poco mas se hizo presente.

Camine por la orilla del caos siguiendo el camino hasta la celda, el me seguía sin perderme de vista, el se acerco a la esquina de la celda, todos estaban concentrados en lo suyo.

—¿Vienes a darme tu numero?

—No puedo hablar con extraños —sonreí.

—Hoongjoong Kim, pero para mis amigos son Honnie.

—Algo me decía que eras extranjero —el también recorrió mi escote, pero esa mirada endureció mis pezones —Amelia Fiorello.

—Italiana, me encanta la comida italiana.

—¡AMELIA!

Mi padre venia furioso a mi encuentro, así que tenia que moverme rápido.

—Espero tengas buena memoria.

Le dije mi numero de teléfono en voz baja, corriendo al lado contrario de mi padre, antes de que se le ocurriera decirme algo, le marque a mamá para que supiera que deseaba quedarse a llenar el papeleo. Eso ayudo a que mi padre no mencionara el hecho de que le habia pasado mi numero de teléfono a un criminal.

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