Capítulo 1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— ¿Dónde está? — Preguntó mirando a los alrededores mientras se quitaba los zapatos.

— Hace unas dos horas se quedó dormido mientras veíamos una película en su cama. Tomamos un baño juntos y utilizamos todas las sales que te quedaban, lo siento mucho. Pero yo limpié bien todo, cociné y te dejé también comida guardada para en caso de que vinieras con hambre. Hice lo suficiente, les alcanzará para el almuerzo así que no te preocupes y descansa. Mañana tendrás otro día extenuante por lo que te aconsejo que te vayas pronto a la cama.

— Muchas gracias, Yoongi hyung. Es un alivio que mi hermano y yo podamos contar contigo. — El mayor asintió poniéndose los zapatos. — Hoy fue mi último día en ese trabajo así que descuida, puedes descansar tú también. Yo me encargaré de Seokjin.

— ¿Has perdido el trabajo? — Asintió con un suspiro.

En tres meses, Taehyung había pasado por cinco trabajos diferentes. De algunos se fue por el abuso y la mala paga, porque los empleadores eran unos oportunista. Sabían cuando una persona estaba necesitada y se aprovechaban para darles cualquier migaja pensando que por necesitar simplemente se iba a callar y aguantar. Pero con él las cosas no funcionaban así.

De otro se fue porque la panadería cerró y en la tienda de conveniencias donde estuvo trabajando hasta esa madrugada, el jefe simplemente lo corrió sin darle una razón clara o específica y él aunque lo necesitaba, tampoco iba a quedarse a mendigar por ese puesto.

— ¿Necesitas que los ayude? Ya dije que puedo hacerme cargo de ustedes o al menos ayudarlos un poco más. No soy millonario pero tengo una buena posición que me permite ayudarlos sin problemas mientras buscas otro trabajo.

— No es necesario, hyung. Ya haces demasiado por ambos, que me ayudes a cuidar a mi hermano cuando yo no estoy es suficiente. Además, ya conoces a tu orgulloso novio, odiaría la idea. Ni siquiera quería seguir a tu lado luego del accidente, imagínate si nos ayuda, pensará que somos una carga para ti y se sentirá peor. — Refutó dejándose caer en el sofá para descansar sus piernas, tantas horas en pie le pasaban la factura.

— No tiene por qué saberlo. — Sus miradas se cruzaron y comprendió. — Sí, eso sería una horrible idea. Bueno, yo ya me voy porque van a ser casi las cuatro de la madrugada y aún debo pasar por mi casa a dormir un poco. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en decirme.

— ¿Por qué no te quedas con él hoy?

— Olvidé traer unos documentos que necesitaré para el trabajo, tendré una reunión hoy con el presidente y vicepresidente de la compañía de la que depende mi futuro. — Se encogió de hombros y sacudió su mano a modo de despedida. — Mañana vendré a quedarme cuando salga de trabajar, ya se lo dije a Jinnie.

— De acuerdo, conduce con cuidado, hyung.

Evitando hacer ruido se asomó en la habitación de su hermano mayor asegurándose que estuviera durmiendo y así lo hacía, plácidamente. Aunque el fatídico accidente en donde su hermano quedó paralítico no fue su culpa, seguía cargando con ese peso.

Después de todo, era él quien iba conduciendo cuando una rastra se llevó la luz roja en la madrugada e impactó su vehículo por el lado del copiloto en donde viajaba Seokjin. Ambos sufrieron lesiones pero las suyas fueron leves en comparación con su hermano quien sufría ahora de una parálisis que le hizo perder el movimiento de toda la parte inferior de su cuerpo.

Tomó una extensa ducha, se preparó un té y se acostó para buscar nuevos empleos en su móvil hasta quedarse profundamente dormido. Tres horas después estaba nuevamente en despierto preparándole el desayuno a su hermano.

— No sé si sabes pero puedo hacer esto por mi cuenta, sé que llegaste tarde del trabajo, no tenías un por qué levantarte tan temprano para hacerme el desayuno, no soy un lisiado incapaz. — Comentó Jin luego de observarlo desde la puerta de su habitación bostezando sin fin, viéndolo tallarse los ojos en clara evidencia de su cansancio.

— Eso lo sé perfectamente, simplemente quise aprovechar que estaré en casa para consentir a mi hermano y prepararle su desayuno preferido porque me da la gana y basta. Deja de estar diciéndome lo que debo hacer, no te salvas ni aunque seas el hermano mayor.

— Claro, desde esta silla he perdido total potestad sobre ti, ¿quién me va a respetar estando aquí postrado. — Musitó haciendo rodar su silla pero el menor de los rubios Kim le saltó en frente obligándolo a frenar. — ¿Qué haces? Casi te atropello y tu seguro no cubre atropellamientos por silla de ruedas eléctrica.

— ¿Por qué hablas tan despectivamente de ti? Tu valía no depende de esta silla, no importa que estés acostado en una cama, sentado, caminando o corriendo para mí siempre serás mi hermano mayor, como tal te respetaré y querré eternamente. Puedes seguir tirando mis orejas y yo patearé porque no seré condescendiente contigo, tú fuerza no ha mermado por usar esto para desplazarte. — Acarició la silla y luego sus mejillas. — No puedes olvidar la promesa que me hiciste, nunca dejes a nadie que te trate como lisiado, ni siquiera tú mismo. ¿De acuerdo?

— ¿Qué estás haciendo de desayuno? Si es puro arroz y huevo revuelto no quiero, esfuérzate y esmérate. — Cuestionó cambiando de tema con una sonrisa, dando marcha atrás para acercarse a la cocina. — Yo te ayudaré porque tú solo incendiarás la casa.

Con su hombro chocó la cadera del menor y juntos rieron buscando las cosas para preparar un magnífico desayuno. Jin se encargaba de pelar las frutas, poner la mesa y cantar mientras que su hermanito se le unía en el coro y se encomendaba a todo lo que tuviera que hacerse en el fogón.

— Esto se merece un diez. — El mayor alzó sus pulgares después de hablar con la boca llena, haciendo una mueca de placer mientras masticaba. — Ya puedes casarte.

— Si de la cocina dependiese yo pudiera haberme casado hace años, tú eres el único que sigue poniendo en duda mi capacidad culinaria. — Sacudió su hombro con suficiencia y le pasó algunas rodajas de jamón ahumado.

— ¿Entonces por qué no te casaste con Park Bogum cuando te lo pidió?

Taehyung detuvo todos los movimientos dejando de lado los palillos, tratando de terminar de tragar la comida sin atragantarse luego de escuchar ese nombre. Él había estado en una relación con Bogum por casi cinco años, separándose poco tiempo después de que este le pidiera matrimonio. Se hizo toda una idea de irse a casar al exterior de buenas a primeras tomándolo totalmente desprevenido.

— ¿Fue por mi causa? — Dado a que toda la separación llegó al mes de aquel accidente cuando él todavía estaba convaleciente, siempre sopesó esa idea.

— Sabes perfectamente que no fue por tu causa y deja de estar maquinando tanto en esa cabeza dura que tienes. Él y yo estábamos teniendo problemas desde mucho antes de tu accidente. Recuerda que me desahogué contigo varias veces.

— ¿Cuando me confesaste que la tenía microscópica y que era tan débil en la cama que preferiste tomar el papel activo en la relación?

— ¡Yaaaah! No tienes que recordar todo eso con puntos y señales. — Protestó terminando por carcajearse junto al mayor. — Pues sí, eso influyó pero no fue la única razón ya que eso lo acepté luego de dos años y ver que no había forma de hacerlo cambiar en ese aspecto. Bogum hyung y yo éramos como excelentes amigos que compartían un apartamento de vez en cuando acompañado de sexo.

Nunca quiso irse a vivir con él, llegaba a cierto punto donde el cariño del mayor le resultó excesivamente empalagoso, tanto que terminara por repugnarse. Prefirió mantener la dosis de azúcar a bajos niveles y no volverla permanente, fue por eso que amás accedió a irse a vivir completamente con él poniendo siempre algún pretexto. Necesitaba su espacio, un aire fresco que no estuviera plagado de palabras y frases cursis todo el tiempo.

Al comienzo le pareció tierno verlo comportarse de esa manera, su cariño calentaba su corazón pero como todo lo que era en exceso, lo cansó y aburrió. A eso debía agregarse el hecho de que era demasiado dependiente y controlador.

Estaba todo el tiempo en su casa y quería tenerlo a él de la misma forma, sentado en el sofá o acostado en la cama. Cuando quería salir siempre llegaban las malas caras y aunque en los primeros dos años no decía mucho, luego de decirle que era mejor hablar las cosas que callárselas y explotar un día, este simplemente se convirtió en un papagayo peleón.

En la cama era otra odisea, casi siempre hacían el amor en la misma posición al mismo ritmo y casi con la misma duración. La única variante eran los juegos previos que duraban algunos días más que otros o cuando él finalmente se dignaba a amenos subirse arriba y no dejarle hacer todo el trabajo. Esas veces, eran contadas con las manos, fuera de ahí, tocaba el misionero de siete minuto a paso de tortuga romántica.

— Por eso recibir la petición de matrimonio fue muy sorpresivo  aunque no la acepté al momento tampoco lo pude rechazar porque no quería dañarlo. Sin embargo, una vez que sucedió todo aquello me di cuenta de que en esta vida estamos prestados y que no quiero pasarla al lado de alguien con quien no puedo complementarme correctamente. Creo que siempre sentiré por él un cariño muy especial pero jamás lo podría haber visto como mi esposo.

— Pobre ex cuñadito de cintura oxidada. Yo tenía que en su momento haberle dado unas pequeñas clases para que se volviera todo un semental contigo pero ni modo, ya no puedo. Ahora solamente me muevo para donde mi novio me pone o lo dejo cabalgar a él.

— Jin, no... No quiero saber tu intimidad con, Yoongi hyung. — Protestó luego de todos mientras bebía su batido de fresas.

Lo miró algo confundido pero no se atrevió a preguntar, nunca quiso tocar ese tema con su hermano.

— ¿Qué? Yo también puedo practicar, sentir o tener una erección. Solo, acompañado o con juguetes eróticos especiales que me ha regalado mi novio. La capacidad de tener una vida sexual activa va mucho más allá de mi discapacidad; el sexo nace y muere con nosotros, más conmigo.

Al comienzo el fue uno más de la sociedad que empezó a ver el sexo como un tema tabú luego de su accidente. Es que la mayoría de las personas piensan que una persona por estar en silla de ruedas y ser parapléjico o tetrapléjico no tiene derecho a tener una vida sexual.

"¡Bastante tienen con su discapacidad como para pensar en el sexo!" "¿Quién va a soportar tener sexo con alguien que no puede moverse?" Fueron algunas de las cosas que oyó y lo abatieron, esa y muchas cosas más fueron razones de peso para querer alejar a Min.

Quiso que hiciera su vida y no se viera confinado o estuviese con él por culpa, terminando infeliz a su lado sin necesidad. Mas diariamente el menor se encargó de hacerle ver su error en muchos sentidos y si iban al tema de la cama, pues le demostró lo vivo que seguía y lo mojado que podía estar.

¿Por qué existían tantas personas que opinaban así? No tenía ni idea pero el sexo iba mucho más allá de la coitalidad. Una persona discapacitada no era un vegetal sembrado en un huerto que no siente ni padece.

— Lo sé, es solo que no supe cómo expresarme pero... Me alegra mucho saber que no estén llenos de telaraña.

Jin rió y su hermano agitó su cabello cuando se levantó para comenzar a recoger la mesa y la cocina.  Le permitió ayudarlo y al finalizar se sentaron en el sofá para ver una película que terminó convirtiéndose un una maratón que duró toda loa mañana y media tarde, ya que con la ola de calor que los estaba azotando en pleno junio, era imposible salir a la calle.

— ¿Puedes prestarme tu ordenador? — El timbre de la puerta sonó y Jin con cuidado se acomodó en la silla. — Necesito ponerme a buscar trabajo nuevamente.

— Está en la mesilla de mi cuarto y también están los periódicos de esta semana. Cógelos que yo iré abrirle la puerta a Yoongi.

El menor asintió mirándolo con una sonrisa, disfrutando del panorama al ver como el recién llegado tomaba a su hermano en brazos para besarlo y luego volverlo a sentar con cuidado, entregándolo una caja de chocolate junto a una rosa rojo.

Era una rutina y costumbre que ambos tenían desde hacía tres años que comenzaron su relación. Cada día el novio de Jin le daba mínimo alguna de las dos cosas, ignorando siempre sus quejas de que lo quería engordar.

Su hyung no era de decir muchas palabras pero esos gestos valían por miles y lo hacía extremadamente feliz ver el amor tan puro y real que sentía por Seokjin. Gracias a él, ambos había podido sobrellevar mejor la situación porque hubieron momentos en donde él no supo qué hacer.

Se escabulló rápidamente a su habitación cuando obtuvo todo lo necesario para darles privacidad y se encerró con un paquete de algas secas y un marcador fosforescente. Primero marcó en los periódicos todos los posibles trabajo, llamó pero como era de esperarse, poca fue su suerte. Los dejó de lado algo extenuado pero cuando abrió la laptop de su hermano y vio lo que él había estado mirando, su corazón se le oprimió.

Al parecer había estado buscando clínicas que pudieran realizar su operación junto a los costos de la misma; dejando por último una página de una clínica prestigiosa en el país que, solamente en el mes de diciembre debido a una obra que estaban haciendo, atenderían los casos como su hermano cobrando solamente el cincuenta por ciento de su costo total.

La única condición era que dado a que se trataba de algo especial, todo el gasto debía ser cubierto de una vez y aunque aceptaban las solicitudes desde ya, si no se hacía el pago una semana antes de navidad, quedaban totalmente fuera del programa.

Se vistió rápidamente y avisando que saldría por un corto tiempo, fue personalmente a la clínica en busca de toda la información que pudiese obtener. Se empapó bien de todo y, dando los datos de su hermano, salió de allí con todos los documentos para una consulta la primer semana de diciembre.

No sería barato ni siquiera con el seguro médico pero en comparación con los precios normales, esa era una oportunidad que no podían desaprovechar. Le quedaba seis meses para poder reunir todo ese dinero. No sabía como lo haría pero definitivamente lo lograría. Ese sería su regalo para navidad, el mejor de todos. Trabajaría día, tarde y noche con tal de brindarle esa nueva esperanza a su hermano, le daría una navidad como la que ellos merecían.

Junio terminó pero Taehyung continuaba siendo un desempleado. No comprendía como una persona graduada en finanzas como él no podía encontrar un empleo. Llevaba siete meses ejerciendo toda clase de trabajos, panadero, dependiente, ayudante de cocina, como si no se hubiese quemado las pestañas estudiando por años. No era el único en esa situación y lo sabía pero no le dejaba de parecer injusto.

Anuncios que cuando llamaba mágicamente ya estaban tomados cuando el periódico o el mismo anuncio acababa de salir. Centros de trabajo donde le decían sí ven hacer una entrevista pero sólo de verlo le decía, "lo sentimos". Algunos que ni siquiera la oportunidad de una entrevista le daban, otros que lo juzgaban con la mirada.

— La actitud positiva  genera respuestas positivas, Taehyung. ¡Ánimo! Este es el camino y no puedes estar molesto, uno se vuelve más creativo y eficaz cuando está relajado.— Se animó sentándose en la cafetería colindante a la que le había negado el trabajo. No se merecían siquiera que gastara un centavo de su dinero ahí. — Un Mocca helado, por favor.

Realizó su orden y caminó hasta una de las mesas que estaban cerca de la barra del lugar. Dejó caer su portafolio lleno de currículum en el asiento de al lado y todos los periódicos en la mesa junto al gorro que recién se quitaba. Agitó su cabello ye escondió su rostro entre sus manos.

Quería ser positivo y mantenerse tranquilo pero las cuentas no esperaban, las deudas se podían empezar acumular y las semanas iban disminuyendo. Ya había pasado todo un mes sin un trabajo que le aceptase y reportara el mínimo de salario que necesitaba para vivir.

— ¡Hola! — Una suave voz le hizo alzar la cabeza encontrándose con un hermoso rostro de sonrisa angelical que le hizo sonreír automáticamente. — Las mesas están llenas, ¿cree que me pueda sentar aquí hasta que mi orden esté lista?

— Claro no hay problema. — Respondió cordialmente indicándole que se sentara.

— ¿Buscando trabajo? — Taehyung ensanchó los ojos desconcertado y el desconocido le señaló los periódicos sobre la mesa.

— Ah sí, estoy buscando trabajo. Una ardua lucha en la que todavía no pienso rendirme. — Contestó sonriendo recibiendo su orden.

— ¿Te urge el trabajo? — Asintió con una mueca.

La hermosa sonrisa del desconocido por un momento lo hacía dejar de pensar en el trabajo aún cuando sabía que lo necesitaba. Sin embargo, no creía que por recrear su vista por unos segundos estuviese perdiendo el tiempo, al contrario, se relajaba y recargaba energía para continuar con su búsqueda.

— ¿Estás buscando algo específico? Perdona si pregunto tanto es que veo que has marcado todo en todos los periódicos y me dio curiosidad.

— No pasa nada. — Sonrió. — La verdad es que en estos momentos sí estoy buscando cualquier cosa, creo que tomaré lo que aparezca porque me urge.

El chico de cabellera tan negra como el azabache le devolvió la sonrisa sopesando si debía o no hacer lo que por su mente ocurría. El rubio se veía urgido y aunque dudaba que fuese escogido, no perdía nada con darle una oportunidad más entre tantas que tenía.

— Verás, no sé si te interesaría trabajar de mayordomo pero si vas a esta dirección mañana en la mañana, entre las nueve y doce del mediodía estarán contratando personal ahí. Puedes presentarte si tanto te urge y probar suerte. — Le extendió una pulcra y olorosa tarjeta metálica con letras doradas.

Haciendo una pequeña venia en su asiento el rubio agradeció tomando la tarjeta de presentación en mano. Hasta ahora casi todas las que había visto eran de cartulina o plástico aunque sabía de la existencia de estas. Eran las más innovadoras del momento y muy pocas empresas las utilizaba, normalmente eran los directivos de grandes conglomerados o personas de alta posición los que hacían ese gasto de dinero innecesario.

— ¿Park Jimin?

Según la información que veía, se trataba del CEO de una compañía de entretenimiento. Su nombre comenzaba hacérsele familiar pero no lograba recordar de a dónde. Mientras más observaba ese pequeño rectángulo metálico, más nervioso se ponía.

— Sí, ese es mi nombre y con mi tarjeta de presentación podrás decir que vas de mi parte. No te asegurará nada pero al menos te darán la oportunidad de entrevistarte sin correrte. — Una extraña preocupación invadió a Taehyung pero la risa del pelinegro lo trajo de regreso a la realidad. — Ve a esta dirección que te escribí en el papel, si lo consigues, tu salario será espectacular aunque definitivamente no será fácil.

— ¿Realmente todavía existen personas que usan mayordomo?

— Pues sí, más de lo que te imaginas aunque actualmente las personas prefieran trabajadores domésticos o alguna agencia que se encargue de hacer todo esto. — Un camarero llegó con la orden de Jimin, mirando inquisitivamente al rubio que se removió incómodo en su asiento. — Timoteo, lo estás poniendo incómodo.

— L-Lo siento, Park. — El joven se disculpó algo apenado y tras hacer una pequeña reverencia se marchó abrazando la bandeja.

— Perdónalo, es alguien muy curioso.

— No pasa nada. — El pelinegro se levantó sosteniendo su batido de fresas y levantó su mano con un sonrisa para despedirse. — Esto... Gracias, por todo.

— No he hecho nada, así que no me agrazas aún. Todavía falta ver si puedes quedarte en ese lugar, te deseo la mayor de las suerte. — Dio media vuelta pero volvió a girarse hacia Taehyung. — Por cierto, no me dijiste tu nombre.

— Ah, cierto... — Estiró la mano avergonzado por su torpeza y carencia de modales. — Kim Taehyung, me llamo Kim Taehyung.

— Pues un placer conocerte y mucha suerte, Kim Taehyung.

Permaneció en aquel sitio procesando lo ocurrido aún cuando vio desaparecer al hombre de hermosa sonrisa por la puerta. No lo vio llegar pero sin duda su caminar y estilo era muy elegante, como el más adorable ángel de la muerte, completamente de negro.

— ¿De dónde conoce a Park? — Se sorprendió al escuchar la voz que apareció de la nada a su lado, alzó la mirada y se encontró con el mismo chico que les había entregado sus pedidos.

— Bueno, realmente no lo conozco, simplemente conversamos mientras esperábamos nuestras bebidas.

— ¿Por qué será que no le creo? — Rebatió entrecerrando los ojos y esta vez el rubio sí no pudo contenerse, le parecía un atrevimiento el comportamiento del camarero.

— Si me cree o no es su problema, no le conozco de nada así que no debo explicación algunas. Así que, si no le molesta, ¿podría traerme la cuenta? — Pidió recogiendo los periódicos.

— N-No se moleste, por favor. Simplemente que Park es nuestro cliente habitual y pese a ser muy cordial con todos, una persona alegre que saluda a todo quien lo salude o esté presente observándolo, no lo había visto interactuar con nadie por tanto tiempo que no fuera conocido suyo. — Taehyung miró la mano que el contrario le sostenía y este apenado lo soltó. — Lo siento. Su pedido irá por la casa y siempre que desea venir será bienvenido.

Quizás en otra ocasión hubiese insistido en pagar la cuenta pero dada a su situación, no insistió. Se limitó agradecer, recoger sus cosas y marcharse de ahí despidiéndose cortésmente tanto del camarero chismoso como quienes lo miraban detrás de la barra.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro