En el imperio de Oriente, el cielo oscuro informaba que era de noche, las estrellas iluminaban el firmamento, una hermosa noche, no tan bella para la persona que se encontraba tirada en el piso de su habitación...

Recientemente, el palacio y el imperio, habían estado viviendo varios y serios problemas que no parecían llegar a tener fin.

El emperador parecía no estar preparado para ser emperador, mostraba un juicio nublado por cierta mujer de cabellos plateados, un color tan puro, a excepción de su verdadera personalidad.

Y en efecto mis queridos lectores, la persona tirada en el piso, por fortuna o desgracia, era el emperador del imperio de oriente, Sovieshu.

¿Qué hacía en una posición tan imperfecta para un emperador?, como de costumbre, a altas horas de la noche, cuando no había ya ninguna persona cerca de él, se lamentaba de sus malas decisiones y acciones.

¡Qué ironía de la vida!, arrogante de día y desaliñado de noche.

¿De qué le serviría estarse lamentando si al día siguiente por la mañana no cambiaría nada?

Sabía que se había ganado el total desprecio y odio de su esposa, la emperatriz del imperio de Oriente, Navier.

Navier estaba dispuesta a soportar y vivir sabiendo que Sovieshu se había enamorado de otra mujer y la había llevado para volverla su concubina... pero, eso no significaba que ambos podían faltarle al respeto a ella, a su autoridad y a su imagen como emperatriz ante todo el Imperio y los demás reinos.

Todo había pasado muy rápido, ¿o es que las cosas ya estaban mal desde antes y eso fue la gota que derramo el vaso?

Navier estaba formando una amistad con el rey Heinrey, del reino de Occidente, siendo amigos por correspondencia y poco a poco ambos se estaban ganando el cariño del contrario.

Ahora, volvamos con Sovieshu...

Cada día sintiéndose más solo, sin nadie con quién hablar, recordando los días de niñez y juventud con Navier cuando aún no estaban casados, ¿Dónde quedaron aquellos niños que se querían y eran felices con la compañía del otro?

Sovieshu decía amar a Rashta, pero, ¿la amaba de verdad?, ¿qué era el amor para él?, ¿qué era el amor para Navier?, ¿en algún momento lo habían experimentado?

Ser gobernantes no era tan maravilloso como se decía, desde que nacieron ambos tuvieron que cargar con una responsabilidad que no entendían del todo, Navier se volvió la emperatriz perfecta y él, ¿quién era él?, y Navier aparte de ser "la emperatriz perfecta", ¿quién era?

Intoxicado con alcohol Sovieshu sollozaba, sollozaba porque su vida no era la deseada ni la que desde joven le habían dicho que sería.

Él quería a Navier, de verdad la quería, aunque sus acciones no parecieran concordar con esa realidad, lo único que quería era que Navier mostrara un poco, solo un poco de cariño hacia él, que ambos pudieran hablar como lo hacían antes de casarse, que Navier mostrara más sus emociones, que la carga de la corona no pudiera más con ellos, aunque solo fuera en privado, que pudieran hablar sin pensar en acusaciones.

La última interacción que tuvo con Navier fue quemar parte de las cartas que tenía con el rey Heinrey, eso había sido hace cuatro días y desde entonces no se veían.

Lo peor, incluso había pensado en divorciarse de Navier para casarse con Rashta debido a que ella estaba embarazada de su primogénito, pero, ¿en verdad valía la pena hacer eso?, su cabeza daba vueltas, se sentía adolorido y mareado.

Sintió un impulso demasiado fuerte de gritar, romper todo, arrojó algunas cosas por el suelo, destendió la cama, las sábanas cayeron por el balcón junto a algunas almohadas y ropa de closet, toda su habitación era un desastre, él era un desastre, Navier no merecía sufrir por un hombre como él, el imperio no merecía a un emperador como él, sus pensamientos se volvieron más agresivos, él se había vuelto como su padre, a quien tanto despreció por querer más a su amante que a su madre... por lastimar y hacer sufrir a su madre, ¿cuál era la diferencia entre ambos ahora?

No lo pensó ni por un segundo cuando se arrojó por el balcón de su habitación.