III. Medusa Acuática

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Sugiero leer mientras escuchan el audio que dejé en multimedia.

     Había caminado un largo tiempo tras mi destierro. Me acercaba a una playa, al verla recordé como las olas chocando con la orilla de las afueras de mi clan traían armonía y tranquilidad a mi alma.

Busqué por el lugar unos palos, cuerdas y hojas caídas de palmeras, la noche estaba por caer y no quería dormir a la intemperie.

Con lo que había conseguido armé una tienda, monté los palos y la cubrí con las grandes hojas. Aunque el lugar era cálido y el viento corría fuerte, necesitaba abrigarme, así que usé los últimos trozos de madera para prender una fogata.

Mi estómago crujía, entonces recordé que tenía algunos bananos en mi bolso.

Observaba las tranquilas aguas del mar mientras comía el último. Los recuerdos de él llegaban a mi mente, deseaba verlo de nuevo y sentir su presencia.

Se hacía tarde, así que entré a la improvisada tienda. Cerré los ojos y me quedé dormida al poco tiempo.

En mis sueños contemplaba el mar, él estaba allí y me observaba desde lejos; cerré mis ojos y al volverlos a abrir, ya no estaba, me hallaba dentro del agua, flotando frente a frente con una extraña criatura, me aterré al verla y desperté de un salto.

—Ha sido solo un sueño, yo no soy ella —repetí para mis adentros mientras secaba las gotas de sudor que escurrían en mi frente.

Al mirar a mí alrededor noté que aún era de noche, no había dormido mucho, el agua se veía hermosa reflejando la luz de la luna, me tentaba a entrar.

Decidí levantarme y salir de la tienda, me dirigí a la orilla y poco a poco entré cada vez más. Sentía como mis pies hacían contacto con la fría agua.

—Poseidón, te necesito, no me abandones.

Al parecer le hablaba a la nada, no ocurrió ni un burbujeo en respuesta, comenzaba a sentirme perdida.

Di media vuelta y empecé a caminar devuelta a la orilla, hasta que un fuerte burbujeo logró captar mi atención, ya sentía su presencia, él estaba ahí y venía hacia mí.

El agua salpicó por todas las direcciones y él salió de allí, no estaba muy cerca, pero lo veía con claridad, atendió a mi llamado y vino por mí.

—Hola, Amara.

—Poseidón —susurré mientras en mi rostro se dibujaba una gran sonrisa—. ¡Has venido!

—Claro que he venido, tú me has llamado y aquí estoy. Dime qué sucede, Amara.

—Me han desterrado y no tengo a donde ir, te necesito.

Poseidón asintió y estaba listo para hablar, cuando una expresión de inquietud e inseguridad apareció en su rostro.

—¡Cuidado, Amara! —exclamó con preocupación.

No alcancé a hablar, cuando sentí algo aproximarse, grandes tentáculos salieron del agua y apresaron a Poseidón, luego me tomaron por las piernas, se extendieron por mi cintura y llegaron a mis brazos. Traté de liberarme y huir pero eran muy fuertes, nunca antes había visto algo así, era mi fin.

En un momento de desesperación, lancé un grito y los tentáculos me jalaron, mientras era sumergida con tal brutalidad, pude ver como Poseidón luchaba por liberarse.

Traté de contener mi respiración todo lo posible, pero los tentáculos me llevaban a gran velocidad y cada vez me apretaban más. Me vi obligada a gritar del dolor, era sorprendente, podía respirar bajo el agua, como cuando Poseidón me llevó con él.

Seguía insistiendo en zafarme mientras me arrastraban, pero era inútil. Vi algo aproximarse a gran velocidad, se trataba de él, Poseidón venía hacia mí para rescatarme.

Resiste, Amara, te salvaré — Escuché su voz en mi cabeza.

Del suelo surgió oscuridad y al volver a mirar hacia atrás, él ya no estaba, había perdido su rastro y al parecer, él el mío.

Me sentía débil, no podía resistir más, mis ojos se veían obligados a cerrarse y al fin los tentáculos dejaron de moverme, simplemente me arrojaron en una oscura cueva. Mientras quedaba inconsciente, noté como la misma oscuridad que me separó de él se incorporaba a mi cuerpo. Entraba por los poros de mi piel, sentía como se esparcía dentro de mí. Al final, no resistí más, mis ojos se cerraron y mi cuerpo quedó flotando, perdiéndose en la oscuridad de la cueva.

* * *

Para cuando desperté, me sentía diferente, algo en mí había cambiado y mis deseos de venganza hacia los Wayú habían aumentado, era como si la oscuridad de mi ser hubiera diezmado todo rastro de luz.

Tomé la fuerza necesaria y salí de la cueva. Nadé, nadé y nadé, no supe cómo, pero por alguna razón desarrollé mejor esta habilidad y pude salir del agua con rapidez.

Al ver mi reflejo en el mar, quedé perpleja, noté que ya no era la misma, todo en mi había cambiado. Ahora mi piel era verde, mi cabello oscuro parecía el de una medusa, tenía algunas escamas, filosos dientes y tentáculos en vez de piernas. Era idéntica la criatura que vi en mi sueño.

—Soy... diferente —susurré, anonadada.

Escuché gritos desesperados que me sobresaltaron. Mi deseo se había cumplido, estaba de vuelta en mi pueblo y veía como la gente huía de mí para ocultarse en sus chozas.

—¡Corran! —gritó un anciano, aterrado.

—¡Vayan de vuelta a sus chozas! —ordenó uno de los guardias que custodiaban la playa.

No hice nada, no era el momento, no estaba lista, simplemente volví al agua.

* * *

Me sentía fuerte, era el momento adecuado para dar inicio a mi plan.

Al salir del agua pasé la vista al cielo, era de noche, la luz de la luna se reflejaba sobre el mar como de costumbre, otorgándole un ambiente armónico. Era el momento perfecto para agarrar esa armonía y destrozarla junto a toda esperanza alguna.

Escuché ruido y cantos al aire, desde mi posición podía ver una gran fogata. Se encontraban en una fiesta casi tan importante como la de Maleiea, celebraban el día de Juyá, el dios lluvia.

El cielo se nubló en su totalidad y el agua empezó a caer de las nubes en distintas direcciones, Juyá había bendecido un año más a mi pueblo con su lluvia.

Una gran ola se formó y me arrastró hasta la costa, era el momento perfecto para dar inicio a mi plan. Me dirigí a las chozas con mucha cautela mientras todos celebraban la fiesta, me hacía camino arrastrando mis tentáculos.

Comencé a prolongarlos, eran súper fuertes, tanto que desplomaban las chozas con tan solo un golpe.

Estiré dos de mis tentáculos y tomé algunas antorchas que se hallaban clavadas en la arena, las lancé sin piedad a las chozas y disfruté mientras se incendiaban.

El ruido, el humo y el fuego propagándose en las palmeras los alertó a todos, se creó tensión en el clan, todos dejaron de hacer inmediatamente sus actividades y comenzaron a murmurar con pánico y temor.

—¡Alto! —ordenó mi hermano, provocando el silencio de todos, pero no fue suficiente, los Wayús se descontrolaron y empezaron a gritar.

—¡Es ella! —habló un hombre de la multitud—. ¡La criatura de la playa!

—¡Ha regresado! — Escuché la voz chillona de una mujer.

—¡Nos matará a todos! —exclamó un anciano.

Sentía como latían todos sus corazones a la misma frecuencia, ese constante bombeo de sangre era música para mis agudos oídos, sentía su miedo y me alimentaba de ello.

—¡Corran! —ordenó mi hermano—. ¡Huyan, busquen un lugar seguro! — Se dispersaron al escuchar al líder—. ¡Soldados, al ataque! ¡Acaben con esa criatura y que Maleiea nos proteja!

Los guerreros del clan me apuntaron con sus arcos y lanzaron múltiples flechas a la vez, pero no eran nada contra mis tentáculos, eran demasiado fuertes, derribaron las flechas, así que los soldados procedieron a aventarme sus lanzas.

Me divertía luchando contra ellos, de ninguna manera me podrían ganar y yo tenía toda la ventaja, era invencible.

Sentía como mi cabello tomaba más volumen y se alargaba como una liga, para mí era algo sorprendente. Usé mi nueva habilidad para atrapar las lanzas y luego las clavé sin piedad en los pechos de los soldados.

El ver caer sus cuerpos y su sangre correr por el suelo me hacía sentir viva y la adrenalina corría por mi cuerpo como el agua en el mar.

Logré estirar más mi cabello y atrapé a los demás soldados, a otros los enredé en mis tentáculos y los ahorqué sin piedad para luego arrojar los cuerpos junto a los demás.

Una pícara sonrisa se dibujó en mi rostro, casi todo estaba reducido a cenizas, me complacía el hecho.

Entre llamas y humo, desde lo lejos, mi hermano me dedicaba una mirada fulminante que emanaba odio, pero no tanto como el que ahora sentía hacia él.

—Volveré, hermano Llulah — Mis palabras lo dejaron desconcertado e hicieron eco en su mente.

Me perdí entre las abrasadoras llamas y el humo, mi estruendosa risa fue lo último que se escuchó, nunca me había sentido tan viva.

—¿Será Amara? —preguntó por lo bajo mientras observaba como me adentraba en el mar, confundiéndome con el agua.

* * *

La corte estaba reunida en lo que quedaba del clan, casi todo estaba reducido a cenizas.

—Necesitamos pedir ayuda a otros clanes —murmuró uno de los consejeros.

—Pero no debe ser una ayuda para enfrentarla — contestó otro de ellos—. Debe ser para que nos den refugio.

—¡Es una amenaza, debe ser eliminada! —respondió otro consejero.

—Todos los soldados resultaron muertos —habló el último consejero—. Atacarla no es nuestra mejor opción. Debemos refugiarnos.

Las miradas de los Consejeros Wayú cayeron en el Cacique, él debía tomar la decisión final.

—Mandaremos a las mujeres y niños a refugiarse al clan más cercano. Los hombres voluntarios que deseen enfrentaremos a...— Hizo una pausa y tragó saliva—, Medusa Acuática.

—Así será, señor —respondió el mayor de ellos.

—Traigan a los chamanes y al antiguo Piachi'. Debo hablar con ellos.

El atardecer estaba por terminar y la noche por comenzar. Los chamanes y Tupaq se encontraban reunidos con el Cacique y sus consejeros.

—La criatura... —habló mi hermano—, Medusa Acuática, antes de irse devuelta al mar me dijo... volveré, hermano Llulah. Esas palabras dieron vueltas en la cabeza por un largo tiempo — Tupaq abrió los ojos de par en par, su rostro evidenció su preocupación—. ¿Habrá alguna posibilidad de que sea Amara?

—Podría ser posible —respondió uno de los chamanes—, pero necesitamos algo que lo confirme.

—¿Tienes algo que decir, Tupaq?

—Mientras Amara rendía culto al dios mar, él en persona emergió del agua y se la llevó. Estuve bastante preocupado, iba a pedir ayuda, pero luego volvió a la choza. Amara me contó que Poseidón le había dicho que no le volviera a rendir culto, ya que por alguna extraña razón los que lo hacían habían desaparecido.

—¡¿Has visto al dios mar?! —preguntó el otro chamán, asombrado—. Muy pocos han tenido el gusto.

—Sí, lo he visto, pero eso no es lo importante ahora — Se notó bastante preocupado—. Poseidón se lo había advertido, quizá acudió a él tras su destierro, además me dijo que se vengaría de todos nosotros por eso — Tragó—. Estoy seguro de que Amara es... Medusa Acuática.



Si desean tener una idea de la apariencia de Amara convertida en Medusa Acuática, aquí la tienen.

Pdt: La hice yo.


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