0: La verdad

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng






Cuando Jimin abrió sus ojos supo que no estaba teniendo una mañana normal. Un dolor palpitaba de forma inconsciente en el fondo de su cabeza, obligando a fruncir el ceño y llevar las manos a sus sienes apretando e intentando de alguna manera reprimir el constante zumbido. La luz que entraba por la ventana tampoco ayudaba y lo único que quería en ese momento, era cubrirse con las delgadas sábanas y yacer ahí hasta que el destello cegador desapareciera. Un poco más de luz y se sentiría frito y muerto en el piso. Lo cual era imposible, porque la luz no lo mataba y él solo era un exagerado.

Algo dolió en su mano izquierda, al girar la vista se dio cuenta de la intravenosa plegada ahí. Poco a poco sus sentidos se estabilizaron hasta que logró sentarse para poder escanear en mayor detalle la sala. El constante ruido de una máquina retumbo en sus oídos, volteó la mirada y pudo ver la pequeña pantalla que seguía, al parecer, la secuencia del pulso de su corazón.

«¿Dónde estoy?», se preguntó un poco ido, el miedo apresó su cuerpo y un sentimiento de malestar se acomodó en la boca de su estómago. Pero antes de que pudiera procesar algo, la puerta de la habitación se abrió dejando a la vista a una muchacha con un uniforme de enfermera, completamente sorprendida al darse cuenta que estaba despierto.

Jimin estuvo a punto de hablar, pero cuando abrió la boca, su garganta dolía demasiado para emitir algún ruido apresurado y la muchacha ya se encontraba fuera de su vista, corriendo por lo que creía ser un pasillo.

—De acuerdo, eso fue extraño. —Murmuró casi sin habla, su ceño se fruncía en total confusión.

Tanteó su rostro para saber si esa era la causa del miedo en los ojos de la enfermera, pero nada, todo parecía estar en su lugar, necesitaba con urgencias un espejo. Levantó las sábanas para cerciorarse de estar completo, y todo seguía bien. Quizás realmente se había muerto y lo que ella presenció fue a él volviendo a la vida, al estilo lázaro, pero moderno, claro.

Aunque pensar lo último sería estúpido, sonrió un poco divertido, él siempre pensaba cosas estúpidas. De todos modos, sabía que algo estaba mal con él y no entendía qué. Tragó duro e intentó concentrarse para indagar en sus recuerdos, pero nada de lo que recordaba le daba la respuesta del por qué había despertado en una habitación de hospital con un dolor de cabeza y un suero inyectándose en sus venas.

Lo primero que pensó, fue en la estación de verano. Se encontraba a mitad de sus vacaciones, el calor era terrible, pero la zona costera de Busan —la ciudad donde vivía— lo salvaba de escapar un poco de los altos grados. Aunque Jimin sabía que eso no duraría para siempre, faltaba muy poco para abandonar el lugar donde se había criado desde el nacimiento, una semana, para ser más específicos. Su nueva vida universitaria en Seúl estaba a la vuelta de la esquina y no había tiempo que perder, como ahora, no había tiempo para estar sentado en una habitación de hospital sin saber por qué.

Cerca de cinco minutos habían pasado desde que la chica se fue corriendo por la puerta y él ya se encontraba resignado observando el blanco techo de su habitación, tamborileó los dedos y cerró los ojos justo cuando alguien entró en la habitación. Los abrió de golpe y más que rápido se sentó, lo que le costó un fuerte dolor de cabeza que supo disimular muy bien.

—Señor Park veo que por fin se digna a despertar. —Un hombre con bata le sonreía, era un caballero canoso que supuso Jimin rodeaba los 40 años de edad. Dos enfermeras se encontraban a su lado y no eran ni siquiera disimuladas en observarlo con pequeñas sonrisas en sus labios. Jimin frunció el ceño como si estuviera herido de aquel acto y prefirió concentrarse en el doctor, que ahora escaneaba su ficha mientras escribía muy concentrado en ella.

—Me alegro verlo sano y con buen progreso, las enfermeras revisarán su condición paulatinamente. Le aconsejo que duerma como se debe, tenemos tiempo para hablar así que mañana lo haremos con tranquilidad mientras evaluamos su condición de salud, por el momento preocúpese de descansar, mis enfermeras estarán para usted si necesita algún servicio —El doctor le habló tan rápido que Jimin solo asimiló la mitad de la información, notó como una de las enfermeras se acercaba hasta su lado e introducía un medicamento en su suero.

—¡Espere! —Grita de pronto, la enfermera saltó a su lado, pero no le dio importancia—. ¿Eso es todo? —Preguntó justo al momento en que el hombre frente a él cruzaba sus brazos por delante de su pecho. Su voz la sintió áspera y dolorosa, pero pasó a segundo plano cuando las respuestas que realmente necesitaba no estaban siendo dichas.

—¿No me dirá lo que pasó? ¿si me abdujeron los extraterrestres? ¿o los hombres de negro intentaron hacerme desaparecer? No lo sé, ¿una respuesta a todo esto? —Terminó de ironizar señalando con sus manos la camilla en la que yacía. Al segundo se arrepintió de haber hecho aquellas absurdas preguntas irónicas, quizás el doctor pensaría que un loco había despertado.

Vio al doctor mandar órdenes a las enfermeras para que salieran de la habitación, Jimin se removió nervioso en su lugar y apretó con sus manos la sábana sin saber qué hacer.

Cuando se escuchó el "click" de la puerta el doctor suspiró de manera agotada y se acercó hasta los pies de su cama.

—Te haré una evaluación sencilla ¿de acuerdo? Quiero que me contestes unas preguntas y dependiendo de eso veré si puedo ayudarte con tus dudas. —El doctor le sonrió de manera amable. Jimin asintió y volvió a removerse en su sitio. Estaba asustado, ¿y si no lo lograba? ¿tendría que quedarse en esa habitación para siempre? Muchos miedos lo embargaban, él debería estar haciendo sus maletas para irse a Seúl y empezar su vida universitaria, no tenía tiempo para estar ahí, en una habitación de hospital.

—¿Me puede decir qué año es? —La pregunta del doctor lo sacó de todos sus pensamientos, haciéndole abrir sus ojos en sorpresa, él esperaba algo como resolver el teorema de Fermat, lo cual era estúpido, porque ni el sabía lo que era, ni quien era Fermat, o por qué mierda pensó en un estúpido teorema que tuvo que investigar en una tarea en 7to grado.

Estaba divagando en tonterías ante una pregunta que tenía una respuesta realmente sencilla, respuesta que sabía. No había ecuaciones, ni raras adivinanzas absurdas, sino, algo tan fácil como una fecha. Si lo contestaba, entonces Seúl estaría a la vuelta de la esquina, esperándolo con los brazos abiertos.

«Adiós Busán, hola Seúl.»

—Fácil, estamos en el 2014 doc —Respondió confiado removiéndose nuevamente en su lugar—, a mitad de vacaciones de verano. —agregó un momento después. Trató de no sonreír de modo triunfante, porque había que admitirlo, le encantaba como la mierda ganar, sea cual sea el juego o la pregunta, siempre quería tener la razón, así que, para no verse como un niño pequeño y competitivo, apretó sus labios mientras observaba al doctor asentir con la cabeza.

—Me lo suponía. —Le escuchó murmurar, el hombre suspiró audiblemente y Jimin ya no se apretaba sus labios ni tampoco quería reír. 

—¿Qué sucede doctor...? —Preguntó con una suave voz, casi en súplica, algo andaba mal, terriblemente mal, no por nada el doctor ahora lo miraba con un brillo de pena en los ojos, como si él fuera un pequeño cachorro abandonado en un día de lluvia.

El hombre guardó silencio por un largo momento, no hablaba, sin embargo, su rostro era uno de completa amabilidad.

—Dígame que sucede doc... —Intentó de nuevo, en un tono mucho más suplicante que el anterior, esperando lo peor. 

—Tuviste un accidente Jimin —El hombre comenzó hablar dejando todas las formalidades de lado, Jimin empezó a precipitarse y fue como si un dolor puro y crudo se desatara en su pecho, obligándolo a pestañear varias veces seguidas porque las lágrimas ya quemaban en sus ojos—. Uno feo, estuviste en coma por tres meses —niega con la cabeza—, tu caso es casi un milagro, tu informe está en proceso de estudio, aun no sabemos qué efectos haya tenido el accidente sobre ti aparte del que ya es notorio.

A Jimin se le paró el corazón, y si no fuera por el constante ruido del monitor cardíaco, pensaría que su órgano pulsátil realmente se había paralizado. Sus ojos estaban ya acuosos, impidiéndole ver con normalidad. Frío recorrió su espina dorsal, haciendo que los escasos y delgados pelos de sus brazos se levantaran.

—¿Q-qué efecto es el notorio? —El miedo se formó en su pecho, su boca estaba seca y unas cuantas lágrimas se deslizaron por su costado. Su cabeza dolía enormemente, pero no le importó, no cuando las dolorosas respuestas lo estaban lanzando a la realidad, haciéndolo caer.

—Jimin-ssi —Dijo el doctor luego de un largo silencio—, usted perdió la memoria, estamos en el 2016, no en el 2014 como dijo usted. A perdido casi dos años de sus recuerdos.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro