i. pretend to be fine

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PIEDAD EN TUS OJOS
acto          🩸          uno
❪ pretende estar bien ❫

EL CARIÑO DE UNA MADRE fue lo que inevitablemente siempre le hizo falta a Phoenix Silver. Podría tener absolutamente todo desde niña, menos aquel requerimiento para una infancia como cualquier otra.

¿Le dolió el abandono de su madre? Sí, por mucho tiempo, era tan solo una niña que no entendía por qué no veía más a su madre. ¿Lo superó? Por supuesto, tuvo que, al lado del único que pareció realmente amarla, su padre. El hombre que había seguido con ella sin importar cualquier circunstancia.

Phoenix creció y forjó su personalidad. Aprendió a enterrar toda debilidad y problema en lugar de enfrentarlo, y continuó con su vida, llegando a los 17 años como una joven de sentimientos puros y carácter amable, recatada y sumisa. Tal vez tenía una fuerza mucho más grande en su interior, pero no buscaba hallarla. Su vida estaba bien como estaba.

"Aceptamos el amor que creemos merecer". Lamentablemente, algo siempre había estado fracturado dentro de Silver y eso le hacía creer que un ser tan insignificante como ella debía conformarse con tan solo migajas de amor, lo único que su enamorado Gabriel Waldorf era capaz de darle.

Una mañana cálida y ruidosa por el alboroto de una reunión que se llevaría acabo ese día, Phoenix recibió un pequeño paquete. Lo abrió y, como era costumbre, se encontró con un detalle costoso que tenía una tarjeta en la que estaba grabado un "Te quiero". Era de su pareja, la cual le daba regalos para compensar las varias veces en las que la ignoraba por sus ocupados asuntos. Era una rutina.

Phoenix dejó el paquete sobre su cama y salió de su habitación. Ese día había una fiesta, y en realidad ella quería distraerse un poco. Al llegar a las afueras de su mansión frente a la playa, que se encontraba en una comunidad cerrada, se encontró con la fiesta en honor al nuevo invento de la enamorada de su padre. Tomó una copa y se preparó para recibir la atención de los invitados.

Vio a su padre desde lejos, con uno de sus trajes caros, joyería deslumbrante y cabello largo cayendo sobre sus hombros. Terry Silver se acercó y dejó una caricia en su mejilla.

—¿Cómo está mi princesa? —interrogó, notando algo en sus ojos. Sin que ella misma lo supiera, Phoenix era muy expresiva—. ¿Algo te entristece? ¿Qué es lo que necesitas? Me encargaré de que suceda —aseguró de inmediato, pero ella sonrió, negando con la cabeza.

—Todo está bien, papá. Solo estoy un poco cansada. —Y no mentía, estaba muy cansada del comportamiento rutinario de su novio—. Vayamos a saludar a tus invitados —propuso, fingiendo una sonrisa.

A pesar de dudar sobre lo que su pequeña le aseguraba, Terry no supo bien cómo abordar la situación y accedió, empezando a pasearla por toda la fiesta, presumiéndola con sus amigos y conocidos.

—Qué ojos —la halagó una de ellos, tomando su barbilla. Phoenix se removió incómoda por aquel contacto, pero con disimulo, tratando de no verse grosera.

Ella siempre tenía que soportar la excesiva confianza que tenían los amigos de su padre, y demás gente. Muchos no entendían límites, pero Phoenix tampoco entendía ni buscaba que eso cambiará.

El recorrido continuó, pero cuando los Silver vieron a una empleada luchando con una bandeja y recipientes, fueron inmediatamente a ayudar. Una de las cosas que Terrence Silver le había enseñado a su hija había sido la humildad y fraternidad hacia todos.

Cuando aquel acto de buena fe concluyó, Phoenix esperó que su padre volviera a tomar y unir sus brazos, y regresarán a pasear por el lugar, pero ello no ocurrió. Terrence quedó inmóvil mientras observaba con atención, y temor, la entrada principal.

La menor se colocó a lado de su padre, intentando entender por qué le daba tanta importancia al hombre que había aparecido y estaba frente a ellos. No era tan alto, se veía un poco mayor, tenía un cabello canoso y una mirada que resultaba penetrante.

—¿Qué quieres? —preguntó Silver con dureza, colocándose frente a su hija, quien la miraba sin entender. Trataba de cubrirla, protegerla. ¿Pero de qué?

—No vine a causar ningún problema, solo vine a hablar —aclaró el desconocido, dando un par de pasos hacia ellos. La mirada del recién llegado no paraba de alternarse entre Terrence y la adolescente, curioso por ella y su presencia—. Ya sabes, por los viejos tiem...

Pero se le fueron las palabras de la boca cuando pudo observar la fiesta. Con sorpresa volvió a observar a Terrence, quien le estaba pidiendo a su hija regresar con los demás.

—¿Quién es ese hombre, papá? —preguntó confundida, con el ceño fruncido.

—Ve con los demás, Phoe —pidió nuevamente, acariciando con suavidad el cabello oscuro de su hija.

Ella no tuvo más opción que acceder y regresar a la fiesta, viendo a la enamorada de su padre acercarse en su lugar. Quiso quedarse cerca, pero su teléfono sonó, identificó de quién se trataba y tuvo que buscar un lugar más tranquilo para contestar y evitar posibles conflictos.

—Hola —saludó distraída, intentando no quitar la mirada de la fiesta por si volvía a ver al hombre.

—¿Phoenix, por qué tan dura?

Entonces ella recordó que hablaba con su enamorado. Sacudió la cabeza y se centró de lleno en él.

—Lo siento, Gabriel, estaba preocupada por algo.

—Bueno, no importa. ¿Qué te pareció el regalo? —preguntó, y en su voz se notó un claro desinterés que hirió a Phoenix. La ojiverde ya no entendía por qué seguía causándole lo mismo, debería estar acostumbrada.

—Fue lindo —comentó, recordando el reloj dorado—, como todos los otros.

—Cantidad y calidad, ¿qué más podrías pedir? —soltó, Phoe supuso, en broma—. Bueno, debo continuar con mi viaje.

—Adiós, Gab...

—Adiós, Phoenix.

Gabriel Waldorf había sido el sueño distorsionado de muchos, y la realidad de pocos. Siempre tan inalcanzable y perfecto hasta que se fijó en una adinerada muchacha de ojos verdes. El proceso de encantamiento no fue tan fácil como esperó, ella confundió señales y fueron amigos por mucho, mucho, tiempo. Eleanor lo conoció, y conoció parte de lo que Gabriel era en realidad, así que cuando él le propuso estar juntos, ella creyó con confianza estar preparada.

Pero en definitiva no fue así y los detalles de amor, como una escapada romántica o mensajes de texto a cada segundo, se desvanecieron. Aún así ella permaneció, creyendo que era el amor que merecía.

Luego de la llamada, toda la energía de Phoenix desapareció y no tuvo más ganas de seguir en la fiesta, así que subió a su habitación. Ordenó el nuevo reloj junto a los demás, notando que era uno que ya tenía. Rio con ironía, intentando no sentirse mal. Phoenix parecía tener una vida amorosa miserable. Bueno, era una realidad.

Se quedó en su cama por un largo rato, distrayéndose con la lectura de algún libro hasta que sintió la necesidad de probar algo dulce. Por el camino, le sonrió a los empleados con cordialidad fingiendo bienestar. Cuando estuvo cerca de la cocina, observó en el balcón a su padre hablar con el desconocido. Tuvo un gran dilema sobre quedarse o irse, pero al final no pudo evitar acercarse a oír.

—¿Es lo que quieres, John? —le preguntaba su padre al hombre—. ¿Un cheque?

—Quiero terminar lo que empezamos —contradijo con firmeza.

—Terminar lo que empezamos... —repitió su padre, incrédulo—. ¿Como se suponía que haríamos hace 35 años, antes de que te mueras? —atacó, haciendo que su hija alzará las cejas muy sorprendida.

—Fue un mal momento, no voy a negártelo —admitió su acompañante—. Pero estoy de vuelta, y tú también puedes volver.

Phoenix estaba muy concentrada en oír cada palabra, memorizar algunas para luego investigar. ¿A qué se estaba refiriendo el desconocido? De seguro había un transfondo muy interesante.

—Mira a tu alrededor —le pidió su progenitor, abriendo los brazos, señalando su mansión y la playa frente a ellos—, yo me encuentro muy bien. Tengo un hogar, una familia.

—¿En serio? Porque el Terry Silver que conocí habría pateado al viejo cuatro ojos por llamar a Cobra Kai, adorable —comentó sobre algo que de seguro debió ocurrir hace un rato en la fiesta. Su padre no pudo evitar quedarse en silencio, estando de acuerdo—. Y ni qué decir de esa jovencita, jamás creí que...

La ojiverde sintió los pelos de punta al concebir la idea de que pudieran descubrirla, y sufrió de un escalofrío al oír ese nombre: "Cobra Kai", el mismo que su padre repetía cuando tenía pesadillas o sufría recaídas.

—Esa jovencita se llama Phoenix, y es mi hija, Kreese, así que dirígete a ella con respeto —ordenó, apretando sus manos en puños—. Ella fue lo último que necesité para rehabilitarme, para dejar todo atrás. Todo fue, es y será por ella.

Phoenix sintió una ola de calidad en su corazón, apreciaba mucho que su padre le tuviera tal adoración. Eran solo él y ella, siempre había sido así.

—Entonces, vela por la sociedad en la que vivirá tu hija. La gente necesita aprender respeto, disciplina, como luego de nuestro regreso de Vietnam. ¿Recuerdas a un grupo de hippies llamándonos asesinos? Por eso empezamos Cobra Kai. Juntos hicimos la diferencia.

—Sí, la hicimos... —aceptó Terrence.

—Podemos hacerlo de nuevo. Hay una generación nueva a la que le caería bien lo que sabemos. Lo único que se interpone en nuestro camino es Daniel LaRusso.

Phoenix se recostó contra la pared, con muchas dudas rondando en su cabeza. ¿De quiénes hablaba? ¿Sobre qué? ¿A qué cosa estaba invitando ese tal John Kreese a su padre?

—¿Danielito? —preguntó entonces Silver, reconociendo a la persona y sonando burlón.

—Incluso se asoció con, Johny Lawrence —agregó, descontento.

—Espera, espera. ¿Tu campeón y LaRusso trabajan juntos?

—Por eso estoy aquí. Necesito un socio, y la única persona que sabría comó enseñar en Cobra Kai, eres tú. ¿Qué me dices? —Silver pareció halagado ante sus palabras, y el tiempo que tomó para responder generó expectativa, y no solo en el hombre frente a él, si no también en su hija.

Al final solo se negó, causando la decepción de su acompañante y un extraño alivio en Phoenix.

—En los años 80 creí que podía conquistar el mundo, y estuve muy cerca. Me dejé llevar por la cocaína, la venganza. Pasé meses aterrorizando a un adolescente por un torneo de karate de la secundaria —recordó, y su descendiente frunció el ceño. Ella sabía que su padre había tenido malas rachas, pero él jamás había profundizado en ellas—. Suena a locura hablar de eso. Después de ese torneo, toqué fondo. Pero, logré recuperarme. Pronto descubrí que tendría una hija, entré a terapia, encontré claridad.

—¿Así que es su hija? ¿Ellas te dieron claridad? Esa ridícula obsesión tuya.

Phoenix esperó por la siguiente parte de la historia mucho más intrigada, pero una sirvienta la encontró, llamándola, por lo que ella tuvo que alejarse para disimular lo más posible su presencia en aquella plática privada.

Ella regresó a su habitación luego de encargarse de la sirvienta, indicándole que no necesitaba nada y continuará con sus quehaceres. Se encerró en sus cuatro paredes, tomándose unos segundos para procesar todo lo que había oído antes de tomar su celular y empezar a investigar.

Primero colocó en el buscador "Cobra Kai", encontrándose con muchas noticias sobre el torneo de All Valley y su último campeón; Miguel Díaz, también sobre sus senseis; Johnny Lawrence, el mismo que habían mencionado, y John Kreese.

Ella indagó más sobre este último, pues era la persona que estaba en su casa ahora mismo. El hombre era fundador de Cobra Kai, un capitán retirado que supuestamente había muerto, pero milagrosamente regresó hace unos meses para tomar nuevamente el control de su dojo.

Phoenix no se detuvo, encontrándose con más noticias y nueva información. Halló a Daniel LaRusso, y vio sobre su dojo y compañía de autos. Supo que tenía una familia con dos hijos, una de su edad. Hasta encontró un artículo sobre Terry Silver, co-fundador de Cobra Kai. No fue algo realmente grato de leer.

Todo se enfocaba en el karate, todo problema, como la reciente pelea en la escuela que había dejado muchos heridos, o toda alegría, como las imágenes de adolescentes celebrando sus victorias. Todo se trataba del karate.

Vio videos, vio combates, vio técnicas, vio a jóvenes compitiendo y dándolo todo por las medallas y la copa del mejor. Estuvo muy concentrada hasta que tocaron la puerta y sobresaltada soltó el celular. No tardaron en abrir y asomar la cabeza.

—Hola, mi niña —saludó su padre, apareciendo tan calmado e ilustre como siempre. Entró y dejó la puerta entreabierta.

—Papá —respondió, sintiendo que poco a poco su nerviosismo se iba—, ¿ocurre algo?

—Solo venía a verte. Desapareciste...

Ella tragó saliva, pasando el agrio sabor que la llamada de su novio le había dejado, al igual que la confusión sobre el tema de su padre.

—¿Estás bien, Phoe?

—Lo estoy —mintió con una sonrisa—. Gracias por preocuparte, papá.

—No lo agradezcas, amor, lo haré siempre con devoción —aseguró, acercándose para darle un beso en la frente. Se tomó unos segundos para admirar su mejor obra—. Lo haría todo por ti, ¿sí lo sabes...?

Si Phoenix no supiera sobre su plática con Kreese, se sentiría muy extrañada con la actitud de su padre. Terrence se caracterizaba por ser amoroso y detallista con sus seres queridos, pero ahora se sentía distinto.

—Lo sé.

Él asintió con una sonrisa calmada antes de volver a dejarle un beso, desearle buenas noches e irse. Todo parecía seguir como siempre, en su orden natural, pero aún así, aún cuando Phoenix se trataba de convencer de que nada era diferente y estaba bien, todo se sentía pesado y duro.

Un mal presentimiento la invadía, la mansión Silver ahora estaba siendo inundada por el mar oscuro del pasado, y aunque ellos habían tenido que aprender a nadar, pronto los errores también aprenderían.

🏅 ¡voten y comenten, ángeles! 🏆



































































































NOTA DE JEM 2024:
¿cómo andannn?
¿saben? lo bonito de volver a publicar algo es que ya lo tienes, solo debes perfeccionarlo.
en finn, espero les esté gustando y disfruten los próximos episodios.
pdta: ¿qué opinamos de la sexta temporada?

NOTA DE JEM 2023:
¡holaa! llegué con el primer capítulo de este fic que me trae emocionada.

pero bueno, antes que nada, quería abrirme un poco con ustedes; no soy de trabajar por el número de votos o lecturas, lo hago porque me gusta, porque me lleva a imaginar realidades diferentes que me relajan y alegran mucho. aún así, un comentario bonito o un voto no les cuesta mucho, siempre son de ayuda, en serio le hacen algo al corazón que se regocija de felicidad. ☺️

era eso, gracias por estar aquí. los quiero muchooo. hasta el próximo cap. <33

JEMIISA ©
1° versión: 18 - 02 - 23
2° versión: 19 - 07 - 24

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