iii. pretend to accept it

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PIEDAD EN TUS OJOS
acto         🩸           uno

❪ pretende aceptarlo ❫

En los días siguientes, los Silver tuvieron que hacer acto de presencia en Cobra Kai. Phoenix estaba demasiado nerviosa e insegura, pero ya no había posibilidad de echarse para atrás, o algo así le dijo su padre:

—Cuando tomamos una responsabilidad, no debemos dejarla hasta que esté terminada, little swan.

Así que aparecieron en el establecimiento de Cobra Kai por la mañana y, antes de la llegada de los alumnos, los dos se colocaron los kimonos del dojo, Terry el de sensei y Phoenix el de estudiante.

Ella estaba inscrita, aunque Kreese había pedido una prueba de su ferocidad para asegurarse de que se les estaba uniendo una verdadera cobra. Ninguno de los Silver estuvo muy de acuerdo, quedó en un "Veremos".

Cuando llegó la hora de iniciar la clase, fue el sensei Kreese quien apareció primero, haciendo formar a sus alumnos.

—Clase, conozcan al sensei Terry Silver —presentó Kreese cuando tuvo toda la atención. El mencionado se acercó, mirando a todos y cada uno de los alumnos—. Co-fundador de Cobra Kai y uno de los luchadores más temibles de la historia de este deporte —dio a conocer, notando cómo Phoenix iba detrás de su padre y se colocaba en su lado vacío—. De igual forma, conozcan a Phoenix Silver, su hija y una nueva integrante de Cobra Kai. Únete al grupo —le ordenó lo último, tomándola desprevenida.

Ahí mismo, varios de los chicos se organizaron para darle un espacio entre ellos. Estaban muy convencidos de que lo mejor era agradarle a la hija del nuevo sensei. Pero Phoe no estaba muy interesada en hacer amigos falsos, vio a Tory y su señal con la cabeza para que se colocará entre ella y su amigo Keene. No lo pensó más y todos observaron la seguridad de la ojiverde al caminar hacia ellos, aún cuando en su interior estaba muriéndose y quería salir corriendo. Con ese paso estaban formando una de las más grandes trinidades vistas, pero eso aún lo sabrían en los meses siguientes.

—Junto a Terry, edificamos Cobra Kai desde su inicio, y ahora está aquí para ayudarlos a prepararse para el All Valley. —Los senseis se voltearon hacia el otro y dieron una venia.

—Gracias, sensei Kreese. Es un honor para nosotros estar aquí —expresó Terry, señalando con su mano a su hija y a él.

Entonces los senseis les recordaron:

—Con dos senseis recibirán el doble de instrucción, eso significa el doble de trabajo. Si no están preparados para dar el 200% pueden irse ahora mismo.

—Pero si se esfuerzan, y siguen nuestro ejemplo, vamos a llevarlos al siguiente nivel.

Al instante, iniciaron la clase. El sensei Kreese la dejó en las manos de Tory por un instante para hacerlos calentar, mientras él le pedía a su mejor pupilo que se acercará.

Los Silver, Kreese y Keene se hicieron a un lado.

—¿Qué es lo que ocurre, sensei? —preguntó Robby, tratando de enfrentar con normalidad las miradas recibidas de los recién incorporados.

Pero no fue Kreese quien le respondió, si no el mismo Terry: —Como comprenderá, señor Keene, recién estamos llegando, pero he oído que está enseñando el estilo Miyagi-Do. Quiero que instruya a mi hija con lecciones extras, por obvias razones está un poco retrasada.

—¿Qué dices, Keene? —preguntó Kreese, aún cuando en realidad Robby no tenía más opción que acceder.

—Lo haré, sensei.

—Perfecto. Luego de cada clase y hasta que sea necesario, podrás darle un par de lecciones extras a nuestra nueva cobra.

Phoenix sintió una leve corriente recorrer su cuerpo. Nueva cobra. No sabía si era algo malo o bueno, pero no le resultaba tan agradable, en realidad lo nuevo no era su preferido. El cambio la aterraba, pero trataba de dar lo mejor.

—Gracias... —expresó la pelinegra con gratitud en la mirada, asintiendo levemente con la cabeza, gesto que fue correspondido e imitado por Robby.

Los cuatro regresaron con la clase, pero el sensei Kreese la detuvo. Aquello que había quedado en una posibilidad, él había decidido solo que se volvería una realidad.

—Delen un espacio a Silver para que se coloque en el centro —ordenó Kreese, siendo obedecido de inmediato. Phoenix lo miró un par de segundos antes de rendirse, obedecer y aproximarse al espacio ya vacío—. Silver conoce de karate, de eso puedo estar seguro, ¿pero lo ha puesto en práctica?

La pregunta del sensei era más para su amigo que para los otros. Terry solo se quedó en silencio sin quitar la mirada de su primogénita.

—Veamos si está al nivel. Atáquenla.

Phoenix se mostró sorprendida. Rechazaba totalmente la idea, en realidad la asustaba un poco. ¿Y si no lograba defenderse? Su padre seguramente la salvaría, pero eso era lo que precisamente no deseaba bajo ninguna circunstancia. ¿Qué imagen dejaría?

Se quedó en el centro, observando hacia todos lados para ver quién se atrevería primero. Todos estaban inseguros con la idea, ¿qué tal si era una trampa? Al fin y al cabo, Phoenix era la hija del sensei, debería tener algún tipo de preferencia.

—¡Ataquen!

Fue Tory Nichols la que dio el paso hacia adelante. Quería ver de qué estaba hecha la misteriosa chica que siempre los observaba. La analizó a cada paso, notando lo delicadas que se veían sus manos, ella era delgada y se veía frágil, pero la forma en la que sus nudillos sobresalían al apretar sus puños le hacían creer que tenía algo para dar.

—Hola —saludó Phoe una vez más por la incomodidad del silencio, viéndola rodearla como si se tratará de un animal salvaje acechando a su presa.

—Hola, Phoenix.

Nichols dio el primer golpe como Cobra Kai le había enseñado, haciendo que Phoenix echara su torso para atrás en un instinto de supervivencia y evitará una patada en el rostro que de inmediato la hubiera dejado en el suelo.

Entonces Tory empezó a hacerla retroceder cada vez más y más para evitar sus golpes, así empezaron a pasear por todo el espacio vacío. En uno de los ataques de Tory, Phoenix logró defenderse más directamente y entonces contraatacó, atacando su pecho con un movimiento tan simple que pocos creyeron que le quitaría a Nichols el aire.

La experimentada cobra volteó y la pelinegra quiso tomar su hombro y pedirle perdón por haberla golpeado, ella rechazaba la violencia, irónicamente. Pero entonces Nichols aprovechó el acercamiento de su brazo para tomarlo y empujarla hacia el suelo, haciendo que diera vuelta y cayera de espalda.

—Sin piedad —la pudo oír decir.

—Bien... —soltó Silver luego de su pequeño quejido por el dolor—. Ya entendí —añadió al momento en el que Nichols le ofreció su mano para ponerse de pie. Al estar a la misma altura, pudo notar la sonrisilla en el rostro de la castaña, lo había disfrutado.

Tory sabía que había potencial, no por nada era hija de un fundador de Cobra Kai. Disfrutaría ser testigo de su proceso de descubrirlo y explotarlo.

Cuando la clase concluyó, todos fueron por sus cosas para poder irse. Antes de que Robby iniciará las lecciones extras con Phoenix, Kyler los emboscó.

—Ya te comenté, amigo, que iríamos esta noche al autocine —mencionó, tratando a Keene como su hermano de toda la vida. Phoenix estaba a lado, quería que ella tuviera la mejor impresión de él—. Quería invitarte a ti también, Phoe. Hay espacio suficiente.

—Phoenix, dilo completo —lo corrigió con molestía, rodando los ojos.

—Como sea, Phoe. Irán Robby y Tory.

—Te dije que no estaba segura por mi nuevo trabajo —mencionó ella, estando preparada para partir.

—¿Trabajas? —indagó Phoenix, notando lo extraño que resultaba siendo que ella jamás había tenido que luchar por dinero. Su padre le brindaba todo con la única condición de siempre estar enfocada en otras cosas importantes, como los estudios. 

—Cuidado, tal vez te responde con un "no es asunto tuyo" —soltó Robby, fijándose totalmente en Nichols, recordando la manera en la que le había respondido cuando él preguntó sobre su trabajo.

Phoenix notó la confianza que todos en el dojo se tenían, eran amigos y ella solo una desconocida. Tal vez con el tiempo podría volverse uno de ellos. Los observó en silencio mientras se despedían y Kyler volvía a insistir con el plan de esa noche. Silver no aseguró nada.

Cuando el dojo estuvo prácticamente vacío, y los senseis se mantuvieron en la oficina, Robby guió a Phoenix a la trastienda. Iniciarían sus lecciones extras.

Al llegar, se encontraron con un muchacho de tez morena y mirada nerviosa.

—H-Hola... —saludó, sintiéndose paralizado. La ojiverde era muy hermosa, lo había notado desde su primera aparición, admirándola de lejos.

—Él es Kenny Payne, también lo entreno. Espero que no te moleste que nos acompañe —comentó Robby, riendo internamente por la reacción nerviosa de su joven amigo.

—Para nada —respondió con un tono amistoso. Luego se dirigió al niño y expresó brevemente: —Un gusto, Kenny.

El joven tartamudeó un poco hasta que Robby lo salvó iniciando con las lecciones.

—Muy bien. —Keene los vio ponerse lado a lado frente a él—. Kenny, estás perfeccionando tus movimientos, seguiremos con eso. Phoenix, debes aprender Miyagi-Do, así que iniciaremos con lo básico. Te enseñaré algo y luego lo practicarás. ¿De acuerdo?

—Claro, señor Keene.

—Robby está bien —dijo, notando entonces qué lo había dicho en juego. Claro, pensó.

Inició con Phoenix, mostrándole la técnica de "Encerar y pulir". Era prácticamente imitar el movimiento circular que se realizaba para esas prácticas. El pequeño problema era que Phoenix nunca había hecho algo así en su vida, por lo que tuvo que repetirlo varias veces para ir perfeccionándolo con ayuda del castaño.

Cuando lo logró, lo siguió haciendo ahora de la forma correcta, dándole tiempo a su maestro para que le enseñará a un distraído Kenny. Un buen rato después, regresó con ella y le pidió que le mostrará el "Encerar y pulir".

Phoenix se puso en posición, esperando por el ataque de Robby, que fueron dos puños directos a su rostro que ella esquivó empujando su muñeca hacia un lado desde el interior, imitando el movimiento de encerar con la mano recta, el pulgar hacia dentro y fuerza.

—¡Lo logré! Fue fácil —exclamó orgullosa y animada, con mayor dopamina, energía—. Más movimientos.

—Aprendes rápido —felicitó, notando el brillo en sus ojos—. Sigamos entonces.

La siguiente lección que le dejó fue "Pintar el muro". Para ese, Robby tomó la muñeca de Phoenix, colocándola recta, así hizo que subiera el brazo, soltando "Muñeca arriba", para luego descender, concluyendo con "Muñeca abajo".

Phoenix había seguido el trayecto de su brazo con la mirada, muy atenta. Por ello, Robby la corrigió:

—Mira mis ojos, siempre mira los ojos de tu oponente.

Fue ahí que sus ojos verdes conectaron, mientras Robby continuaba tomando su muñeca para guiarla, concentrado. Pero Phoenix no podía enfocarse igual, pues el contacto visual de tan cerca siempre lograba poner nerviosa. Ella, a los segundos, no lo soportó y tomó su brazo, asegurándole que ya podía intentarlo sola.

Robby asintió sin problema, regresando con Kenny. Se colocó unas almohadillas de patadas de mano para cubrirse de los golpes del niño, así hacía que practicará sin temor a lastimar a nadie. Repetía una secuencia; dos puñetazos y una feroz patada.

—Entonces, ¿van a golpear a Halcón? —preguntó el joven varios minutos después, llamando la atención de Phoenix. Continuó con su tarea, pero ahora pensando en algo más. ¿Por qué golpearían a alguien? ¿Por qué a ese tal Halcón? ¿Quién era?

—Es un desertor —le respondieron como por arte de magia. Robby había notado la mirada "disimulada" y curiosa de la pelinegra—. Practicaba aquí, pero en el último encuentro que tuvieron Cobra Kai y el dojo enemigo, Miyagi-Do, él prefirió quedarse con ellos.

—Él me fastidió cuando visité la secundaria —agregó Kenny, recordando lo temeroso que se había vuelto con solo verlo. Se odiaba por no ser más valiente.

—No te preocupes por eso —le dijo Robby, volviendo a colocar las almohadillas frente a él—. Usa tu velocidad, vamos —lo incentivó, haciendo que aumentará la potencia en sus golpes—. Eso. Otra vez.

—Sí, te dije que estuve practicando. Ya aprendí los movimientos —mencionó, haciendo que Robby notará su arrogancia y dejará las almohadillas un segundo.

—¿Ah, en serio? —cuestionó, causando la confusión de Payne. No le dio tiempo de prepararse para recibir un veloz barrido que lo hizo caer de espaldas. Para ese punto ya habían llamado la atención de Phoenix, haciendo que dejará su tarea.

—¿Estás bien, niño? —preguntó la joven al oír su quejido. Ella también había caído al suelo con fuerza, y podía asegurar que no era nada lindo.

—Sí, lo estoy —respondió mientras Robby le ofrecía su mano para ponerse de pie.

—Para ambos —indicó Keene—, en Miyagi-Do me enseñaron que pueden aprender los movimientos, pero eso no importa si no tienen equilibrio. ¿Entendido?

—Sí —respondieron al mismo tiempo, oyendo a los segundos la risa de Terry Silver. Notaron que se encontraba en el marco de la puerta, observándolos desde Dios sabe cuánto tiempo.

—Es una... Lección de Cobra Kai. Solo les hable de Miyagi-Do para... —trató de excusarse Robby, algo intimidado con la presencia del nuevo sensei.

—Está bien —lo detuvo, ingresando a la trastienda—. El equilibrio es crucial, si no puedes estar de pie, no puedes luchar —recalcó lo obvio—. Danos un momento al señor Keene y a mí —se dirigió a Kenny al estar a pasos de él, este de inmediato lo obedeció—. ¿Phoenix, quieres seguir aquí? —le preguntó mientras solo quedaban los tres.

—No creo que sea de mi incumbencia —reconoció, haciéndolo asentir.

—Solo no quiero que estés oyendo detrás de la puerta —comentó con un tono recriminador, recordándole la vez en la que los había espiado a Kreese y a él—. Quédate, está bien.

Su hija se mantuvo de pie junto a los lockers, asegurando no meterse ni incomodar. Era verdad, lo más probable es que terminara oyendo la conversación a escondidas, así que no había problema con que se quedará de espectadora.

Silver, de inmediato, le habló al joven frente a él: —El sensei Kreese me ha hablado de ti. Te entrenaste en Miyagi-Do, ahora en Cobra Kai. Tendrás la habilidad de patearnos el trasero.

—Haré lo necesario para ganar.

—Bien —felicitó brevemente, manteniéndose un par de segundos en silencio—. Muéstrame —ordenó entonces, causando el ceño fruncido de Phoe—. ¿Qué te pasa? ¿Te asusta golpear a un viejo? —interrogó mientras reía, motivándolo a hacerlo.

Keene se puso en posición de pelea, accediendo a su extraña propuesta. Bajo la atenta mirada de Phoenix, él quiso propiciarle a Silver un golpe en el hombro.

—¿Te dije que con calma? —preguntó Silver al detenerlo con facilidad—. Vamos. Sin piedad —lo provocó un poco más, sintiendo sobre él una de las peores miradas que su hija podía darle. Phoenix no entendía la necesidad de sus acciones y odiaba ese nivel de agresividad nuevo. Se dio cuenta de que nunca había visto a su padre pelear realmente

Los dos se colocaron en posiciones de pelea a una corta distancia. Robby trató de hacerle un barrido, pero Terry lo adivinó y esquivó alzando un poco el pie, luego retrocedió con calma mientras Robby se esforzaba en darle una patada trasera. Silver lo vio moverse con energía, pero aún así esquivó dos de sus puños.

—¡Aisa! —expresó al tomar su muñeca y jalarlo, haciéndolo dar una vuelta en el aire y caer con fuerza al suelo—. Bien, bien —admitió, decidiendo ignorar la mirada de su hija—. Ahora es mi turno —comentó, viendo a Robby reponerse y colocarse frente a él.

Dio dos patadas seguidas y un puñetazo de inmediato, haciéndolo retroceder y esquivar alarmado. Volvieron a colocarse frente a frente, preparados para continuar. Fue ahora Robby quien dio las dos patadas seguidas y luego dos golpes con sus puños que Silver evitó con facilidad, entonces atacó, dándole un golpe en las costillas y posteriormente una patada en el mismo lugar que lo lanzó hacia el suelo y le quitó la respiración. No podía continuar.

Phoenix reconoció un paso del método Quicksilver y no dudó en acercarse a Keene para ofrecerle su mano y ayudarlo a ponerse de pie. Él accedió, tratando de recuperar el aire.

—Está bien, es momentáneo —le aseguró la pelinegra con respecto a su respiración entrecortada.

—Phoenix, a un lado —le pidió su padre, haciendo que volteara su cabeza hacia él. Tuvieron un pequeño duelo de miradas, aún cuando el ganador estaba claro. Los ojos decididos de su padre la hicieron alejarse sin muchas ganas, con un pequeño y creciente enojo—. Bien. Aprendiste a canalizar tu ira. Pero sientes temor.

—No le temo a nada —aseguró Keene con la respiración mas calmada pero aún un ligero dolor en el pecho.

—¿Me mientes a mí o a ti mismo? —planteó Terry, descifrando al muchacho frente a él—. Si quieres ser un campeón, y óyeme también, Phoenix, tienen que sacar el miedo y enfrentarlo, sea cual sea, porque si no lo hacen, los frenará por siempre.

Phoenix analizó las palabras de su padre, notando la dureza que les añadía. Notó lo mucho que cambiaba estando ahí, él le hubiera explicado hasta con peras y manzanas si así ella lo hubiera necesitado. Pero ahora, sonaba tan autoritario y en ocasiones atemorizante. Odiaba ello.

—¿Entendido? —les preguntó a ambos.

—Sí, sensei —respondió Keene, siendo felicitado por el mayor.

Entonces la mirada de Terry se desvió a su hija, esperando una respuesta de su parte.

—Entendido.

El ambiente estaba tenso y eso puso muy incómodo a Robby, no era un tema de él, pero ahí estaba en el centro. Entonces los Silver recordaron su presencia.

—Hoy estaré ocupado. Te veo en la noche, little swan —informó Terry, retomando su faceta de padre amoroso con Phoe, besando su frente con delicadeza. Qué versátil, pensaron los jóvenes—. El chofer ya está afuera, te llevará a comer algo por el camino y luego al ballet.

Ahí Robby descubrió otro dato; Phoenix practicaba ballet, por eso su buena resistencia física y los moretones en sus pies.

—En realidad... —murmuró la pelinegra al ver a su padre dirigirse a la salida—. Hoy saldré con unos amigos. —Lo hacía solo para intentar molestarlo. Si él quería cambiar las cosas con su faceta odiosa, genial, ella también lo iba a intentar a su modo.

—¿Amigos? —repitió intrigado. Su duda se solucionó cuando su hija puso su mirada sobre Robby.

—Sí. Keene, Nichols y...

—Park —susurró el castaño para ayudarla cuando no recordó el nombre.

—Y Park, al autocine. Quizás llegué tarde.

—Si no te trae el chófer, podrías decirle a Gabriel —dijo, cruzándose de brazos. La expresión confundida de su hija le hizo saber que ella no tenía idea de la presencia de Waldorf nuevamente en el Valle.

—¿Está aquí?

—Se llevó una sorpresa al no encontrarte en casa temprano. Quizás esto le ayude a aprender a avisar —dijo, sonando algo disgustado. A él nunca le había caído de forma espléndida el enamorado de su niña.

—Hablaré con él —dijo, viéndolo asentir con la cabeza—. Hasta luego, papá.

De inmediato soltó un suspiro al verlo irse, por más de un motivo, volviendo a olvidar que Keene estaba a su lado, inmóvil e incómodo, observando al techo con las manos unidas detrás de su espalda.

—Lo siento... Bueno, por mi papá en general, y por que hayas tenido que presenciar nuestras charlas. No había necesidad de molestarte —expresó sintiéndose culpable y moviendo mucho las manos.

—No importa mucho —respondió al segundo, haciendo que parará de moverse—. Lo de tu padre... es karate. Y sobre lo otro, son temas familiares, lo entiendo bien —respondió, recordando su propia vida familiar.

—Bien, ahora te debo mi presencia en una charla rara con tu papá —bromeó Robby, en vez de profundizar en la situación y pensarla bien, prefirió sonreír y acceder a su ofrecimiento.

—Y... ¿En realidad irás al autocine? Es decir, no está mal, es que pareció que lo dijiste por el momento —indagó.

—Lo hice. En realidad no sé si iré —admitió.

—Kyler te invitó de cualquier modo... —comentó—. Bueno, a seguir entrenando —continuó para dispersar la incomodidad del asunto.

—Como diga el maestro. —Phoenix vio a Kenny volver a ingresar, preguntando qué había ocurrido. Los mayores compartieron una mirada, decidiendo así no comentar los detalles.

Continuaron con las lecciones por un rato más. Cuando concluyó, Silver se despidió y salió del establecimiento para ir a su academia de ballet.

Para su buena suerte, en la clase del día practicaron más lo físico. Terminó exhausta, tanto que solo quería ir a casa y dormir, lo que no era posible debido a la manera en la que le había restregado a su padre que saldría.

Habiéndose cambiado, dejando la ropa liviana de ballet por su estilo más libre y vibrante expresado mediante los colores cálidos y estampados florales sin llegar a lo sobrecargado, se dirigió a la salida de su academia. Ya se había hecho algo tarde.

Vio a el auto rojo y su chófer esperándola, Phoe se imaginó acercándose y proponiéndole que fueran a comer algo poco saludable antes de ir al autocine. Pero antes de poder dar el primer paso, presenció la llegada bulliciosa de otro auto muy lujoso. Phoenix pudo reconocer al conductor aún sin haberlo visto.

Una sensación indescifrable recorrió su cuerpo. Era Gabriel.










































































































































































JEMIISA ©
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