Capítulo 9

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


No es que dejaran la caja a mano donde los niños pudiesen cogerla, bueno estaba demostrado que a mano estaba, pero supuestamente sus hijos estaban educados y concienciados de que al ático no se subían sin la compañía de un adulto. Cuando Valentina corrió a lo que parecía ser "salvar" su esposa, la encontró tirada en el suelo con un ball gag o como es mejor conocido, una mordaza y esposada mientras que sus sobrinos y su hijo danzaban a su alrededor alzando fustas y látigos:

— Tenemos a Gullivert

Gritaban victoriosos, mientras que Juliana estaba totalmente roja por el enfado y mejor ni mencionar lo "prima" que fue al dejarse vencer por tres críos. Claro, Juliana a comparación de Valentina, enfadada no daba mucho miedito, pero que la rubia se asomara y viese esa escena tomando aire sonoramente por la nariz, consiguió que los niños parasen, los ojos de Valentina se inyectaron en sangre y solo su mera presencia ya daba mucho terror. Mateo reaccionó tirando las cosas al suelo y advirtió a sus primos:

— Corran a sus camas camaradas— corrió a su cama para esconderse debajo de las mantas— mi madre está a punto de convertirse en la carta vociferadora

Hizo mención el muchacho antes de ocultarse debajo de las mantas, Valentina muchas veces le recordaba a la carta vociferadora que le manda la señora Wesley a Ron, pues la rubia gritaba muchísimo y no es que gritase en el mismo instante que ve el desastre como tiende hacer Juliana, grita, se desahoga y se le pasa el enfado en cero coma, sin embargo Valentina mira la situación y analiza cada trastada, convirtiéndose en una bomba de relojería hasta explotar entre alaridos de enfado:

— ¿QUÉ...? ¿LES...?— esa es otra, si empieza poniendo énfasis en cada palabra de la oración o interrogación— ¿HE...? ¿DICHO? — Ya está, sus sobrinos desaparecieron para esconderse de debajo de la cama de Mateo— QUE NO ENTREN EN EL ATICO— Caminó hasta la cama de Mateo y lo destapó, encontrándole echo un ovillo— Te voy hacer una pregunta Mateo...

Mateo Valdés se parecía físicamente a su madre Valentina, pero era muy Valdés en cuanto a su personalidad, pues este miró cabizbajo a su madre y con un hilo de voz lleno de arrepentimiento interrumpió a su madre:

— ¿otra pregunta?

Ahí, ahí, echando Leña al fuego, como solían hacer Juliana o Diego, los hermanos mellizos mayores. La rubia volvió a tomar aire haciendo que Mateo se encogiera más en plan cachorrillo, pues a Valentina se le marcaba mucho la vena del cuello:

— Quiero que pienses— Señaló a la vaquera que se estaba levantando del suelo torpemente, porque claro estaba tan centrada en regañar a su hijo que lo de ayudar a Juliana pasó a un segundo plano, no tengo muy claro ¿qué le molestó más? Que los niños tocasen sus juguetes o que se pasaran con Juliana— ¿Eso que has hecho está bien?

— No— admitió el niño, no eran tontos y simplemente había que hacerles pensar y ellos mismos se darán cuenta de lo que habían hecho mal, no simplemente había que decir "esto no se hace" ¿decirle eso a un Valdés cuando la propia Juliana es una cría que anhela hacer precisamente lo que no puede?— pero es que Rob...

Rob, el diminutivo de Roberto y que era uno de los gemelos que estaban escondidos debajo de la cama, que rápidamente salió en su defensa sin asomar la cabeza:

— ¡Mentira!

El cual ignoró Valentina:

— No metas a tus primos— siguió regañando la rubia— sabes que el travieso eres tú, que sepas jovencito Valdés que estarás castigado toda la semana sin postre....

— Noooo

Negó Mateo mientras se tumbaba en la cama y daba patadas Valentina se agachó ignorando la pataleta de su hijo y miró a los gemelos que se encogieron:

— Ahora mismo me iré un momento y espero que cuando vuelva tengan el pijama puesto y se hayan lavado los dientes.

Los niños comenzaron a gatear para salir de su escondite:

— Si, señora

Dijo Juan, el otro gemelo Valdés:

— También va por ti Mateo

— Sí, mamá

Dijo Mateo abatido mientras se levantaba de la cama. Valentina que ya conocía a las otras dos ratoncitas, que parecían ser las futuras Catalina y Lizzie, sin rollos sexuales raros entre ellas claro está, se dio media vuelta y miró a la puerta de la habitación. Tanto Mariana como Valeria pusieron expresión de sorpresa en plan "atrapadas" la rubia achicó los ojos:

— Y ustedes también.

Las niñas asintieron y corrieron detrás de sus primos y hermano mayor. Acto seguido miró a Juliana que desesperada movió las manos, seguía sin poder decir nada, aun estaba amordazada. Valentina se tapó la boca para contener la risa, estaba mal reírse de las desgracias ajenas y esa era la educación que le estaba dando a sus hijos, pero era Valentina Carvajal y se dejó llevar por su toque de malicia. Agarró las fustas y látigos que había tirados en el suelo, a esa edad inocente pensaban que eran componentes de disfraces de policías y domadores de leones... que perfectamente podría ser... sin embargo, no quería pensar cuando Mateo fuese mayor y recordase ese momento y se traume cuando se percate de que encontró el alijo sexual de sus madres.

Guió a Juliana hasta la habitación y ahí dejó los bartulos encima de la cama antes de quitarle el ball gag:

— ¿Si ahora soy yo quien te secuestra en mi habitación?

Juliana cuando fue liberada de la mordaza movió la mandíbula para relajar los músculos, hacía mucho tiempo que no le ponían un cacharro de esos, claro que la ultima vez resultó ser muy divertido y esa noche le resultó perturbador y agobiante:

— Casi prefiero que me sueltes ya— dijo mostrando las esposas que aun estaban cerradas— mujer poseída por la carta vociferadora.

Valentina dio media vuelta a la vaquera para quitarle las esposas, no tenían las llaves puestas, pero si estaban preparadas con un botón de emergencia para abrirlas. Libertad de las esposas Juliana se manoseó las muñecas:

— Fueron muy rápidos— le contó a Valentina— me dijeron que yo era Gullivert y que tenía que actuar como en una de sus aventuras...

— Bueno, ya apareció tu Mary Burton para traerte al mundo real— le dio un beso en la mejilla— voy a vigilar a que nuestros sobrinos y nuestro hijo han obedecido.

— Voy a darle las buenas noches a nuestras hijas, al menos ellas se han portado bien.

Valentina no se opuso, pero si observó cómo Juliana iba a tientas hasta la habitación de las niñas y entraba a esperar a que terminasen de lavarse los dientes, aquella noche si que tuvieron que hacer más cola.

Valentina por el contrario esperó que los niños terminasen de ponerse el pijama, menos mal que a lo largo de la mañana los ducharon, porque como tuviese que ducharlos a todos les darían las tantas de la noche:

— Tía— Comenzó a decir Juan arrepentido mientras se dejaba arropar por Valentina— siento mucho haberte enfadado

— Sí— también se disculpó Rob— yo también lo siento, solo estábamos jugando

La rubia curvó la comisura de los labios, es que se imagino a una mini Juliana y a un mini Diego en una situación similar, ambos siendo educados a la hora de admitir que habían sido dos auténticos diablillos traviesos:

— Una cosa es jugar y otra poder hacer al a alguien sin su permiso— dijo Valentina acariciando el pelo rizado de Rob e igual de castaño oscuro que Juliana y Diego— La próxima vez tener cuidado.

Depositó un beso en la frente de cada uno y pasó a la cama de Mateo, que estaba cabizbajo, triste y poco hablador, Valentina debería mantenerse firme, es decir, no podía permitir esa clase de comportamientos a sus hijos, pero es que eran niños, los niños a esa edad son inquietos y más con la herencia tan rica como los TDAH parece un nombre que equivalía al Gen Valdés:

— ¿Mamá está muy enfadada?

Quiso saber cuando Valentina comenzó a arroparle:

— No, pero tampoco está contenta

— ¿Y tú?— por fin miró directamente a los ojos de Valentina— ¿Me dejarás de hablar otra vez?

Si hubieran apuñalado a Valentina en el pecho en ese momento, sería menos doloroso que escuchar a su propio hijo hacerle esa pregunta, las gemelas apenas habían notado un cambio excesivo de su comportamiento cuando estuvo bajo los efectos de las drogas, pero los mellizos si lo notaron:

— Nunca— se sentó en la cama y le agarró la mano— son mis pequeños angelitos— puso los ojos en blanco unos segundos antes de admitir— bueno en ocasiones parecen unos pequeños demonios traviesos, como todos los niños, fueron creados en un acto de amor y los amaré hasta el día en que marché de este mundo.

Juliana tardó bastante, sobre todo porque acabó contando una historia a las niñas. No podía leer cuentos, así que tenía que tirar de imaginación, muchas veces de cuentos que ya sabía de memoria, otras historias inventadas con aventuras y una especie de mezcla de acción y deportes, otras veces contaba la historia de como se conocieron su madre y ella, parecido a la historia de la cenicienta, pero se lo contaba versión infantil.

En ese tiempo Valentina aprovechó para ducharse, ponerse el camisón color salmón de seda para dormir y se tomó un analgésico, desde que tuvo aquella mala experiencia con las drogas quería evitar tomar medicamentos, pero había momentos en los que necesitaba uno, como eran los dolores premenstruales.

Juliana le hizo el relevo en la ducha, que solía ser incluso más rápida y cuando llegó a la habitación y se puso solo una camisa interior y unos calzoncillos acabó cayendo rendida a la cama. Valentina se abrazó a Juliana y dejó escapar un sonido quejumbroso por las molestias:

— ¿Ocurre algo?

Quiso saber la vaquera totalmente preocupada:

— Nada, son molestias premenstruales

— ¿te has tomado algo?

Juliana no era una mujer cisexual o lo que hoy en día llaman cisexual, no había experimentado nunca lo que habían sido los dolores premenstruales o lo horrible que puede ser muchas veces tener la regla. Sin embargo hacía algo que reconfortaba mucho a Valentina, algo que nunca hizo Oliver por ejemplo y no es por andar haciendo comparaciones el uno con el otro, pero en ocasiones era dificil que no se colase en su cabeza, es decir, acabase como acabase, Oliver Ballesteros fue su primer amor y el padre de sus difuntos hijos, no podía hacer como si nunca hubiera existido, porque sí, a su lado pasó algunos momentos felices de su vida, pero había partes de algunos meses que llegaba a escuchar ese "menuda exagerada" cuando le escuchaba quejarse por los dolores menstruales o dependiendo en los mismos días que tenía la regla. Cosa que nunca hizo Juliana, ella por el contrario se preocupa de que se tome algo para el dolor o como empezó a actuar en ese momento que empezó a darle un masaje, incluso por el abdomen como cuando sus pequeñas tienen dolores de tripita y les pasa la mano por el vientre, dándole un pequeño masaje. Valentina se abrazó a Juliana y escondió su rostro en el pecho de la vaquera:

— ¿qué dijo la ginecóloga? — preguntó la vaquera— hace tiempo con los anticonceptivos no tenías tantas molestias.

Valentina abrió los ojos y respondió:

— Me han mandado otras pastillas, aunque me dijo que a partir de los treinta era normal que a algunas mujeres nos duela un poco más.

Bueno a lo mejor ese dato se lo sacó de la manga, es cierto que le cambiaron los anticonceptivos, aunque no solo para que le regulase la menstruación y fuesen menos dolorosas, también para que actuasen como tal, anticonceptivos:

— Ojalá pudiese hacer algo para aliviar tu dolor.

Dijo Juliana antes de depositar un beso en su frente:

— Reza o convence a tu madre para que rece y me llegue la menopausia antes de tiempo.

Sería el fin de los dolores menstruales y el final del temor de quedar embarazada, es decir, ¿podría hacerse otro ligamento? Sí, pero en esta ocasión sería extracción completa de las trompas, lo que viene siendo una operación sin opción a reversión ante la dudosa situación de que ambas quisieran ser madres de nuevo. Que después de esa noche, daba la sensación de que esa situación nunca se volvería a dar. Poco a poco Juliana comenzó a entender lo que sucedió ese día y empezó a sonreír de felicidad:

— Nuestra pequeña ya ha recibido su trasplante de medula

Valentina comenzó a sonreír también y miró a la vaquera:

— Nuestra hija ha recibido su trasplante

Ambas comenzaron a reír entre dientes mientras juntaban sus frentes y por la mejilla de Valentina se deslizó una lágrima furtiva:

— Se pondrá bien

Dijo Juliana con un hilo de voz:

— Pronto acabará todo

Admitió Valentina, la vaquera primero besó con dulzura su frente, siguió besando un parpado, seguido del otro, la punta de su nariz hasta llegar a su anhelado destino, que era besar sus suaves y gruesos labios, mientras que las manos de Valentina pasaron detrás de la nuca de la vaquera para atraerla más e intensificar sus besos:

— Dime como puedo compensarte— decía Juliana entre susurros— por todos estos meses

Valentina que ya de por sí tenía los sentimientos a flor de piel por sus hormonas alteradas, comenzó a negar con la cabeza mientras contenía las ganas de sollozar:

— Nada, no tienes que hacer nada, con seguir en mi vida ya soy feliz

Juliana pasó sus lánguidos dedos por la frente de Valentina, barriendo los mechones rebeldes de la rubia:

— Recuerdo una noche— comenzó a contar la vaquera— en la que mantuvimos una conversación intensa, usaste la analogía de que el amor es como un jardín que había que cuidar ¿recuerdas?— dibujó media sonrisa— llevabas un vestido rojo, mi diablesa siempre vistiendo de rojo

Valentina sonrió bobalicona:

— Recuerdo cada momento que hemos pasado juntas— respondió pasando su mano por el hombro de Juliana— Nuestros hijos Mateo y Mariana ya venían de camino— tragó saliva y admitió— en los dos últimos años ambas hemos cometido errores, yo tengo que compensaros también a ti y a los niños.

— No dejemos que vuelva a ocurrir, Valentina— acercó sus labios a los de Valentina y musitó antes de romper la distancia— mi precioso caballito de mar.

___________________

Esta historia NO me pertenece, es una adaptación realizada con la autorización de su autor Elio_kin

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro