Caramelo

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POV – Juliana

Horas antes del primer encuentro

— ¿Podrían parar? – Exclamé a las chicas que se agarraban frente a mí.

Ninguna me escuchó y continuaron con aquel beso de lengua. Giré los ojos y suspiré, así era todos los días. Desde que Tessa, mi mejor amiga, encontró a su amor solamente les falta encender fuego cuando están juntas. Marcela vivía muy lejos de su amada, pero bastó un encuentro para que dejara todo lo demás atrás, y pobre de la persona que estuviese con ellas.

Y la mayoría de las veces, yo era esa persona.

Y era en esos momentos en que mis pensamientos se dirigían a la dueña del nombre escrito en mi vientre. ¿Qué chance tengo de encontrarla? ¿Estará viva? ¿Cómo luciría? ¿Qué sentido es el que le falta? Por Dios, son tantas preguntas. Miré hacia abajo y tiré un poco de mi short para poder ver la marca por milésima vez en el día.

Valentina

—Me gustaría tanto saber cómo eres – Respiré hondo y cerré los ojos por algunos instantes para pensar en mi vida.

Hija de padres cubanos, mi historia de vida siempre ha sido muy simple. Nunca viví con lujos, pero siempre tuve que comer. Comencé a tener en mi vida un poco más de privilegios cuando terminé la carrera de arquitectura, en donde pude ayudar a mi país y pagar mis cuentas.

Después de buscar por todo el estado y no encontrar a la mujer de mi vida, intente viajar por el país con cierta esperanza de que ella se encontraría cerca pero estaba equivocada, Valentina no estaba en Cuba, lo sabía aun sin siquiera viajar por todos los estados.

Pero algo me decía que encontraría a mi amor.

Abrí los ojos y encontré aun a las chicas comiéndose a besos, giré los ojos nuevamente, no se puede tener una conversación civilizada con ellas comportándose así.

—Y ahí vamos, una comida más sin sabor.

Sí, yo no podía percibir los sabores. No conocía el sabor del pan, del jugo, de nada. Una verdadera porquería a decir verdad. Era uno de los peores sentidos sin los que uno podría nacer. En las noches de pizza, las chicas la saboreaban como si fuese la cosa más deliciosa del mundo mientras que yo solo la colocaba en mi boca intentando quedar satisfecha.

Si he comido algo horrible, nunca lo sabré hasta que la encuentre.

—Por Dios mi amor, ¿No podrías materializarte en este momento frente a mí? Odiaría comer otra cosa sin sabor.

Estaba por servirme un poco de jugo en un vaso cuando sentí dos brazos rodear mi cintura. Pegué un brinco automáticamente por el susto, provocando una risa femenina a un lado de mi oído.

—Buenos días, no te quería asustar – El aroma de perfume de chica comenzó a llenar el ambiente.

—Ya te había dicho que no hicieras eso, Ivana. – Escuché su suspiro, pero aún mantenía los brazos alrededor de mi cintura. – Buen día.

— ¿Te despertaste del mal humor? – Me limité a asentir con la cabeza.

Ivana era una de las amigas que conocí en la universidad. Una mujer bonita, de ojos cafés y cabello castaño, vivía rodeada de gente desconocida. Nunca intentó encontrar a su amor, ella podida vivir muy bien sin eso y por consecuencia era incapaz de sentir algunas emociones como: miedo, asco o tristeza.

—Entonces hare que te pongas de buenas – Sus manos comenzaron un ataque de cosquillas en mi barriga haciéndome reír descontroladamente.

—Para, por favor – Sentí como las lágrimas comenzaban a caer de mis ojos por tanto reír – Ya estoy bien.

—Buena chica, así es como me gusta verte – giré mi cuerpo y me encontré con un par de ojos cafés mirándome.

Ivana siempre dejo claros sus sentimientos por mí, incluso aunque yo le afirmara que no quería nada, ella siempre intentaba acercarse de alguna manera. Con abrazos inesperados, besos en la mejilla, caricias y declaraciones, pero mi corazón sabía que ella no era mi amor.

Yo no quería vivir así.

—No me mires así, sabes que amo esos ojos hermosos – Yo la miraba queriendo encontrar algo en aquellos ojos marrones algo que hiciese mi corazón acelerar.

Pero el destino era perspicaz, no eran aquellos ojos en los que mi amor estaba.

No digas tonterías, ¿Cuándo le vas a comenzar a darle valor a tu destino? – me senté en la mesa y me llevé un poco de jugo a la boca.

—Si dependiera de mí, nunca. Me parece que es una tontería, principalmente porque la otra persona no está aquí. –Odiaba ese pensamiento – No estoy obligada a buscar a nadie y no me cae bien la gente que lo hace.

—Me parece que es una vida muy amargada, eso se debe a que no puedes sentir tristeza – Miré la taza verde que tenía entre las manos – menos mal que no pensamos igual.

—Quiero ver hasta cuándo. Sabes que Valentina no está aquí, ¿Por qué aun tienes la esperanza de encontrarla? – Me quedé callada y terminé de beber el líquido morado. – pudiendo vivir tantas cosas y tu perdiendo el tiempo esperando a una persona que no sabes ni quién es.

—Cállate Ivana, a diferencia de ti, yo si confió en mi destino. No nací con ese nombre marcado en la piel nada más porque si – la chica rodó los ojos.

— ¿Qué está pasando aquí? – Tessa apareció en la cocina con la boca roja y el cabello desacomodado y Marcela no estaba diferente.

—Juliana que tiene otro día de mal humor y sigue con ese cuento del destino.

Yo no iba a discutir, ya me bastaban mis mismos pensamientos atormentándome respecto al tema. Lavé la taza lo más rápido que pude y me dirigí a la salida, me vi en el enorme espejo que estaba en la sala, estaba usando una blusa azul cortita que mostraba un poco de mi vientre, también un short blanco con el cual se podía ver buena parte de mis piernas.

— ¿A dónde vas? – Escuché la voz de Tessa.

—A comprar un café, necesito energía para poder continuar con este día. – Tomé dinero de mi cartera y lo puse en el short – No quiero que nadie me acompañe.

Dicho eso atravesé rápidamente la puerta. El fuerte sol golpeo mi vista haciéndome cerrar los ojos y caminar lentamente en dirección a la playa. Durante el camino las palabras de Ivana daban vueltas en mi mente, quizá en verdad no tenía ninguna posibilidad de encontrarla.

— ¡Destino! ¿Podrías darme una señal? – Miré al cielo azul libre de nubes y sentí un viento fuerte detrás de mí.

Caminé hacia uno de los quioscos que había en la playa y pedí un café pequeño. Siempre me preguntan si lo quiero dulce o amargo, y ellos siempre recibían la misma respuesta, da igual. Tomé el líquido oscuro, pagué y me puse a caminar en la arena.

Estaba distraída caminando sin preocupación cuando de repente me estampé con alguien.

—Oopss, disculpa – Miré en dirección a la rubia que tenía la cabeza agachada, parecía sentir dolor — ¿Te encuentras bien?

Tomé con seguridad su cuerpo para sujetarlo entre mis manos, sintiendo un pequeño dolor de cabeza repentino. Nada muy fuerte, pero me tomó de sorpresa pues nunca había tenido ese tipo de dolor.

Por mis palabras su rostro se fue levantando y un par de ojos azules se encontraron con los míos, mi cuerpo se estremeció totalmente haciéndome reaccionar.

—Amiga, me estás asustando – me llevé el vaso a la boca y sentí un sabor extraño que jamás había sentido. – Ahh, que cosa tan horrible.

Sorprendida, agrandé los ojos hacia la chica que estaba frente a mí. Nuevamente ingerí un poco más de líquido constatando el horrible sabor que tenía así que lo escupí.

— ¿Qué estás haciendo? – Escuché su voz haciendo que mi corazón se acelerara de repente.

—Pude sentir el sabor, no puedo percibir el sabor de nada, eso va a pasar solamente cuando encuentre a... — Mi habla murió de repente al darme cuenta de lo obvio — ¿Valentina?

Pregunté con la seguridad de que era mi amor quien estaba frente a mí.

—Hola mi amor – Abrió los brazos al mismo tiempo que sonreía y en ese preciso momento corrí a abrazarla.

—Ay dios mío.

No lo pensé dos veces antes de soltar el vaso que tenía en las manos para poder abrazarme a su cuello al mismo tiempo que enterraba mi rostro en el mismo.

Finalmente estaba con mi amor.

...

Horas después

—Llegamos – Abrí la puerta y dejé pasar a la rubia – Ignora el desorden mi amor, hay una pareja dentro de la casa que se dedica a desacomodar todo.

—Hey – comencé a reír de la expresión de Tessa.

—Ay, Gracias a Dios que apareciste, ya estaba asustada — Marcela se unió a nosotras en la sala mientras que Valentina miraba todo en silencio con una pequeña sonrisa en la cara. — ¿En dónde estabas Juliana?

—Esta mujer encontró a su amor, por eso se olvidó de que tiene casa – giré los ojos y tomé la mano de mi amor para que pudiéramos sentarnos.

—Oh – Marcela hizo una cara de sorpresa y miro a la única desconocida en el ambiente — ¿Entonces tu eres Valentina?

—Me parece que si – las dos chicas se abrazaron para saludarse – Disculpa, no quería molestarlas.

La rubia se sentó a mi lado y cruzó nuestros dedos, fuimos acompañadas por la otra pareja frente a nosotros que hizo lo mismo. Ivana permaneció de pie en la esquina de la sala sin despegar los ojos de nosotras dos. Me podía imaginar lo que estaba pasando por su cabeza.

—...cuando me di cuenta ya había chocado con ella. Solo fue cuestión de levantar la cabeza y buscar el rostro de mi amor y de repente mis colores aparecieron – Amaba la historia de nuestro encuentro, estoy segura de que se la contaré a todo el mundo.

— ¿Entonces no veías los colores? – Valentina negó con la cabeza – Vaya, que triste.

—Mucho, nunca pensé que el mundo fuera tan colorido – recargué la cabeza en su hombro y relajé mi cuerpo.

—Tessa y Marcela también están destinadas, amor. – Sentí un beso en la cabeza – Desde que se encontraron no tengo paz, es igual que tú con los chicos.

—Se la viven pegados todo el tiempo – Dijo Valentina bajito provocando una carcajada grupal.

El clima era agradable, la conversación fluía tan fácilmente que me dejaba sorprendida. Era notorio que a las chicas les caía bien mi rubia, era evidente la felicidad que sentían por mí.

—Como si ustedes no fueran a estar así. Es de ley, ya no se van a querer separar – giré los ojos— Yo no sentía la temperatura, Valentina, fue gracioso cuando encontré a Marcela. Ese día el sol estaba muy fuerte, era casi medio día y en mi cuerpo no había ni una gota de sudor, pero conforme me fui acercando a donde ella estaba, mi cuerpo comenzó a reaccionar y mi piel empezó a ponerse pegajosa.

—Marcela encontró a Tessa sin ropa – Carcajeamos.

—Literalmente, y hasta hoy ella no sabe lidiar muy bien con el calor. – las dos se miraron enamoradas – Lo bueno es que en el frio...

—Ok, ya entendimos – Interrumpí buscando a Ivana con la mirada — ¿No quieres unirte a nosotros?

La chica tardó un momento en reaccionar a mi pregunta, haciendo que todas la miraran. Valentina apretó mi mano como señal de que algo estaba pasando.

—No, ya me voy a casa. Los veo después – Luego de decir eso, se marchó.

Nos quedamos sin entender y el silencio se hizo presente en todo el lugar. Intenté ignorar todo recargando mi cabeza en el hombro de la rubia una vez más.

— ¿Pasó algo? –Miré a las chicas que estaban frente a mi buscando ayuda.

¿Será que es un buen momento para contarlo?

—Bueno, creo que su reacción era de esperarse – Suspiré al escuchar a Marcela – A Ivana le gusta Juliana.

Valentina me miró sin ninguna expresión en el rostro. Sonreí sin gracia y llevé mis dedos hasta sus mejillas para acariciarla, no sabía muy bien por donde comenzar.

—Ella no cree mucho en eso del destino, nunca buscó a la dueña del nombre marcado en su piel – Le dije bajito sin despegar mis ojos de los azules brillantes – Nos conocimos en la universidad y desde entonces ella esta clavada conmigo, inclusive aun cuando le dije mil veces que no quería nada con ella.

— ¿Entonces era ella de la persona que hablabas cuando te escuché decir que le darías una oportunidad? – Su voz se oía un poco lastimada.

—Si – Fui sincera, no había necesidad de mentir, ella tenía que saber la verdad – Como te dije antes, me sentía sola. Creía que no te iba a encontrar, fue un momento de desesperación, discúlpame.

Las chicas permanecieron calladas mientras observaban nuestra conversación. Valentina sonrió ligeramente y mi corazón se aceleró de repente.

—No es necesario pedir disculpas mi amor, lo entiendo – Solté un suspiro aliviado – Confió en ti. No te preocupes por eso.

Sentí un beso en mi frente cargado de cariño y comprensión. Valentina era realmente mi amor verdadero.

—Solo espero que a partir de ahora no haga nada más.

—Creo que ya se dio cuenta de que perdió, nunca había visto a Ivana tan callada – Abracé por la cintura a mi rubia buscando el aroma de perfume femenino.

Cambiamos de tema mientras caminaba con mi amor por toda la casa. No era el lugar más grande, pero era acogedor. Tenía dos grandes pasillos, en la parte de arriba estaba los cuartos y un baño, abajo teníamos la sala, la cocina, un baño y la parte externa de la casa, además de la vista perfecta al mar.

— ¿Cómo harás la mudanza Valentina? Te vas a quedar ¿No es así? – Preguntó Tessa después de que terminamos el tour.

Miré de forma aprehensiva a la rubia, que caminaba lento en dirección a la cama. A pesar de saber que no se alejaría, no podía dejar de sentir cierto miedo en caso de que llegase a ocurrir algún distanciamiento.

—Hey, no tengas miedo, no me iré a ningún lado – Exclamo directamente hacia a mi llamando la atención de las chicas a causa de su habla repentina – Ven aquí.

A veces olvido que podemos sentir lo mismo que nuestro amor esta sintiendo. Vamos a dejarlas solas amor – Escuché decir a Marcela antes de que se retiraran.

Me senté en las piernas de Valentina, rodeando con mis brazos su cuello. Lentamente comenzó a apretar su agarre en mi cintura en forma de protección.

—Sé que estuvimos mucho tiempo separadas, pero no quiero que tengas miedo o inseguridad acerca de eso. No me iré a ningún lado sin ti – Asentí lentamente — ¿logras sentir lo mismo que yo en este momento?

—Siento felicidad – Sonreímos – Y es fuerte, parece que mi pecho va a explotar.

Es así como me siento desde que te encontré. Feliz. Y quiero que esa sea la emoción más relevante entre nosotras, a partir de ahora somos una sola mi vida. – Mi amor ensanchó su sonrisa y juntó nuestras frentes.

—A veces creo que estoy soñando, que tenerte así no es más que una ilusión de mi mente – Cerré los ojos pasando la nariz por su mejilla – Por Dios, me gusta tanto tu olor, tu piel, tus labios, tus ojos...

—Mi amor... –Este no era el escenario que imaginaba para nuestro primer beso, pero si era el momento perfecto.

En un acercamiento tímido juntamos nuestros labios en un encaje húmedo y suave. Mi cuerpo explotó en sensaciones, sentimientos y estremecimientos, un ataque de euforia y una satisfacción que se igualaba a la de ella. Podía sentir perfectamente la reciprocidad dentro de mi pecho.

Finalmente habíamos sellado nuestras almas.

Comencé a mover mis labios lentamente sobre los de ella, buscando conocerla, sintiendo su sabor dulce. No quería hacer alguna tontería y volver ese momento horrible. Entonces me quedé en ese ritmo y Valentina pareció hacer lo mismo pues movía su boca en sincronía con la mía, terminando con sellitos. No fue un beso enorme, lleno de lengua y movimientos de rostro, era un beso íntimo, cargado de nostalgia, colores y sabores.

—Uhmm, eso fue bueno – Dijo mi amor entre besos – Ahora entiendo lo que las chicas decían.

Me acercó más a ella, como si fuera posible, pues estaba completamente pegada. No había ninguna brecha entre nuestros cuerpos, ellos encajaban perfectamente.

—Tienes un sabor tan bueno, parece... — Sellé nuestros labios nuevamente buscando sentir una vez más lo que mi paladar tanto apreció – Caramelo.

— Eso es nuevo – Comenzamos a reír – Fue el dulce que comimos antes ¿Te gustó entonces?

—Mucho, pero no me supo tan rico antes como ahora – Junté nuestros labios nuevamente – Amor, me acabo de volver adicta.

—Volvernos – Lentamente iniciamos otro beso de la misma forma que el anterior.

—Vaya, ya se están comiendo, se los dije – Nos asustamos cuando habló Tessa – Los besos son buenos ¿no?

—Cállate Tessa – Me levanté de las piernas de Valentina y pasé la mano por debajo de los labios para limpiar el exceso de saliva.

—Ni me digas nada, que ahora tú lo entiendes – Giré los ojos escuchando la risa de mi rubia – Vamos a ir al faro. Tenemos antojo de un cappuccino.

—Oh si amor, es el lugar que te dije antes ¿Quieres ir? – Me animé pasando una mano por mi cabello.

—Claro – Sonreí ampliamente mirándola levantarse — ¿Está muy lejos? Necesito avisarles a los chicos.

—No, está cerca – Respondió Tessa – Marcela, las chicas van con nosotros.

Ella se fue dejándonos solas de nuevo. Caminé hacia la rubia rodeando su cuello nuevamente con mis brazos. Valentina me abrazó y comenzó a besar mi rostro.

— ¿Quieres conocer Canadá? Podemos ir y volver rápido, necesito tomar algunas cosas importantes – Me preguntó de repente.

—No tengo pasaporte amor y sé que eso tarda mucho en que esté listo – Suspiramos – Te vas a tener que ir ¿No es así?

—Sí, no traje muchas cosas porque no acostumbro quedarme mucho tiempo. Buscaba y al no encontrar nada me iba – Nos quedamos en silencio – Prometo ir y volver rápido. Pero puedo esperar un poco.

—Mejor resolvemos eso rápido, no quiero estar mucho tiempo lejos de ti – Sellé nuestros labios — ¿Prometes que no te vas a tardar mucho?

—Lo prometo – Finalizamos la conversación con un beso más antes de salir del cuarto y encontrarnos con las chicas.

El faro no estaba tan lejos, solo eran algunos minutos caminando. Íbamos tomadas de las manos conversando de cualquier cosa, conociéndonos un poco más. Valentina intentó contactarse con sus amigos, pero ninguno respondió.

—Bienvenida al Faro, Valentina – Marcela exclamó haciéndonos sonreír a las dos.

—Qué lindo – Apreté nuestro agarre y subimos las escaleras.

Valentina miraba totalmente hipnotizada el lugar, podía sentir su felicidad por estar viendo todos los colores que contenía el lugar. Besé su mejilla llamando su atención. 

—Que hermoso es ese azul del cielo mezclado con el mar, es increíble.

—Te llevaré a donde acostumbro ir. Aquí es mi lugar para pensar – Les dije a las chicas que nos iríamos y ellas dijeron que irían al restaurante.

Caminamos más cerca de la enorme torre. Mi sonrisa no cabía en mi rostro de tanta felicidad. Al poco tiempo comenzamos a ver el grafiti de una mujer en tonos azules y la mayoría de las veces me reconfortaba.

—Siempre que estaba triste venia para acá, miraba ese dibujo y pensaba en ti – Comencé a acercarme al dibujo – Siempre estuvo ahí, en diferentes tonos de azul. Al inicio pensé que me gustaba por tener mi color favorito, pero ahora creo que se trata de todo el conjunto.

—Como si el destino estuviese mandando una señal, justamente en un faro – Me miró haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

—Así es, paso horas aquí. A veces me recargo en una de esas paredes y observo el mar, veo las olas llegar hasta mis pies y pienso en varias cosas al mismo tiempo. Pensaba en si algún día te iría a traer aquí.

— Una vez más el destino nos sorprende – Asentí con la cabeza.

Sentí como tiró de mi mano y lentamente la llevó hasta su boca para depositar un beso en ella. Eso me arrancó un suspiro enamorado, olvidándome un momento de todo el mundo.

Valentina me sorprendía a cada minuto y estaba amando conocer todos esos detalles de ella.

—Quisiera intentar algo – Dijo en un habla casi inaudible – Si es que tú quieres.

—Un beso apasionado – Ella asintió llevando mis manos hasta sus hombros para luego rodear mi cintura con los de ella.

La rubia dio algunos pasos hacia el grafiti, haciendo que mi espalda pegara con el concreto. Ahora estaba presa en sus brazos. Mi amor estaba nerviosa, podía sentir sus dedos helados tocando mi cintura, era claro que no sabía por dónde comenzar.

—No sé muy bien... — No dejé que terminara de hablar y junté nuestros labios.

Deja que nuestros cuerpos reaccionen, ya lo hicimos en otras vidas – Susurré – No te sientas presionada.

— ¿Y si hago algo mal? – Comenzaba a pensar que el asunto ahora era otro, no estábamos hablando más sobre el beso – Si, es sobre eso.

—Para de leer mis pensamientos amor – Ella sonrió tímidamente – Va a ser mejor de lo que hicimos hace rato, solo ese contacto me dejó suspirando.

—Ese va a ser nuestro beso de cariño, para cuando tengamos flojera o queramos alguna cosa.

—Uhmm, ¿entonces dices que cuando me beses de esa forma va a ser porque me estarás haciendo chantaje emocional? – comenzamos a reír — ¿Y el más apasionado para que sería?

—Para amarte. – Dijo rápidamente – Mostrarte lo hermosa que eres.

—Muy convincente – Nos quedamos en silencio por algunos minutos antes de que la valentía apareciera e iniciamos el beso.

Esta vez era diferente, ella parecía urgente. Valentina apretó mi cintura contra ella conforme nuestros labios se movían, con un movimiento de lengua pidió permiso el cual yo consentí, sintiendo su sabor por completo.

Parecía que lo habíamos hecho por años, eran movimientos acertados que me dejaban totalmente en las nubes conforme avanzaba. En el primer movimiento de cabeza un sonido salió de mi boca por la satisfacción que estaba teniendo con el beso. El sonido alto hizo que Valentina sujetara más fuerte mi cintura hasta que notamos que debíamos parar para poder respirar.

—Valió la pena la espera. Tenía que ser con mi amor, tenía que ser contigo. No hubiese sido tan enloquecedor si hubiera sido con otra persona— Dije entre suspiros largos intentando respirar con calma.

Te amo – Agrandé los ojos en busca de los suyos – Claro que te amo, por Dios, solo necesitaba encontrarte para poder sentir todo esto. Esta revolución aquí dentro y esto no es de hoy, sé que no lo es.

—Calma, respira –Le pedí al ver su agitación. Ella cerró los ojos y respiró hondo – Desde el primer momento que te vi, no tuve dudas de que somos almas gemelas. Te amo mucho y siento que puedo amarte en cualquier lugar de este mundo.

Junte nuestras frentes y después besé sus labios con cariño, sintiendo la punta de sus fríos dedos apretar mi cintura. Mi corazón brincaba dentro de mi pecho, demasiado feliz por finalmente iniciar una vida a lado de ella.

— ¿Podemos iniciar nuestra vida juntas ahora? – Pregunté bajito y volví a besar sus labios rosados.

—Con colores y sabores – Dijo con una linda sonrisa en su rostro – Amo todos tus colores. El color de tus ojos, el tono de tu piel, ese cabello perfecto...

Así como yo también amo todos tus sabores, mi amor – El agarre se volvió aún más firme en mi cintura – Y quiero descubrir los demás.

Prometo llenar tu vida con las cosas más ricas que existen. – Una de sus manos subió a mi nuca tomando entre sus dedos algunos hilos de cabello – Comenzando con un beso.

—Eso ya se volvió en la cosa más rica que mi boca ha probado – El clima había cambiado totalmente – Bésame.

Acabando con la distancia que había entre nuestras bocas, la rubia unió nuestros labios. Aquella unión era más firme, nuestros cuerpos estaban más unidos el uno al otro, como si fuésemos una sola.

Un único cuerpo, una única alma, un único amor.

Mi lindo y eterno amor. 

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Esta historia NO me pertenece, es una traducción realizada con la autorización de su autora camrenlive1


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