11: El trato

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El trato
Lillie Torres

—Entonces, ¿fue un accidente? —preguntó el oficial, confundido.

Tal vez por la exageración del señor Johnson se esperaban algún ataque en contra de la vida de Félix. Algún atentado o intento de homicidio.

—Si, eso fue lo qué pasó —comentó el príncipe—. Fue mi culpa, de hecho, Lillie solo quería ayudarme.

El oficial asintió, no del todo convencido.

—Señorita Torres —pronunció mi nombre con lentitud.

¿El sabía algo que yo no? ¿Qué tal si Félix estaba tendiéndome una trampa?

—¿Si? —pregunté casi con el corazón fuera de mi pecho.

El oficial sonrió y sacó su libreta.

—¿Puede regalarme una firma? —preguntó sonriendo— y también una foto.

Y si, en la foto salí horrenda porque aún estaba asustada y porque estaba tan pálida que en realidad podría ser yo la paciente.

—Que se recupere pronto —dijo el oficial— Que tengan un buen día.

Y se marchó.

Yo suspiré aliviada.

—Estarás bien —aseguró el príncipe— siempre y cuando continuemos con el trato.

El príncipe mintió porque ahora él y yo teníamos un trato.

Minutos antes.

—Entonces, ¿quieres que fingir una relación conmigo a cambio de tu silencio?

Yo estaba confundida, por supuesto que si.

—Lillie, eres tan inteligente.

Le hice una mueca de molestia, incluso le volteé los ojos.

—Mira, no se que pretendes con esto...

—Me gustas —confesó.

—Pues hay mejores maneras para salir con alguien sin tener que chantajear.

—Lo he intentado y todas han fallado contigo.

Y yo bufé.

—Por Dios, eso no es cierto.

Y el levantó su ceja izquierda.

—Cuando nos presentaron tomé tu mano por dos minutos.

Bueno, ya sabía yo que no era normal saludar a otra persona reteniendo su mano por minutos, pero tampoco es que fuera una señal directa que diga "Me gustas tanto que me llevaré tu mano"

—Además, te envíe flores cada día.

—Creí que me estabas fastidiando —confesé.

—Te obsequié una reliquia familiar.

—Creí que era un regalo natural viniendo de la realeza.

—Intente besarte frente a la torre —continuó.

—Te desmayaste —intenté defenderme.

—Porque estaba tan nervioso y al final no salió bien.

La abuela me había repetido cada mañana que ser amiga del príncipe Félix estaba bien, que gracias a nuestra amistad el señor Johnson no se entrometería en mi función, pero ahora que lo pienso, la culpable no era más que yo por obedecer a la abuela y a sus locas ideas.

—Bueno, me es difícil captar las intenciones de las personas.

—No hace falta que me lo digas, he intentado por dos meses intentar salir contigo.

—Si hemos salido, y mucho —lo interrumpí.

—Hemos salido como amigos —aclaró el— porque eso querías tu, pero yo no quiero ser tu amigo.

—Okey, no lo seas.

—Quiero salir contigo, de verdad.

—Prácticamente me estás chantajeando para hacerlo.

No debía olvidar las cartas que estaba tomando él.

—En la guerra y en el amor todo se vale. Las reglas no existen.

Y eso era cierto. En la guerra y en el amor se vale pelear y tomar cualquier oportunidad a nuestro favor, pero saben que? Félix había tomado sus cartas y ya estaba jugando con ellas, pero hasta para jugar hay que seguir las reglas y él mostró sus cartas. Ahora era mi turno, era mi momento de jugar con las cartas en mi poder.

—Eso es cierto...Así que, dime qué pretendes hacer?

—Pretendo casarme contigo.

Y yo quería, deseaba reírme con fuerzas, como un orangután, pero debía mantenerme seria.

—Tengo 21 apenas, no deseo casarme y en segundo lugar, no me gustas.

—Te gustaré.

—Veo conflictos de intereses aquí —hablé preocupada— Debemos ser sinceros. Yo no quiero ir a la cárcel y tú quieres casarte, entonces que propones?

—Vas a casarte, porque voy a enamorarte.

Y me mordí la lengua con tal de no soltar a reírme.

—Se escucha fácil. Voy a enamorar a Leonardo DiCaprio, aún no tengo 25, significa que aún tengo posibilidades.

—Muy cómico.

—No podrás enamorarme —aclaré— es un caso imposible.

—Dame unas semanas.

Y ahí me lance.

—Bien, si en un mes no logras enamorarme, eliminarás el video.

—Tres meses —pidió el.

—Un mes.

—Tres meses.

—Un mes.

—Dos meses y medio —pidió.

—No, no que puedes enamorarme en un par de semanas?

—Lo haré, pero estos meses tengo una agenda muy ocupada.

—Buen punto, entonces dos meses y medio. Ni un día mas, ni uno menos. ¿Aceptas el trato?

Extendí mi mano, esperando a que el hiciera lo mismo.

—Acepto.

Y estrechamos las manos como dos grandes socios, como si no lo quisiera matar hace unas horas, pero que les puedo decir, negocios son negocios.

Actualmente.

—Mi madre te odia.

—Todas las madres me odian, créeme.

—No lo entiendo, eres una chica dulce, tranquila y sobretodo responsable.

¿Estaba bromeando?

—Oh, ya empezaste con eso de "Voy a enamorarte, Lillie"? porque deberias saber que tampoco soy tan ingenua.

Y el príncipe sonrió.

—Aún no. Cuando lo esté haciendo no lo notarás.

—Oh, claro.

Afortunadamente el príncipe no se rompió nada más aparte de lo que ya tenía roto. Sus radiografías estaban en orden y al parecer mi empujón no fue tan grave, bueno, solo un poquito.

—Podrá ir a casa en unas horas —informó el doctor.

Félix me miro y sonrió.

—No me empujaste tan fuerte —molesto.

Entrecerré mis ojos, claro que ese susto no me causaba gracia, aún.

—¿A dónde vas? —preguntó al verme recoger el bolso.

—A mi casa —dije con obviedad—. Me he pasado aquí mucho, tengo cosas por hacer.

—Estamos saliendo, todo el mundo lo sabe y no se veria bien que salga del hospital solo.

—No saldras solo, puedes irte con la reina —le di una solucion.

—Mi madre se ha marchado de aqui, no muy alegre.

—Uf que lastima —comente apenada—. bueno, estas bien y tienes un telefono en tu mano, seguro consigues quien te lleve.

Mi madre y los demás se acercaron. Entonces el príncipe decidió fastidiarme un poco hablándole a mamá de suegra, claro que mi madre casi se infarta, pero afortunadamente pudo contenerse.

—Espero que lo de la boda haya sido una broma —dijo Nicolás— una terrible broma.

Yo sonreí.

—Lo fue —respondí.

Al mismo tiempo Felix lo negó.

—Nuestra relación es seria y queremos casarnos pronto.

Mi padre tosió un par de veces, dispuesto a negar tal cosa, pero Santiago se apresuro susurrándole algo en secreto.

—Claro, tienes razón, hijo —respondió mi padre.

¿Cómo que hijo?

Quería detener a mi padre, coger un cepillo de ropa y lavar su boca con cloro para que pueda llamarme hija nuevamente.

—¿Como le has llamado? —pregunté casi exaltada.

—Cariño, ¿tienes un hermano? —preguntó Félix, totalmente confundido.

—Ni yo sabia que mis padres adoptan a cualquiera que se les aparezca.

Si, por alguna razón estaba molesta, no sabia si con mis padres o con... en fin, no iba a gastar mis pocas energías en pequeñeces como estas.

—Lillie no tiene hermanos, principito —se apresuro Nicolás— son cosas sencillas que deberias saber, cosas sencillas que los novios saben.

y Pamela levanto la ceja mirando a nicolas y a Jenny como si algo se le acabara de ocurrir.

—Debemos irnos —informó la abuela—. Lillie, hablare contigo luego.

La abuela se fue junto con Dorothea, quien comia palomitas viendo todo, se quejo porque decia que la conversacion estaba poniendose buena, se fue a regañadientes. Mi madre y mi padre me dieron una cautelosa mirada antes de seguir a la abuela hacia la salida.

—Señor Poulsen —llamó el doctor a Felix.

Entonces Félix me agarró la mano, porque al parecer era su baston y tambien su guía.

—Lillie —Nicolás me llamo.

—¿Si?

Nos detuvimos, esperando a que Nicolás dijera algo.

—Tengo una pregunta para ustedes dos. ¿Cuánto tiempo llevan?

—Dos meses —dijo Felix.

Pero al mismo tiempo yo respondi.

—Un mes.

Y todos nos quedamos callados. ¿Cómo podía continuar mi vida cuando con una sola respuesta la habia cagado?.

—Bueno, nos conocimos hace dos meses, pero salimos oficialmente desde hace un mes, cierto Felix.

—Cierto, cariño.

Los chicos asintieron y nosotros aprovechamos para huir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro