39: Revancha

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Revancha

Lillie Torres

Estábamos todos bailando, riendo y bebiendo cuando la abuela llamó a mi celular.

—Es mi tía Victoria —habló Nicolás— y sinceramente nos olvidamos de ella y de contarle sobre la boda.

Y todos nos callamos.  Si, la fiesta se detuvo por unos segundos, incluso el DJ se atrevió a poner música de tensión. 

—¡Demonios, se lo tomaron muy en serio esto de la boda íntima! —exclamo Pamela muy a gusto del problema que se avecinaba. 

—La abuela se resentirá mucho contigo, Nicolás —añadió Daniel.

—¿Ni siquiera le mencionaste sobre tus planes? —pregunté asombrada.

—Ni me acorde de los adultos —respondió con total sinceridad— todo fue tan rápido y aparte teníamos que solucionar lo de los papeles. Es mejor que no respondas.

—Si, mejor —respondió el resto en coro. 

Continuamos con la celebración hasta que el reloj dio las 4 am. Los novios empezaron a despedirse, pues tenían una luna de miel por festejar en Londres.
Abrace fuertemente a Nicolás.

—Eres un imbécil —admití sonriendo— te lo tenías escondido.

Y sonrió todo rosado por el alcohol.

—Soy un hombre de acciones mas que de palabras. 

—Que disfrutes de tu boda. 

—Pronto festejaremos la tuya —respondió mirando el ramo— tienes el ramo.

Y yo empecé a reír por el alcohol que circulaba en mi sistema.

—El ramo es una historia de tradición, pero no significa que sea verdad.

Me apretó los cachetes y me abrazo con fuerza.

—Gracias por estar aquí, en serio lo valoro mucho.

—No empieces, me harás chillar —admití casi chillando.

Nos volvimos a abrazar y al separarse agarró sus cosas.

—Necesito que cuides de Amanda —pidió mi amiga la recién casada— nos iremos por un mes, pero creo que nos excedimos mucho.

—No te preocupes cuidaremos de Amanda —respondió Santi por mi.

Yo asentí.

—Que no falte a la escuela ni un solo día —prosiguió— y que tampoco deje su rutina de ejercicios, tampoco la comida, no dejes que se harte comiendo basura de la calle y que tampoco salga hasta tan tarde de casa. No permitas que hornee por las noches, ves que el dulce le provoca insomnio y si llegas a verla con ese chico que la pretendía le tiras de la oreja y...

Yo la detuve antes de que se fuera de largo con todo.

—Estará bien, no te preocupes solo te irás por unas semanas. Yo dominaré a Amanda —traté de tranquilizarla— Hemos convivido como por dos años bajo el mismo techo, me la conozco perfectamente y pondré mano dura. Será como cuidar a mi propia hermana, lo prometo.

Y por un momento recordé a Beth a quien no había mencionado ni una sola vez en estos últimos años. Al parecer mi amiga también se dio cuenta de ese pequeño detalle y me abrazó.

—Se que la tendrás recta y directa al camino del bien, pero no dudes en llamar si llega a pasar algo, me lo haces saber sin importar la hora y también te me cuidas, nada de saltarte los almuerzos.

Sonreí.

—Sobreviviremos sin ti, lo prometo.

Ella asintió y finalmente miramos a Amanda y ella estaba bailando con Jenny y Pamela en el centro de la pista como cabras sin frenos. Los recién casados se marcharon dejando una ola de aplausos atrás.

—Bueno, es hora de marcharnos a casa —sugerí.

Y por supuesto que todos se negaron y tuve que complacerlos un poco mas.
Al final Santiago se ofreció a traernos a casa. Ya con el carro apagado Amanda se despidió y se adelantó.

—Gracias por el aventón —agradecí recogiendo mis cosas.

—Para mi es todo un placer —respondió Santi con ese tono que me ponia nerviosa.

Mire su sonrisa y los hoyuelos que aparecían en sus mejillas. Ah, se veía tan tierno y dulce que quería tocarlo. Me saqué esas locas ideas y abrí la puerta.

—Lillie, ¿estarás ocupada mañana? —preguntó.

Asome mi cara por la ventana y lo pensé.

—Estaré libre, ¿por qué preguntas?

—Entonces, vendré por ti.

Yo asentí y me despedí nuevamente. Entré al edificio aguantándome una sonrisa. Al llegar al departamento casi brinco para contarle esto a Candace, pero entonces recordé que no estaba en casa y que no estaría aquí por un mes. Empezaba a extrañarla.

—Me iré a dormir —Amanda aviso— por cierto, esta tarde llego un sobre para ti. Candace lo dejo en tu habitación.

—¿Que tipo de sobre? —pregunté curiosa.

—No lo sé, mi hermana no dejó que le echara el ojo... ya sabes como es. 

Asentí y me metí a la habitación en busca del sobre y si, ahí estaba en la mesita de noche. Abrí el sobre con curiosidad. No tenía idea de que esperaba un sobre. No me di el tiempo de buscar la tijera, así que rasgue el papel abriendo el sobre. Saqué el papel que traía y entonces leí.

Querida, amiga.
Quería darme el lujo de enviarte esta carta como se lo hacía a la antigua, lo sé, estar en Paris te vuelve un poco vintage. Se que estoy probablemente cometiendo el peor error y ese es dejar evidencia, pero siendo sincera dudo que quieras delatarme, no cuando escribo esta carta para ponerte en advertencia.
No quiero que te acerques a Santi, ni siquiera en su maldito trabajo...
Lo siento, creo que me ofusque un poco. La cuestión está en que no quiero ver tu molesta presencia en ningún lugar en el que esté Santi, porque entonces él sabrá la verdadera razón por la que lo dejaste hace ya tres años. ¿No es curioso como pasa el tiempo? Parece que fue ayer cuando nos hiciste el favor de alejarte, así que hazlo de nuevo, por voluntad propia.

Con todo el amor, Camila.

Empecé a reírme, porque no podía tomarlo de otra manera. Ella esta loca de atar.
Marque su número, luego de buscarlo en Internet.
Y después de varios segundos, abrió la llamada.

—Estas loca, muy loca, Camila.

Ella se rió, bajito. Empezaba a preocuparme su salud mental.

—¿Ya leíste mi carta? Esta cool, ¿cierto?

—Cool mis nalgas —respondí— deja de portarte como una loca y no hagas amenazas tan falsas como esas.

—No es una amenaza falsa. Tómalo muy en serio, porque yo estoy hablando seriamente.

—Firmaste con "Con todo el amor, Camila" eso parece chiste.

—Si, es que tampoco quería sonar tan ruda, se que después del secuestro que nos hicieron por tu culpa, ambas quedamos algo sensible. Deberías agradecerme, tenia otras opciones muy interesantes para enviarte mi mensaje que creo que no te hubieran gustado.

—Aww, pero mira que considerada resultaste, loca.

—Mira, Lillie —comentó mas sería— son las 5 y media, casi 6, déjame dormir en paz y recuerda mi carta. No quiero que te vuelvas a aparecer en la vida de Santi porque lo perderás.

—Si yo pierdo a Santi, tu también lo perderás. No creas que Santi solo se enojará conmigo, así que deja de amenazarme con eso. No va a funcionar.

—¿No va a funcionar? —preguntó incrédula— Escucha esto.

Y se oyeron ruidos por la línea. Al parecer algo cayó al piso y luego escuché un quejido demasiado real.

—Oye, ¿estas bien? ¿Estas bien, Camila? —pregunté.

Y entonces se oyeron pasos pesados.

—Camila, ¿te encuentras bien? —preguntó Santi.

Casi me muero. Ni Nicolás ni yo pensamos en que ella estaría sola en el departamento de Santi mientras él andaba de Luna de miel. No quería admitirlo, pero algo dentro de mi se podría al pensar en eso. Pueden llamarle celos o como deseen.

—Perdón, es que creí ver a alguien en la puerta y me caí.

Y sabia perfectamente que estaba manipulándolo con puras patrañas.

Santi realmente se encontraba preocupado, incluso se ofreció a llamar a la policía para que se asegurara de que no había nadie más ahí.
Finalmente, Camila terminó con su actuación.

—Escuchaste, yo solo debo abrir la boca y... bueno, ya suponemos el resto. Besos.

Y cerró la llamada.

—¡ESTAS LOCA!

Me fui a la cama con el mal sabor de boca, es evidente que si ella habría la boca, me traería problemas con Santi, problemas que yo debía solucionar antes que ella. No sabía cómo decirle la verdad sin sonar como una idiota que escuchó y que ademas creyó en las mentiras de una desconocida.
Sinceramente estaba entre la espada y la pared, así que me vi obligada a ignorar a Santi.
Al medio día tuve que cancelar la salida, asegurando que Amanda tenía unas obligaciones con su escuela y que yo debía acompañarla.
Así mismo fue el domingo, mentí diciendo que Amanda tenía un programa en su clase de cocina. Luego estaba ocupada con el trabajo, con proyectos, con el lío que causó Bach en un evento, en fin, cada día que pasaba era una mentira más que tenía que memorizar para no volverla a decir.

—Lillie, ahí viene —aviso Theo.

Y yo corrí a esconderme debajo del escritorio.
Incluso Theo ya estaba metido en este nuevo capítulo de "Evadiendo a Santiago" claro que no lo haría para siempre, solo hasta que tuviera el momento de valentía suficiente para decirle la verdad.

Casi me rompo la cabeza, nuevamente al esconderme en el estrecho espacio.

—Hola, señor Martin —Theo saludó— ¿necesita algo?

Hubo un silencio corto que finalizó con un suspiro demasiado pesado que provenía de Santi. 

—Estoy buscando a Lillie —informó.

Y Theo casi tartamudea, nervioso.

—No, ella no esta —aseguró— esta ocupadísima, si, muchas obligaciones, muchos problemas, muchas cosas por hacer, si, esta ocupada.

—¿Ella volverá pronto?

—Eh, ¿si ella volverá pronto? —preguntó mientras pensaba en que decir—... eh, pues no se, no me lo ha dicho.

—¿Puedes marcarle? —preguntó— ¿no? Entonces, lo haré yo.

Y casi podía imaginar el horror de Theo al escuchar eso, ya que mi celular estaba en el bolsillo izquierdo de mi blazer lo que significaba que... oh, mierda.
Intenté sacar mi celular con las esperanzas de poder ser rápida y silenciarlo, pero lamentablemente fue tarde.

—Oh, se ha dejado el teléfono —actuó Theo con sorpresa— está tan ocupada que hasta lo olvido por aquí.

—Si, me pregunto si la persona que está escondida debajo del escritorio es Lillie o alguien más.

Y entonces me golpeé la frente con la palma de mi mano mientras reía frustrada.

—Oh, Dios mío —fingí bostezar— Theo, no me lo vas a creer, pero me quede dormida debajo del escritorio. Oh, Santiago, ¿eres tu?

Él negó mientras Theo sudaba a gotas gordas.

—Eh, bueno —respondió mi asistente con voz temblorosa— iré a buscar los papeles que me pidió hace unos minutos.

Y yo no quería quedarme sola con Santi.

—No, no hay prisa.

—Si que la hay —aseguró mi asistente.

Luego desapareció a la velocidad de la luz y quede completamente sola. No sola, con Santi que era peor.

—Estaba ocupada durmiendo, si, durmiendo —asegure.

—Seguro, como el domingo estabas ocupada llevando a Amanda a sus clases de cocina, es raro, porque vi en su Ig que estaba en un partido de soccer con sus amigos.

Y yo suspiré.

—Si, he estado evitándote un poquito.

—Vaya, si no me lo dices no me doy cuenta —aseguró sarcásticamente—. Lillie, ¿que sucede? ¿Cual es la razón para que me alejes de ti?

Y me congele. Dios, no quería que el pensara eso, de hecho, quería estar a su lado pegada como una pulga se pega a un perro o como la mugre de la uña, quería ser la piedra en su zapato, el piojo en su cabello... creo que exageré un poco con los ejemplos. 

—No te estoy alejando —asegure— es solo que...

—¿Es solo que?

Y Félix entró a mi oficina en el peor momento y al ver a Santiago se empezó a reír.

—Dios, ¿interrumpo algo? —preguntó curioso.

—Si, estas interrumpiéndonos —contestó Santi.

Y al mismo tiempo yo negué.

—No, de hecho, ya habíamos terminado de hablar.

Santiago dejo de observar a Félix para verme con asombro. Era claro que estaba confundido.

—Pues si mi prometida dice que han terminado su charla de profesionales, entonces creo que es el momento de que te vayas.

Quería cerrarle la boca a Félix con esa grapadora que estaba en el escritorio.

—¿Prometida? —preguntó Santiago, incrédulo— Lillie, él...

Entonces me observó. Yo empecé a transpirar, okey, estaba a punto de seguir con mi plan. Esta era la parte más importante. ¿Recuerdan que había terminado con Félix, había tirado la sortija y había escuchado cierta conversación privada? Pues ahora tenía un plan y parte de mi plan consistía en hacer de mi una víctima del romance.

3 noches atrás.

Estaba bebiendo en la oscuridad de mi habitación, mientras veía las noticias. Aun no habían chismes sobre la ruptura del príncipe y yo, así que debía suponer que Félix se negaba a soltar la tonta y macabra idea de nuestro matrimonio.
Así que algo mareada y contrariada llame a Candace. Ella es como el faro que alumbra mi vida.

—Lillie, ¿está todo bien? ¿Amanda hizo algo? ¿Ella está en problemas? ¿Tu estas en problemas?  —respondió asustada.

—No —me apresuré a negar— salió con sus amigas, llegara en unos minutos, pero... tengo problemas y ninguna solución.

—Y ¿cual es la novedad? —respondió Nicolás apareciendo por la cámara de la pantalla.

—¿Que? Nicolas, esto es privado —dije limpiándome las lágrimas— y pon a Candace en la cámara, ya.

Y Candace apareció nuevamente.

—No te preocupes, ya estoy aquí, solo ignora a mi esposo —dijo.

Yo reí y Nicolás la empezó a besar por todo el rostro.

—Escuchaste eso, Lillie —preguntó emocionado— eso suena tan genial.

—Si, nunca imaginé que alguien fuera a casarse contigo —admití riendo.

—Ya basta —nos detuvo Candace—. Lillie, creía verte llorar por problemas sin soluciones.

—Oh, si, lo acabo de recordar —respondí volviendo a caer en mis problemas—. Bueno... demonios, no se como decir esto... bueno, ahí les va, pero sin juzgar, solo escúchenme.

—Esta bien, prometemos escuchar y no juzgar.

—Prometo juzgar —dijo Nicolás.

—Candace —chille.

Candace miro a Nicolás y este se comporto.

—Seremos como dos curas escuchando la confesión —aseguró.

—Bueno, mi compromiso con Félix era más falso que el bigote que tenía Nicolas en su maleta.

Y Nicolas se ofendió.

—Con mis bigotes no te metas, Estrella estrellada.

Y empecé a reírme un poco.

—¿Como que compromiso falso? —preguntó Candace, confundida.

—¿No lo sabias? —preguntó Nicolás a Candace, incrédulo.

Ella negó.

—Espera, ¿tu lo sabías? —pregunté.

—No lo negaré y tampoco es para presumir, pero yo sabía que Lillie y ese príncipe de pacotilla no eran nada desde el momento en el que dijeron que llevaban dos meses saliendo, o mas bien, cuando no sabían ni cuánto tiempo llevaban, claro que me llevó tiempo descubrir que él te estaba chantajeando con el vídeo de las escaleras, por cierto, no es para seguir presumiendo, pero yo le abrí los ojos a Santi para que al igual que yo vea la realidad.

Y ambas nos quedamos con la boca abierta.

—Eres un chismoso —asegure— Bueno, creo que Nicolás te resumió todo. Ahora, el verdadero problema está en que Félix quiere ese matrimonio para quitarme hasta el apellido.

—¿¡Que!? —gritaron ambos.

—Bueno, eso es lo que pude interpretar de la conversación que tenía él y su tío porque al parecer Zac y él tenían planeado dejarme fuera de Mila incorporations, ya superé esa parte, de hecho, quiero algo así como...

—¿Venganza? ¿Quieres que le cortemos las bolas? —preguntó Nicolás.

—No, tampoco soy tan salvaje —aclaré—. Solo estaba pensando en darle un poco de su propia medicina.

—Dios, Lillie, ¿no me digas que estás pensando hacer lo que creo que estas pensando hacer? —preguntó Candace.

Y si, ella ya sabía lo que tenía en mente.

—Si, quiero casarme con él y darle una boda que jamás olvidará.

—Esto se puso bueno —soltó Nicolás tan emocionado— se que antes dije que ignoraras la llamada de Lillie, pero ahora te agradezco haberme ignorado.

—Oh, ¿me iban a ignorar la llamada?

—No, Nicolás lo sugirió, pero siempre estas en primer lugar.

—¡Nicolás! —me quejé.

—En mi defensa estábamos practicando tener hijos.

—Dios mío, ¿interrumpí algo?

—No, por supuesto que no, simplemente dejé a mis hijos en las sábanas.

—¡ESO FUE MUY INNECESARIO!

Y Candace estaba muerta de risa.

—Nicolás te está tomando el pelo, Lillie —admitió mi amiga.



Nota: holaaa, a veces siento que pasan años que no actualizo, mi gente latino. ¿Se dan cuenta que ya casi se acaba el año? y la verdad yo no he cumplido ninguno de mis propósitos :( creo, y ustedes? 

HASTA LA PROXIMAAAAAA


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